Especial "Semana de cumpleaños en Nicolichiland".
Capítulo 1 de 3.
CIEN MILLONES DE LO SIENTO
El corazón le latía desbocado, le sudaban las manos y estaba segura de que en solo minutos podría vomitar lo que había comido en el día. Él estaba de rodillas frente a ella, esperando una respuesta. Hermione repasó los años anteriores mientras sus ojos se posaban en los suyos y el tiempo parecía haberse detenido. Todo había comenzado en las clases de Aritmancia en séptimo año, Gryffindor compartía el aula con Slytherin y les tocó ser compañeros de banco. Aunque al principio apenas se hablaban, no más que para hacer las tareas en clase, con el correr del tiempo fueron conversando un poco, él la saludaba en los pasillos y luego fueron sonrisas en el Gran Comedor si cruzaban miradas. Un sábado dónde el otoño aún soplaba tranquilamente, él la invitó a Hogsmeade y tuvieron su primera cita en un nuevo café literario que había abierto solo unas semanas antes, estaban en pleno auge y no fueron pocos los que los vieron compartiendo una mesa y risas. Un beso casto coronó la jornada y a partir de ese día él la esperaba a la salida de cada clase para cargar sus libros y tomar su mano, a pesar de las caras irritadas de Harry y Ron, este último que había hecho un gran escándalo al respecto. Con Navidad llegó su primera vez, un cliché de ensueño, una cena, velas, flores y una hermosa habitación en la sala de los menesteres. Hermione se enamoró lentamente de él, casi sin darse cuenta, de su mirada cálida, su sonrisa perfecta, sus comentarios inteligentes y su humor ácido. Él era todo lo que ella había soñado alguna vez, el prototipo perfecto.
Cuando el colegio terminó él aún cumplía una pequeña condena después de la guerra, tenía servicios comunitarios y vivía en un departamento cerca del Ministerio, donde los aurores podían vigilar sus pasos, debía cumplir horarios para volver a casa y todos los fines de semana presentarse en la oficina principal de aurores para firmar una carpeta. La chica vivía en la casa de sus padres en Londres muggle, él iba casi diariamente a verla, ella lo recibía entre clases de la universidad y su trabajo de mediotiempo, los domingos comían en casa de los Weasley, Molly lo había adoptado como un hijo y él se había encariñado bastante con ellos, sorprendentemente. Algunas noches las pasaban en su departamento. Al año cumplió con su condena y pudieron compartir casi todas las noches en casa de ella. Él la acompañó a buscar a sus padres a Australia y fue en su hombro donde lloró su pérdida al encontrarlos sanos, salvos y felices con un pequeño niño adornando el regazo de ambos. Después de mucho pensarlo Hermione decidió no molestarlos en su nueva vida, lejos del mundo de los magos, sin peligros, hechizos ni hijas que levitaban extrañamente en su niñez. Había sido una decisión difícil y los meses que le siguieron fueron duros, pero él siempre estuvo allí para consolarla.
Cumplían 6 años de noviazgo desde aquel primer beso en Hogsmeade, él había decidido dar una gran fiesta para celebrarlo aunque en un principio a ella le había parecido exagerado ofrecer una por su aniversario, pero terminó accediendo, él tenía el maravilloso don de convencerla ante casi cualquier situación.
Hermione pensó que quizás todos lo habían visto claramente, ella debió haberlo sospechado, su actitud nerviosa de los últimos días, sus cartas misteriosas, sus salidas a destiempo, pero jamás se le pasó por la mente algo como aquello, le parecía que así estaban bien, que era suficiente. Pero alli estaba, en medio del gran salón de su mansión recientemente refaccionada, hincado de rodillas ante ella, con una cajita de terciopelo en las manos que guardaba un ostentoso anillo con una esmeralda escandalosamente grande y una serpiente enroscada su alrededor.
Sintió las lágrimas juntarse en sus ojos y parpadeó rápidamente para no llorar. Nunca había sido fanática de las grandes fiestas ni las demostraciones públicas de afecto, tampoco creía en el matrimonio y mucho menos se imaginó en uno. ¿Lo quería tanto como para unir su vida entera a él? ¿Era eso lo que deseaba?
"Sí".
La respuesta salió disparada antes de que pudiera analizarla. Quizás haya sido la presión. Quizás era que de verdad lo amaba tanto para casarse. Los ojos de él brillaron de felicidad y sus labios se curvaron en una sonrisa tan grande como la suya propia. Sí. Amaba a ese hombre, nada podría ser mejor que una vida a su lado.
