Hey!~ Bueno, aquí estoy otra vez con un nuevo fic, que no sera tan malvado como el de Mako suicida que por cierto también tengo que actualizarlo! Bien, advierto de una vez que este fic es Yaoi osea relación de hombre x hombre y si no te gusta esta clase de género, pues retírate. También aclaro que esta vez Haruka sera el seme y Makoto el uke, denle una oportunidad, por favor.

Este fic va a tener mucho "lemon" así que prepárense!

ANTES DE QUE COMIENCEN A LEER!

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Sin más que decir, les dejo leer.


Capítulo 1 : Ojos esmeralda.

El reino Iwatobi estaba lleno de pueblerinos alegres, nunca faltaba alimento y todos amaban a sus gobernantes que durante largas generaciones hicieron cambios en el pueblo, a veces para bien y otras para mal. La guerra nunca era bienvenida para aquel reino, no después de los diez años "innombrables", siempre se procuraba mantener la paz con los demás reinos y ayudarlos cuando estos estaban en crisis. Iwatobi era conocido por ser el reino de la "paz" y también por ser uno de los mejores exportadores de pescado ya que se encontraba ubicado cerca de la bahía.

No había persona que se quejara de la forma de gobierno, los impuestos eran moderados, nunca faltaba alimento y no podían quejarse de sus últimos Reyes. Después de haber sufrido diez años de guerra donde habían tenido unos horribles tiranos que solo deseaban más y más poder, se desato una horrible guerra de diez años y de ahí su nombre "Los diez años innombrables". Pero todo término cuando Hikaru Nanase gano la guerra, un hombre sensato y amable, por ende fue el nuevo rey de aquel devastado reino. Hikaru había dado lo mejor de sí para sacar adelante a los pueblerinos que habían sobrevivido a la devastadora guerra. Pronto se comprometió con aquella que sería su compañera de vida; Yoshino Mamoru, una joven de cabellos azabache igual que su prometido y ojos almendrados que a comparación de su esposo eran azules, después de un año de matrimonio Yoshino Nanase dio a luz a su primer y único hijo llamado Haruka Nanase de pelo azabache, ojos igual de azules como los de su padre y un rostro estoico que en dadas ocasiones ponía una expresión, se le educo como a todo un futuro rey, le quisieron, le consintieron y como era de esperarse su potencial para gobernar era igual o mejor que el de Hikaru, al cumplir dieciocho años a Nanase se le corono como el nuevo gobernante, ante la trágica muerte de sus padres cuando su carruaje se volcó al volver del reino Samezuka.

Todos sufrieron ante la pérdida de sus amados reyes pero, sabían que con Haruka no tendrían nada que temer. Y si, el azabache gobernaba de manera sutil, todo el mundo creía conocer a su rey pero estaban equivocados; amable y piadoso, pensaban ellos. Pero no, detrás de ese rostro estoico escondía su retorcida personalidad; era egoísta, masoquista, un tirano, egocéntrico y algo narcisista.

A la edad de veintidós años había logrado una gran alianza con el reino de Samezuka, pues el rey Matsuoka Rin era su amigo de la infancia, aquel joven de ojos escarlata y cabellos rojizos reinaba al lado de su reina Akira Kameru, una joven rubia de ojos negros, toda una belleza de mujer. Ah diferencia de Rin, Nanase mantenía su reino sin una reina a su lado, para él le era imposible casarse con alguien a quien no amara y después de todo él no podía amar a nadie que fuese el mismo.

Sin contar que tenía un fetiche con las personas de rasgos exóticos, todo aquel que cautivase a Haruka terminaba en su cama, después de toda una noche de sexo. No importaba si era hombre o mujer, siempre y cuando fuera una belleza sin igual.

- Mi rey, os eh traído lo que ordeno – Hablo el señor Sasabe, el fiel escudero de Nanase y aquel que reclutaba a las personas, con la ayuda del juglar Hazuki Nagisa, traían a las más bellas que pudiesen encontrar.

El escudero miro a su rey.

- Hacedlos pasar – Ordeno.

La gran puerta se abrió, lentamente las personas elegidas entraron, tres mujeres y tres hombres que vestían batas de color blanco hechas de seda, todos ellos habían sido elegidos por Hazuki y Sasabe, los llevaban al castillo, se les ordenaba desnudarse y se les daba un baño, después les daban la bata.

Eran llevados hacía el rey, después todo era cuestión de esperar su decisión. Haruka les esperaba con las piernas cruzadas apoyando su mentón en una de sus manos mientras que con la sostenía una copa de oro en la cual había un exquisito vino.

- Elegid el que le apetezca mi señor – Dijo Nagisa, con una enorme sonrisa.

- Veamos – Se levantó de su hermoso sofá aterciopelado, dejo su copa en una pequeña mesa y camino hacia aquellas hermosas personas, examinándolas de pies a cabeza. Todos sonreían arrogantes y se veía que no eran de su reino – Tu – Señalo a una joven mujer de pechos grandes.

