El último Vampiro
By
Tsuki No Hana
Rumania, año 1817.
Sólo hasta que el Sol se ocultó en el horizonte, pudo salir de su hogar, listo para cazar y alimentarse.
Se adentró al bosque y caminó hacia el área más cercana al pueblo, sólo ahí encontraría presas fáciles. Los habitantes eran listos, sabían de su existencia y conocían los riesgos de adentrarse en el bosque después del anochecer, pero nunca faltaba el idiota que, por mera curiosidad o estupidez se introducía al tenebroso lugar, convirtiéndose así en su presa.
Durante su caminata previa a la caza, se topó de frente con un lobo de pelaje café y de un tamaño exuberante, éste se detuvo al verlo y de inmediato adoptó su forma humana.
—¡Viktor! —lo saludó efusivamente—. Tenía tiempo de no verte, te diste un buen festín la última vez ¿No es así?
—Me alimenté lo suficiente como para no salir en un mes.
—¿Y sólo sales para alimentarte?
—¿Para qué más saldría? —respondió en un tono lleno de fastidio.
—Amigo, necesitas una novia.
El vampiro chasqueó la lengua con hastío y enseguida retomó su camino.
—¿O un novio?
—Cállate Chris.
—Es que estás muy amargado.
—¿Y una pareja es la solución? —alzó una ceja, mirándolo con arrogancia y fastidio—. Recuerda que soy el último en mi especie, al menos en todo el país.
El lobo lo meditó unos segundos antes de responder. Conocía a Viktor de toda la vida, y siempre había tenido ese pésimo humor de los mil demonios.
—Sí sería una solución a tu amargura. Lo sé porque tengo novia ¿Quieres conocerla? Además, no tiene que ser de tu especie.
—No, gracias.
—Es humana.
El vampiro lo miró casi horrorizado. Eso estaba prohibido en muchos sentidos.
—Y si te lo digo es porque no quiero que le claves los colmillos ¿Entiendes? Así que ven conmigo un momento —lo estiró del brazo, rumbo a la casa de la chica—. Deberás mantenerte escondido, ella sabe que somos amigos, pero no quiero que se espante al verte. Todos en ese pueblo te temen mucho.
—Sí, lo sé. Sólo muéstrame quién es y la evitaré, pero hazlo rápido, tengo hambre —se soltó del agarre de su amigo y simplemente lo siguió.
Muy pronto llegaron a una linda casa a las orillas del pueblo, Viktor no recordaba haberle puesto la suficiente atención como para recordarla. Si bien no era muy grande, se veía estable, cuidada y bonita; tenía un techo de dos aguas y una chimenea. Los colores eran iguales al resto de las casas: Marrón claro con marrón oscuro.
—Escóndete en algún árbol.
El vampiro rodó los ojos, preguntándose por enésima vez la razón por la cual le hacía caso a su loco amigo.
—Es tu único amigo —se dijo mentalmente para acceder a sus peticiones.
Se escondió en un árbol, viendo cómo Chris tocaba a la puerta principal como si fuera cualquier persona. Claro, ventajas de poder adoptar una forma totalmente humana.
No tardaron mucho en abrir la puerta. Viktor observó a la mujer y memorizó sus facciones para evitar matarla en un futuro.
Se detuvo unos momentos a mirar cómo la chica se le colgaba del cuello, besándolo con mucho ímpetu. El vampiro rodó los ojos una vez más, estuvo a punto de bajarse de las ramas de ese alto árbol, pero algo llamó su atención. Desde su posición pudo observar que alguien salía por la puerta trasera de la casa, era un joven muchacho de cabello negro y curiosos ojos castaños, curiosos porque estaban un poco rasgados, no parecía nativo de ese país. Sus mejillas regordetas y sonrojadas eran adorables y su dulce voz era totalmente cautivadora.
Lo observó ponerse unas botas para la nieve, tomar una correa y salir así con un pequeño perro color café. El joven pasó bajo el árbol en el que se encontraba sin percatarse de su presencia.
Luego de unas horas, Viktor seguía observando a ese chico de cabello negro. Lo había seguido en completo silencio, camuflándose con la oscuridad de la noche. Algo hubo en él que captó su total atención, quizás su delicioso aroma dulce, tal vez sus peculiares rasgos, o simple y sencillamente porque era un jovenzuelo tonto y despistado que paseaba a su perro en medio de la noche, sabiendo de la existencia de criaturas como él en los alrededores. ¿Acaso no le temía? Se le hacía muy curioso.
Se entretuvo tanto mirando a ese chico, que se olvidó por completo de alimentarse. Fue hasta entrada la madrugada, que se percató del hambre que tenía y de la oportunidad que había perdido de alimentarse de ese hombre.
Fastidiado y viendo su oportunidad de alimentarse completamente frustrada, se fue a casa.
A la noche siguiente fue al pueblo. Sus pasos lo llevaron de nuevo a la casa de la novia de Chris. Y entonces se preguntó ¿Quién sería ese chico? ¿Cuál sería su nombre? ¿Qué relación tendría con la novia de su amigo? ¿Tendría un buen sabor su sangre?
Tenía siglos sin sentir esa curiosidad por algo o por alguien, así que dio paso a sus impulsos.
Observó al joven todas las noches durante casi un año. En ese tiempo descubrió que su nombre era Yuuri Katsuki, hermano de Mari Katsuki. Tenía sólo veinticuatro años, recién cumplidos. Era maestro de música en el pueblo, enseñaba piano a los niños de ahí.
Eso en particular le gustaba mucho a Viktor: escucharlo tocar piano, le recordaba a su familia, cuando vivían. Recordaba aquellos tiempos en los que su hermano y él tocaban juntos el piano y el violín, respectivamente. Eran tiempos muy buenos, pero de eso ya habían trascurrido algunos siglos.
De pronto se halló esperando con emoción a que el sol se ocultara para poder ir al pueblo y espiarlo. Quizás era un tanto retorcida la situación, pero era lo más interesante que hacía en su vida. Se entretenía mirándolo pasear por las calles con su mascota llamada Vi-chan, yendo a comprar víveres o algún postre a la panadería; disfrutaba verlo convivir con sus amigos, riendo, totalmente despreocupado de la vida. También le causaba mucha gracia ver los cambios en su cuerpo a lo largo del año, había temporadas –especialmente en invierno- cuando su cuerpo subía bastante de peso, el cual perdía entrando la primavera, saliendo a correr por todo el pueblo. También había días en los que no salía de casa, se mantenía encerrado. Curiosamente durante esos dos o tres días al mes, solía percibir su agradable aroma a pesar de la distancia.
Yuuri Katsuki era sencillamente el humano más interesante que conocía. No encajaba en lo absoluto en el concepto que tenía de esos seres despreciables; Yuuri era calmado, amable y ayudaba a su hermana como voluntario en el hospital. Ante los ojos de Viktor, Yuuri era una gran excepción, una persona pura y sin maldad.
Todo era tan perfecto, que se planteó la idea de presentarse ante él. Ya lo había hablado con Chris y éste le recomendó que se esperara. Si bien él –un hombre lobo- era novio de Mari Katsuki, Yuuri era punto y aparte. Chris le dijo que podría espantarlo si simplemente se le aparecía y se le presentaba. Después de todo Mari no le había dicho a su hermano que su novio era un hombre lobo.
—Así que quieres hacer nuevos amigos. Quién lo diría.
—Amigos no, sólo Yuuri, él es diferente al resto.
—¿Diferente?
—Él es bueno.
—¿Lo dices por lo de tu familia?
Viktor asintió, serio.
—Esos eran otros tiempos, la gente en ese entonces no entendía y…
—La gente es igual, no cambian. Matan a todo aquello que sea diferente a ellos, sin importar de quién se trate.
—¿Y si Yuuri es así?
—No lo es —sonrió de lado—. Lo he observado por más de un año.
—Eres su acosador personal.
—Algo así, pero él no lo sabe —se calló al recibir una palmada muy fuerte en su espalda.
—Hombre, yo no sé cómo decirle qué soy, y tú ya quieres que te conozca. El pobre va a huir de ti, despavorido.
El aludido frunció los labios, pues estaba consciente de que era una posibilidad muy amplia.
OoOoOoO
Corría sin descansar.
Su mascota había escapado de casa luego de comerse a escondidas las sobras de la cena; salió a buscarlo y ahora se encontraba corriendo como desquiciado por todo el bosque, era de noche, hacía frío y estaba siendo perseguido por una manada de lobos, de hombres lobo para ser más precisos.
Vi-chan había huido hacia el bosque en plena noche, y él no podía estar más asustado y cansado. Los lobos le estaban pisando los talones, cada vez que miraba hacia atrás, los sentía más cerca.
En una de esas, volteando hacia atrás, no vio una raíz levantada y cayó dolorosamente al piso, ni siquiera la nieve ayudó a amortiguar su caída. Se había golpeado la cabeza con una roca, también se torció el tobillo. Intentó levantarse y seguir corriendo, pero no pudo.
Su pulso estaba a mil por segundo, el dolor en su pie era bastante y el miedo en su interior iba incrementándose con cada momento. Los lobos lo habían alcanzado, los tenía en frente, hambrientos, mostrándole sus dientes amenazadores.
Era su fin. Cerró los ojos y esperó a que lo devoraran, pero ese momento nunca llegó. Abrió los ojos, sólo para toparse con la etérea imagen de un hombre extremadamente pálido, inclinado hacia él, revisándolo. Sus facciones eran preciosas, sus ojos azul cielo eran hipnotizantes y sus labios… sus labios dejaban entrever un par de colmillos largos y afilados.
Estaba en frente de nadie más y nadie menos que el vampiro asesino, aquel del que todo el pueblo hablaba, aterrorizados porque noche tras noche se alimentaba de sus presas: personas del pueblo. Decían que nadie salía vivo luego de ver su hermosísimo rostro, sólo hubo una persona capaz de escapar de él, y fue ella quien difundió la hermosura de ese ser tan aterrador.
No soportó y colapsó, desmayándose ahí mismo sobre la nieve. Viktor vio eso y se molestó muchísimo, se puso de pie y encaró a los lobos.
—¡Hey! ¿Acaso ya olvidaron el trato que hizo el alfa de su manada? "¡No lastimar a los humanos!"
Los lobos gruñeron en respuesta.
—Qué hipócrita —dijo uno de los lobos, transformándose en humano.
Viktor entendió a lo que se refería, estaban enojados porque él sí podía matar cuando quisiera.
—Yo lo necesito para sobrevivir, ustedes no.
—Cálmate, no le hicimos nada —otro de ellos adoptó de nuevo su forma humana—. Sólo estábamos jugando.
—Para él no fue un juego —se puso de muy mal humor, esto los hizo temer—. Hablaré con Chris sobre esto.
—Oh vamos —se burló uno de ellos—. No es para tanto.
—¿Y su mascota?
—¿De qué hablas?
—¿Dónde demonios está su perro?
Los lobos se miraron entre sí, asustados al ver que comenzaba a molestarse cada vez más.
—El trato sólo aplica hacia los humanos, a los animales podemos hacerles lo que queramos —se defendió uno de ellos, lanzando el collar azul que pertenecía a la mascota de Yuuri Katsuki.
Viktor miró el collar yaciendo sobre la nieve. Le dio mucha rabia al ver que habían asesinado a alguien muy importante para ese chico, sabía que sufriría al enterarse, y eso lo ponía de un pésimo humor.
Tenía ganas de atacarlos y terminar con ellos así como ellos acabaron tan fácil con el perro, pero se contuvo. Lo último que quería era tener problemas con Chris por ataca a su gente, ya se las arreglaría su amigo con ellos, seguramente les daba una buena paliza.
Pero no se iba a ir sin asustarlos un poco, así que se les acercó amenazadoramente, mostrándoles sus colmillos. Eso fue más que suficiente para que los hombres lobo salieran corriendo despavoridos rumbo a su hogar.
