¡Hola! Este es el primer capítulo de mi primera historia, deseo que os guste a todos y me dejéis algún comentario ^^ Doy las gracias a mis amigas, y en especial a V, que me ha ayudado a colgar esta historia :)

Vestida con unos pantalones vaqueros ajustados, una camiseta blanca de hombros caídos, unos botines grises y unas gafas de sol sujetadas en el pelo, Irina soltaba bocinazos desde su deportivo negro.

-¡Bella! ¡Haz el favor de bajar, tu amiga me pone histérica!-bramaba mi hermano desde la cocina.

Agarré la mochila con una libreta y el estuche y bajé las escaleras con parsimonia. Irina tenía ganas de llegar pronto al instituto, en cambio, yo no. Mi mejor amiga se moría por ver a los chicos nuevos del instituto, ver de nuevo a las chicas para poder criticarlas, y por último, por fardar de su nuevo descapotable. En cambio yo, prefería las vacaciones, donde solo tenía que verla a ella, a mi hermano y a algún amigo de Emmet que viniera a casa. Digamos que era poco sociable.

Cuando subí al coche, Irina me miraba con cara de pocos amigos.

-¡Cuánto has tardado! ¡A este paso nos habrán robado a los bombones!-me guiñó el ojo y arrancó el coche, no sin encender la música a todo volumen. La gente se debe preguntar que como es posible que dos personas tan distintas se lleven bien, pero la respuesta es muy simple: complementación.

Irina y yo nos conocimos de muy pequeñas, cuando llegué nueva a la escuela. Ella fue mi primera amiga, ya que fue la primera persona que se acercó a la antisocial Bella. Desde entonces somos inseparables, y además de ser su mejor amiga, soy su vigilante en las borracheras, su acompañante a los conciertos y su excusa para irse a dormir fuera. También tenemos muchas cosas en común, como por ejemplo nuestra afición a la playa y por desgracia, a Edward Cullen.

Llevaba cuatro años secretamente enamorada de Edward Cullen, el que me considera su "mejor amiga". Me enamoré cuando le conocí, hará exactamente cuatro años, una hora y tres minutos, cuando llegó nuevo al instituto, acompañado de su hermano. Edward era un año mayor que yo, pero por razones que todavía desconozco, le atrasaron un curso, y de esa manera va a mi clase. Irina, la chica más popular del instituto, había salido con más chicos de los que yo hubiera podido hablar en toda mi vida, pero siempre se le había resistido mi amigo, a quien ella encontraba endemoniadamente sexy.

Cuando llegamos al instituto, Irina aparcó el descapotable en un sitio a la sombra y bajó alegremente del coche mientras agarraba su bolso del asiento trasero.

-¡Guau! ¡Diviso mucha gente nueva!- dijo risueña mientras oteaba a la masa de gente que se agrupaba delante de la recepción para coger sus horarios.

-¡Genial!-dije fingiendo alegría. Más gente nueva significaba más gente para la que pasaría desapercibida. Irina notó mi falsedad e hizo una mueca mientras me tiraba el brazo para acercarnos a la multitud.-Vamos a ayudar a alguien.-me metió entre toda esa gente nueva y finalmente se plantó delante de un chico rubio con los ojos azules.-Hola, soy Irina.-se insinuó ella mientras le plantaba dos besos. Él sonreía y se quedó embobado delante de la figura de mi amiga. Sobraba en la escena, así que salí serpenteando de la mole de gente donde mi amiga me había metido.

Casi estaba fuera cuando de un empujón me tiraron al suelo, rascándome contra el banco que había al lado.

-¡Mierda!-solté al caer.

-¡Qué mal hablada eres, Swan!-me corrigió un chico de ojos miel y un cabello cobrizo. Obviamente, mi príncipe azul.

-Perdona Cullen, no fue mi intención asustarte.-añadí con una mueca divertida. Él me despeinó amablemente con una mano, y después dejó la broma.

-¿Cómo estás, Bella?

-Intentando sobrevivir.-señalé a Irina con la cabeza.- Ya sabes, miss popularidad hace amigos.-el rió.

-¡Edward!-Alice Brandon, la novia de Edward estaba detrás de él llamándole con una falsa sonrisa en los labios que significaba: "¿Qué-haces-con-esa?" No me llevaba nada bien con Alice, de hecho, habíamos tenido algún que otro encontronazo al ser la novia celosa de Edward. Era una retaca con un mal corte de pelo oscuro y una cara de porcelana que parecía que fuera a romperse, pero aún y así, era hermosa, y eso me reventaba por dentro.

