Disclamer: Los personajes de Junjou Romántica o Sekaiichi Hatsukoi le pertenecen a Shungiku Nakamura. Sólo hago esto por diversión y sin fines de lucro.
Insensatez.
Capítulo 1: La preparación.
Bajó del taxi agradeciendo al conductor. Caminó altivamente y a un paso moderado hasta el apartamento que compartía con Asahina. Saludó con desbordante cortesía a todos los funcionarios que encontró antes de subir al ascensor. Cerró la puerta del apartamento tranquilamente y con sumo cuidado.
Una vez dentro de su refugio no pudo soportar más su asombro. Se afirmó en la muralla del genkan cubriéndose la boca con una mano, absorbiendo un suspiro que al salir nuevamente se transformó en una risa nerviosa. Afirmó su cabeza mientras sus suaves risas hacían temblar su cuerpo torpemente apoyado. Restregó su rostro un par de veces, intercalando miradas a un lado y a otro tratando de encontrar una explicación lógica a lo que había ocurrido.
- "¿Ir a Bailar?"-
Se sentó en la entrada para quitarse los zapatos, sus manos temblaban y mordía su labio inferior tratando de contener una sonrisa. Observó a todos lados, pestañando continuamente mientras llegaba hasta el cuarto para lanzarse sobre la cama. A ratos los nervios le hacían volver a contraerse en suaves temblores y por la comisura de sus labios se le seguían escapando risas suspiradas.
- "Nunca pensé que Asahina aceptaría algo tan disparatado como eso"- pensó mientras se acomodaba en la cama mirando hacia arriba.
Trataba de encontrar una explicación a la resolución de su amante. Había sido tímido, sí, pero aún así había aceptado. Estaba sorprendido, asombrado, boquiabierto mentalmente desde el comienzo de la tarde. El conocía muy bien la personalidad de su secretario, pero ahora estaba seguro, que aún después de todos esos años, no lograba entender para nada su forma de pensar. ¿Qué pasaba por su cabeza? ¿Qué otras cosas quería experimentar?.
Se encaminó a la ducha y tomó un baño largo. El castaño le había pedido que volviera a casa primero, ya que aún tenía mucho trabajo por terminar. Isaka aprovechó esa oportunidad. De ninguna manera permitiría que su amante se diera cuenta de lo nervioso que estaba por esta nueva hazaña. Bueno, tampoco era como que pudiese haber fingido tranquilidad por mucho más tiempo. Al escuchar la petición, tomó su maletín y salió del edificio.
Luego de que el agua caliente le relajara los músculos y su mente se centrara un poco más, comenzó a resolver sus verdaderos problemas uno por uno. Rebuscó hasta lo más profundo del closet para encontrar algo que no fueran trajes y corbatas. Cuando al fin encontró algo realmente dudó que le sentara bien, pero tenía que hacer el intento, ya había perdido la oportunidad de ir de compras para encontrar algo más adecuado ¿qué importaba hacer el intento?. Debía aprovechar ahora que estaba solo y rogar por que Asahina aún tuviese mucho trabajo y no le viera probarse prendas que ni siquiera sabía si le quedaban con su tamaño y peso actual. No podía permitir que le viera tan nervioso y desorientado sobre algo tan simple como su vestimenta. Nunca. Jamás.
Se armó de valor para no destruir su orgullo y comenzó a ordenar sobre la cama todas las opciones que encontró apropiadas para esa ocasión. Tenía al menos 3 pantalones diferentes, camisas, camisetas, chalecos y sólo una chaqueta que no era de traje. Maldijo el momento en que compró tantas sudaderas en lugar de chaquetas informales.
Su figura se posicionó frente al espejo de cuerpo entero del cuarto, inseguro de mirar directo al frente para verse. Se sentía un poco ridículo, ¿qué sentido tenía tratar de vestirse siguiendo la moda de una época que ya no era la suya?. Tenía miedo de alzar la vista. Tenía miedo de verse demasiado gracioso. Pero ya no podía perder más tiempo, había al menos otras seis opciones que también debía probar. Contó hasta tres y miró al frente. Inmediatamente se sacó la camiseta que se traía puesta y se apresuró frente a la cama para elegir una nueva.
