A petición popular y dado que me he divertido con la historia, os traigo una precuela del fic Un sábado cualquiera.

Sí, es absurdo, una historia ilógica, carente de orden y sentido pero, pese a que me gusta ser fiel a los libros dentro de los Dramiones, a veces, solo a veces creo que parodiar un poco el asunto puede ser divertido y dar un aire fresco a la terrible vida que en verdad tienen todos estos personajes.

¿Por qué no dejar que sean "normales" aunque sea en un desvarío mental transitorio?

Pues bien, para seriedad y demás tengo Cuando arde el hielo para dejar que mi mente vuele y reír un rato… ¡pues el resto!

Espero que os guste o que, al menos, os entretenga lo bastante como para sacaros una sonrisa, con eso me doy por satisfecha.

Gracias a todos por el apoyo y por leerme

Al igual que el anterior fic me lo autoregalé por mi cumpleaños, este va para vosotras que habeis estado apoyandome con vuestros comentarios, lo que agradezco sinceramente, ha sido un placer escribir. Hay quien sigue otros fics y no este, igual de agradecida estoy a todas ellas, este solo es el regalo para las que han apoyado la absurdez de Un sábado cualquiera ;)

Nurf, Caroone, Luna White 29, Hatake Nabiki, Manu Rocha, mariapotter2002, BlueJoy, Colmillos, memoriesofkgome, bloody, Sanguinum Snake, olibe, Katherine.

Besos y saludos

AJ

Disclamer: Todo lo que os resulte conocido pertenece a JK R, yo solo lo tomo prestado para divertirme.


Precuela de Un sábado cualquiera.

De castigos y castillos en el aire

Viernes: El castigo Primera Parte.

El destino es el que baraja las cartas,

pero nosotros somos quienes las jugamos

William Shakespeare

— ¿Por qué tanto interés Granger? — Draco sonrió de lado de aquel modo que sabía volvía loca a más de una chica de su casa— ¿Acaso esperas tragarte tu hoy el filtro a ver si así te besa alguien por fin?

Estaban en clase de pociones y, tras la última que tuvieron, en la que prepararon un filtro de muertos en vida que el inútil de Goldstein bebió por accidente, Slughorn les había puesto a preparar el antídoto, para prevenir, según dijo.

Había visto a la sangresucia dirigirse al armario de los ingredientes y sintió el impulso de seguirla, por razones de fuerza mayor, aquel año apenas sí se metía con el trío dorado, o con nadie a decir verdad. Lo cierto es que no tenía ni tiempo ni ganas, pero aquella tarde estaba de un humor extraño, le vendría bien desahogarse con aquella idiota.

— Déjame en paz Malfoy.

Ella no lo tomó en cuanta y siguió rebuscando en las estanterías con la boca firmemente cerrada, como si se mordiera la lengua para evitar caer en la tentación de hablarle si quiera.

El chico entrecerró los ojos, molesto. Nadie ignoraba a Draco Malfoy.

— Miel pura — dijo agarrando el frasco — mmm — Pétalos de rosa blanca. Oh... ¿Acaso era esto lo que buscabas? — Agarró el otro y se dio la vuelta.

— Dame eso Malfoy — gruñó la castaña con los dientes apretados.

Draco alzó las cejas sonriente.

— Déjame pensarlo Granger... No.

Se dio la vuelta para irse pero la voz de ella le detuvo frenándole en seco.

— Maldito hurón albino, despreciable intento de persona...

— ¡Cállate! — Siseó — estúpida sangre sucia.

Aquel fue el momento que eligió el resto de la clase para caer en un sepulcral silencio y mirar a ambos. Justo cuando la mano de Hermione cortaba el aire que los separaba y se estampaba en la pálida mejilla del rubio, un tintero cayó estrellándose contra el suelo y varias bocas quedaron abiertas de la impresión. Harry y Ron echaron mano a sus varitas, esperando la explosión del chico.

— ¡Señor Malfoy! — El profesor Sloughorn parecía horrorizado ante las palabras del Slytherin — En mi clase no admito esa falta de respeto y menos de un miembro de mi Casa — se frotó la barriga y sacudió la cabeza — Me veo en la obligación de quitar cincuenta puntos a Slytherin por insultar a una compañera — Se oyeron quejas desde las mesas de las serpientes — Tampoco puedo consentir la agresión señorita Granger. Cincuenta puntos menos para Gryffindor. Y cuando acabe la clase quiero que ambos se queden aquí. Estarán castigados, les informaré de cómo será el castigo al finalizar. Ahora por favor, continúen — Se paseó entre las mesas — Fantástico Harry, no esperaba menos de ti — Comentó sonriendo con orgullo mientras todos volvían su atención a sus calderos.

Draco miró a la sangre sucia con odio y se llevó los frascos de ingredientes pese a no necesitarlos, obligando a la leona a pedir prestado a sus compañeros. Era una victoria pequeña pero victoria al fin y al cabo.