Los aplausos sonaron a su alrededor y mientras él le daba vueltas en sus brazos pudo ver por un segundo todo su futuro perfectamente acomodado, quizás para fin de año estaba felizmente casada, su carrera profesional iría ascendiendo como en el último año y en casa siempre tendría a ese magnífico hombre esperándola todos los días.
Sus manos tomaron sus mejillas y su boca cubrió la suya con un tierno beso, como era todo a lo que él la tenía acostumbrada.
"Señora Nott" Susurró él sobre sus labios. Hermione sonrió nuevamente.
"Granger-Nott" Aclaró. Él solo rió en respuesta. Era encantador. Ambos lo eran, estaban hechos el uno para el otro.
Los saludos no tardaron en llegar. La mayoría de los invitados se acercaron a felicitarlos por el compromiso. La señora Weasley los abrazó a ambos a la vez y le pellizcó las mejillas a Theo quien se dejó hacer, siempre contento con las atenciones de Molly.
Ginny y Pansy solo se contuvieron unos minutos para acercarse a la novia y sacarla del círculo de saludos. Increíblemente, gracias a su relación con Theodore, los amigos de él habían pasado a ser amigos de ella y por ende de sus propios amigos. Pansy mantenía una relación con Blaise, así que solían salir entre parejas, con Harry y Ginny. Ron aún se negaba en compartir mucho tiempo con quienes consideraba enemigos, como si aún estuvieran en el colegio, pero seguía siendo un buen amigo aunque se encerrara en su cuarto los días en que Theo era invitado a su casa por Arthur y Molly.
"¡Debemos planear la fiesta!" Fue lo primero que Ginny dijo mientras la ahogaba en un abrazo.
El saludo de Pansy fue mucho más medido, pero estuvo de acuerdo con la pelirroja. Aseguró que ella se encargaría de los pequeños detalles y todo sería increíblemente glamoroso y acogedor.
"No sé si quiero algo glamoroso, Pansy". Dudó la castaña mientras la morena aún sostenía su mano.
Ginny a su lado negó con la cabeza. "Hermione ¡Vas a casarte con un Nott!".
La mencionada levantó los hombros en respuesta. El apellido de Theo era importante, ella lo había aprendido con los años. Incluso luego de que la guerra acabara el mundo mágico seguía rigiéndose por el peso de los apellidos, el status social y hasta por el status de sangre en ocasiones, aunque el Ministerio presidido por Kingsley Shacklebolt había trabajado con grandes campañas para cambiar la cultura de la sangre que había causado estragos durante el fallido ascenso al poder de Lord Voldemort. A Hermione no le interesaba si el apellido de Theo era parte de la monarquía, estaba a su lado por quién era él mismo, no por su patrimonio, su lugar en el mundo o quién era ante la sociedad, aunque tampoco gozaba de tantos beneficios, ser hijo del mortifago más sanguinario no había sido gratis y aún cargaba con el peso.
No era la primera vez que Ginny mencionaba el apellido de Theo como si fuera una mina de oro, lo que la molestaba enormemente. Hermione pensaba que no era ocasión para andar discutiendo, así que con un par de disculpas se zafó de ellas, decidida a disfrutar de lo que a partir de ahora sería su fiesta de compromiso, o posiblemente ya lo fuera desde las invitaciones pero ella no había estado enterada hasta ese momento.
Theo se unió a ella y la acercó a él tomándola de la cintura.
"¿Estás bien?" Le preguntó en voz baja. Hermione asintió sonriendo. ¿Cómo podría estar mal? Tal vez se desesperara más adelante por la decisión tomada, estaba casi segura de eso, pero no se arrepentiría, solo entraría en un caos temporal como los que solían darle antes de un exámen importante, pero pasaría luego de analizarlo en frío, ahora aún estaba demasiado impresionada por los hechos.
"Ven, quiero presentarte a alguien". Le dijo el moreno mientras la tomaba de la mano y la estiraba suavemente para que caminara detrás suyo.
