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HOWAITO DEE

Japón es especial… Es un país sorprendente y lleno de contrastes, siempre en permanente equilibrio entre tradición y modernidad.

En ciertos sectores (principalmente adoradores del manga, el anime y los personajes en 2D, seamos honestos…) es bien conocida la tradición de devolver con otro regalo el haber recibido bombones y chocolates el día de San Valentín. Este evento se celebra un mes después, el 14 de marzo y recibe el nombre de Día Blanco (Howaito Dee, que es la pronunciación japonesa del inglés White Day).

Tal tradición nació hace cuarenta años tan solo por la voluntad de explotar comercialmente los beneficios del amor y el afecto… Es que resulta que en Japón —y vaya usted a saber por qué—, solo las mujeres dan regalos el 14 de febrero (a todo el mundo, eso sí: chocolates por obligación o cortesía, por amistad o familia, y por supuesto, por amor verdadero…), así que después de San Valentín, a los reposteros y confiteros les quedaba aún la otra mitad de Japón por convertir en potenciales clientes: tooodo un mercado de hombres (ingenuos y crédulos, los pobres) que necesitaban cumplir con la obligación social de la retribución de su regalo —porque en Japón se paga por todo… Y aunque parezca algo ofensivo a nuestros ojos, si lo miras bien, tampoco está mal esa idea de querer quedar en condiciones de igualdad con la otra persona. Lo malo es que esa retribución tiene ciertas condiciones…

Sí, sí, según el nivel de confianza y/o compromiso que tenga con esa mujer, el regalo del varón tiene que (nótese el énfasis en la perífrasis de obligación) duplicar e incluso triplicar (y esto es lo socialmente correcto) el valor de unos chocolates hechos con más o menos esmero una tarde cualquiera en la cocina.

Así que los pioneros reposteros del Howaito Dee empezaron con chocolates (blancos, of course), luego añadieron otros dulces a la idea (el negocio del azúcar mueve a manos llenas millones de yenes —ejem, la aliteración es intencionada—), malvaviscos, galletas, flores… Y de ahí, en un salto cualitativo sin precedentes, se pasó a la joyería y a la lencería de lujo para las parejas consolidadas —los demás comerciantes tenían todo el derecho del mundo de sumarse a la compulsión consumista y de aprovecharse de las carteras bien dispuestas…

Y si hablamos de regalos caros —y también de parejas consolidadas—, Hizuri Kuon es el vivo ejemplo de desmesura y despilfarro. Él, como se sabe, no es del todo japonés, y a su educación occidental se deben ciertas incongruencias y disparates que un nativo no cometería. En resumen, la regla del dos o tres veces más es absolutamente inútil en su caso y en su casa. Si bien su mánager siempre se encargó de ejercer la retribución del Howaito Dee en nombre de su representado, aplicando fielmente esa regla, cuando se trataba de su señora esposa, Hizuri Kuon no admitía interferencia alguna…

Mirándolos, viendo cómo Kyoko regaña a su marido un año más por despilfarrador y derrochador (a pesar de que a ella le brillen los ojos a causa de los diamantes), Yashiro piensa que jamás nadie diría que su primer Howaito Dee con Kyoko-chan en su vida fue un auténtico fiasco. Un desastre…

La muchacha no tuvo regalo. ¡Ni uno! ¡No hubo retribución!

A Yashiro se le ponen aún los pelos de punta al recordarlo. Solo de pensar todo lo que se le pudo pasar por la cabeza a la dulce Kyoko-chan, le entraba una congoja y un no sé qué que qué sé yo… Sí, de acuerdo, es cierto que meses después, Kuon —Ren en aquellos días— POR FIN hizo algo al respecto.

Pero en marzo… Debió haber sido en marzo, hombre…

A saber los disgustos que le hubieras ahorrado a la pobre Kyoko-chan…

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NOTA: Estas tradiciones se han exportado a buena parte del sudeste asiático: China, Corea del Sur, Vietnam…

El amor no tiene precio, dicen, pero nunca olvides el regalo… XD