Le escocía la mejilla pero por primera vez no se quejó. Pansy intentó consolarle y puso el grito en el cielo ante la afrenta, preguntándole una y otra vez si le dolía y alegando que deberían ir a la enfermería y quejarse ante Snape. Habló y habló hasta que a Draco le puso de mal humor el constante sonido de su voz.

— ¡Silencio! — Masculló. Al instante Parkinson dejó de hablar y Zabinni rió bajito.

— Bonito tatuaje Draco — Le dijo por el simple placer de tocarle las narices — es increíble como hasta el dedo pulgar se ha quedado perfectamente dibujado en tu cara.

Le miró furioso y se arrellanó en la silla jugando con el frasco de los pétalos mientras la observaba.

Eso no iba a quedar así. Ella iba a pagar por haberle cruzado la cara delante de toda la clase, por haberle humillado de esa forma y encima regresar a su mesa sonriente, entre las palabras de bien hecho Hermione que le regalaban los estúpidos leones.

Draco pasó la clase ideando formas de devolverle a la castaña su afrenta. Era un caballero y un caballero no abofeteaba a una dama, no sabía si una sangre sucia podría catalogarse como tal pero por si acaso no iba a mancharse las manos con golpes físicos... Eso era cosa de muggles, él tenía clase.

Cuando se quedaron solos con Slughorn, cada uno en una punta de la clase él profesor habló con decepción.

— Esperaba más de dos de mis alumnos más brillantes — Se giró y revolvió entre sus estantes — Sé que Dumbledore apoyará mi decisión. Tome esto señorita Granger, bébalo.

Hermione cogió el pequeño frasco de cristal que contenía una poción lila y abrió el tapón insegura. Sloughorn la animó con un gesto de la mano y las cejas alzadas en muda invitación y finalmente ella lo hizo.

Draco se cruzó de brazos viéndola beber con gesto de hastío.

Nada ocurrió.

El profesor se acercó a él y le dio otro frasco exactamente igual. Visto que no parecía tener efectos secundarios lo abrió y se lo bebió de un trago. Aquella idiota no iba a ser más valiente que él, leona o no.

Horrorizado vio al viejo loco apuntarles con la varita y murmurar unas palabras que no llegó a entender. Como si un clic sonara en su cabeza aquella frase activó algo, se mareó y agarró el pupitre para mantener el equilibrio, pero se sintió caer, su visión se nubló y durante un instante todo fue oscuridad. Un destello golpeó tras sus párpados y la sensación de vértigo fue desapareciendo poco a poco hasta que el mundo volvió a equilibrarse. Inspiró hondo abrió los ojos... Y se vio a sí mismo gritar en la otra punta de la clase.

¿Qué mierda era eso?

Miró sus manos, de piel dorada, uñas cortas y dedos pequeños manchados de tinta. Abrió la boca pasmado y miró su cuerpo.

— ¡Joder! — Llevó las manos a sus pechos y los palpó sin poder contenerse — Vaya Granger, me pregunto que más secretos guardas.

Menudas tetas, estaba alucinado, nunca lo hubiera imaginado.

La chica volvió a gritar y él frunció el ceño. Que desagradable era su voz llevada por un ataque de histeria, daba gracias por no sonar nunca así.

Su cara, una perfecta cara aristocrática de la que de sentía más que orgulloso, tenía una mueca de horror tal que no pudo evitar reírse. Cuando se dio cuenta de que se estaba riendo de sí mismo en cierto modo, paró y asesinó a su profesor con la mirada.

— ¿Qué clase de broma es esta?

— Le veo muy tranquilo señor Malfoy.

Él hizo un gesto displicente con la mano y señaló a su cuerpo ocupado que seguía horrorizado en la otra punta del aula.

— Le dejo a ella el ataque de locura. Claramente ha cambiado nuestros cuerpos con una poción de transmutación, lo que quiero saber es por qué y exijo hablar con el jefe de mi casa inmediatamente.

— Lo lamento señor Malfoy. Me temo que ninguno de ustedes saldrá de esta sala hasta que consigan revertir los efectos de la poción. Trabajarán juntos si quieren lograrlo cuanto antes — Accio varita

Draco vio como su varita le era sustraída impunemente de entre los pliegues de su túnica, o de lo que era su túnica y ahora llevaba Granger. Frunció el ceño, que extraño todo aquello. Segundos después sintió como la varita de ella salía de su mano y volaba junto a la otra.

Con ambas en su poder, el profesor salió del aula de pociones, selló la puerta y les dejó allí, solos, sumidos en el silencio y con un problema de órdago encima.

— Simplemente genial

Hermione le lanzó una mirada fulminante y Draco se sintió extraño al ver el odio en sus propios ojos, dirigido hacia sí mismo.
Aquello era definitivamente extraño.

— ¡Mira lo que has hecho Malfoy!

La castaña se paseaba con el cuerpo del rubio de lado a lado de la clase murmurando y maldiciendo mientras enredaba un mechón de pelo en su dedo índice una y otra vez.

— ¡Deja mi pelo! — Soltó el rubio furibundo — lo dejarás tan terrible como esto — Dijo asqueado. Se tocó uno de los crespos mechones castaños que tenía ahora en la cabeza, sorprendiéndose ante lo suave que era cuando él siempre pensó que sería áspero y desagradable al tacto. Además olía a ¿lirios?

