Este es un pequeño relato inspirado en una tarde de lluvia y adaptado a lo que imagino sintió Meiling cuando Shaoran le confesó que le gustaba Sakura.

Sakura Card Captor no me pertenece, solo adapto sus personajes en una historia de mi total pertenencia.

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JUNTO A LA TORMENTA

-Meiling, tenemos que hablar…

Corres con desesperación; sientes que te consumirán las penumbrosas ideas que llegan a tu mente.

-…se trata de Sakura…

Quieres gritarle en la cara al vacío que no te critica; al contrario, es tu mejor amigo.

-¿Qué pasa Shaoran?

Miras el cielo, es como si tus sentimiento se reflejaran el él. Una gota cae por tu mejilla y en ese mismo instante empieza a llover.

-Ella me gusta, Meiling; me gusta mucho.

Las lágrimas y la lluvia limpian tu mente y relajan tu cuerpo. El sonido del agua contrasta con tus gemidos de llanto que intentas ahogar en tu garganta. Un trueno te regaña por tu vano intento de ocultar tus sentimientos.

-Si la quieres de verdad, espero que seas feliz Shaoran….ella igual te quiere.

Y te sucumbes al dolor, la soledad, la tristeza, el abandono, el desamor, la decepción, la amargura; a todo lo que tu corazón dolorosamente guarda y no muestras a nadie, solo a la tormenta que te abraza en ese momento.

-Tenía que ser sincero contigo antes de decírselo a Sakura. Espero que me perdones, porque sé que te he lastimado.

Para de llover, así como tú paras de llorar; miras el cielo nuevamente, está algo turbado pero más tranquilo, como tú te sientes después de ese catárquico llanto.

-No tengo nada que perdónate Shaoran. Siempre supuse que este día llegaría; solo que pasó antes de lo que pensaba.

Te enderezas, respiras hondo para que se terminen de calmar tus lagunas mentales; una suave brisa te ayuda en eso.

-Ve con ella; yo estaré bien. Cuídate de la tormenta.

Sonríes; te das cuenta que tienes frío. Vas a paso lento a tu casa para disfrutar de esa nueva sensación que se ha instalado en tu pecho.

Cuando él se fue, solo saliste por inercia y sin rumbo a deambular por las calles sin importante nada más que tu corazón roto, pero sabiendo que no podías culpar a nadie: en el amor no se manda, y sabes que podrás superarlo.

Tal vez te dé una gripe, pero no te importa; solo disfrutas esa regocijante sensación de paz y alegría que viene después de la tormenta. No, no después; es junto con la tormenta.