- Que buen gusto tiene – Alago Sasabe.

- Es cierto – Hazuki asintió – Ahora os dejamos a solas – Y como había dicho, ambos rubios se llevaron los presentes que vestían batas, llevándoseles a una habitación cerca del calabozo y se les encerró, se cerró la puerta con cadena y candado.

- Disculpa! ¿Por qué nos habéis encerrado? – Alego un joven de hermosas facciones que empezaba a forcejear la puerta intentando abrirla.

- ¿QUÉ? – Grito un chico.

- ABRID LA PUERTA! – Exigió una chica.

Pero Nagisa soltó una carcajada, les sonrió de manera perturbadora y dijo:

- ¿Qué os deje salid? ¿Por qué debería? – Señalo a los prisioneros – No se puede confiar en vosotros y no podemos arriesgad la seguridad de mi querido Rey – Sonrió y agito las llaves en su dedo índice, sin decir nada más se alejó de aquella habitación ignorando por completo los gritos y suplicas de las y los jóvenes.

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- PARAD! OS RUEGO QUE PARE! – Grito la joven rubia desesperada, estaba siendo penetrada con una botella de vino, no había placer solo dolor.

- ¿Estáis diciéndome lo que debo hacer? – Dijo el rey – Mentiste – Retiro la botella, se levantó de la enorme cama y limpio sus manos.

- Yo… - Tartamudeo – Yo… no… soy… -

- Idiota, sé que no eres viren ya me di cuenta – Se acercó la joven de ojos color ambarino, que estaba atada de las muñecas y le miro – Haz mentido - Se volvió hacía la mesa y toco el candelabro con velas encendidas – Pero… no lo volveréis haced ¿verdad? – Miro de reojo a la castaña.

- Nunca jamás – Sonrió y el azabache también.

- Lo sé, pero… - Hizo una pausa, tomo el candelabro y se acercó hacía la oji ámbar – Tengo que asegurarme y así estar seguro de que no lo volveréis haced – Y sin decir ni una sola palabra más, volteo aquel metal bañado en oro el cual poco a poco dejo caer la cera caliente de las velas sobre el abdomen de aquella chica.

- ¿ESTÁIS LOCO? – La cera empezaba a quemar su piel y como era obvio, las lágrimas empezaban a salir de sus ojos ambarinos – SOIS UN DEMENTE NO UN REY! – Dijo retorciéndose del dolor.

- Vale, soy un demente, pero uno muy rico – Su rostro estoico formo una macabra sonrisa y acercando más las velas logro quemar la piel blanca de la rubia la cual empezó a llorar y gritar – Bueno es hora de que me vaya, cuídate– Le dijo con cinismo, luego dejo el candelabro en la mesilla y con paso lento salió de aquella enorme habitación.

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Nanase se encontraba sentado en su gran trono de marfil cubierto por oro puro y un acolchonado asiento rojo aterciopelado. Cruzando su pierna, mientras apoyaba su codo en el brazo del trono, apoyando su mentón contra su mano, escuchando todo lo que su consejero real decía.

- Lo mejor, mi señor, es haced alianzas con el reino de Ashford – Hablo un joven de cabellos azulados, ojos color lila y que portaba unas gafas, su nombre era Rei Ryugazaki, el consejero real.

- Es muy inútil – Hizo un ademan con su mano libre dando a entender que no le interesaba ese reino – Cualquiera que se meta con ellos saldrán vencedor, pero nos puede ser de ayuda en algún momento, mandadles un obsequio y planead nuestra reunión – Y se cruzó de brazos.

- Bien – Anoto algo en su pergamino – Señor, ahora solo queda aclarar sobre la reunión con el Rey Matusuoka – Acomodo sus gafas y miro a su gobernante, esperando una respuesta.

- ¿Hoy? –

- Si, hoy – El azabache abrió su boca pero le fue interrumpido – Ah y mi señor… también le quería recordar sobre el banquete con la princesa Hanamura Chigusa – Sonrió al ver como el oji azul se tensaba al oír aquel nombre.

- Aghh – Se volvió a sentar de manera normal, ahora cubriendo su rostro con ambas manos restregándolas, en señal de estrés. – Canceladlo – Ordeno.

- Denegado – Dijo el peli azul– Os recuerdo que, ella es vuestra prometida y si no queréis quedar mal, es mejor tener ese banquete – Miro al hombre que seguía con sus manos en su rostro.

- Pero ella es tan… estresante – Suspiro – Además ¿Por qué casarme? Si puedo gobernar sin una reina a mi lado – El de lentes rio levemente al ver que su querido rey odiaba la idea de contraer nupcias con la joven princesa.