Viktor tomó el collar del suelo y puso total atención en el joven inconsciente sobre la nieve. No sabía mucho de salud humana, pero al menos se aseguró de que respirara y de que su corazón siguiera bombeando sangre. Una vez seguro de que seguía vivo, lo tomó en brazos, sorprendiéndose de lo liviano que era.
Lo llevó a su castillo, no se atrevía a llegar a la casa del joven y entregárselo a su hermana, pues seguramente pensaría que él le hizo daño.
OoOoOoO
Despertó con un fuerte dolor de cabeza, confundido y mareado. Se quedó viendo el techo sobre su cabeza, tratando de recordar lo ocurrido, muy pronto lo hizo y se exaltó considerablemente.
Lo último que había abarcado su visión completa, había sido el rostro de aquel vampiro.
Intentó levantarse, pero unos fuertes brazos lo detuvieron, regresándolo a su lugar inicial sobre el mullido colchón. Miró a aquella persona y el aire se atoró en su garganta.
—Oh por Dios —dijo en apenas un murmullo, estaba tan pálido como el vampiro ante sus ojos.
—Tranquilo. Creo que ya sabes quién soy, pero quiero que sepas que no voy a hacerte daño. Lo prometo.
—Eres un vampiro.
—Mi nombre es Viktor Nikiforov —se presentó cortésmente.
—¡Eres un vampiro! —estaba muy exaltado, tenía miedo.
—Puedes llamarme sólo Viktor, o Vitya. Ahora que lo pienso… —se llevó un dedo a los labios, meditando—… Ha pasado más de un milenio desde que alguien me llamó así —no sabía por qué, pero Yuuri le inspiraba esa confianza de hablar sobre cualquier cosa.
—Eres un vampiro…
—Creo que ya nos quedó claro qué es lo que soy —se burló un poco—. Oye, estás temblando. Ya te dije que no voy a hacerte nada malo.
Se le acercó bastante y puso su mano en la frente del humano.
—Estás helado, tengo entendido que eso no es normal en las personas ¿Tienes frío? ¿Quieres una manta?
—E-estoy bien, gracias —no podía creer que estaba hablando con el tenebroso vampiro. Lo miró más de cerca, quedando fascinado con su belleza.
Era la primera vez que veía a uno de su especie tan de cerca, lo mismo ocurría con Viktor, así que ambos se estudiaron con lentitud.
Yuuri quedó apresado por la belleza desbordante de ese hermoso ser. Miró sus labios finos, tan rojos como la sangre que ingería, contrastando bastante con su tez tan pálida como la porcelana. Pero lo que más llamó su atención de él, fueron sus ojos tan azules como el cielo en un día de verano. Sus ojos eran profundos, sus pestañas y cejas de color platinado eran demasiado llamativas, al igual que su hermosa cabellera plateada y corta.
Todo en él era hermosura pura, sus ojos, su expresión, su piel, su cabello, sus… colmillos al sonreír. Bueno, eso último le daba verdadero pavor.
—Hola Yuuri ¿Ya no estás en shock? —preguntó con simpleza y en un tono gentil que no había usado en siglos.
El aludido respondió negativamente con la cabeza, aún sin creer lo que ocurría.
—Qué bueno. Por cierto, eres más bonito de cerca —invadió su espacio personal—. Tus rasgos son muy curiosos, nunca había visto a alguien como tú.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Te he seguido durante todo un año —respondió con simpleza, sonriente.
—¿Me vas a comer?
—De haberlo querido, ya lo hubiera hecho ¿No crees? —frunció un poco el ceño, intimidando sin querer a su huésped—. Lo siento, es sólo que no hablo con nadie más que mi mejor amigo, me temo que he perdido el tacto para hablar con la gente. Me disculpo por eso.
—Está bien —se sentía inseguro.
—No te preocupes por mi comida. No he ingerido sangre humana en varios meses —sonrió—. Pensé que sería una buena forma de iniciar una conversación contigo. No le he hecho daño a ningún humano en meses, por respeto a ti.
—¿A-a mí? —no entendía nada. Seguía muy asustado.
—No vas a estar tranquilo hasta que te deje en casa ¿verdad? Confía en mí, no te haré nada malo —tomó su mano y la acarició con un tierno cariño.
—¡Vi-chan! —dijo de pronto, recordando el motivo por el cual se había introducido en el bosque—. Mi mascota, salí a buscarlo y… —calló al ver el collar azul que reposaba sobre el regazo del vampiro—. ¡Tú! ¿¡Qué le hiciste?!
—No fui yo, fueron los lobos… —bajó la mirada—. Lo siento mucho, sé que era alguien muy importante para ti.
—Oh no… —sus ojos se inundaron en lágrimas de profunda tristeza—. Vi-chan… —se llevó ambas manos al rostro, totalmente devastado.
Viktor no supo qué pasó, pero un sentimiento de protección se apoderó de él, incitándolo a rodearlo con sus brazos y apretarlo contra su cuerpo.
—Lo siento mucho —murmuró en voz bajita. Sorpresivamente el menor correspondió el abrazo, desahogándose.
El golpe en su cabeza había sido lo suficientemente fuerte como para aturdirlo y dejarlo cansado, tanto, que se quedó dormido durante el abrazo.
Viktor lo acomodó de nuevo en la cama, arropándolo para que no sufriera de frío.
Poco después despertó, Viktor seguía sentado a su lado, en la cama, esperando por él. Fue algo terrorífico abrir los ojos y verlo observándole dormir.
Yuuri se incorporó hasta quedar sentado.
—Quiero ir a casa —murmuró, triste y aún adolorido.
—No puedes irte así.
El aludido se tensó considerablemente.
—¿No me dejarás ir?
Viktor suspiró.
—No eres mi rehén —se levantó de la cama y señaló su tobillo inflamado—, pero tampoco te puedes ir así como así, además, el bosque es muy peligroso. Por eso… déjame llevarte a casa.
El otro se tensó aún más cuando el vampiro puso sus manos sobre él, dispuesto a cargarlo.
Yuuri terminó siendo cargado a modo "princesa". Viktor lo envolvió en uno de sus abrigos y así salió de su hogar, rumbo al del menor, éste se maravilló al ver que salían de un hermoso y tenebroso castillo, dejaron éste atrás y se adentraron en el bosque. Viktor se movía por ahí con bastante familiaridad.
—Tiene corazón —pensó Yuuri al recargar su cabeza contra el pecho del vampiro y escuchar fuertes latidos—, pero está helado, casi como un cadáver.
Muy pronto llegaron a las afueras del pueblo.
—Ten cuidado, te pueden ver —le advirtió Yuuri.
El mayor sonrió, feliz de que se preocupara por él.
—Conozco el camino a tu casa a la perfección, sé por dónde andar sin ser visto, así que no te preocupes —sonrió y Yuuri desvió la mirada.
Llegaron a la casa y Viktor dio un salto increíble hasta llegar a la habitación de Yuuri en el segundo piso, abrió la ventana y entró por ésta sin hacer ruido alguno.
Lo metió a su cama y lo arropó después de quitarle el abrigo y los zapatos. Yuuri no entendía por qué era tan bueno con él.
Faltaba poco para el amanecer, así que se apuró en despedirse.
—Yuuri, si nos volvemos a ver ¿Me vas a temer?
—Yo… —se puso muy nervioso—. ¿Quieres que nos volvamos a ver?
—Sí. Quisiera verte de nuevo, charlar contigo. ¿Aceptas?
El menor asintió sin siquiera pensarlo, momentos después se reprendió por esa insensatez.
Viktor miró el horizonte por la ventana, estaba a punto de salir el sol.
—Tengo que irme ¿Seguro que estarás bien? Te golpeaste muy feo en la cabeza.
Yuuri asintió, estaba un tanto ido, todavía creía que todo aquello era sólo una alucinación, producto de su golpe en la cabeza.
—Te veo mañana en la noche, a las afueras del pueblo.
—Espera —lo detuvo antes de que saltara por la ventana—. ¿Cómo te llamas?
—Vitya —le guiñó un ojo y saltó, desapareciendo de ahí.
No supo por qué, pero prefirió no contarle a su hermana sobre lo ocurrido con el vampiro, incluso él lo dudaba. Tuvo que pellizcarse para ver que todo fuera real, pues no podía creerlo.
Esperó a que Mari saliera de su turno en el hospital para que llegara a casa y lo revisara. Y así fue. La pobre se escandalizó al verlo malherido, pero se tranquilizó un poco cuando vio que nada grave le había ocurrido.
Yuuri terminó explicándole parte de lo que sucedió, le enseñó el collar de Vi-chan y ambos hermanos se echaron a llorar. Habían perdido a un integrante de la familia.
Entrada la madrugada, el joven dejó de llorar solamente porque se quedó dormido abrazado a su almohada.
Y en esa noche, Yuuri Katsuki tuvo el sueño más extraño de su vida.
—¡Yuuri! Vamos a jugar juntos —la voz animada de un niño apareció en su sueño, intentaba verlo al rostro, pero sólo conseguía ver una mancha borrosa por más que intentara enfocar su vista.
Dentro del sueño, aceptó la mano que le extendía ese niño. Se fueron juntos a jugar en un bosque oscuro y nevado.
La escena cambio por completo, ahora podía verse a sí mismo sentado frente a un piano negro de cola, tocándolo con la misma maestría de siempre. Lo que no se esperó fue que un violín comenzara a acompañarlo. Sin dejar de tocar, miró a su acompañante y le sonrió, de nuevo no podía distinguir bien su rostro, pero le hacía feliz saber que estaba ahí. Era un jovencito alto y de cabellera larga y plateada. No podía ver su expresión, pero estaba casi seguro de que le sonría.
En la siguiente parte de su sueño se vio a sí mismo, caminando por los pasillos de un gran y antiguo castillo. Estaba solo, o al menos así fue hasta que se observó corriendo en dirección a ese joven alto y de cabello plateado. Vio cómo su yo del sueño se echaba a los brazos abiertos del otro.
Los miró más de cerca, quiso observar el rostro del desconocido, pero se distrajo por completo con el par de colmillos que se asomaban por sus propios labios. ¡Era un vampiro!
Luego miró al extraño, distinguiendo de su rostro sólo los mismos colmillos afilados. Era un vampiro y se encontraba abrazando a otro. ¡Vaya locura!
El punto culminante del sueño llegó cuando al vampiro mayor se le ocurrió acortar la distancia entre ambos, robándole un beso.
Fue extraño, pero a pesar de estar viéndose a sí mismo en los brazos de aquél, podía sentir cada roce de sus labios, su calor y su aroma, podía percibirlo todo.
Despertó agitado y sudoroso. No sabía describir el cúmulo de emociones que embragaban a su corazón, pero de lo que sí estaba seguro, era de la enorme nostalgia que se instaló en su ser.
Sintió las mejillas mojadas, grande fue su asombro cuando se llevó las manos ahí, notando que estaba bañado en lágrimas que no dejaban de brotar de sus ojos.
Estaba triste, emocionado, lleno de nostalgia, pero sobre todo… estaba muy desconcertado ¿Qué habían sido todos esos sueños? Se sintieron tan reales.
Lo que seguía sintiéndose como una fantasía, era lo ocurrido en la noche con el vampiro, no, con "Vitya". Miró su pie vendado y sintió el moretón en su cabeza, en efecto había ocurrido.
Yuuri se quedó en cama todo el día, de luto por la muerte de su queridísima mascota y reposando sus heridas. Durante todo el día no dejó de darle vueltas a las palabras del vampiro, "Te veo mañana en la noche, a las afueras del pueblo" le había dicho.
¿Pero cómo rayos iba a ir estando lastimado del tobillo?
Definitivamente no iría, quizás así lo dejaría en paz y volvería a su vida común y corriente.
Pero vaya que estaba equivocado, pues apenas se ocultó el sol, un vampiro sonriente y entusiasmado apareció por su ventana, sacándole un susto inmenso.
—Hola Yuuri. Lo siento, quizás debí lanzar piedras a tu ventana.
—No esperaba verte —aún tenía una mano sobre su pecho, tratando de calmar a su asustado corazón.
