Capítulo 1: La idea de América.

Odiaba tanto a su jefe, ¿Cómo podía obligarlo a él, the hero, estar presente en esa reunión? Está bien si ambos presidentes debían de hablar de asuntos importantes y esas cosas políticas que a veces ni le presta atención pero ¿debía, en serio, estar en esa reunión y ver la insoportable cara de ese comunista? Como odiaba a Obama y su pseudo odio a su jefe no era para tanto, claro que no y es que el héroe no podía odiar, ningún héroe podía odiar ha alguien, y no digan que Batman si odia, ese no cuenta.

Sus zafiros se habían posado en el presidente comunista para luego ver a su nemesis que extrañamente estaba algo raro, no mantenía esa infantil sonrisa y menos le miraba con desprecio, es más, ni siquiera le miraba, algo estaba mal, el super villano no era exactamente un super villano. Alfred veía curiosamente al ruso y éste al sentirse observado, tan sólo bajó la mirada, ocultando sus manos en los bolsillos de su pesado abrigo negro, este acto extrañó aún más al americano. Ni siquiera estaba prestando atención en la discusión política de ambos jefes que de vez en cuando alzaban la voz para luego recriminarse algo del pasado que ambas naciones compartían, aunque ellos ni siquiera aún nacían cuando pasaron aquellos sucesos, bueno, Putin "el inmortal" si lo sabía. Alfred tan sólo miraba como la representación de la Federación Rusa se encontraba callado, sin decir una sola palabra ni dirigir la vista a nadie. Ya le estaba asustando porque era raro ver a la temible nación rusa así, ¿Tendría que llamar a Inglaterra, quizás Francia o tal vez Alemania, Canadá podría ayudar? Lo dudaba pero ya no sabía qué hacer.

La reunión siguió su curso, tratando de ponerse de acuerdo con algunos asuntos de la economía de cada país, una que otra amenaza de lanzar misiles al territorio contrario, una invitación de un baile para celebrar el cumpleaños de unas el las hijas de Obama, otra amenaza de comenzar una segunda Guerra Fría, otra invitación a un partido de fútbol, asuntos de espionajes, uno que otro chisme del FBI y de la KGB, otra amenaza y nuevamente otra invitación de una celebración en Rusia. La hora de que la reunión, algo bizarra, acabase estaba por llegar pero algo sucedió, quizás fue obra de los dioses, quizás descubrieron que Estados Unidos si tiene un cerebro o quizás algo sucedió pero Alfred F. Jones había levantado la mano para decir algo que dejaría todos con la boca abierta.

- Disculpen - bien ese no es una buena forma de comenzar - quizás sea idiota lo que diga ahora pero - esperemos que no, América - ¿Y si deja a Rusia aquí por unos días para que aprenda algo de mi cultura? - bien, eso no es tan mala idea ¿o si? - digo, así podría yo también aprender de la cultura rusa y tratar de hallar una forma de que ambos países dejen el conflicto que llevamos arrastrando desde la guerra fría.

Obama miró a su nación y casi llama a la CIA y al FBI para que se llevarán al pobre americano a la cárcel y es que ¡Al fin Alfred había tenido una gran idea!, en cambio el señor inmortal Vladimir Putin se encontraba un poco desconfiado pero debía admitir que era una buena idea y no precisamente para que ambas naciones cambien información cultural sino más bien para que su pobre nación se alejara de casa unos días. Y si se estaban preguntando si Vladimir Putin, uno de los presidentes más famoso, que tiene su propia colección de figuras de acción y que no necesita guardaespaldas cuando sale en las concurridas y heladas calles de Moscú, tiene corazón, pues si, si tiene y uno, increíblemente, cálido corazón cuando se trata de la representación de su amado país. América esperó un reclamo y una oposición de parte de su nemesis pero adivinen, si, ¡Ni siquiera eso hizo! Ya está, si lo insulta y el comunista no le reprocha o lo insulta de vuelta llamará a una junta de emergencia para discutir el estado del ruso

- C'mon commie! Vamos a que te muestre como un héroe se divierte - dijo sonriente pero nada, sólo obtuvo un pequeño regaño de su jefe por haber llamado a Rusia commie - Rusia, vamos, vamos

- Tovarich, debes ir, unos agentes de la central te vendrán a buscar dentro de unas semanas - comunicó Putin con paternidad, a pesar de que Ivan es mucho más viejo que él.

- net, no quiero - dijo en un murmullo que solo el jefe del más alto pudo oír - él vendrá... Pozhalusta, pozhalusta... no quiero - su voz sonó en una súplica lamentable, sus ojos amatistas se posaron en los azules de Putin, una mirada suplicante y temerosa iluminaban aquellas aguas de hermoso color.