-Ve.-dije mientras señalaba a Alice con la cabeza.-Tu novia te reclama.-dije teatralmente ofendida mientras él miraba hacía su muñequita.

-Nos vemos luego, ¿de acuerdo?-asentí y vi como Edward iba hacia Alice que le saltaba al cuello y le daba un beso en los labios. Fugazmente me pareció ver una mirada asesina.

-¿Otra vez porquería?-preguntaba Irina cuando veía la comida del día mientras meneaba la cabeza.

-Gracias bonita. -farfullaba una cocinera que servía la comida con desgana. Irina seguía poniendo muecas de asco al ir pasando la bandeja para coger algo para comer.

-No me apetece nada.-dijo mientras se llevaba una mano a la tripa. Agarró una manzana y un yogur y salió de la barra del bufete para coger una mesa, o mejor dicho: la mesa. Cada año nos sentábamos en la mesa rectangular más grande del comedor, donde Irina ocupaba el centro, y yo, como su fiel escudera, me sentaba a su izquierda. Normalmente, la mesa estaba llena de chicos que le zumbaban alrededor, o de chicas que intentaban ganarse la amistad de Irina (que a al vez no entendían porque yo me sentaba con ella). Este año no era excepción.

La mesa estaba llena exceptuando el sitio de Irina, de hecho, no me habían guardado sitio. Irina dejó su bandeja en su sitio.

-Irina, ¡te he guardado un sitio!-dijo Kate, la chica que estaba sentada a su izquierda. Irina la miraba seria.

-Ese es el sitio de Bella, y tú ya lo sabías, Kate.-ésta hizo una mueca y se levantó sin rechistar para irse a otra mesa, ya que la nuestra estaba llena. Me senté al lado de Irina mientras los chicos comenzaban a hacerle cumplidos, y las chicas comían exactamente lo mismo que ella. "Idiotas" pensaba.

Pese a que lo parecía, Irina no hablaba en las comidas de temas idiotas como la ropa nueva, el pintauñas o un nuevo tinte. No siempre eran temas trascendentales, pero muchas veces también hablábamos de lo que acabábamos de dar en clase. Yo participaba solo cuando algo no me parecía acertado o tenía que expresar una opinión contradictoria o acertada, y de hecho, era casi siempre. La mayoría de los ocupantes de la mesa se aburrían, pero tomaban nota mental (algunas habían tomado nota escrita).

El primer día hablábamos normalmente sobre las vacaciones, dónde Irina contaba los innumerables sitios donde había viajado, desencadenando una discusión sobre que lugares eran más bonitos o quería visitar cada uno.

-Y tú, Bella, ¿Dónde quieres ir?-preguntó Jessica, la mayor fan de Irina después de Kate.

-Definitivamente, Estonia.-dije sin pensármelo mientras mordisqueaba una tableta de chocolate. No entendía la preocupación de Irina por comer equilibrado, cuando yo siempre comía lo que me apetecía y no engordaba ni un solo gramo.

-Es precioso, recuerdo cuando fuimos.-dijo mi amiga. Había ido con ella y sus padres hacía dos años después de mucho insistirle a mi madre.-Pero es más bonito Nueva Delhi.-todos los sentados en la mesa asintieron como un resorte.-yo resoplé.

-¿A ti te gusta Nueva Delhi?-dije incrédula.-No puedo creer que no te estresaras.-negué con la cabeza mientras ella fruncía el ceño.

-¡Nueva Delhi de noche es precioso!

-¡Y de día una sauna!-dije riendo. Nueva Delhi era uno de los sitios donde nuestra madre nos había llevado a Emmet y a mí de viaje de verano.

-Oh vamos, ¡y Estonia una nevera!-dijo cariñosamente. Mientras alguien decía algo acerca de París y Roma, yo me fijé que por la puerta del comedor entraba la otra chica popular del colegio: Rosalie Hale, la mayor rival de Irina.

Rosalie venía de una familia rica, como la de Irina, pero Rosalie prefería ganarse las cosas por si misma, así que los fines de semana trabajaba en un taller de mecánica que le habían financiado sus padres (había prometido devolverles hasta el último dólar). Aunque era muy dependiente y muy trabajadora, también adoraba las fiestas (tanto disfrutarlas como organizarlas) y a los chicos.

Vestida con unos pantalones de cuero negro, unas botas negras y una camiseta rojiza de tirantes y un solo hombro, llevaba detrás a su propio séquito de admiradores/as, bastante parecidos a los de mi amiga, solo que no los trataba de la misma forma: Rosalie no era una buena persona.