—Decidí venir a verte. En la mañana, cuando llegue a casa, me di cuenta de lo estúpido que fui. Te pedí que nos viéramos en el bosque, pero obviamente no ibas a poder pararte de la cama ¿Cómo sigues?
—Estoy bien. Mi hermana es enfermera y me revisó. No fue nada grave.
—Me alegra escuchar eso.
Yuuri lo miró extraño. No entendía por qué seguía sentado en el alféizar de la ventana, sin atreverse a poner un pie dentro del cuarto.
—¿Estás esperando a que te dejé pasar o algo por el estilo?
—Sí —sonrió con simpleza—. ¿Puedo?
—Uhm… sí, adelante —seguía un tanto incrédulo.
Entonces Viktor se adentró a la habitación, tomándose la confianza de sentarse en la orilla de la cama. Ahí pudo apreciar mejor el aroma de Yuuri, éste lo dejó embotado por unos segundos sin poder decir o reaccionar a nada.
—¿Qué pasa?
—Hueles muy familiar.
—¿A qué huelo? —se olfateó a sí mismo.
—No lo sé, hueles bien —musitó con una extraña expresión tranquila—. Me trae recuerdos.
—¿Sobre qué?
Una risita cantarina escapó de los labios del vampiro.
—No tengo idea.
Yuuri juntó ambas cejas, no entendía a ese ser. Entonces se detuvo a mirarlo unos segundos, iba completamente vestido de negro, con un largo abrigo. No era como se lo había imaginado todo el tiempo, no tenía una capa larga de fondo rojo y cuello alto, no tenía una cara horripilante y mucho menos daba miedo, al contrario, era hermoso. Era un ser tan precioso que no se imaginaba que fuera real. Sus ojos celestes era lo que más resaltaba de su ser, eso y sus colmillos al hablar o sonreír. Pero fuera de eso pasaría como cualquier otra persona, sólo que muy pálida; su cabello era corto y extrañamente plateado.
El menor se inclinó un poco hacia delante, quería acercarse a ese ser, Viktor lo miró, curioso, pero no se movió de su sitio sino hasta que sintió un dedo del otro picándole la mejilla.
—¿Aún no crees que soy real? —se rio un poco—. Lo soy.
—Ya veo… —volvió a sentarse en su sitio, sin saber qué decir o hacer.
—No me tengas miedo ¡No hago daño!
Yuuri lo miró con desconfianza.
—Bueno, a ti no.
Se quedaron en un incómodo silencio que fue interrumpido por la grave voz de Viktor.
—Yuuri, me interesa ser tu amigo ¿Puedo serlo?
El aludido no supo por qué, pero se emocionó mucho y un extraño nerviosismo lo invadió.
—S-sí.
—¡Entonces vendré a visitarte a diario! Luego, cuando te recuperes, irás a mi casa y…
—¡¿A tu casa?!
—¡Sí!
Viktor tuvo que visitarlo varios días seguidos para que Yuuri comenzara a tenerle un poco de confianza. Fue hasta que se recuperó de su tobillo, que el vampiro le pidió que se vieran en otros sitios diferentes para variarle a las cuatro paredes de su habitación.
En un principio Yuuri estuvo renuente a ir de nuevo al hogar de él, pero al menos aceptó verlo en un bello claro en medio del bosque. Ahí pasaban horas desde el anochecer, charlando y conociéndose cada vez más.
Ese claro se volvió su punto de reunión, un lugar muy especial.
Yuuri sentía una inmensa curiosidad con respecto a Viktor y su naturaleza, también sobre su vida, su edad y todo lo que girara en torno a él. Así fue como comenzó a llenarlo de preguntas, claro, luego de tomarle un poco de confianza.
—¿Qué edad tienes, Viktor?
—Llámame Vitya —insistió por milésima vez, mismo número de veces que Yuuri lo había ignorado, llamándolo por su nombre original—. ¿Cuántos crees que tengo?
—Aparentas unos… ¿Treinta?
El aludido se llevó una mano al pecho, fingiendo un fuerte dolor.
—En realidad tengo 2,028 años
—¡¿Qué?! —se exaltó mucho—. ¡¿Tantos?!
—En años humanos equivale a 28, por eso me dolió que calcularas treinta.
—Eres más viejo de lo que creí ¿Puedes vivir tanto? ¿Eres inmortal?
—No realmente. Los vampiros somos altamente longevos, en especial los de raza pura, somos casi eternos.
—¿No hay forma de que puedas morir?
—Claro que la hay —quitó la nieve que había sobre un tronco caído y se sentó, invitando a Yuuri para que hiciera lo mismo—. Podemos morir de diversas formas.
Yuuri se sentó a su lado, escuchándolo atentamente.
—¿Mueren con el ajo?
El otro casi se fue de espaldas, carcajeándose de lo lindo.
—Eso es sólo un mito —se limpió una lagrimilla que brotó por su risa—. Pero si te lanzan un montón de ajos créeme que es muy molesto ¡Apestan!
—Vaya —sus ojos cafés estaban muy abiertos—. ¿Y qué hay de la estaca al corazón?
El otro volvió a reír, pero más calmado.
—Dime ¿Quién no se moriría con una estaca clavada al corazón? —se burló.
—Suena lógico. Uhm… ¿Y la plata?
Esta vez Viktor no se rio ni sonrió.
—Eso es correcto, Yuuri. Los vampiros somos muy vulnerables a ella, en especial a las balas, éstas se disuelven en nuestro cuerpo, intoxicando nuestra sangre y matándonos fácilmente.
—Vaya —se puso triste.
—¿Qué ocurre?
—No quisiera que te hicieran daño.
Esas simples palabras inundaron de dicha al vampiro, no se contuvo y lo abrazó.
—No te preocupes, no dejaré que pase eso. No ahora que tengo un nuevo amigo —lo apretó con mucha fuerza a su pecho, notando en el acto que el pequeño estaba helado.
Se separó del abrazo y se quitó el abrigo para ponérselo encima al menor, éste se sonrojó tiernamente y le sonrió como agradecimiento.
Yuuri se perdió unos momentos en el aroma tan delicioso de ese abrigo ¿Viktor usaría loción? O quizás era su olor natural.
—¿Vives solo? —continuó con la serie de preguntas. Se suponía que estaban conociéndose mejor.
—Sí —su mirada entristeció un poco.
—¿Y tu familia? —se arrepintió de haberlo preguntado, sus ojos celestes entristecieron terriblemente.
—Es una larga historia… —vio que el otro lo quiso interrumpir, así que prosiguió de inmediato—… que te voy a contar en resumen —sonrió de lado.
Yuuri asintió y se acomodó mejor en el tronco, cubriéndose con el abrigo y sintiendo el calor que éste le brindaba.
—Yo era apenas un adolescente cuando todo ocurrió. Lo que tú conoces como hogar, antes era un reinado inmenso, cinco veces más grande de lo que es ahora. Mi padre gobernaba con sabiduría, logrando que todo se mantuviera en perfecto balance y armonía, hasta que un día… los habitantes del reino descubrieron nuestra condición.
—¿Descubrieron que eran vampiros?
Viktor asintió.
—¿Y qué pasó después?
—Asesinaron a toda mi familia. Mis padres, hermano, primos, amigos; todos murieron porque ninguno se atrevió a levantar la mano contra un humano. Ellos respetaron el acuerdo de no hacerles daño, lo respetaron hasta su muerte.
—Lo siento tanto —puso una mano sobre su hombro. No era bueno consolando a la gente, pero al menos lo intentaba.
Viktor esbozó una pequeña sonrisa cargada de amargura.
—Voy a decirte algo, Yuuri, y espero que no dañe nuestra amistad.
—Dilo —se puso nervioso.
—Hasta poco antes de conocerte, yo repudiaba a la raza humana. Los asesinaba sin piedad para alimentarme y luego botar sus cadáveres en medio del bosque. Estaba resentido por lo que le hicieron a mi familia.
El menor tragó en seco, más nervioso que antes.
—Pero ahora no es así. Los respeto por amor a ti.
—¿A-amor?
—Sí.
El vampiro no entendió la magnitud de sus palabras y tampoco el caos emocional que provocó en el joven.
—Luego de que asesinaran a toda mi familia y amigos, quedé solo. Y al ver lo que había ocurrido a mi alrededor, la ira me inundó por completo…
—La batalla sanguinaria —musitó en un hilo de voz.
—¿Así la llaman? —parpadeó, sorprendido.
—Bueno, es una leyenda que se remonta a más de mil años atrás. La leyenda dice que este pueblo antes era un lugar muy hermoso, reinado por una familia muy amada por todos sus súbditos. Todo fue armonía, hasta que descubrieron que la familia real eran todos vampiros. Se desató una guerra y los humanos salieron casi triunfantes, mataron a toda la familia y seres cercanos de éstos, excepto al príncipe heredero, quien se defendió fieramente, y que, al ver que habían asesinado a toda su familia, se desequilibró mentalmente y comenzó a matar a diestra y siniestra hasta que el pueblo se redujo a un solo habitante: él.
—No dejé ni una persona con vida —murmuró al viento, mirando el cielo oscuro y nublado—. Sinceramente no recuerdo mucho de los días previos o posteriores a eso. Todo es muy confuso en mi mente.
El aire se escapó de los pulmones de Yuuri, asustado. Se quedó en silencio, meditándolo unos momentos.
—Eres… ¿Eres un príncipe? ¡Eres el príncipe Nikiforov!
—Lo soy —rio un poco por la sorpresa en su bonito rostro.
—No pensé que fuera cierto, es decir… ni siquiera hay un castillo cerca y la leyenda dice que lo había.
—Claro que lo hay, ahí vivo. Fue a donde te llevé cuando nos conocimos, sólo que nadie puede llegar a él, hay un hechizo que le impide ser encontrado.
Yuuri se puso pálido y recordó el castillo que alcanzó a ver cuando Viktor lo llevaba de vuelta a su casa esa noche en que se conocieron. La leyenda era cierta y en ese preciso instante se encontraba frente a un asesino de gran magnitud.
—Tuviste tus razones —aseguró Yuuri después de un rato de meditar la situación—. No puedo juzgarte por lo que hiciste, pues de haber estado en tu lugar… creo que hubiera hecho lo mismo. Mataron a toda tu familia, apenas eras un adolescente. No te voy a juzgar.
Los ojos celestes se abrieron con mucha sorpresa al escuchar esas palabras, lo miró así durante unos segundos, hasta que Yuuri tomó el valor de acortar la distancia entre ambos y darle un cálido abrazo. Eso removió antiguos sentimientos en el corazón frío del vampiro, quien correspondió al instante y no lo soltó ni siquiera cuando sus brazos se acalambraron.
—Yuuri, hueles muy dulce —lo apretó más hacia su cuerpo, fue por mero instinto, no fue consciente de que usaba más fuerza de la necesaria.
—N-no huelo dulce.
—Claro que sí —aspiró el aroma de su cuello, haciéndole cosquillas—. ¿Por qué hueles tan delicioso? —preguntó con voz ronca y pausada, embriagándose por completo con ese olor.
—Oh por Dios —pensó el otro, dándose cuenta de lo que podía ser aquello.
Lo que no entendía, era cómo Viktor había logrado percibirlo ¿Sería él un alfa? ¿O solamente se trataba de sus sentidos hiperdesarrollados?
Tenía que irse a casa, cuanto antes. Pero no pudo hacer mucho, Viktor lo estaba sujetando con fuerza, afianzándolo a su cuerpo sin dejarle escapatoria.
—Viktor —balbuceó, nervioso.
—¿Uhm? —seguía perdido en ese delicioso olor.
—Necesito ir a casa, no me siento bien.
Esas simples palabras fueron suficientes para que el vampiro se le separara de inmediato, mirándolo para comprobar su estado.
—¿Qué te ocurre? ¿Te duele algo?
El joven se encogió sobre sí mismo, tratando con todas sus fuerzas no expedir ese aroma que tanto odiaba, pero algo extraño le sucedía: no podía controlarlo en lo absoluto.