Todos se quedaron viendo aquel semblante, América yacía estático y como no, nunca había visto tal cosa, nunca había visto que en esos ojos que radiaban inocencia y sadismo yacían brillantes por las lágrimas que amenazaban en salir y gracias a eso ya lo había decidido ¡Llamaría a todo el mundo a una maldita conferencia mundial con la super y no awesome alerta roja! Primero que todo tenía que llevar al ruso al médico, para luego ir a la CIA o al FBI para tener otro diagnóstico y que no le pasara nada grave al ruso, luego tendría que interrogar al jefe del ruso y si es necesario a todos los habitantes de Rusia y por último y si es que encontraba al culpable, acabaría con el o la pobre desdichada porque nadie toca a su com... Digo, nadie toca al commie sin su fucking permiso porque Alfred F. Jones es el nemesis de su nemesis y cuando dice su nemesis es porque es SU maldito nemesis que cofcof ama cofcof odia. Con una calma no muy disimulada, pidió permiso para hacer una llamada, primero en llamar fue Inglaterra, que le respondió algo cansado, quizás se había quedado dormido o algo así.

- ¡Iggy ven rápido, el comunista se muere! -dijo alterado y así alterando a su viejo cuidador casi padre - Please England! Washington en la casa blanca - y sin más colgó.

Y así es como llamó a Francia y Canadá, hasta llamó a Japón y este a su vez llamó a China. América ya estaba hecho una bola de nervios cuando los representantes de los países citados aparecieron, los jefes de ambos países ya se habían ido hace ya varias hora, Rusia tuvo que ser contenido por unas cuerdas para que no se fuera junto a Putin, y es que el mismo Vladimir había amarrado a su nación y sabrá Dios como lo hizo. Todos se encontraban viendo como un nervioso americano se movía de un lado a otro en la sala y a un ruso que no dejaba de suplicar para que lo dejarán ir, diciendo que él vendría.

- ¿Rusia, aru? - el primer en dirigir la palabra fue el chino que con cuidado se acercó al nombrado.

- Yao, sueltame... Pozhalusta - suplicó en lágrimas, intentado en vano en soltarse - seré bueno, da? ¡Sueltenme!

América ya no pudo más y sin importar nada se acercó a Rusia y en silencio lo abofeteó con fuerza, todos en silencio miraban atónitos aquella escena.

- ¡América-san!

- ¡¿Qué mierda te pasa?! - gritó colérico - ¡Maldita sea Ivan! - y nuevamente lo golpeó - ¡¿Por qué mierda estas así, por que no nos dices que te sucede?!

- ¡Alfred ya basta! - gritó Arthur, alejando al dueño de casa lejos del más alto - Ya calmate, se nota que Rusia no está bien pero por favor, intenta calmarte y explícanos que esta pasando

- Okay, I'm fine, estábamos en una reunión con nuestros jefes y... no sé que le sucede al commie because no quiere explicarme y ha estado diciendo que él vendrá - explicó a medias intentando calmarse.

- ¿él? - preguntó Francia con extrañeza -¿y quien es él?

- ¡No lo sé, ese maldito comunista no me quiere decir!

Yao Wang miraba con enojo al estadounidense, mirando luego al ruso con tristeza. No pudo evitar recordar aquella vez que el ruso se le declaró cuando habían hecho alianzas y el pueblo chino se había vuelto comunista, esa vez el chino lo había rechazado pero la insistencia del más joven lo había hecho cambiar de opinión. Todos sabían que tuvo algo con el ruso y no negaría que esos años fueron realmente buenos, cada día Ivan iba a su casa con ramos de flores, chocolates y peluches de panda, nunca se había comportado sádico o cruel con él y si, lo admite, a veces en su relación sentía miedo de que el ruso le entrara el demonio y acabara con su vida pero eso nunca sucedió; aunque ya había pasado cuatro años desde que aquella relación había acabado, aún sentía un gran cariño hacía el ruso y eso no lo podía negar.

- Ivan, tranquilo aru, él no vendrá - dijo suavemente, alejando unos que otros mechones de aquel rostro afligido - te vamos a cuidar aru

El ruso tan sólo asintió, tranquilizandose un poco, viendo con cariño al chino, esto hizo que cierto rubio con mechón antigravedad se pusiera algo celoso, aunque lo negara.

- Rusia-san, por favor, ¿Nos puede explicar que le sucede? - preguntó el japonés con algo de preocupación.

- él vendrá - repitió viendo esta vez a Estados Unidos - y no estará sólo, Natalia también vendrá - puso su mirada en los castaños del chino - el jefe de Belarus ha arreglado el matrimonio de mi hermana

- ¿Y eso no está bien? - preguntó un tímido Canadá.