Ella le miró con una falsa sonrisa y se revolvió el pelo con ambas manos dejándolo de punta. El Slytherin abrió la boca incrédulo y se guardó las ganas de acercarse y acomodar SU pelo, pues ahora daba la imagen de un loco recién salido de Azkaban.

— ¿Segura Granger? — La miró furioso, con una mueca de aversión típica de Malfoy en aquel rostro habitualmente amable de la castaña — Muy bien veamos que tenemos aquí…

Hermione vio sofocada y abochornada como aquella maldita serpiente se quitaba la túnica. Su túnica y plantaba las manos encima de sus pechos ¡Suyos!

— ¿Qué crees que haces otra vez? ¡Pervertido! — Apretaba los puños y, si no fuera porque sería su cara quien sufriría las consecuencias, le hubiera roto la nariz — ¡Suelta mis tetas!

Estaba roja de furia y Malfoy amasó un poco más aquellos pechos sorprendentemente firmes y que serían lo bastante grandes para llenar sus manos, solo para ver como ella entraba en el punto de ebullición, al menos eso se dijo, no era porque estuviera disfrutando de aquello, ni porque acabara de descubrir que bajo aquellas holgadas ropas Granger era una chica de verdad.

— No están nada mal Granger.

— Necesito pensar. Tranquila Hermione, respira. — se paseó de lado a lado del aula nuevamente, esquivando mesas y mirando de soslayo al rubio, vigilante — ¡Que no las toques! — Exclamó cuando le pilló golpeando su pezón con el dedo índice — ¡Eres un degenerado Malfoy!

Él la miró frunciendo el ceño algo confuso.

— Se siente… extraño, una sensación rara.

— Oh Señor estás enfermo — se tapó la cara con las manos pensando que aquello no podía estar sucediendo. No quería ni pensar en que estaba sintiendo Malfoy tocando su penzón. ¡Merlín que depravado! Y qué vergüenza, era su cuerpo maldita sea… Además no podía pagarle con su propia moneda porque aquel cerdo era capaz de excitarse si ella tocaba alguna parte de aquella extraña anatomía — Tenemos que arreglar esto — Señaló los libros de pociones que había en la estantería — Miremos allí, si nos han dejado aquí encerrados es porque aquí es donde está la solución

Era cuanto menos curioso saber que sentía una chica cuando acariciabas aquella parte en concreto de su cuerpo, se preguntaba que sentirían cuando… Draco parpadeó saliendo del estupor en el que estaba al oír a Granger.

— ¡Malfoy!

— ¿Qué? — Espetó.

— Deja-mi-cuerpo.

El sonrió lentamente y a Hermione aquella mueca le pareció absolutamente diabólica y eso que era su cara.

— No, será un experimento interesante

Entonces Hermione copió aquella sonrisa y Draco abrió los ojos con sorpresa al ver su cara, era como mirarse a un espejo, ¡Obvio… era él! Pero no era el rostro si no aquella maliciosa expresión que tan bien conocía.

— Ah… vaya — Hermione se mordió el labio — Lo siento no tenía ni idea de — carraspeó incómoda — que te gustaban.. ya sabes ¡Menuda sorpresa! Con todo lo que se cuenta de ti nunca pensé que te fueran los chicos Malfoy.

— ¿¡Qué!?

— En fin, no diré nada, en serio. Será nuestro secreto.

La chica aguantó a duras penas la risa al ver como su cuerpo se acercaba hacia sí con un andar pesado y masculino, con los castaños ojos furiosos y los puños cerrados con fuerza. No le hubiera extrañado oír un gruñido animal.

— ¿Qué dices retrasada? — Se quedó a un metro de su propia persona temblando de furia — ¡No soy gay estúpida sangre sucia!

— ¿Sangre sucia? — Ella rió con frialdad — Mira tú cuerpo pedazo de inútil — ¿Quién tiene ahora la sangre sucia?

Él boqueó como si fuera a contestar pero no pronunció sonido alguno al darse cuenta de que ella tenía razón. Su conciencia estaba en aquel cuerpo femenino, el cuerpo de una sangre sucia. Era su sangre la que sentía ahora recorrerle el cuerpo, sentía en el pecho el latido de aquel corazón porque aquella sangre impura bombeaba dándole vida. ¿Qué significaba eso?

Que te has contaminado imbécil

Le dijo una vocecita en su cabeza. Puag. ¿Qué iba a hacer?

— Tenemos que arreglar esto — Volvió a decir Hermione.

Exacto

Tenía que salir de aquel lío cuanto antes, no fuera que tener contacto con sangre sucia tuviera algún efecto secundario desconocido.

— Está bien. Busquemos una solución.

La chica se sorprendió del repentino cambio de Malfoy pero no iba a tentar su suerte preguntando. Aprovecharía que parecía haber recuperado algo de raciocinio e investigarían, al fin y al cabo él era brillante en pociones, aunque fuera un vago.