—¿Yuuri? —se angustió de verdad. No entendía lo que ocurría.
—Necesito ir a casa, mi hermana puede ayudarme —se puso de pie con dificultad, dejando caer sobre la nieve el abrigo que le había prestado. Pero no llegó ni dos pasos lejos de su lugar, unos horribles espasmos atacaron su vientre, haciéndolo caer de bruces al suelo.
Viktor lo socorrió de inmediato, levantándolo en brazos y tomando el abrigo para cubrirlo. Había notado que su delicioso aroma se había incrementado exponencialmente y tal parecía que estaba vinculado con su malestar.
—Llévame a casa, Viktor. Por favor —suplicó con una voz tan frágil que alertó todos los sentidos del mayor, incitándolo a protegerlo contra cualquier cosa. Un extraño instinto de protección afloró de su ser.
En pocos minutos llegaron a la casa Katsuki, Yuuri le pidió que entrara por su ventana, para no asustar a su hermana en caso de que ya hubiera llegado de su guardia en el hospital.
—Pero… ¿Qué es lo que te pasa? —inquirió el vampiro con verdadera mortificación, depositándolo en su cama y sentándose a su lado, no se le quería separar ni un segundo.
Las mejillas del menor se pusieron más coloradas por tener que decirlo ¿A caso Viktor no lo entendía a simple vista?
—E-es mi celo. Se adelantó.
—¿Celo?
Entonces Yuuri Katsuki se dio cuenta de que Viktor en realidad no entendía nada. Pero tampoco tenía ánimos ni valor para explicarle aquello.
—Lo siento, Viktor, pero necesito estar solo.
—¿Por qué? —estaba cada vez más confundido.
—No me siento bien, necesito que te vayas.
Esas palabras hirieron un poco al vampiro.
—Por favor —suplicó en un jadeo que sonó demasiado incitador para Viktor, quien se estaba controlando para no echársele encima, abrazarlo, besarlo y…
Viktor se llevó una mano al rostro, azorado por los pensamientos sucios que asediaban a su mente, no entendía qué era lo que estaba desencadenando esas extrañas reacciones en su cuerpo.
—No puedo dejarte solo.
—Por favor.
—No, no me estás entendiendo. No puedo, algo no me deja irme —con sus ojos profundos y fijos en el menor, se quitó los zapatos y se metió a la cama junto con él, ajeno a las múltiples sensaciones placenteras que provocaba en Yuuri con el simple hecho de rozar su piel con la de él.
—V-viktor —jadeó cuando sintió sus fuertes brazos afianzándolo hacia él. Yuuri pudo percibir el masculino aroma del otro con más intensidad que nunca.
No había duda, Viktor era un alfa.
—Dijiste que tu hermana podía ayudarte, pero ella no está en casa. Me quedaré a tu lado hasta que ella llegue —lo abrazó con mucha fuerza desde la espalda, ambos estaban acostados en pose de cucharas.
Viktor puso ambas manos sobre el vientre de Yuuri, pegándolo así más a su cuerpo. El menor jadeó nuevamente mientras que el otro no entendía a ciencia cierta lo que ocurría. Sin embargo, no podía controlar su deseo de estar más pegado a él.
—Estás ardiendo en calentura ¿Tiene fiebre? Hay que disminuirla —se le separó un poco sólo para verlo mejor.
—N-no, es normal —su respiración estaba muy agitada y sus ojos un poco llorosos. Se estaba controlando mucho, era la primera vez que estaba cerca de un alfa y eso lo estaba volviendo loco. Había pensado que éstos se encontraban extintos.
Yuuri se giró en la cama, para poder tener de frente a su amigo. Grande fue su asombro al encontrarse con sus ojos celestes inundados en deseo, al parecer también se estaba controlando bastante.
—No me veas así —escondió su cabeza en el pecho del mayor.
—¿Así? ¿Cómo? —preguntó, sorprendiéndose con lo grave que salió su voz.
—Así… —se aferró a las ropas de Viktor, soltando un par de lágrimas, el mayor de inmediato las limpió, preguntándose qué podría hacer por su amigo. Se entretuvo acariciando la mejilla de Yuuri con una mano, mientras la otra rodeaba su cintura pequeña. Entonces se le ocurrió pegarlo más a su cuerpo y…
—Oh Yuuri —jadeó al sentir la excitación del menor. Sin embargo, no entendía qué había desencadenado todo aquello.
—¡Vete! —lo empujó con ambas manos, usó mucha fuerza, pero no logró moverlo ni un centímetro lejos de él.
—¿Por qué? —esa pregunta iba dirigida a muchas cuestiones ¿Por qué lo alejaba? ¿Por qué estaba tan excitado? ¿Por qué no le permitía ayudarle a bajar ese calor? Eran amigos, podría ayudarlo en eso, si quisiera.
—Es vergonzoso —se cubrió el rostro con ambas manos—. Por favor, vete.
—No sé qué te está pasando, pero parece que es en contra de tu voluntad, puedo ayudarte con esto… —deslizó su mano grande por la cadera de Yuuri, descendiendo hasta acariciar aquel bulto por encima de su ropa.
Yuuri se avergonzó tanto que volvió a empujarlo, ahora con más fuerza, gritándole.
—¡Basta! ¡No, no quiero!
El vampiro se avergonzó por sus actos y estúpidos impulsos.
—Lo siento —había sucumbido al ver esos ojos castaños llenos de lágrimas, vio que en verdad no quería aquello. Se alejó de él y lo dejó solo en la cama. Yuuri de inmediato se cubrió con las sábanas hasta la cabeza.
—No, discúlpame tú a mí. Me ayudaste a venir hasta mi casa, no habría podido hacerlo solo, pero ahora… en verdad necesito que no estés aquí.
—¿Me voy?
—Por favor. Lo siento Viktor, no podremos vernos en un par de días.
—¿Estarás bien? —su voz estaba llena de preocupación.
—S-sí, no es nada grave ¿De acuerdo? —no se atrevió a salir de su escondite bajo las sábanas.
—De acuerdo, si no apareces en el claro en dos días, vendré a buscarte ¿Si?
—Está bien —respondió. Su voz salía amortiguada por las mantas. Pero el aliento casi se le fue cuando sintió algo sobre su cabeza, seguido del sonido de un beso.
—Por favor cuídate, estaré al pendiente tuyo —sin decir más, se fue, dejando a Yuuri con su desbocado corazón latiéndole con fuerza en sus oídos.
Viktor cumplió con su palabra, lo dejó recuperarse ese par de días, sin embargo, no dejó de cuidarlo de lejos. Pasó horas sentado en el alféizar a fuera de su ventana, afortunadamente su cuarto estaba en la parte trasera de la casa, así ningún vecino se dio cuenta de su presencia allí.
Desde ahí estuvo al pendiente de su bienestar, aunque tuvo que hacer uso de su fuerza de voluntad en algunos momentos, pues hubo ciertos lapsos de tiempo en los que el olor de Yuuri se hizo mucho más intenso, provocándole unas gigantescas ganas de entrar y abrazarlo. Lo escuchó llorar muy quedito, eso lo angustió, pero no rompió su palabra y esperó lejos.
Durante el día se iba a su castillo, frustrado por no poder estar a su lado más tiempo. Pero fue entonces que recibió visitas inesperadas.
—¿Qué haces aquí?
—¿Así recibes a un viejo amigo?
—Chris, no estoy de humor.
—Tú nunca lo estás —se pasó al castillo como si fuese su casa.
Había estado ahí sólo una vez, así que aún seguía sorprendiéndose por la belleza espeluznante del lugar.
—Mentira, estás de buen humor sólo con Yuuri —se corrigió a sí mismo.
—¿Qué quieres?
—Hablé con Mari y me dijo que su hermanito está en celo. Así que vine a verte para ver cómo lo estás sobrellevando.
El mayor alzó una ceja, confundido.
—No te entiendo.
Ahora fue el turno de Chris para alzar una ceja.
—Viktor, eres un alfa y Yuuri un omega que entró en celo ¿No te afectó eso en lo más mínimo?
—¿Alfa, omega?
—Oh por Dios.
—¿Qué? —preguntó con hastío. Le mostraba sus colmillos inconscientemente, estaba muy enojado.
—¿Tienes biblioteca aquí?
Viktor asintió y lo llevó al lugar mencionado. Chris quedó maravillado con la inmensa colección de libros. Era todo un salón con cientos de estanterías desde el piso hasta el techo.
Buscó un par de ejemplares sobre lo que necesitaba y golpeó a Viktor en la cabeza con ellos.
—Ten, edúcate.
—¡Oye! —le gruñó al lobo.
—Tú eres un alfa y Yuuri es un omega. Este tipo de seres están casi extintos, excepto en nosotros, los lobos. Pero encontrarlo en un vampiro es extraño, mucho más en un humano.
—¿Y qué tiene eso de relevante?
—Dios, en serio no sabes nada. Pensé que te habías acercado a Yuuri en primera instancia por ser el último omega en todo el país.
—¿Qué?
—No hay más como él, al menos no hasta ahora. Lo mismo ocurre con los de tu especie, al parecer eres el último vampiro. Por eso creí que buscabas a Yuuri para aparearte y tener pequeños monstruos chupa-sangre como tú.
Las mejillas del vampiro se tiñeron de un casi imperceptible rosa.
—¿Aparearnos? Pero él es hombre, igual que yo.
—Lo es, pero su naturaleza omega le permitirá darte hijos.
—Wow…
—¡Vamos viejo! ¿En serio no sabías ni siquiera que eres un alfa?
—No —frunció el ceño. Un fuerte dolor de cabeza lo estaba molestando bastante.
—¿Yuuri comenzó a comportarse extraño?
—Un poco. De repente se sintió mal, su aroma se intensificó y él…
—¿Quería que lo follaras?
—No exactamente, bueno sí, pero al mismo tiempo parecía que no.
—Es normal, entró en celo. Es el periodo de tiempo en el que es más fértil. Se le pasará en un par de días —hizo un ademán con la mano, restándole importancia.
—Fue lo mismo que él me dijo.
—Estará bien. Lee estos libros por mientras, lo entenderás mejor —palmeó su espalda antes de darse media vuelta con rumbo a la salida—. Oh, casi lo olvido. Lee el apartado sobre "Marcas" necesitas saber bien lo que es eso y cómo funciona. Si amas a Yuuri querrás marcarlo antes de que otro alfa lo haga.
Viktor lo miró entre sorprendido, asustado, y confundido.
—Hay muchas manadas de hombres lobo. Yo soy el alfa de la mía y ya tengo pareja, pero los demás siguen en búsqueda. Yuuri es muy apetecible, mi amigo.
Como respuesta a ese último comentario, Viktor le mostró sus colmillos en todo su esplendor, causándole tremendos escalofríos al lobo.
—Está completamente enamorado —pensó, riendo para sus adentros.
Chris no dijo nada más y se fue.
Viktor pasó el resto del día leyendo, devorando ese par de libros gordos que su amigo le recomendó. Entonces descubrió muchas cosas, no, más bien las recordó, porque todo eso ya lo sabía, pero por alguna razón lo había olvidado por completo.
Terminó de leer los libros antes del anochecer, para ese momento podía ver la situación de una manera muy distinta, y se asombró por la fuerza de voluntad que tuvo su Yuuri.
Sin poder evitarlo, se fue corriendo hasta la casa de él. Ya habían pasado dos días desde que su celo comenzó, su aroma ya no era tan intenso, era sutil y delicado, como cuando lo conoció. Eso lo animó a entrar por su ventana sin avisar.
—¡V-viktor!
—Lo siento —se dio media vuelta, mirando hacia la pared—. Debí de haber llamado antes de entrar.
Y es que Yuuri se estaba cambiando de ropa. El corazón de Viktor se aceleró considerablemente al verlo sólo en ropa interior. Su piel tenía un bonito color, cálido. Su cuerpo era más delgado de lo que parecía con toda la ropa que siempre llevaba encima por el frío. Sin duda alguna era un joven muy lindo.