La llevó entre las mesas acomodadas perfectamente en el gran salón de la mansión que una vez perteneció a su padre, ahora preso en Azkaban, condenado al beso del dementor por sus crímenes en la guerra y asociación con mortifagos. Theo había esperado un par de años para volver a su casa, no se sentía preparado, las paredes de su mansión solo habían visto sufrimiento y habían albergado años oscuros de la infancia del slytherin. Cuando finalmente tuvo el valor suficiente de volver, mandó a cambiar todo cuanto pudo, desde el piso hasta el techo, todo era nuevo, iluminado y acogedor. Casi como un hogar, le gustaba decir.
No habían muchos invitados, cincuenta personas si eran tantas, conocía a la mayoría, amigos de ella, los de él, los que habían hecho en común, compañeros del trabajo y algunos de sus compañeros de facultad. Pensaba, ingenuamente, que le presentaría a alguno de los chicos con los que trabajaba en el Ministerio, Theo trabajaba para el departamento de Misterios y estaba haciendo pruebas para ser un inefable.
En cambio, quien esperaba recostado elegantemente contra la barra de tragos no era alguien desconocido para ella.
"Hermione, Draco, ya se conocen". Dijo Theo con una pequeña sonrisa lobuna.
Hermione miró a Theo a los ojos por un momento, esperando encontrar alguna respuesta a su velada pregunta. ¿Qué estaba haciendo él ahí? ¿No estaba exiliado? Los ojos del moreno la estudiaron por breves segundos y miraron a su amigo también.
La chica dirigió su mirada al rubio que la observaba silenciosamente. Tenía una copa de whisky en una mano y la otra metida en el bolsillo del pantalón. Iba vestido de negro de pies a cabeza, solo un pañuelo verde oscuro se asomaba por el bolsillo superior del saco.
"Granger".
Su voz fue como un pequeño golpe al pecho. Ella parpadeó ante su mirada gris y asintió con la cabeza como saludo.
"Malfoy".
Un silencio tenso amortiguado por el ruido de la fiesta se creó entre los tres. Theo rodó los ojos ante la actitud de su novia y su mejor amigo.
"Me alegra que hayas venido, Draco" Las palabras de Theo sonaban sinceras, tenía una mano en el hombro del rubio y la otra aún sujetaba la mía. "Te hemos echado mucho de menos por estos rumbos".
Malfoy se sacudió sutilmente de la mano de Theo y levantó su copa en su dirección.
"No podía perderme tu fiesta de compromiso". Sus ojos se dirigieron a Hermione por solo un segundo. La chica miró alrededor buscando una manera de escapar.
"¿Ya saludaste a Blaise y Pansy?".
El rubio asintió mientras se llevaba el vaso a los labios. Hermione se soltó de la mano de Theo, iba a abrir la boca para disculparse cuando él la sujetó de la cintura y la atrajo a él nuevamente, haciendo algo de presión con sus dedos. Malfoy miró el gesto y luego miró a la chica a los ojos. Las mejillas de ella calentaron sin razón aparente e intentó separarse sutilmente unos centímetros de la cercanía de Theo. La situación la incomodaba, la tensión era palpable.
"Felicidades por el compromiso". Dijo Malfoy mirando a algún punto detrás de ellos. El moreno le agradeció, ella solo volvió a asentir.
Theo miró a ambos. Extrañaba a su amigo a quien veía una vez por mes si tanto, en la soledad de su departamento mediante una llamada por polvos flu. Le había platicado de Hermione siempre que podía, sabía que su novia y él se odiaban desde tiempos inmemorables. Él no podía permitir que siguieran de esa forma, los quería a ambos en su vida.
"Pronto la mansión tendrá vida nuevamente" Comenzó Theo ante el silencio. A pesar de saber la respuesta lanzó las preguntas a modo de broma para que su amigo dijera algo. "¿Y tú, Draco? ¿Estás casado? ¿Tienes hijos?".
El rubio arrugó la nariz en respuesta. "Ya sabes que no".
"Deberías empezar a solucionar eso" Siguió bromeando Theo. "Mis hijos necesitarán amigos, quiero a los tuyos siendo amigos de los míos como cuando tú y yo éramos niños".
La idea hizo que Hermione se retorciera un poco, mismo efecto que causó en Draco. No estaba en los planes de ella tener hijos, y menos aún en los próximos años. Al parecer era una de las únicas cosas con las que coincidía con el rubio. Se anotó mentalmente quitarle esa idea de la cabeza a Theo a como de lugar.
"Puedes seguir soñando, Nott" Contestó Malfoy aún con el gesto de asco en el rostro.
