Disclaimer: Esto que voy a presentar, es solo una obra creada por mí. Sin embargo, los personajes y agregados, le pertenecen exclusivamente a Jk Rowling. Por lo tanto, no espero beneficiarme con nada de esto que voy a exponer.

Coffe *---*

Raggedly

M- 18

Fanfiction por Coffe y Andeky


Abrió los ojos ante la brillante luz de una pequeña sala de estar. Muy mal decorada y chapada a la antigua. La decoración pésima, no contrarrestaba el hecho de que sentía náuseas, de solo mirar el empapelado gris y sin vida de la habitación. Tenía un extravagante diseño en colores blancos y negros. Además, de que el suelo estaba desnivelado y lleno de aserrín. Estaba frío como la luz que se colaba por aquella sala de estar.

Parpadeó, cuando la luz se hizo más fuerte. Era evidente, que había pasado horas sin dormir y el más mínimo roce de sus pupilas con un rayo de luz, amenazaba con enceguecerla.

— ¡Levántate! — Escuchó una voz gruesa y pegó un brinco, poniéndose en pie. Una ola de miedo sacudió sus partes corporales, a una rapidez increíble. En cuanto se puso de pie e intentó caminar hacia la luz, notó un peso extra que no eran sus zapatos. Estaba atada a algo que sonaba como metal y que golpeaba con el duro entramado.

— ¿Dónde estoy? — Su garganta estaba seca y anhelaba un poco de agua. Su cabeza giraba como un globo terráqueo en aquellos ejes que había visto una vez en la biblioteca.

Allí habían muchos libros, pero lejos de ser una biblioteca o parecerlo, tenía una apariencia de ser una prisión. En cuanto la puerta se cerró, sus ojos no se acostumbraron a la luz y ella parpadeó de más.

— Apártate de allí.

— ¿Dónde estoy?

— Mira por ti misma. Mira lo que hay a tu alrededor.

Caminó algunos centímetros. Algo pesado se lo impidió. Miró hacia el frente, pero la poca luz, no le permitió distinguir cosa alguna. Caminó más hacia adelante y chocó con algo duro y frío. Algo que parecía metal y al tocarlo, desprendió óxido.

Barrotes.

— ¿Estoy en una cárcel?

— ¡Sí! Premio orden de Merlín. Primera clase, para Hermione Granger.

Esa voz. Esa voz tan profunda y melodiosa. Que emergía de las cuerdas vocales, como una caricia suave. La conocía, podía reconocerla aún estando en una situación como esa.

Severus Snape, estaba enfrente de ella. La miró con un gesto extraño, sus ojos le brillaron por unos segundos. Sostenía entre sus manos, lo que parecía ser su varita y le daba vueltas con ellas.

— Bienvenida a casa, Srta. Granger.