—Ya puedes voltear —le dijo con una voz tímida.
De inmediato Viktor se giró. En dos zancadas largas llegó hasta él y lo apresó contra su pecho, aspirando su aroma y sintiendo su calor.
—¿Ya te encuentras mejor, Yuuri? —preguntó con una voz suave y profunda, llena de amor. Esto hizo temblar las rodillas del joven.
—Estoy muy bien —correspondió el abrazo, cerrando los ojos y dejándose llevar por su agradable presencia—. Contigo aquí estoy mucho mejor.
—Me alegra tanto —suspiró y se separó del abrazo—. Yuuri, necesito hablar contigo sobre algo importante.
—¿Qué ocurre? —se preocupó.
Viktor tomó su mano y lo llevó hasta el borde de la cama, donde ambos se sentaron. Ahí pudo ver el abrigo que le había prestado días atrás. Lo vio debajo de la almohada, no dijo nada, sólo sonrió para sus adentros.
Entonces Viktor comenzó a explicarle su situación y el motivo por el cual había actuado tan extraño cuando entró en celo.
—¡¿En serio no sabías nada de eso?! —se azoró bastante.
—No, un amigo se encargó de explicarme.
—Pero… ¿tus padres nunca charlaron contigo sobre esos temas?
—Lo hicieron —sonrió con nostalgia y un tinte de diversión al recordar nítidamente ese momento. Sus padres habían estado más abochornados e incómodos que él al hablar de esos temas, después de todo, Viktor siempre había sido muy desinhibido para esas cosas.
—¿Entonces?
—¿Recuerdas cuando te dije que no tenía algunas cosas claras en mi mente?
Yuuri asintió.
—Bueno, eso fue lo que sucedió. Es como si tuviera memorias selladas en mi interior —hizo una mueca indescifrable—. Es un tanto frustrante, pues incluso olvidé mi naturaleza de alfa.
—Entonces sí eres un alfa —se sonrojó bastante.
—Sí ¿Qué creías? —sonrió coquetamente.
—Nada —mintió. La verdad es que estaba muy feliz de confirmar ese hecho.
—Y a lo que iba con todo esto es que… —tomó sus manos—…no quiero que sufras tanto en tu próximo celo. Así que déjame pasar el siguiente celo a tu lado, déjame ayudarte ¿Si?
—¡¿Qué?! —casi le salió humo por los oídos.
Viktor posó una mano sobre su cintura y lo acercó más a él, besando así su frente.
—Me gustaría pasar esos días con Yuuri —dijo tiernamente, besando ahora su mejilla—. Y ayudarle a bajar su calentura —besó su cuello con mucha suavidad.
—V-viktor… —suspiró.
A partir de ese día se hicieron mucho más cercanos. Se veían a diario y durante más horas. Yuuri se desvelaba mucho por pasar casi toda la madrugada al lado del vampiro. Eso muy pronto le trajo malas consecuencias, pues no rendía de igual forma en su día a día, siempre nadaba cansado, ojeroso y se quedaba dormido en su trabajo.
Viktor lo notó, así que tuvieron que imponer un horario flexible que le permitiera a Yuuri descansar lo necesario.
Tuvieron que transcurrir meses para que Yuuri aceptara ir de nuevo a su castillo. Viktor se puso tan feliz cuando aceptó, que no soltó su mano en todo el camino. Atravesaron el claro en el que comúnmente se veían, ahí el vampiro le indicó que faltaba la mitad del camino.
—Y dime, Yuuri ¿De dónde es tu familia?
—¿Eh? ¿Por qué lo preguntas?
—Tus rasgos son muy diferentes a los de los habitantes de este país. He vivido aquí toda mi vida, así que estoy seguro de ello —rio un poco.
—Bueno —se rascó una mejilla—. Tengo ascendencia japonesa, mis bisabuelos migraron hacia Rumania junto con otras familias.
—Deberíamos ir un día a Japón, me gustaría conocer otro país.
—¿Nunca has salido de aquí?
—Jamás. ¿Y tú?
—Sí, a Japón. Mis padres se fueron a vivir a Hasetsu, un pequeño pueblo al sur del país, pero yo regresé aquí con mi hermana. Me gusta este lugar.
—¿A pesar del terrorífico vampiro que vive cerca?
—Quizás por eso permanecí aquí. Fue el destino —dijo en tono de broma, sin saber que sus palabras estaban cargadas de verdad.
—Quizás —respondió con un brillo muy hermoso en sus ojos. Apretó la bella mano de Yuuri entre la suya y siguieron el camino, les faltaba muy poco.
Llegaron al castillo y Yuuri no pudo más que maravillarse por completo por lo que veían sus ojos. La arquitectura del castillo era antigua, imponente y en verdad daba miedo.
—¿Vives solo?
—Mucho espacio para una sola persona ¿Cierto? —rio un poco—. Me acostumbré a la soledad luego de mil años.
Entraron y el lugar no era menos tétrico.
—Disculpa el aspecto oscuro y tenebroso. Ojalá lo hubieras visto en sus mejores días —sonrió, evocando lindos recuerdos.
—Aun así, es increíble este lugar —miró los techos altísimos, las paredes que parecían no tener fin y las bellas pinturas colgadas en las paredes—. ¡¿Es tu familia?! —se sorprendió al ver una pintura muy grande de la familia real.
—Lo es. Dimitri, mi padre; Yarine, mi madre; y Aleksi, mi hermano menor.
—Y tú —sonrió al ver al pequeño niño de cabello plateado y largo—. Eres tú… —se quedó mirando fijo a la pintura, ni siquiera escuchó cuando Viktor lo llamaba.
—Yuuri —insistió por enésima vez hasta que captó su atención—. Ven, quiero enseñarte algo —tomó su mano y lo llevó a un salón oscuro en el cual se escuchaban los ecos de sus pisadas al caminar sobre el fino mármol.
—¿Ahora sí me vas a comer? —bromeó.
—¡¿Sigues con eso?! —Le dio un leve codazo en las costillas—. Claro que no, tonto —encendió una a una las grandes antorchas que servían para iluminar el salón.
Así fue como Yuuri pudo ver un hermoso y antiguo piano de cola en el centro del lugar, sobre él reposaba un violín de madera oscura.
—Nunca había traído a alguien aquí, pero pensé que sería buena idea que vinieras.
—Es hermoso —caminó hacia el piano negro, acariciando su superficie impecable.
Levantó la tapa que cubría las teclas y retiró la tela de terciopelo rojo que las protegía. Cuando tuvo el ébano y el marfil ante sí, no pudo contener sus ganas de sentarse y tocar un poco.
—¿Tocas el piano? —le preguntó al vampiro, con sus ojos chocolate brillando resplandecientes.
—No —apuntó el violín con la cabeza—. Mi hermano tocaba el piano y yo solía acompañarlo con el violín —tomó el instrumento y el arco—. Estoy algo oxidado en esto, pero me gustaría intentarlo ¿Quieres?
—¡Por supuesto! —se emocionó tanto que se sentó con prisa en el banquito, estiró sus dedos y entonces una gran duda atacó su mente—. ¿Cuál quieres?
—Elige una y sorpréndeme.
Yuuri lo pensó unos segundos antes de encontrar la canción perfecta, quería ver qué tan bueno era Viktor con el violín, así que su elección fue certera.
—Es italiana.
—Podré no haber salido del país, pero te he escuchado tocar el piano más veces de las que te imaginas, además de que siempre he disfrutado mucho de la música. Anda, toca.
—Bien, pero tú tocarás y yo sólo te acompañaré —no lo dejó decir más y comenzó a tocar las primeras notas en el piano.
Vio cómo los ojos de Viktor se iluminaban al reconocerla instantáneamente. Pasaron sólo diez segundos antes de que se le uniera tocando el violín con perfecta maestría.
"Winter, The Four Seasons" de Vivaldi se escuchaba en cada rincón del castillo.
Yuuri sentía su cuerpo entero vibrar al escuchar tan sublime música saliendo del violín de Viktor. Lo había perdido, el vampiro de pronto se estaba entregando por completo a la pieza y Yuuri no podía detenerse en el acompañamiento, no podía porque igualmente estaba inmerso en su sentir, en el sonido de las teclas combinadas a la perfección con las cuerdas del violín.
Si bien el piano no destacaba mucho, le daba un toque espectacular como acompañamiento.
Llegaron al punto clímax de la canción, Yuuri despegó la mirada de las teclas para mirar a su amigo. Quedó completamente embelesado y por un momento casi perdió el ritmo de la canción. Viktor estaba tan concentrado en su música y tan apasionado, que provocó algo extraño en el pecho de Yuuri, éste estaba muy conmocionado.
Viktor se mecía muy suavemente de un lado a otro cuando el segundo arreglo llegó, calmado, suave y tierno. El movimiento en sus muñecas, brazo y hombro era perfecto, en sincronía y armonía.
El acompañamiento en piano era tan tranquilo que Yuuri no necesitó ver sus manos, mejor se perdió mirando a esa belleza ante él, sumergido en sus propias notas, tenía los ojos cerrados y hacía unas expresiones hermosas mientras tocaba.
Entonces la canción llegó a un punto en el que sólo el violín hacía acto de presencia, ahí sí, Yuuri se perdió mirándolo con infinita admiración.
La melodía estaba llegando a su fin, retomó el ritmo inicial, fuerte, intenso y dramático. Piano y violín se compenetraban perfectamente hasta que la nota final llegó.
Ambos se quedaron inmóviles, sintiendo todavía las vibraciones en sus dedos después de tocar tan hermosa melodía.
—Eso fue… increíble ¡Increíble! —fue lo primero que le dijo. Sus ojos castaños brillando con emoción hablaban por él—. ¡Tocas maravilloso!
El vampiro sonrió con nerviosismo. Tenía años de no tocar, más todavía de que alguien apreciara su talento. Era reconfortante y agradable.
—Gracias, Yuuri —se rascó la nuca, era muy modesto—. No fue para tanto.
—¡Pero claro que sí! Tienes un talento increíble.
—Practicarlo durante siglos debió dejar un buen resultado —rio—. Yo no quería aprender, pero mis padres nos consiguieron maestros de música a mi hermano y a mí —se encogió de hombros—, luego de un tiempo le tomé mucho cariño.
La mirada de Viktor se tornó algo nostálgica.
—Recordaste a tu hermano.
—Sí —sonrió levemente—. Los dos pasábamos horas tocando. Es curioso… pero desde que Vivaldi compuso "Las cuatro estaciones" los dos nos volvimos tremendos fanáticos de él.
—Por eso te la supiste tan bien.
—Pero claro que sí. También me sé las demás —se puso el violín al hombro—. ¿Spring?
Yuuri se emocionó y posicionándose de nuevo en su lugar prosiguió a poner los dedos sobre las tecas indicadas.
Así el castillo se llenó de buena música nuevamente. Los dos se compenetraban tan bien que parecían haberlo ensayado por meses.
No se dieron cuenta del paso del tiempo hasta que Yuuri miró su reloj de bolsillo. Eran las tres de la mañana.
Estaban muy entusiasmados, no querían separarse, habían descubierto ese gusto en común por la música y querían aprovéchalo más, pero Yuuri debía regresar a casa. Viktor lo acompañó, caminando lento y de la mano de él por todo el bosque.
—Viktor.
—Dime.
Habían ido en un cómodo silencio, hasta ahora.
—S-somos amigos.
—Mmm… sí.
—Tú tienes vida eterna.
—Algo así.
—Y yo no.
—No me lo recuerdes.
—¿Me convertirías en un vampiro?
—¡¿Qué!? —se detuvo abruptamente con sus ojos totalmente abiertos—. No sabes lo que estás diciendo. Yo daría lo que fuera con tal de ser alguien normal. Tú no quieres ser como yo.
El pobre se intimidó un poco por la rudeza del otro.
—No me quiero morir y dejarte solo.
—Ni lo digas.
—Pero eso va a suceder algún día.