La señora Weasley se acercó a ellos y colocó una mano en el hombro de Theo, Draco no se perdió el gesto y una minúscula sonrisa de sorna apareció en su cara. Hermione quiso quitársela a golpes.
"Theo, querido, necesito que me ayudes con la mesa de dulces, un pequeño metió los dedos en el..."
"Vamos, Molly" Le contestó el moreno antes de que la mujer le contara toda la situación. "Draco, cuida a mi chica" Ordenó a su amigo, el rubio frunció el ceño en respuesta. Besó en los labios a Hermione. "Por favor no lo mates" Susurró, ella le sonrió en educación, realmente le costaría no asesinarlo.
El silencio se extendió entre ellos, Draco estaba seguro de que no iba a romperlo, no tenía nada de lo que hablar con esa muchacha, ya tenía suficiente con aceptar que su mejor amigo se casara con ella, no iba a crear lazos con la chica, había sido muy claro con Theo al respecto.
Hermione suspiró. Pensaba hacer algún comentario malintencionado como que ella no necesitaba que nadie la cuidara pero realmente no quería iniciar una discusión con el slytherin. Giró un poco sobre sus talones para salir de allí, pero entonces vió a Theo ayudando a Molly en una esquina del salón junto con Ron. Él había hecho tanto por estar con ella, se había enfrentado a toda la familia Weasley y se había hecho un hueco en el corazón de ellos, había aceptado a sus propios amigos a pesar de las diferencias que existían entre ellos. Ella misma se había hecho amiga de Blaise y Pansy, aunque aquello había sido fácil, ninguno de los dos se opusieron cuando Theo los reunió. Pero entonces estaba Malfoy, de quien no había sabido mucho en los últimos seis o siete años, el joven salió del país con su madre luego de que el Wizengamot hubiera encontrado culpable a su padre y condenado tal como el padre de Theo al beso del dementor. Él había sido absuelto y con su madre decidieron ir a vivir a Portugal, lejos de Inglaterra, donde nadie los conociera ni señalara por sus actos.
La chica cambió el peso de sus pies y volvió a suspirar, Theo merecía que ella hiciera un esfuerzo por él. Llevarse bien con Malfoy no podría ser tan difícil, no?
"Entonces..." Empezó.
Draco se sorprendió, no esperaba que ella fuera quien se decidiera a hablarle, de hecho estaba a segundos de dar media vuelta y salir de allí, ya había cumplido con Nott.
"¿Volviste al país?"
Hermione quiso golpearse la frente. ¿Era lo mejor que podía ocurrírsele?
Draco levantó los hombros. "Estoy aquí, no?". Ella rodó los ojos y dió dos pasos alejándose. El rubio se desesperó por un momento, no quería que ella se fuera, lo cual era ilógico y no tenía nada de sentido porque él realmente deseaba salir de allí. Se obligó a contestar algo más. "Mi madre falleció".
Hermione paró sus pasos en seco. Draco quiso darse cabezazos contra la pared. No se suponía que fuera eso lo que diría.
"Lo siento mucho". Respondió ella, retrocedió sus pasos y se situó a su lado nuevamente.
Draco se mantuvo en silencio, no podía decir nada más, tampoco tenía ganas de hacerlo, ni de hablarle. Ni siquiera quería estar en esa patética fiesta, le parecía absurdo todo el circo que Theo estaba armando por comprometerse. Buscó la salida con los ojos y se encaminó hacia allí sin mirar atrás, no le debía explicaciones a nadie, había cumplido con su palabra y era suficiente.
Hermione lo vió caminar raudamente hacia la salida, sintió una extraña sensación de vacío en el estómago y por un breve momento pensó en seguirlo. Pero se quedó quieta observando su espalda alejarse entre las mesas, pensando en lo mucho que parecía haber cambiado Draco Malfoy con los años.
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La llamada por red flu de Pansy a la madrugada lo tomó por sorpresa, llevaba varios días sin dormir, casi tres semanas desde que había vuelto a Inglaterra, el sonido de la chimenea en el silencio lo asustó un poco. Se pasaba las noches acostado en la cama esperando que amaneciera, no hacía gran cosa más que aquello. Las primeras noches las había utilizado para reformar su mansión, siguiendo el ejemplo de Nott, pero luego se cansó, no quería cambiar toda la esencia de su madre en su casa, solo la de su padre y la del Señor Oscuro, había reformado solo los lugares donde habían pasado las peores desgracias.