Y esa mala persona se acercaba hacia nuestra mesa. A medida que se acercaba, la gente del comedor iba enmudeciendo, y cuando Rosalie se situó delante de Irina, no se oía absolutamente nada.

-Hola rubita.-dijo Rose con un ligero tono despectivo.

-¿Qué hay, rubia de pote?-algunos: "uhhhh" sonaron por el comedor, Rosalie simplemente sonrió con frialdad.

-Bonito coche… ¿las rallas son parte de la decoración?-preguntó clavando los ojos en Irina, que se encendió con una mueca de espanto mientras las amigas de Rose reían.

-¡Zorra! ¿Qué coño le has hecho a mi coche?-preguntó levantándose.

-De momento nada, pero no quiero volver a verlo aparcado en mi plaza de aparcamiento.-le dijo desafiándola. Después se volvió a toda la gente del comedor.- De hecho, no quiero ver el coche de nadie en mi plaza, ¿queda claro?-me dedicó una sonrisita y salió del comedor.

Irina se sentó abatida en su silla. No sería la primera vez que se encontraba su coche rallado, y era algo que odiaba por encima de todo, ya que para ella, sus coches eran muy importantes.

-Esa zorra es capaz de cualquier cosa…-refunfuñó. Yo sabía que lo que más le había molestado había sido no poder contestarle delante de todos los estudiantes, ya que Rosalie había ganado esa batalla.

And you're singing the songs/Thinking this is the life/And you wake up in the morning and you're head feels twice the size/Where you gonna go? Where you gonna go?/Where you gonna sleep tonight?

Mi móvil estaba sonando y lo cogí tan rápido como pude.

-¿Bella?-esa voz… cálida y activa… tan aterciopelada… perecía que estuviera viendo sus ojos topacio cuando el corazón empezó a saltar libremente por mi pecho.

-¿E-Edward?-dije tartamudeando.

-Sí soy yo. Oye, ¿te apetece ir a hacer algo?

-¡Claro! ¿Cómo quieres que quedemos?

-Gírate, Swan.-Me giré lentamente, y vi a Edward a lo lejos con un casco en la cabeza y subido a su moto plateada haciéndome señas para que me acercara. Mientras avanzaba pensaba: ¿Por qué mi príncipe azul no podía tener un corcel en vez de una moto? No tenía mucha afinidad por las motos, y ese trasto gigantesco tan rápido no era muy divertido.

-Dime que no tengo que subir a tu querida Maggie.-dije en tono de súplica. Maggie era el nombre que Edward le había puesto a su moto, y de hecho, era el nombre de su difunta y biológica madre. Él me sonrió.

-Sí, debes hacerlo, porque quiero hablar contigo.-se puso serio y me tedió el casco.

-Cómo ordenes, Cullen.-monté ágilmente y me puse el casco blanco que me había tendido.

-Agárrate Swan-ordenó mientras le daba gas a su moto. No soy tonta, así que me agarré lo máximo que podía para no asfixiarle mientras enterraba mi nariz en su chaqueta que olía tan a él.

No fue un viaje muy largo, pero por el cambio de paisaje, supe que nos dirigíamos a nuestro lugar favorito: el río Bogachiel. Un pequeño río que pasaba alrededor de Forks y era cruzado por diversos puentes. Debajo de uno de esos puentes, había una cabaña de pescadores abandonada con un pequeño muelle, donde habíamos pasado mucho tiempo juntos.

La cabaña estaba hecha de madera de roble ya en un pésimo estado, igual que la valla que la rodeaba. En pocas ocasiones habíamos entrado en la cabaña, solo cuando necesitábamos refugio de la lluvia torrencial que más de una vez nos había pillado por sorpresa. Entre los dos habíamos "ordenado" el interior, y muy de vez en cuando, uno de los dos se pasaba para limpiar un poco nuestro refugio. El muelle era de unos escasos tres metros, y había maderas partidas, pero basándonos en nuestra experiencia, ya sabíamos cuales estaban en buen estado y cuales no.

Edward aparcó la moto delante de la casa y se bajó de la moto con la misma elegancia que se sacó el casco y se peinó el pelo. Mi estilo al desmontar la moto no era del todo malo, pero ni de lejos llegaría a ser como el de él.

Cruzó el muelle y se sentó en el bordillo más alejado del camino, le dejé un poco de espacio, pero finalmente me acerqué a él en silencio y me senté a su lado manteniendo la vista fija en el río.