- Net, sestra y su jefe me han obligado ser su esposo por el bien de ambos países. - dijo con miedo. - Yo no quiero y me han estado siguiendo todo el tiempo, no me dejan dormir, ni comer, ¡ni siquiera puedo visitar a Lituania tranquilo! Por eso si me quedo aquí, mi hermana cometerá algo en tu contra, América

- ¿Dices que la loca psicópata esa vendrá a mi casa para obligarte a casarte con ella? - dijo algo sorprendido - ¡Qué se atreva hacerme algo esa loca, nadie toca al héroe! ¡¿okay?! Okay - y sin más se hecho a reír como siempre lo hace.

- ¡Tú no entiendes cerdo capitalista! - gritó algo enojado - Si ella me llega a ver cerca de cualquiera de ustedes o más de ti hará una masacre, no saben como es ella, ¡Ni el general invierno puede contra Natalia!

- Oh commie, puede que le tenga miedo a tu hermana pero no dejaré que ella se me acerque, así que relax y disfruta del verano americano

A veces todos se preguntan si América tiene cerebro o algo así, ¡¿Acaso es retrasado o no piensa por la seguridad de su pueblo y de su vida?! Todo el mundo sabe como es Bielorrusia cuando se trata de su preciado hermano mayor, como puede llegar a ser de sádica cuando le tocan a su Rusia, Alfred estaba en peligro de muerte y ni cuenta se daba. No había caso de que el americano entrará en razón, ni Matthew, ni Arthur, ni menos Kiku podían hacer que Alfred cambiará de opinión, estaba decidido, el ruso se quedaría en su casa.

Si hubiesen visto las caras cuando aquel rubio descerebrado dijo "Ivan te quedarás en mi casa estos días que aprenderás de mi cultura", pero bueno por eso estoy aquí, les voy a describir las reacciones con unas simples letras: "WTF?!", si, aquellos países que juraban que Estados Unidos odiaba a muerte a Rusia no podían creer que este mismo idiota, dueño de Texas había sentenciado su propia muerte y no lo digo porque quizás esos dos se maten sino más bien que cierta rubia cenizas le haría algo peor que las torturas chinas, y la expresión del ruso era un poema, no sabía si entregarse a su hermana o soportar esa semana o dos o tres la estruendosa risa de ese capitalista y eso es mucho decir, Rusia le tiene un gran miedo a su pequeña y loca hermana menor, sería un acto suicida si se tira directamente hacia la boca de los leones pero estar semana o semanas soportando la insoportable risa del cerdo capitalista le iba a dar una gran jaqueca y ahora pensaba bien que la idea de rendirse ante ese matrimonio se le hacía apetitosa, literalmente Braginski yacía entre la espada y la pared.

Ah, la vida de un país, ¿No creen? Inmortales seres que tienen una mentalidad brillante y envidiable y ese no es el caso de Los Estados Unidos de América, oh claro que no, ese rubio es un descerebrado, masoquista y glotón. Pero había algo que sólo los más cercano ha USA conocían de él y eso lo hacian sentir orgulloso del país que tiene la taza de sobrepeso más alta del mundo, pues no era un secreto que el rubio de anteojos sea un buen padre, cuidando de sus estados y ciudades como si fueran hermosos muñecos de porcelana, Alfred podía estar noches sin dormir si uno de sus hijos caía enfermo o herido. Luego les contaré todo aquello.

Luego del pequeño mega hiper susto por parte del americano, los países citados decidieron quedarse por el bien del anfitrión, pues, tenían miedo de que la psicópata e insestuosa rubia apareciera y matase al pobre descerebrado. Rusia se encontraba aún con miedo pero al ver que su querido chino se encontraba a su lado, podía estar más seguro, mientras que Alfred se encontraba extrañamente nervioso y el país británico sabía el por qué muy bien.

- Alfred - dijo Arthur en murmuró - deberías estar tranquilo, ¿Si?

- Lo sé, Iggy pero ¿Y si mejor le digo a Matthy que se lo lleve antes de que pase algo?

- No puedes ocultarle la verdad por mucho tiempo y además debo de recordarte que tú fuiste el que tuvo la brillante idea de que Rusia aprendiera de tu cultura - dijo paternalmente.

Y Arthur tenía razón, no podía siquiera ocultarle la verdad a uno de sus estados, el más pequeño y aislado de todos, el estado que había podido tener por el mero hecho de que lo obtuvo mediante un acuerdo político. Alfred se encontraba más que nervioso y es que no era fácil decirle a uno de sus hijos que no era netamente americano y que es hijo de Rusia, el país más temible de todos, el país que le hizo sufrir cuando estuvieron en la guerra fría, el país sádico, el país que le había robado el corazón.