Se levantó de la cama y se dirigió a la chimenea, puso una almohada bajo sus rodillas y atendió a Pansy. Su amiga estaba hecha un manojo de nervios, entre los sollozos de la muchacha había entendido que Blaise tuvo un accidente con una poción y estaba grave en una de las alas de San Mungo, había perdido mucha sangre y necesitaba donadores. Draco opinaba que Pansy necesitaba un buen calmante, pero no se lo dijo.
Se lavó la cara, tomó un vaso de agua y se vistió con un movimiento de varita. Podía ir a San Mungo por medio de la chimenea pero seguramente vería a su amiga quien, conociéndola, se tiraría sobre sus brazos para llorar, y él no estaba para aquello, no era de quienes consolaban y nunca sabía qué decir en situaciones como esas. Decidió aparecerse cerca de la entrada muggle del hospital y entrar por su propio pie. De vez en cuando le gustaba ir al mundo muggle a recorrer sus calles, mirar a las personas vivir esa vida tan distinta a la suya, con sus automóviles, teléfonos móviles, televisores y computadoras. Era interesante verlos desenvolverse en el día a día llenando las calles de ruido, perdido cada uno en su burbuja, sin ocuparse de un muchacho rubio que envidiaba en silencio aquella vida tan simple pero compleja que vivían ellos, ignorando la magia, la sangre y la guerra.
Se dirigió a la cuarta planta del hospital, vió a Pansy antes de que ella pudiera verlo. Se fregó los ojos y dió un par de pasos para acercarse a ella, pero entonces en su campo de visión aparecieron Potter y la comadreja menor. Se detuvo y consideró la idea de largarse, no quería verlos a ellos. ¿Desde cuándo y por qué Pansy se juntaba con esa gente? Aquello solo podía ser obra de Nott.
Un pequeño movimiento de manos de la pelirroja le avisó a Pansy que él estaba allí, ella volteó a verlo y Draco supo que ya no podría irse. Maldijo internamente. Pansy lo llamó con las manos y como quien se dirige a la horca caminó casi arrastrando los pies.
"¡Draco! Viniste" Exclamó la pelinegra cuando estuvo cerca.
El rubio levantó una ceja remarcando lo obvio. "Tú me lo pediste, Pansy". Pretendía ignorar a la pareja que estaba un metro más atrás de su amiga, pero una voz bastante parecida a la de su madre se lo impidió, no era una muestra de buenos modales no saludar a los presentes, aunque estos fueran indignos.
"Potter. Weasley".
Los aludidos abrieron los ojos sorprendidos por un segundo, pero respondieron al saludo llamándolo por el apellido de la misma manera que él había hecho.
"¿Qué fue lo que pasó?" Preguntó en voz baja acariciando la espalda de la chica que tal como él lo había predicho sollozaba en sus brazos. Pansy respondió con la cara pegada a la solapa de su saco. Draco frunció el ceño. "No entiendo lo que dices, cariño".
Ginny apretó sutilmente la mano de Harry cuando el slytherin pronunció el mote cariñoso para con la chica. El moreno le devolvió el apretón, jamás pensó ser testigo de la amabilidad de Draco Malfoy.
Pansy no consiguió explicarse, así que Harry fue quien habló por ella. Draco apretó los dientes mientras lo escuchaba.
"Estaba trabajando en la poción matalobos cuando esta explotó, al parecer lo tiró contra un mueble que terminó cayendo sobre él, tiene quemaduras por la explosión del caldero y heridas en la cabeza por el golpe. Perdió demasiada sangre. Pansy lo encontró recién cuando volvió a casa".
Draco asintió sin contestar. No tenía ningún comentario que hacer y menos aún si eso significaba entablar una conversación con Potter.
Unos pasos retumbaron en el pasillo. Una enfermera preguntó si había llegado alguien más para la extracción de sangre. Pansy se separó y lo miró rogándole con los ojos, Draco puso los suyos en blanco. "Ya sabes que iré, no debes hacer esa cara".
Miró a la enfermera quien desvió la vista y se sonrojó ante él, Draco rodó los ojos una vez más. Querida, solo es una cara bonita, pensó. La siguió hasta una pequeña salita blanca donde lo esperaba un asiento y una serie de agujas.