Edward vivía con su padre, el cirujano del pueblo, y su hermano mellizo: Jasper. Su madre, Maggie, había muerto cuando ellos tenían trece años en un accidente de avión, y por esa misma razón, Edward no viajaba nunca: tenía pánico a los aviones. Actualmente, Carlisle, el padre de Edward, estaba comprometido con Esme, la alcaldesa del pueblo.

Siempre había sospechado que Edward iba un curso por debajo del que le tocaba por algún tema relacionado con su madre, porque Jasper, su hermano mellizo, estaba haciendo primero de Ingeniería geológica en la universidad de Seattle.

-Alice y yo lo hemos dejado.-sus palabras me despertaron de golpe, pero yo no me moví del sitio, seguía mirando hacia el río. De hecho, yo les había presentado cuando Alice todavía no era un monstruo celoso. Pero… ¡joder! Me alegraba. Le miré apretando los labios.

-Lo siento mucho. No sabía que estabais mal.-Volví a mirar al agua.

-De hecho, nunca hemos estado bien. Sabes que siempre voy de flor en flor, pero cuando estoy con alguien, soy fiel.-Asentí paseando mi vista por la otra orilla.-Pero ella no lo entendía. No entendía que pudiera tener amigas, "¡todas son un peligro!"-citó moviendo las manos exageradamente, yo solté una risita.-Te alegras, ¿verdad?-me quedé clavada sin saber que decir ¿Cómo lo sabía? Le miré algo confusa y titubeando.-Oh Bella, sé que no te caía bien.-suspiré aliviada.

-Claro que no me caía bien.-dije tranquilamente.- Eres mi mejor amigo, y no podía dejar de verte solo porque tuvieras una novia celosa… Esperaba que te dieras cuenta.-dije sonriéndole.

-De hecho, me ha dejado ella.-dijo con una sonrisa torcida. Definitivamente, Alice Brandon estaba ciega. Había plantado al bombón del instituto, y no podría recuperarlo, porque habían demasiadas chicas interesadas en él, entre ellas Irina y Rosalie, las dos caza-hombres de Forks.

-Es imbécil.-sentencié al fin. Él me miró enarcando una ceja.- ¿Cómo pudo dejarte? Nadie en sus cabales deja a "Edward Cullen"-hice las comillas con los dedos, marcando el sarcasmo. Me golpeó cariñosamente el hombro.

-Claro, pero nadie puede resistirse a los juicios rápidos de "Isabella Swan"-hice una mueca de desagrado y nos quedamos en silencio otra vez.

-¿Estás bien?

-Creo que sí. Es un golpe duro, pero nada grave, he tenido de peores.-dijo sonriéndome. Le pasé un brazo por los hombros (que eran bastante más altos que yo, así que quedamos en una postura muy divertida). Edward era una persona muy fuerte.-Gracias Bella.-dijo mientras apoyaba su cabeza en mi hombro.

-Llegas tarde.-anunció Emmet de mala gana.-he tenido que hacer yo la cena.

-¿Otra vez comida instantánea?-pregunté con sorna. Emmet era un gran cocinero, pero yo nunca hubiera aceptado que él supiera cocinar mejor que yo, cuestión de orgullo entre hermanos.

-Idiota.-dijo dijo arrugando la nariz. La relación que mantenía con mi hermano era un tanto especial: tan pronto estábamos tirándonos los platos a la cabeza como abrazándonos y declarándonos amor eterno.

Emmet tenía diecinueve años, y estaba estudiando un módulo para opositar como profesor de educación física en el instituto de Forks. Mi hermano era un auténtico Hulk pero con una hermana pequeña a la que debía infundirle una figura paterna. Mis padres estaban separados, y yo vivía con mi madre y su nuevo novio, Charlie, el jefe de policía de Forks. Mi padre, Diego Swan, productor musical, se ocupaba muy poco de mi hermano y de mí, así que mi hermano era lo más parecido a mi padre, solo que siempre he visto incapaz a mi padre de pegarse a la salida del colegio porque alguien me había robado el desayuno. Mis padres se habían separado cuando mi madre descubrió que papá se tiraba a su secretaria Heidi Mc Carty (de hecho, nunca olvidaré el nombre de esa zorra que destrozó mi familia cuando yo solo tenía diez años), y así fue cómo me mudé a Forks. A raíz de eso, mamá conoció a Charlie, un tipo muy… "americano", que prefería la pesca a la playa, y el sofá con el baloncesto antes que ir a cenar fuera.

-Emm, voy a dejar eso, ahora vengo a poner la mesa.-le dije mientras me dirigía a mi habitación, que estaba detrás del comedor.