Cuando finalmente estuvo listo, con una mezcla de todas las combinaciones que había encontrado. Se veía esbelto, sus piernas mostraban una firmeza y un largo oportuno en unos pantalones negros bastante ajustados. Ninguna de las camisetas que tenía le convenció por lo que tuvo que buscar en internet nuevas ideas. Terminó eligiendo la camiseta gris de manga larga, a la cual le cortó torpemente el cuello y la estiró hasta que quedara ancha en el pecho. Nada de accesorios, salvo un sencillo colgante atado al cuello. Se colocó encima la chaqueta negra un poco desgastada que era la única que tenía y ni siquiera recordaba en qué momento la había comprado. Su gran problema ahora eran los zapatos.
Tenía muchos pares de zapatos para el trabajo, pero sentía que ninguno de ellos se veía bien con lo que llevaba puesto. Zapatos deportivos tampoco era una opción, no le venían para nada al resto de su vestimenta. No quería salir a la calle vestido así para comprar zapatos, le faltaba reunir el coraje para hacer como que los años no habían pasado y convencerse de que seguía siendo un joven capaz de verse atractivo. Pensó que realmente estaba usando un disfraz y era eso lo que le mantenía incómodo. Siguió buscando en el armario, tratando de olvidarse de su vergüenza, pero sólo había más y más zapatos para el trabajo. Decidió finalmente colocarse unos mocasines que sólo usaba cuando no salía de las oficinas, ya que eran acolchados y un poco menos elegantes.
Su celular sonó avisando la llegada de un mensaje, miró la hora y revisó el aparato.
-"Me demoraré un poco más, si gusta puede dirigirse al lugar donde nos encontraremos, le alcanzaré cuando termine. Por favor avíseme donde estará y la dirección." –
Se sintió un poco preocupado y molesto, al parecer sus planes no saldrían como lo había pensado, pero trató de mantenerse calmado, aparentar despreocupación y limitarse a enviar la dirección del club que había elegido para esa noche. Tomó sus pertenencias más necesarias, respiró hondo y salió con su celular en la mano para ignorar a todo aquel que le lanzara una mirada de cuestionamiento.
-"Nunca pensé que a Asahina le interesara bailar. Pero si es así, mejor que se preparé"- pensó mientras se dirigía aun con mucha vergüenza al lugar de encuentro.
Y ahí estaba ahora, en plena oscuridad, haciendo una pequeña fila con otras personas mucho más jóvenes que él, pero que, por sus atuendos estrafalarios y su charla de oportunismo, buena vida y personajes del medio social que él también conocía, al parecer tenían una considerable cantidad de dinero. Sintió que había sido impulsivo de nuevo, pensó que estaba demasiado viejo para ir a un lugar así. Al llegar a la puerta, escuchó el retumbar de la música en el interior y sintió un pequeño escalofrío que aumentó sus dudas.
- Bienvenido Isaka-sama, tiempo sin verle- comentó el guardia en la puerta con una sonrisa amable.
- Sí… el trabajo me mantuvo ocupado – respondió tratando de evitar el contacto visual.
- Felicidades por su ascenso, espero que disfrute su estadía- dijo el hombre robusto mientras le indicaba que ingresara.
- Gracias, ya lo estoy disfrutando- le dedicó una sonrisa comercial antes de desaparecer en la oscuridad del pasillo.