"La doctora vendrá en un momento para hacerle las preguntas correspondientes y luego procederé a la extracción" Le informó sin mirarlo a la cara. Draco no contestó. La chica lo dejó solo.
Se quedó parado en medio de la salita sintiéndose un poco tonto. Pasaron unos cuantos minutos hasta que la puerta volvió a abrirse y el corazón del rubio se aceleró. Una cabellera castaña caía en cascada sobre una bata blanca de medimago, solo pasó un segundo entero para que ella se diera vuelta y él tuvo la esperanza de que su mente le jugara una mala pasada. Pero no, era ella. Él jamás hubiera pensado que era medimago.
Hermione se quedó estática cuando lo vió. De repente la salita le pareció aún más pequeña de lo que ya era. No lo había visto desde su fiesta de compromiso cuando él se había largado sin más hacía semanas. Tragó grueso y se obligó a calmar su desbocado corazón. ¿Por qué demonios Malfoy causaba esas sensaciones en ella?
"Malfoy, no sabía que serías tú" Saludó.
Draco observó las mejillas de ella sonrosándose y a diferencia de la enfermera un pequeño gramo de júbilo se hizo presente en su pecho, trató de deshacerse de él presionándose un poco a la altura del corazón.
"¿Hay algún problema con eso?" Preguntó ante las palabras de ella.
Hermione negó con la cabeza. "Tengo que hacerte unas preguntas".
El rubio hizo un gesto afirmativo. La estudió un momento mientras ella desplegaba los papeles de una carpeta. La bata de médico no le quedaba mal, ella había cambiado tanto con los años. Sus facciones infantiles habían desaparecido completamente, estaba muy distinta a como él la tenía en su mente. Su recuerdo más nítido era en el salón de su mansión, atada de pies y manos, con su tía sujetándole el rostro para que él la reconociera. Él había negado conocerla, pero aquello no la salvó de las garras de Bellatrix. Recordó sus gritos y la angustia se apoderó de él, por mucho tiempo había tratado de olvidar aquello.
"¿Has ingerido alimentos o bebidas en las últimas ocho horas?".
Draco negó con la cabeza. Ella tenía los labios carnosos, él no había reparado en ello nunca. Lo invitó a subirse a una balanza, el chico obedeció. Observó sus dedos mover las pesas en la línea de medición, tenía las uñas cuidadas, su piel parecía delicada. Él cerró los puños cuando un deseo irresistible de acariciarla con sus dedos se apoderó de él. ¿Por qué Granger causaba esas sensaciones en él?
"Estás uno o dos kilos abajo de tu peso ideal. ¿Estás comiendo bien?"
Draco frunció el ceño al igual que ella, ambos sabían que eso no tenía que ver con el procedimiento. ¿Qué importaba si comía bien o no? Solo se sacaría sangre. De igual modo afirmó con la cabeza y vió que ella anotó algo en sus papeles.
"¿Padeces de alguna enfermedad?". Draco negó. "¿Tatuajes?" E inmediatamente se arrepintió, claro que él tenía un tatuaje, la marca tenebrosa en su brazo izquierdo, ella misma lo había visto cuando lo presentaron como prueba en el afamado juicio de los Malfoy.
"Ninguno nuevo" Murmuró él. Hermione volvió a anotar.
"Puedes quitarte el saco, sentarte y apoyar el brazo aquí" Le indicó el apoyabrazos del asiento mientras preparaba los instrumentos.
Draco hizo lo que ella le ordenaba. La silla era bastante baja por lo que ella debía sentarse en un banquito delante de él para poder estar a su nivel.
Hermione observó en silencio cómo él se desprendía los gemelos de la camisa negra, dos joyas de plata con sus iniciales. Se quedó mirando sus dedos doblar hábilmente las mangas y alisar las pequeñas arrugas. Tenía la piel tan blanca que parecía traslúcida, las venas se le marcaban y sobresalían. Ella tragó grueso y levantó las cejas, él no se perdió detalle.
"Necesito buscar una vena" Casi susurró.
Draco miró sus ojos color miel, perdidos en los suyos. La tensión era palpable. Quizás no había visto a Granger en años, quizás ella había sido su enemiga en la época escolar, quizás ahora era la prometida de su mejor amigo, pero todo aquello no anulaba el hecho de que era una mujer muy atractiva y aunque la hubiera visto solo dos veces después de tanto, la deseaba de una forma prohibida, era inconsciente, no podía controlarlo. No quiso decirle que la enfermera había dicho que ella se encargaría de la extracción y la doctora solo de las preguntas.