- Mi señor, es necesario que vos consiga una reina, alguien que le dé un heredero que en un futuro lejano, pueda gobernarnos así como vos –

- Bien, mandadle un hermoso adorno floral, el mejor que podáis encontrad y enviádselo como disculpa, así me librare de ella hoy – Toco su barbilla pensando en lo bueno que era, en lo inteligente y guapo que, él era.

- Vale – Termino cediendo - Pero yo os aconsejo que deberíais dadle una oportunidad a la condesa, mi señor – Se cruzo de brazos – Ella es castaña y de ojos esmeralda, la mejor candidata – Sonrió nuevamente al ver el rostro estoico de su rey.

- Turquesa, Rei, sus ojos son color turquesa – Dijo indignado.

La princesa Hanamura Chigusa era una joven de tan solo quince años de edad, de hebras castañas y ojos turquesa, era toda una belleza y su carácter era encantador, sin embargo ella era una princesa y era caprichosa cuando las cosas no se hacían a su manera. Provenia del reino de Aragon que tenía alianzas con Samezuka, la joven era buena amiga de la princesa Matsuoka Gou, la princesa pelirroja y de ojos escarlata, hermana del rey Rin.

Haruka no odiaba a Chigusa, pero sabía que sus personalidades no combinaban y no la veía como una mujer, era una niña, un estorbo según él, pero, la princesa amaba al rey de Iwatobi con todo su corazón y cada vez que él le mandaba algún pequeño detalle, su corazón, se aceleraba al cien por ciento. Su compromiso no se podía romper ya que Aragon podía tomar como ofensa el que Nanase rechazara a su hija y si fuese el caso de que Hanamura rechazara a Nanase, creerían que el azabache la había ofendido, porque, no había nadie que en el reino de Aragon e Iwatobi, no supieran lo enamorada que estaba la castaña del oji azul.

- Alistad el carruaje, saldré ya mismo a Samezuka –Se levantó de su trono y salió de la sala principal.

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Nunca había amado, era molesto e inútil y si alguna vez eso llegase a pasar, esa persona tendría que ser perfecto en todos los sentidos; belleza, amabilidad, bondad, y todo lo contrario a lo que él era.

El rey subió al carruaje verde jalado por dos caballos blancos, acompañado de su consejero real. Delante, su chofer y el escudero, Sasabe.

- Majestad, cuidado por donde pisa, podría tropezar – Dijo Rei que caminaba al lado del azabache, tomando la mano de Haruka ayudándolo a subir.

El camino era largo, pero era pacifico, a lo largo del camino se podía ver los campos de cosecha y algunos pueblerinos que trabajaban en el campo, veía a los alegres niños que corrían y jugaban en el pequeño arroyo.

A lo lejos se podía ver como dos pequeños niños con capas cargaban pequeñas canastas llenas de manzanas, al igual que el mayor de ellos que parecía ser un joven varón, con una capa café que les cubría del sol, vestían ropas algo desgastadas, el mayor de ellos cantaba y gracias al movimiento continuo del carruaje fue que Nanase lo pudo oír bien, era una melodía gloriosa, encantadora, algo que te dejaba fascinado. El azabache miro en dirección a los encapuchados que para su desgracia no podía ver el rostro de aquel muchacho.

Pero por cosas del destino el viento sopo en dirección hacia ellos, haciendo volar hacia atrás las capaz de esos tres, una niña, un niño y…. El joven más… hermoso… que había visto en su vida. Castaño y de piel bronceada, ya que estaban un poco lejos de ellos no pudo apreciar el color de sus ojos.

Se paró rápidamente, una vez que el carruaje se acercó más a ellos, ojos esmeraldas, unos hermosos ojos esmeraldas.

- Mi señor, sentaos que os puede lastimar – Alego Rei tomando la muñeca del azabache.

- Deteneos – Ordeno.

- Lo siento, no podemos – Dijo al saber lo que el rey planeaba hacer, había visto como miraba a aquel "campesino" y no iba a permitir detener el carruaje.

- Rei – Miro al de orbes lila, con una mirada que exigía hacerle caso a su petición.

- Mirad la hora! Que si tardamos más el rey de Samezuka se enfadara con vos! – Nanase ignoro al peli azul que alzaba su reloj de bolsillo, pues fijo su mirada hacía la pequeña ventanilla y pudo ver como pasaban delante del joven castaño el cual ni siquiera miro el carruaje pero tenía una angelical sonrisa.

Y fue así como los caballos siguieron jalando del carruaje, dejando atrás a aquellos ojos esmeraldas.

De ahí en más, Haruka no olvido su sonrisa. Y de algo estaba seguro, buscaría a aquel chico por sí mismo y lo haría suyo.


¿Y bien, les gusto? ¿Merece continuación? Bueno, si es así por favor deja un hermoso comentario con opiniones y claro que acepto críticas constructivas.

Sean pacientes apenas estoy aprendiendo:'v

Disculpen los horrores ortográficos.

Bien les dejo~

Chao:3 -Se va por el suelo-