—Será en un día muy lejano.
—Pero ocurrirá.
—Hablemos de otra cosa —siguió caminando, sin soltarle la mano.
De nuevo estuvieron en silencio, sólo que esta vez fue muy incómodo.
—Hay una manera —dijo de pronto el mayor, retomando el tema anterior—. Existe una forma de convertir a otros en seres longevos, no vivirán tanto como un vampiro de raza pura, pero tendrán una larga vida y sin la necesidad de ser un vampiro. No dependerían de la sangre, no tendrían que esperar a que fuera de noche para salir.
—¿Y por qué no hacemos eso? —le brillaron los ojos.
—Parece que sólo es un mito. Mi padre trabajaba en ello, pero lo mataron antes de que terminara su investigación.
Ahí terminó la conversación.
Lo dejó en la entrada del pueblo a petición de Yuuri, quien alegaba que podrían verlo si entraban juntos. Se despidieron con un beso en la mejilla, quedándose con ganas de algo más.
Yuuri caminó rumbo a su casa, esperando que su hermana no llegara todavía de su guardia nocturna en el hospital. Iba pensando en eso, cuando de pronto una voz conocida lo llamó a lo lejos.
—¿De dónde vienes? —su aguda y femenina voz le erizó los cabellos, pues no se esperaba toparse a su vecina afuera de la casa a esas horas.
—¡Mila! —se llevó una mano al pecho, espantado—. Fui a dar un paseo —respondió sin dudarlo.
—¿A las cuatro de la mañana?
—¿Y tú qué haces afuera? ¿No tienes frío?
—No podía dormir, tengo muchas pesadillas —se encogió de hombros, un tanto triste.
Entonces Yuuri la miró llevarse una mano al cuello, justo donde estaba la cicatriz de la mordida que le dejó Viktor.
Un extraño e incómodo sentimiento lo invadió. No podía creer que el mismo Viktor al que tanto quería le había hecho eso a su amiga. Sentía como si se tratara de otro ser, no de su vampiro.
—¿Todavía tienes pesadillas sobre eso?
—No importa que hayan pasado años, siempre viene esa noche a mi memoria, a mis sueños —suspiró—. Nunca lo superaré, no mientras ese chupa sangre siga merodeando por ahí.
—¿Qué quieres decir? —una alarma se prendió en su interior.
—No entiendo cómo la gente puede estar tan tranquila, sabiendo que hay un monstruo allá afuera que asesina gente sin piedad.
—No ha habido incidentes en estos últimos meses.
Mila alzó una ceja.
—No, extrañamente no. Pero no tardará en atacar de nuevo.
—No lo creo —respondió sin pensar. Estaba muy seguro de que Viktor no rompería su palabra y seguiría alimentándose a base de esos suplementos alimenticios.
—De todas formas, no deberías de andar en la calle a tan altas horas de la noche, es peligroso.
—Lo mismo te digo.
Mila sonrió suavemente.
—Mi hermano no ha llegado, lo esperaré aquí.
—Como tú quieras —suspiró cansinamente y se metió a su casa, pensando en esa extraña conversación.
Al día siguiente fue lo mismo. Viktor esperó por Yuuri en el claro, de ahí se fueron juntos al castillo y pasaron las horas practicando juntos.
—Enséñame a tocar piano —se sentó a su lado en el banquito.
—Por supuesto —se puso de pie y se paró detrás de Viktor para acomodarle las manos en el lugar correcto. Le indicó qué nota era cada tecla, le enseñó los acordes principales y le mostró un ejercicio que podría utilizar para agilizar el uso de ambas manos simultáneamente sobre las teclas.
Viktor aprendía rápido, en esa misma noche dominó el principio de "Twinkle twinkle little star", con una sola mano mientras Yuuri le acompañaba con la segunda.
Terminó de tocar la parte simple y cambiaron de lugares instantáneamente, Yuuri se encargó de tocar la compleja melodía y Viktor la sencilla armonía de acompañamiento.
—Me gusta esta canción —confesó Viktor con una risilla.
—¿Ya la conocías?
—No, pero te ves adorable tocándola.
Las mejillas de Yuuri se colorearon.
—Eres hermoso mientras tocas —apoyó su codo sobre las teclas y sobre la mano su rostro, el piano hizo un ruido feo.
Yuuri se puso más colorado.
—No tenía idea de que te gustar tanto la música.
—Desde que era un niño pequeño la música formó parte importante de mi vida. Cuando crecí supe apreciarla mejor, y cada vez que interpretaba alguna pieza, pensaba: "¿Qué estaré viviendo la próxima vez que toque esta canción?"
Yuuri abrió mucho sus ojos.
—Yo… yo siempre he pensado lo mismo —una sonrisa titubeante e incrédula se formó en sus labios.
—¡¿En serio?!
—Sí. La última vez que toqué Las Cuatro Estaciones de Vivaldi me pregunté qué estaría viviendo la próxima vez que la interpretara. No puedo creerlo… —se llevó ambas manos a sus mejillas.
—Nunca imaginaste que sería conmigo.
—Jamás.
—Yo tampoco. La última vez que la interpreté fue hace siglos, junto con mi hermano.
Entonces Viktor se enderezó, se pegó más al costado de Yuuri y posicionó su mano sobre la del pequeño joven tembloroso. La acarició unos segundos, manteniendo el contacto visual en todo momento. Se inclinó hacia él, perdiéndose en sus bellos ojos cafés brillando con la luz de las antorchas. Inclinó el rostro hacia un lado y unió sus labios con los de Yuuri en un casto y tierno beso.
Viktor pudo sentir la suavidad de esos pequeños labios, su calor, su vitalidad. Presionó los propios sobre los de Yuuri, los abrió y terminó atrapando el labio inferior del otro entre los suyos. No quiso terminar el beso ahí, y como vio que Yuuri correspondía levemente. No dudó en proseguir.
Tomó la nuca de Yuuri con una mano y lo pegó más a él, profundizando la caricia. La inexperiencia del menor salió a flote, lo notaba con facilidad, pero ni si quiera eso lo hizo intimidarse cuando el vampiro abrió su boca y delineó la de Yuuri con la punta de su lengua, pidiéndole acceso a su cavidad.
Yuuri abrió los labios y se dejó hacer. Intentaba seguir el ritmo del beso, pero en un principio le fue imposible, sintió que le faltaba el aire y temió que Viktor se aburriera de su falta de experiencia. Peor se sintió cuando el mayor detuvo el contacto y se le separó unos centímetros, apoyando su frente contra la de él. Yuuri temió abrir los ojos y toparse con la decepción en los de él, pero no fue así, abrió sus ojos y vio un amor infinito en esos iris azules.
—Respira por tu nariz y abre sólo un poco tus labios —susurró en voz muy bajita antes de volver a besarlo, ahora con más tranquilidad que antes.
Viktor tomó ambas mejillas del menor, acariciándolas y profundizando así más la caricia.
—Bésame Yuuri —pidió al separarse sólo un segundo, pues se había quedado quieto.
El menor hizo caso, y sin abandonar su nerviosismo, lo hizo. Se estremeció tremendamente cuando acarició los labios de Viktor con la lengua, era la primera vez que lo hacía y le había gustado bastante, pero lo que le hizo sentirse un tanto atemorizado, fue el hecho de sentir esos colmillos afilados y largos.
El beso terminó cuando Viktor encajó esos colmillos en los labios de Yuuri, lo hizo muy levemente, de manera que fuera placentero para el menor.
Se quedaron frente con frente, estudiándose en la penumbra con avidez. Sus respiraciones estaban ligeramente agitadas y sus corazones totalmente desbocados. Yuuri sentía sus mejillas arder y Viktor no podía estar más feliz. Le había robado su primer beso al pequeño humano.
—Esto es vergonzoso —se giró, ocultando su rostro de Viktor, éste se echó a reír un poco.
—Estoy feliz —lo abrazó efusivamente—. Somos más que amigos.
—¿¡Eh?!
—Ahora eres mi pareja.
—¡V-Viktor!
—¿Te molesta?
—N-no…
—¿Quieres ser mi novio?
Yuuri no respondió con palabras, sólo desapareció la distancia entre ambos y le dio un tierno y casto beso en los labios.
—Sí quiero —respondió con una serena sonrisa.
Esa noche se les fue volando el tiempo de nuevo practicando, pero no precisamente música.
—Tus labios están hinchados —le picó el inferior con un dedo.
—¡Me mordiste! ¿Qué esperabas? —se escandalizó—. ¿Se nota mucho? ¿Crees que mi hermana lo note?
—Te acompañaré a casa y me presentaré con mi cuñada.
—¡No!
—¿Por qué? —hizo puchero.
—D-déjame prepararla para esto.
Viktor suspiró.
—Si tan solo supiera que su hermana sale con un hombre lobo —entonces se sintió un tanto culpable por saber eso y no decírselo.
Finalmente lo acompaño hasta la entrada al pueblo, ahí se despidieron con un dulce beso en los labios. Yuuri tuvo que ponerse de puntillas para alcanzar a besar los labios de su novio, y éste abarcó ambas mejillas en su totalidad al tomarlas con sus manos frías.
Se dieron un abrazo al final y cada uno se fue a casa.
Lo que Yuuri no se esperó, fue ver de nuevo a Mila en el porche de su casa, sentada a la intemperie.
—¿De nuevo tarde?
—Hola Mila.
—¿Qué tanto haces en las madrugadas?
—Nada —se metió a su casa y cerró la puerta. Había entrado en pánico, no se le había ocurrido nada inteligente qué decirle, además de que le ardían los labios por tanto beso.
Durante el resto de la semana fue la misma rutina, eso no les duró mucho, pues el turno de noche en el hospital se había terminado para Mari. Durante esos días tuvieron que limitar sus horas de convivencia.
El último día que estaría hasta muy tarde con Viktor, Yuuri salió de su casa con un montón de partituras bajo el brazo. Le iba a dar nuevas lecciones de piano a su amado.
Se adentró al bosque y siguió su camino normal hacia el claro, como de costumbre, ajeno a que alguien seguía sus pasos muy de cerca.
Yuuri llegó al claro y corrió hacia Viktor cuando lo vio recargado contra el tronco de un gran pino. Se veía muy atractivo, tanto, que no resistió y le dio un hermoso beso como saludo.
—¡Oh por Dios! —la espía se llevó ambas manos a la boca, conteniendo sus ganas de gritar.
Se le había ocurrido seguir a Yuuri, preocupada porque estuviera metiéndose en problemas, pero nunca se imaginó que algo así estuviera pasando. Fue tanto su asombro que tuvo que quedarse sentada en medio del bosque, tratando de recuperarse de tan grande impresión.
OoOoOoO
Estaba por amanecer cuando o vio llegar a su casa. Lo había estado esperando ahí toda la noche, suplicando al cielo que volviera con vida.
—¡Yuuri! —exclamó a penas lo vio. Se puso de pie y fue hacia él—. Oh por Dios, estás bien. ¡¿Pero qué demonio te ocurre?!
—Mila… ¿Qué pasa? —se asustó un poco.
—Te está engañando, Yuuri. Él no es bueno ¡Es un vampiro! Recuerda que él me hizo esto —señaló la marca en su cuello.
—Baja la voz —le pidió.
—¡No! No sé qué te haya dicho para atraparte, Yuuri, pero ese vampiro es malo, ¡Es un monstruo! Y hará lo que sea necesario para engañarte y alimentarse de ti. Por favor, deja de verlo.
El aludido aun no cabía en su impresión ¿Cómo sabía todo aquello?
—No, Mila. Él no es peligroso, yo lo sé, estoy seguro.
La mujer se desesperó. Estaba al borde del llanto.
—Miente. Él miente.
—No lo conoces.
—Pero conozco sus colmillos muy bien. Él debería estar muerto. Yuuri, si no te alejas de él… —lo meditó unos segundos—… hablaré con Mari, haré lo necesario para que no te haga daño.
—¡Entiende que él no es malo!