"Tendré que tocarte para..."
Dejó las palabras en el aire junto con su mano suspendida sobre el brazo derecho de él. Draco entendió, ella aún pensaba que le daba asco, que la despreciaba por su sangre, que la consideraba impura e indigna. Él se limitó a levantar los hombros. No podía ni quería explicarle todo el proceso personal por el que tuvo que pasar para que sus ideas puristas cambiaran. No era necesario.
Ella presionó su brazo suavemente buscando donde inyectar la aguja. Una pequeña corriente eléctrica recorrió la piel de ambos. Draco se removió en la silla y ella retiró momentáneamente los dedos. Volvió a presionar ignorando la sensación. Con una goma sujetó el brazo de él para poder insertar la aguja, pero por más que lo intentó más de un par de veces no encontró la vena que buscaba.
"¿Podríamos tratar con el otro brazo?".
Draco se removió un poco en el asiento pero no se quejó. Con parsimonia repitió el mismo procedimiento con los gemelos de la otra manga mientras ella lo miraba y esperaba. Se remangó la camisa y buscó alguna señal en los ojos de ella, que se abrieron un poco ante la marca tenebrosa plasmada en tinta en su antebrazo izquierdo. Ninguno hizo comentarios.
Hermione palpó la piel de su brazo de igual forma que lo había hecho anteriormente, volvió a ignorar la corriente eléctrica que atravesó la punta de sus dedos. Pensó en que tal vez la magia de Malfoy se protegía de su toque. Con una gasa de algodón desinfectó la piel e insertó la aguja, la sangre del rubio fue llenando las vías transparentes, roja y normal, tan normal como la suya propia, la de un muggle o un squib.
Mientras esperaba observó la marca tenebrosa, ahora apagada y un poco descolorida. Recordó que Harry había comentado cómo se movía y era de un negro tan brillante que parecía tinta sin secar. Pero esta marca solo estaba apagada, al igual que parecía estarlo su dueño. Miró al rubio a la cara y lo encontró con la mirada clavada en ella, sus mejillas se calentaron otra vez, tal como le había pasado en la fiesta y al entrar a la salita. Se fijó en los grandes surcos grises bajo sus ojos.
"¿Hace cuánto que no duermes?" Preguntó.
Draco levantó ambas cejas y luego frunció el ceño. Asumió que ella podía saber esas cosas porque cualquiera que lo mirara detenidamente podría ver cómo el insomnio hacía mella en su rostro, él mismo lo había notado. Pero no era de su incumbencia.
"¿Qué te importa?".
Hermione retrocedió un poco ante su brusquedad. Pero sí, qué le importaba? De igual manera frunció el ceño y lo miró con los ojos entrecerrados. Él podía ser amable si ella estaba siéndolo.
"Es por la pérdida de sangre, te dejará débil" Explicó. "Tendrás que consumir algo con azúcar luego".
Él no contestó. Se sintió un poco culpable. Ella no lo había insultado ni había sido desconsiderada con él. Además era la prometida de Theo.
La sangre seguía saliendo de su brazo. Ella tenía la mirada baja, puesta en la marca tenebrosa. Él quería taparla, esconderla, no dejar que nadie la viera, mucho menos ella. Necesitaba decir algo al respecto, necesitaba decirle que él sentía todo el mal que ella había pasado en la guerra, en su casa, a manos de su familia.
"A veces me duele". Susurró.
Ella lo miró a los ojos grises tormentosos y volvió a fijarse en el tatuaje, pensó que él se refería a la marca, y en parte sí lo hacía. Hermione retiró la aguja de su brazo lentamente y presionó la zona del piquete con una gasa, le puso una pequeña vendita. Lo normal sería que le dijera al paciente que doblara el brazo y lo mantuviera así por unos minutos, pero solo se calló y con dos dedos recorrió una vena saliente en dirección al tatuaje.
Él se tensó. Ella lo notó pero no se detuvo. «¿Qué rayos estoy haciendo?» pensó. Sus dedos siguieron bajando, delineó el contorno de la marca y él aspiró profundamente, reteniendo la respiración.