A veces hasta el mismo América se encontraba un idiota y es que desde que supo que Rusia y China habían tenido algo, se había sentido mal. Sí, odiaba al ruso pero como dice el dicho "del odio al amor hay un solo paso" y eso fue lo que pasó, hace más de dos siglos y medio tuvo que soportar ver al chino abrazado al ruso, como esos dos se besaban luego de cada reunión, imaginar como esos dos cada noche se hacían uno y es que odiaba eso, estaba celoso y lo admitía para sus adentro, estaba celoso de que el ruso fuera feliz con Yao y no con él, estaba celoso de que a cada vez que veía al chino, Ivan le sonriera pero cuando el rubio más claro lo veía a él, esa hermosa sonrisa desaparecía y sus ojos brillarán con odio. Arthur y Matthew sabían perfectamente como se sentía con respecto a su amor no correspondido, muchas veces lo habían pillado llorando como un crío por haber tenido otra discusión más o simplemente al ver a su hijo en algún día en especial y es que el pequeño Alaska se parecía cada vez más al ruso, sus ojos eran de un brillante color violeta y su cabello algo más oscuro que lo de su antiguo país dominante y algo más claro que su propio cabello, cuando se enojaba se podía oír un kolkolkol silencioso y no le gustaba el frío sino más bien el calor, le encantaban los girasoles como a Ivan y de vez en cuando, cuando estaba enojado o decepcionado terminaba sus frases con un da. Pero había algo en Alaska que hacía que Alfred sintiera un orgullo enorme y es que el pequeño Alaska era una perfecta combinación de Rusia y USA, aunque se pareciera a Rusia, Anthony tenía ese gracioso mechón antigravedad y su personalidad alegre y su sonrisa, sus piel era del mismo tono que Jones, extrovertido, carismático, divertido, tierno y aunque a veces daba un poco de miedo. Una hermosa y perfecta combinación.

Alaska sabía que no era el hijo biológico de su papá Alfred, desde que escuchó a su abuelito Arthur discutir con los gemelos, y sabía que no debía presionar sobre el tema desde que hace más de tres años lo hizo; esa vez era navidad, todos los países estaban menos uno, ese país que todos temían y hasta sus hermanos pero él no, tenía curiosidad sobre ese gran sujeto, cuando vio a su papá entre la multitud, se imaginó que en la fiesta podría estar su mamá o quizás su otro papá, se imaginó muchas cosas sobre cómo sería su vida junto a sus padres y sus hermanos de ambas partes. Alaska era pequeño en ese entonces y no sabia que decía hasta que vio la reacción de su padre, "¿Quien es mi verdadero papá?" preguntó esa vez Alaska y Alfred no podía creer que su hijo le hiciera esa pregunta horrible, pues con alcohol en la sangre el país comenzó a llorar y a balbucear cosas que ni Alaska pudo entender.

- Alfie, ¿Estas seguro de esto? - preguntó Canadá algo preocupado.

- No, Matthy pero debo hacerlo, Anthony debe saber que Ivan es su padre - dijo para ellos, viendo al ruso sonriendo mientras hablaba con el chino.

Otra vez los celos, ¿Es que China no se cansaba? Había hecho ya mucho, tuvo que soportar ver como Rusia estuvo destrozado por culpa del castaño, ¿Por qué lo comunistas eran tan malo? Rusia, el extraño hermano de Corea del Sur, China, el tonto de Cuba y los demás comunistas que ni se acuerda, pero Rusia no era tan malo, bueno, un poco malo, no es culpa del eslavo que tenga un jefe extraño, Obama tenía esos muñecos cabezones que se le mueve la cabeza pero Putin tenía una colección de figuras de acción con su imagen, es sorprendente que a sus sesenta y tantos años tuviera una fuerza que daba miedo, además de que las malas lenguas decían de que las mascotas de ese presidente eran osos, grandes osos de 130 a 360 kg de puro músculo y no olvidemos de que pudo presenciar como Putin amarró a Rusia en una silla y lo hizo parecer fácil, de que es un presidente de armas tomar, que amenazó a los terroristas esos de que si se meten con La Federación Rusa, hará que sufran como Ramses sufrió con las diez plagas que Moisés les entregó a Egipto para que liberarán al pueblo hebreo, bien, definitivamente debía dejar de escuchar a Egipto cuando cuenta esas locas historias religiosas mientas esta totalmente ebrio. Pero el caso es que nunca había visto a un presidente así, Putin da miedo al igual que Rusia.