Caminaba inseguro, indeciso, preguntándose si realmente esto había sido una buena idea. Creía que aquello ya no era lo suyo, que el tiempo había pasado, que los años le habían pasado la cuenta, pero la música le atraía cada vez más, en su cuerpo, por dentro, fluía un ritmo que pedía extenderse, liberarlo de toda tensión, preocupación y cohibiciones. Cuando vislumbró la pista de baile de aquel lugar volvió a sentir ese hormigueo en su cuerpo que le era tan agradable. Aquella simplemente era otra ala de su gran palacio. Las luces de colores llenando el lugar de forma intermitentemente, alienando los movimientos de todos los que habían asistido, pensó que nadie le notaría, pero llamó la atención de varios mientras subía la escalera al sector restringido. Al llegar arriba se divirtió observando cómo los pequeños grupos de personas se movían rítmicamente. Le buscaban insistentemente desde abajo, aunque no estaba claro si lograban realmente verle. Su corazón se llenaba más y más de emoción y picardía. Su ego había vuelto a estar por encima de las nubes.
Sacó su celular y miró la hora. ¿Cuánto más se demoraría Asahina? ¿Se habría arrepentido? La llamada no entró cuando marcó su número así que un poco enfurruñado pidió al garzón que se le acercó un par de mojitos para pasar el rato.
Nadie le había comentado nada, aun nadie se atrevía a acercarse a él, pero por lo que había visto al parecer no desentonaba con el ambiente. Se sentía tan poderoso y cómodo teniendo tantas miradas sobre él, la atención de todos los garzones ante lo que pidiera lo hacía parecer mucho más importante, aunque ciertamente, era un espécimen difícil de encontrar y aquella era una oportunidad única para todos los participantes que habían asistido ese día al salón VIP.
Siguió mirando hacia abajo sentado en uno de los sillones del salón, mientras ocasionalmente marcaba en su celular el número de Asahina. La llamada seguía sin entrar. Era divertido volver a experimentar una sensación de ligereza tan agradable. Pero ciertamente, no le parecía divertido experimentarlo solo. Su objetivo esa noche era otro y ya empezaba a preocuparle que su acompañante no se apareciera hasta esas horas. Revisó por sexta vez que había enviado la dirección correcta. Y continuó observando hacia abajo por si en algún caso inesperado el castaño había olvidado que él sólo asistía a los salones VIP. Iba por su tercer mojito y no quería embriagarse tan pronto, ni hacer una escena cuando su amante llegara. Definitivamente no. Se arrepentía de haber deseado que Asahina tuviese mucho trabajo.
Durante cinco canciones seguidas se mantuvo firme en convencerse de que sólo era su imaginación. Las siguientes dos, confirmó que aquel chico rubio con el cabello desordenado que bailaba al borde de la pista estaba intentado hacerle bajar de su piso. O bien, rogando que le dejara subir.
Era cautivante la insistencia que demostraba canción tras canción por hacerle volver la vista sobre su figura tan flexible y rítmica. Sentía tristeza al pensar que todo el esfuerzo que hacía el chico para hacerse notar jamás pasaría de eso. Y era incómodo porque sintió que él nunca podría hacer algo así para llamar la atención del hombre al que amaba tan desesperadamente como para ir a un club a hacerse notar. Sonrió al pensar que tal vez él sí hacía una clase de gestos similares cuando intentaba seducir al castaño, lo infantil que llegaba a ser todo aquello y lo poco sofisticado que realmente era. Desvió la mirada del chico para revisar nuevamente su celular. Ningún mensaje, ninguna llamada. Se le estaba haciendo tarde y el alcohol no demoraría en hacer el efecto suficiente para olvidar que era el Ceo de Marukawa Shoten y que estaba esperando a alguien.
Nota de Asu: Hola, gracias por leer. Esta historia para no variar comenzó a escribirse de madrugada. Hace un tiempo, tenía una idea dando vueltas en mi cabeza sobre esta pareja glamorosa yendo a bailar. Me costó elegir la palabra para describir el lugar ya que si bien para mi discoteque estaba bien, no me sonaba tan elegante, ni tan japonés llamarlo así, al final lo cambié por club. No hallaba como conectar todas las ideas, pero luego una luz iluminó mi mente y concluí que debía hacerla por capítulos. Es el primer fanfic largo que hago hace años, pero tan extenso no será. Espero que no les haya parecido tan aburrido el comienzo y, como siempre, espero que hayan disfrutado de este capítulo, los reviews serán bien recibidos. Nos Vemos.