—Claro que sí y si no hago algo pronto, te darás cuenta de ello de la peor forma —se dio media vuelta y se fue rumbo a su casa. Ya pensaría en algo para hacerla entender.
Yuuri entró a su casa, muy angustiado por su "amenaza", le preocupaba más lo que pudiera ocurrirle a Viktor.
Esperó a que llegara su hermana del trabajo para salir de nuevo. No había dormido ni comido nada, pero su necesidad de ir con Viktor y decirle todo era más grande.
Llegó al castillo por su propia cuenta y entró sin avisar, buscando a su amado por todas partes. Finalmente encontró (entre todo el laberinto de pasillos) la habitación que le pertenecía a Viktor.
Entró en silencio. Todo estaba completamente a oscuras debido a las ventanas cerradas con varias cortinas encima. En medio de la gran habitación, estaba la cama de considerable tamaño, ésta tenía un dosel. Era una habitación digna de un rey.
Se paró junto a la cama y notó que su amado dormía profundamente. Era la primera vez que lo veía hacerlo, ni siquiera tenía idea de que los vampiros durmieran.
Se veía hermoso, envuelto en su pijama, despeinado y totalmente indefenso, o eso creyó hasta el momento en el que le mostró entre sueños sus dientes, al parecer tenía una pesadilla.
—Viktor —lo llamó, moviéndolo con suavidad, pero éste no despertó.
Lo zarandeó un poco más fuerte, logrando así despertarlo. El vampiro parpadeó varias veces sin poder enfocar bien su mirada.
—¿Yuuri? —se talló ambos ojos y soltó un largo suspiro. Ni siquiera se incorporó, se quedó tumbado entre sus mullidos edredones.
—Oye ¿Te encuentras bien? —lo notó muy extraño. Se veía diferente.
—Duerme conmigo un rato —su voz grave y rasposa era demasiado sexy.
—Tengo algo importante que decirte —se exaltó un poco, azorado por la petición y al mismo tiempo preocupado.
Viktor respondió murmurando algo no entendible antes de jalarlo del brazo hasta obligarlo a tumbarse con él en la cama. Entonces el vampiro lo abrazó como su fuera su pequeño oso de peluche.
—Te escucho —dijo al fin el vampiro, apresándolo entre sus brazos, con los ojos cerrados y sonriendo por el latir del corazón de Yuuri que llegaba hasta sus sensibles oídos.
—Tengo que hablar contigo sobre algo importante —se atrevió a acariciar su cabello despeinado, eso le sacó una bella sonrisa al vampiro—. Vaya que tienes el sueño muy pesado —se burló al verlo aún somnoliento.
El vampiro soltó una risita hermosa.
Yuuri se puso muy nervioso, pero recordó la gravedad de la situación y recuperó la compostura.
—Nos descubrieron, Viktor, una persona sabe que nos vemos.
Eso fue más que suficiente para que los ojos azules se abrieran con espanto, y es que eso sólo podía significar una cosa: problemas para su Yuuri. Éste le explicó el asunto sobre Mila y le dijo que se trataba de aquella chica a la que había dejado ir después de morderla.
Ambos se incorporaron hasta quedar sentados en la cama.
—Oh por Dios ¿Es ella?
—Sí —se sintió un poco incómodo—. Ella te odia.
—Tiene motivos —se pasó una mano por los cabellos, angustiado—. ¿Qué más te dijo además de la amenaza?
—Nada más, pero lo dijo muy en serio, tuve miedo por ti.
El vampiro esbozó una sonrisa cargada de ternura. No soportó sus ganas y arrastró a Yuuri dentro de un abrazo muy fuerte y asfixiante.
—Eres tan adorable, Yuuri —aspiró su aroma enloquecedor.
—Viktor, esto es serio —se separó del abrazo y lo miró con preocupación—. Sé que esto no me incumbe y que va a sonar absurdo viniendo de un humano —dijo después de un rato—, pero… ¿Por qué la dejaste ir? Es decir, ¿No creíste que implicaría un riesgo para ti?
—Fue un accidente —se encogió de hombros—. Me distraje y ella salió corriendo luego de darme un buen golpe, después me dio pereza perseguirla. Es una mujer muy determinada.
—Lo es, y es mi amiga también, pero tengo mucho miedo de que cumpla su amenaza de hacer lo que sea necesario, ella quiere matarte. Piensa que me estás engañando para convertirme o comerme. Es capaz de cualquier cosa…
—No me va a pasar nada.
—Aun así, tengo miedo —sus mejillas se sonrojaron—. Además, ya no podremos vernos tan seguido con ella siguiendo mis pasos. Quiere saber dónde estás y conmigo viniendo a diario… temo que encuentre el castillo.
—No lo hará, nadie puede hacerlo más que tú. No te angusties, te digo que no pasará nada. Confía en mí.
El menor frunció los labios. Nada lograba tranquilizarlo.
—O si tanto te preocupa —esbozó una sonrisa pícara— ¿Por qué no vienes a vivir conmigo?
Los ojos castaños de Yuuri se iluminaron más que el sol.
—¿¡L-lo dices en serio?!
—Totalmente —acarició su mejilla con el dorso de sus dedos.
—¡Sí! ¡Sí quiero! —su sonrisa no podía ser más amplia y Viktor no podía estar más rebosante de felicidad.
La emoción de ambos era tan grande que ni siquiera pensaron en los inconvenientes de hacer aquello, hasta que Yuuri recordó a alguien muy importante en su vida: Su hermana. No podía simplemente abandonarla. Tenía que hablar con ella y lo más seguro era que se negara. Por esta y más razones dejaron casi descartada la posibilidad de vivir juntos tan pronto.
Deciden que lo van a pensar, se tumban de nuevo en la cama y a pesar del hambre que tenía, Yuuri se quedó a su lado.
—¿Seguro que te encuentras bien?
—Perfectamente —aseguró el vampiro con una sonrisilla de complacencia al tenerlo entre sus brazos. Deseaba que todos los días fueran así.
Se hizo de tarde, los dos tomaron una larga y merecida siesta de varias horas. Viktor despertó porque escuchó el rugir del estómago de su amado. Ahí se dio cuenta de que seguramente no había probado bocado en todo el día, así que lo manda a su casa después de haberse disculpado por matarlo de hambre.
Quedaron en no verse esa noche, ambos necesitaban descansar más y también estaba el hecho de que el turno del trabajo de Mari había cambiado y sería más difícil.
—Yuuri, que bueno que estás en casa, no te había visto en todo el día —le sonrió, mirándolo de pies a cabeza—. ¿Qué te pasa? Te veo raro.
—Necesito hablar contigo de algo muy serio —tomó su mano y se la llevó a la sala.
—¿Qué pasa? Me estás asustando.
—Seré directo —le sudaban las manos—. Estoy enamorado de un hombre, se llama Viktor Nikiforov, he salido con él durante varios meses. Toca el violín mejor que nadie, es… es muy guapo, pero sobre todo es muy bueno conmigo, sé que también me ama y es… él es bueno —vio cómo su hermana se quedaba asombrada y callada—. Y… Viktor es un vampiro.
El silencio duró más de lo esperado, esto sólo crispó más los nervios del joven.
—Mari, dime algo, no te quedes callada.
—¿Por qué me dices todo esto? —se recargó en el respaldo del sillón.
—Porque Mila se enteró y me amenazó con venir a decírtelo todo. Quería que te enteraras por mí y no por alguien más.
—En verdad nunca creí que te tardaras tanto en decírmelo, Yuuri —lo miró con media sonrisa misteriosa.
—¿Eh?
—Mila habló conmigo hace un par de horas.
—¡¿Qué?!
—Pero no fue por ella que me enteré de esto —soltó una risilla traviesa.
—Mari… ¿Desde cuándo lo sabes? ¿Quién te lo dijo?
—Casi desde el comienzo. Me lo dijo Chris, me lo dijo por accidente. Debo admitir que me espanté mucho, si no fuera por Chris, ya habría ido a buscar a ese vampiro para rescatarte de sus garras —rio—. Pero ya me hicieron ver que es bueno.
—¿Tu novio? —hizo una cara de verdadero desconcierto—. ¿Y el por qué lo sabe?
—No he sido muy sincera contigo —suspiró—. Yo también guardaba un secreto. Chris es un hombre lobo.
—¡¿Qué!? ¿Como los que mataron a Vi-chan? —sus ojitos se llenaron de lágrimas.
—Él no es así, y se encargó de castigar a aquellos que lo hicieron —suspiró—. Volviendo al tema. Yuuri, ¿Hoy verás a Viktor?
—No. Tengo miedo de que Mila me siga y se encuentre así con él. Ella está muy… intensa últimamente.
—Lo noté —volvió a suspirar, más pesado que antes—. Y dime ¿Han pensado en algo para terminar con ese riesgo?
—Sí —le sudaron nuevamente las manos—. Viktor sugirió que viviéramos juntos, pero eso implicaría que tú y yo… —fue interrumpido.
—Ve.
Yuuri se espantó por su respuesta tan pronta.
—¿Ya no me quieres aquí?
La otra rio.
—Claro que no es eso. Hermanito, ustedes se aman, sé que estarás seguro con él, más de lo que estás aquí.
—Pero tú…
—Yo estaré segura con Chris, él es muy bueno.
—Sigo sin creer que él sea lobo.
—Te acostumbrarás —se puso de pie y fue directo al sillón en el que estaba su hermano, se sentó a su lado y lo abrazó—. Chris me ha contado mucho sobre ustedes, sobre Viktor más que nada. Me siento tranquila al saber que eres feliz y que estarás seguro con él, pero por favor prométeme que nos veremos seguido.
—Mari… —se asombró mucho, aún dentro del abrazo—. Lo prometo.
—Y no dejes que te convierta, Yuuri, no quiero que sufras lo mismo que él.
—¿A qué te refieres?
—Sólo no te conviertas —se separó del abrazo y lo miró con una calidez maternal muy poco propia de ella.
Yuuri frunció los labios, no pudo prometerlo porque ya le había dado vueltas a ese asunto en específico y definitivamente quería que su amado lo convirtiera, no quería envejecer y morir para después dejarlo solo por el resto de la eternidad.
—¿A dónde vas? —preguntó Mari al verlo ponerse de pie con mucha determinación.
—Sé que quedamos en no vernos esta noche, pero necesito ir con él y darle esta buena noticia. No podré esperar más días con esto dentro de mí —esbozó una sonrisa tan feliz que deslumbró a Mari.
—De acuerdo, pero ten cuidado, asegúrate de que Mila o su hermano no te sigan. Y si estás en aprietos en medio del bosque sólo llama a Chris, di su nombre fuerte, hoy estará cazando cerca del claro y luego vendrá a casa.
—Lo haré. Por cierto, regresaré más tarde, cuando él esté aquí quiero hablarle de algo —sonrió y se despidió de su hermana, quien rodó los ojos al imaginar aquello sobre lo que quería hablar.
—Abrígate bien ¿Quieres? Está helando afuera —se quitó su propia bufanda y se la puso al cuello a su hermanito—. Ponte tu gorro también, y unos guantes.
El aludido rodó los ojos –como si fuera un rasgo de los Katsuki- y rio. Jamás imaginó que la situación tornara ese rumbo. Su hermana lo aceptaba e incluso lo alentó a vivir con Viktor.
Se fue corriendo por el bosque, asegurándose de que nadie lo siguiera. Miró su reloj de bolsillo y se dijo a sí mismo que era muy temprano todavía y que seguramente Viktor andaría por los alrededores y no en su casa. De todas formas se acomodó mejor el abrigo azul marino y avanzó entre los pinos cubiertos de blanca nieve.
El bosque era un tanto aterrador de noche, pero ya conocía a dos de las criaturas más tenebrosas, así que ya no tenía mucho que temer.
Después de una larga caminata a solas, llegó al castillo por segunda vez, atravesó el puente que conectaba a esa hermosa obra arquitectónica con el bosque y sintió alivio al notar que había luz dentro de él.
Viktor estaba en casa, lo cual era un poco inusual dadas las circunstancias de su naturaleza nocturna.