Hermione lo miró. Pudo ver en sus ojos el dolor y la vergüenza. Ella había hablado con Dumbledore varias veces en su cuadro en Hogwarts, en cada aniversario del fin de la guerra, una fiesta se celebraba en el castillo y ella aprovechaba para escabullirse e ir a visitar al director. El profesor le había dicho en varias oportunidades cuán movilizante es el amor y el temor, ambos tan parecidos y diferentes. Malfoy solo era un niño temeroso que amaba demasiado a su familia, él debió hacer sacrificios, al igual que ella con sus padres, solo que ella sacrificó su familia por la libertad, y él eligió sacrificar la libertad por su familia.
Draco pensaba que iba a desmayarse allí mismo. La falta de sangre se mezclaba con los latidos desesperados de su corazón. Ella lo estaba acariciando, no era un toque profesional, era deliberado. Lo estaba tocando donde no dejó jamás que ninguna mujer lo tocara, ni siquiera su propia madre cuando el Señor Oscuro lo marcó y la piel le ardía en carne viva. Un mareo cruzó por su cuerpo pero se obligó a no tambalear. Vió como ella bajaba lentamente la cabeza sobre su brazo y sintió que el tiempo se detenía.
Hermione posó los labios sobre la marca. Dejó un pequeño beso sobre tanto dolor. Sintió como un gran espectáculo de fuegos pirotécnicos explotaba en su pecho.
El pestillo de la puerta sonó y ellos se separaron rápidamente. La puerta se abrió y Theo entró en la salita. Los miró a ambos y un extraño silencio los cubrió. Hermione estaba tan roja como un tomate mientras que Draco estaba tan pálido como la leche.
"¡No puedo creer que hayan estado discutiendo!" Exclamó ante sus rostros, asumiendo que todo se debía a las típicas rencillas que habían tenido durante toda su infancia. "Ambos son parte de mi vida, no pueden llevarse mal".
Draco se bajó la manga de la camisa lo más rápido posible. Hermione carraspeó.
"Fue solo un pequeño malentendido, Theo. No te preocupes".
Draco sonrió internamente. ¿Había sido un malentendido sus labios sobre su piel? En lugar de decir lo que pensaba asintió y se levantó del sillón.
Hermione dió unos pasos hasta salir de la salita y llegar al pasillo, llamó a una enfermera y le dió unas indicaciones. Volvió a entrar sin cerrar la puerta.
"¿Qué haces aquí, Theo? ¿Te enteraste lo que pasó con Blaise?".
Theodore levantó ambas manos en defensa. Hermione puso los labios en una línea, había sonado demasiado brusca. Draco miró a otro lado, incómodo.
"Calma, leona" Bromeó su prometido. "Vine a lo mismo que Draco".
Hermione tomó aire. "Siéntate aquí". Le ordenó.
Theo obedeció sin chistar. Conocía a Hermione, sabía que cuando cumplía turnos nocturnos podía ponerse un poco brava, estaba cansada, ya llevaba más de treinta horas de guardia. Se arremangó la camisa y la dejó trabajar.
Draco notó que Hermione había sido muy dulce con él. No era brusca con Theo pero definitivamente no era tan delicada como lo había sido con él mismo.
Una enfermera entró con una taza humeante en sus manos.
"Dásela al señor Malfoy, Rita. Luego ven a llevar estas dos bolsas a la habitación 74, enseguida estaré allí".
Rita, la misma enfermera que había conducido a Draco a la salita, le pasó la taza y se retiró rápidamente. Theo rió ante esto y bromeó sobre Draco, quien no le contestó. Estaba bastante concentrado en su taza de chocolate caliente, el olor y el color le permitía saber lo que era. La última vez que había tomado chocolate caliente había sido en la última Navidad que había pasado en Hogwarts, varios años atrás.
Hermione reprochó a Theo mientras le ordenaba que doblara el brazo luego de la donación. Miró a Malfoy sentado a un costado ensimismado en su taza, luego dió un pequeño sorbito y sonrió al líquido humeante. Hermione sintió que se ahogaba, el aire había dejado de llegar a sus pulmones. Él era muy apuesto, eso lo sabía desde que lo conoció en el primer año de escuela, pero nunca le había afectado, ahora parecía que estaba rompiendo algo dentro.
"¿Y mi chocolate donde está?" Se quejó Theo al ver a su amigo.
Hermione le sonrió como pudo. "Puedes buscar uno en la cafetería, querido". Recogió sus papeles y salió de la habitación sin despedirse. Ya había tenido suficiente por esa noche.
Con amor, Ann.