Una vez dentro, tiré mi mochila sobre la silla y bajé la persiana de mi cuarto: ya había anochecido. Mi cuarto era el más pequeño de la casa, y lo ocupé al cumplir los doce, cuando mi hermano ya estaba suficientemente harto de compartir habitación conmigo y yo comenzaba a ser consciente del pudor. De hecho, antes había sido el despacho de diseños de Renée, mi madre la diseñadora. Salí de mi habitación con las zapatillas puestas, dispuesta a poner la mesa antes que Emmet se quejara (y con razón). Cuando mamá y Charlie llegaron a casa, la mesa estaba puesta, y la cena casi preparada.

(12/09/10) Querido diario:

De hecho, todavía no sé porque escribo un diario. Recuerdo que lo comencé hace siete años cuando mamá nos llevó a Emmet y a mí al psicólogo. Temía que nos afectara demasiado su separación, y prefería que ante cualquier cosa, estuviéramos preparados o en buenas manos. Emmet tenía doce años, y entendía perfectamente las razones de la separación, por el contrario, yo no: no podía entender que papá y mamá ya no fueran a dormir juntos, ni a comer, ni a verse, ni que papá ya no viviera con nosotros. Había oído que algunos matrimonios se separaban, pero creí que solo pasaba en las películas.

No tenía ningún trauma, sólo la reacción normal de una niña de diez años cuando sus padres le dicen que se van a separar: confusión, tristeza e impotencia.

El psicólogo me sugirió que escribiera un diario para poder aclarar mis ideas y desahogarme. También me pidió que le escribiera uno a él, un diario donde pudiera censurar cosas que no quisiera decirle. La terapia duró dos largos años, aunque yo hubiera aceptado la separación de mis padres mucho antes.

Desde aquél día, todavía veo a papá, pero solo dos o tres veces al año, cuando nos vamos una semana por Navidades y otra por vacaciones a su casa en Seattle, donde a veces está miss zorra Heidi. En el fondo no debería ser tan cruel, porque a parte de Heidi, ha habido muchas otras con las que traicionó a mamá, y de hecho, está traicionando a Heidi, si él y papá tienen una relación, que no lo sé ni quiero saberlo. Creo que a mi "madrastra-zorra" le resulta excitante que mi padre se tire a otras tías.

Por favor, sólo pido que eso no sea hereditario, ¡no me quiero convertir en un prostíbulo andante! Y si puede ser, que Emmet tampoco.

Hablando de Emmet… hace poco lo dejó con Tanya, pero creo que no le ha importado mucho… no le veo muy decaído... pero me da pena, ella me caía bien, y parecía que quisiera a Emm… al menos se que tenían una vida sexual activa, que su habitación está sobre la mía, y los golpes, por desgracia, también se oyen.

Irina ha tenido dos novios este verano, y de ligues… creo que… diez. ¡No! No me he equivocado escribiendo, ha tenido diez líos con chicos diferentes (Estos son los que he contado) y no en todos estaba sobria.

Tengo miedo de que me quite a Edward (ha sonado un poco egoísta, lo siento) ahora que no está con Alice es muy posible que intente algo con él, y no las tengo todas con Edward, ya que Irina es muy convincente cuando quiere (y si la convicción no le sirve, usa sus dotes más… físicos)

Edward, Edward, Edward… ¡No puedo sacármelo de la cabeza! Ahora más que nunca. Si no fuera imposible, diría que me gusta más que antes, y moriré cuando empiece a salir con otra chica… (Edward es incapaz de estar un mes sin besar a alguien, o depende de cómo, de echar un "buen polvo").

He imaginado tantas veces una historia de amor con Cullen… pero no sirve ninguna ya existente, ya que por suerte/desgracia, ya no soy virgen. Lo sé, es un tema que he querido olvidar unas cuantas veces, pero perdí mi virginidad con el gilipollas de Aro, mi exnovio, con el que salí animada por Irina y sus: "Vamos, tienes que probarlo", cuando yo ya estaba enamorada de mi mejor amigo, que en ese momento estaba saliendo con Carmen.

Ahora que lo pienso… ¿Por qué Edward e Irina nunca habían salido juntos? Irina le consideraba un icono, y él había salido con muchas otras chicas, ¿Por qué no? La verdad es que nunca he dudado que acabarían juntos, pero pregunto como es posible que a él nunca le haya interesado ella. (Eso sí, todas las chicas le han dejado a él por su amistad incondicional hacia Bella la amiga de la popular)

¡Argh! ¿Cómo puedo ser la mejor amiga de la chica más popular y el chico más guapo del instituto, y pasar tanto desapercibida?