Entró al castillo como si fuese su propia casa, atravesó los pasillos que ya se sabía de memoria y llegó al salón donde tenía el piano. Grande fue su sorpresa al verlo completamente a oscuras, no estaba ahí.
Lo buscó en otras habitaciones del castillo (Las pocas que conocía de las cientos que había) y no lo encontró, incluso no estaba en su propia recámara.
Fue hasta que entró a una especie de almacén que pudo encontrarlo. El lugar era un cuarto alargado y angosto, en sus paredes había muchas repisas repletas de extraños frascos de vidrio de diferentes formas y tamaños. El lugar en sí parecía más bien un laboratorio. Y en medio de ese lugar se encontraba el vampiro, inconsciente en el frío piso.
—Oh por Dios ¡Viktor! —corrió a socorrerlo.
Se tiró de rodillas al suelo, tomó la cabeza de su amado y la puso sobre su regazo. Ahí empezó a llamarlo más veces, palmeando con cuidado sus mejillas para hacerlo reaccionar. Se espantó al verlo así, se veía enfermo. Si en la mañana se veía mal, en ese momento se veía peor.
—Yuuri… —murmuró muy bajito al abrir levemente sus ojos celestes—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué pasó? —su voz a penas se escuchaba.
—¡¿Qué haces tú en el piso?! ¡Estabas inconsciente! —una lágrima tras otra comenzó a escurrir por sus mejillas, terminando impactadas sobre el pálido rostro del vampiro.
—No deberías estar viendo esto —murmuró en voz baja, alzando la mano para limpiar esas lágrimas con cariño.
—Dime qué es lo que te pasa, eso no es normal. Viktor, no estás bien.
—No lo estoy —admitió con una triste sonrisa, acariciando una de las mejillas del otro.
El corazón de Yuuri se partió, se encorvó sobre el cuerpo de Viktor, llorando más mientras se cubría el rostro con ambas manos.
—¿Qué es lo que te pasa? ¿P-por qué estás así?
—No llores, mi amor, me parte el alma verte llorar —intentó incorporarse, pero no lo logró. Se quedó recostado sobre los cómodos muslos de su amado, quien aún no podía creer cómo le había dicho.
—Dime qué es lo que tienes y cómo puedo ayudarte. No importa lo que tenga que hacer, lo haré con tal de que estés bien. Viktor, no podría estar sin ti y verte así… siento que te estoy perdiendo.
El aludido suspiró pesadamente, bajó la mirada y meditó bien sus palabras antes de soltarlas, pero tristemente no tenía mucho tacto al hablar, por lo que dijo lo siguiente:
—Estoy muriendo de hambre. Esto… —señaló el lugar a su alrededor—…es donde mi familia creó por siglos el suplemento que nos ayuda a mantenernos con vida sin necesidad de ingerir sangre humana, pero el efecto en mí ha disminuido, no es suficiente y por más suplementos que beba, no quita mi hambre —se relamió los labios—. Incluso tú te ves apetecible en este momento —desvió la mirada, un tanto avergonzado.
Pensó que Yuuri se espantaría, pero no fue así. Volvió a mirarlo y se asombró al verlo con una extraña determinación en sus ojos castaños.
—Te llevaré a tu habitación.
—No puedo levantarme, además, estoy muy cómodo aquí —se acomodó mejor sobre el regazo de su novio.
—Entonces te cargaré.
El aludido no dio crédito a lo que habían escuchado sus oídos ¿Cargarlo? ¿Yuuri?
Inmensa fue su sorpresa cuando el pequeño pudo alzarlo en brazos.
—Wow! Amazing! —pasó sus manos por la nuca del menor mientras era cargado al estilo nupcial.
—¿Hablas inglés?
—Hablo muchos idiomas, cerdito.
—¡¿Cómo me llamaste?!
—Cerdito —le picó la barriga—. ¿Crees que no lo he notado? Llegó la temporada en la que te pones un poco gordito.
—Hablas mucho para estar tan débil —refunfuñó y Viktor soltó una pequeña carcajada.
—Me gusta mucho esta temporada —escondió su rostro en el hombro del menor, aspirando su lindo aroma en el cuello.
Viktor iba a molestarlo, burlándose un poco del hecho de que a Yuuri le temblaban los brazos y piernas al cargarlo, y es que sí, era bastante pesado y mucho más grande que Yuuri, era increíble que hubiese podido alzarlo como si nada en un principio.
—Gracias amor —le dijo cuando lo depositó en su cama. Soltó un suspiro de satisfacción y miró atentamente a su novio, quien se sentó a un lado de él en el colchón—. ¿Qué ocurre? —le preguntó al sentir su mirada fija en él.
—Si tú muerdes a alguien para alimentarte ¿Lo conviertes en vampiro?
—No. Ese alguien tendría que beber de mi sangre para que ocurra la transformación.
—Entonces puedo alimentarte de mí sin ningún problema —se descubrió el cuello y se inclinó sobre Viktor—. Anda, come.
Al vampiro se le aceleró el pulso considerablemente. No se había esperado eso.
—Claro que no, por Dios, ¿No te has preguntado por qué mis presas nunca sobrevivieron? —fue un tanto rudo.
Yuuri se quedó en silencio, recordando a esos conocidos que nunca volvieron a la aldea, excepto uno, su amiga, quien sobrevivió al ataque de Viktor luego de escapar.
—Es porque no puedo controlarme, una vez que pruebo la sangre no puedo detenerme hasta quedar satisfecho.
—Te estás muriendo, Viktor, necesitas alimento.
—Soy casi inmortal.
—Tú lo has dicho: "Casi". Estás muy mal, mírate. Si sigues con esa hambre terminarás atacándome.
—Jamás te haría daño.
—¿Ves? Entonces puedes alimentarte de mí sin que nada pase, así que ahora come —le ofreció una vez más su cuello.
El vampiro se vio acorralado.
—Yuuri, no me hagas esto —se relamió los labios inconscientemente, estaba hambriento.
—Viktor, si vamos a vivir juntos tendremos que empezar por no ocultarnos nada. Si tienes hambre, dímelo, yo te alimentaré. Sé que podrás controlarte, jamás me harías daño, estoy seguro.
—Espera ¿Qué? —no pudo procesar tanta información al mismo tiempo.
Yuuri sonrió con singular alegría.
—Sí, por eso vine a buscarte. Hablé con Mari y estuvo de acuerdo en ello. Viviremos juntos, Viktor.
Los cristalinos ojos del vampiro se vieron aún más hermosos.
—¿Aceptó tan fácilmente?
—Tuvo que hacerlo. Resulta que ella es pareja de un hombre lobo, no pudo recriminarme nada.
—Chris —murmuró con gracia.
—¿¡Lo sabías?!
—Te conocí el día en que Christophe me obligó a conocer a tu hermana.
—¿Conoces a Mari?
—Sólo de vista. ¿Entonces no tenías idea de que fuera hombre lobo?
—No, por cierto, hoy en la noche va a ir a la casa, tendremos la charla.
—¿La charla?
—Es pareja de mi hermana, quiero dejarle algunas cosas claras antes de irme.
—¿Celoso, eh?
—Claro que sí.
—Me gusta —acarició su cálida mejilla con una de sus heladas manos. Se veía débil y muy cansado.
—Ahora —se quitó las botas y caminó a gatas sobre la cama hasta posicionarse encima de Viktor, se subió a su regazo y lo tomó de los hombros con ambas manos—, tienes que alimentarte. No soporto verte tan mal y me molesta el hecho de que me lo ocultaras. Si te sentías tan mal debiste decírmelo.
—Me estás ofreciendo tu sangre ¿Entiendes la magnitud de esto?
—Claro que lo entiendo. Prefiero que te alimentes de mí y no de cualquier otra persona.
—Es doloroso.
—Me lo han dicho.
—¿Tu amiga pelirroja?
—Sí, ella te odia —recordó algo—. Viktor, ella fue a hablar con mi hermana hoy, cree que me estás manipulando. Y si antes estaba empeñada en asesinarte, ahora lo está más. Las cosas se están poniendo feas, por eso yo quisiera…
—Ven a vivir conmigo hoy mismo.
—Precisamente te iba a pedir eso —sonrió enternecido y sonrojado antes de juntar su frente con la de él—. No quiero que pase más tiempo y tampoco quiero que corramos algún riesgo, no quiero que te haga daño.
—Tú no quieres que me haga daño —rio—. ¿Sabes con quién estás hablando, querido?
—Lo sé —rio bajito—. Es sólo que me preocupo, Mila estaba muy decidida a exterminarte.
—Jamás lo lograría.
—Si no comes, lo logrará. Come ya —se quitó el abrigo, bufanda y gorro. Desabrochó los primeros botones de su camisa de algodón y expuso su piel.
—Está bien —aceptó finalmente—. Pero no morderé tu cuello, no quiero marcarte, aún —sonrió de lado de una manera condenadamente sexy.
El rostro entero de Yuuri se puso rojo en su totalidad, había olvidado ese pequeñísimo detalle.
Entonces Viktor tomó gentilmente la mano izquierda de su amado y dijo:
—Dolerá menos aquí —acarició la cara ventral de la muñeca, justo por encima de unas venas palpitantes.
Yuuri tragó en seco, se estaba poniendo muy nervioso, Viktor lo notó, así que aprovechó que lo tenía sobre su regazo para abrazarlo con fuerza.
—¿Confías en mí? —inquirió el mayor.
—Si no fuese así, no me habría ofrecido a ser tu alimento en un principio.
—Buen punto —sonrió, bajando la tensión del momento—. Relájate un poco, puedo escuchar claramente tus latidos y eso sólo me incita a morderte la yugular.
El menor se exaltó más.
—Lo siento, fue broma.
Yuuri le golpeó un hombro con su puño.
—Come ya.
Viktor tomó su nuca y con cuidado posó la cabeza de su amado sobre su propio hombro, no quería que lo viera alimentándose, pues era consciente de lo terrorífico que podía llegar a ser.
—Si duele mucho, muerde mi cuello.
Yuuri rio un poco.
—Irónico ¿No?
—Sólo hazlo.
Yuuri asintió, descansando su mejilla en el espacio entre el cuello y hombro de Viktor.
—Anda, come.
No tuvo que decir más. Viktor acarició con su pulgar la parte interna de su muñeca y enseguida llevó su lengua al área que recibiría a sus colmillos, lamió la piel a modo de disculpa anticipada sólo segundos antes de encajar sus fríos y filosos colmillos ahí.
Yuuri soltó un pequeño quejido, pero nada más. Él realmente creía que sería mucho más doloroso. Dolía, sí, pero no era la gran cosa. A decir verdad… comenzó a sentir un hormigueo en todo su cuerpo, muy pronto un calor conocido lo invadió. ¿Acaso se sentía… excitado?
No pasaron ni siquiera treinta segundos cuando la boca de Viktor ya se hallaba lejos de la muñeca de Yuuri, éste se sintió extrañado de que fuese tan pronto, pues se había sentido muy bien.
Cuando sacó su rostro de su escondite, pudo ver a Viktor con su rostro serio, limpiándose el rastro de sangre que escurría por la comisura de sus labios.
En realidad se veía muy sexy.
Sus pupilas estaba tremendamente dilatadas, apenas podía ver rastro del celeste de sus iris que tanto amaba.
—¿Eso fue todo? —inquirió, curioso y mirando los dos pequeños orificios en su piel blanca. No eran la gran cosa.
—Tu olor cambió —su seriedad no se borraba, no era normal en él.
—¿Qué quieres decir? —vio cómo su amado limpiaba los rastros de sangre que quedaban en su muñeca. Usaba su lengua, así que le causaba cosquillas.
—Siempre que me alimentaba de mis víctimas, podía sentir el olor de su miedo. Su sangre me sabía un tanto amarga por el terror que desprendían sus cuerpos.
—¿No te gustó mi sangre?
Viktor soltó una risa seca. Se animó a verlo a los ojos por primera vez desde que lo mordió.
—No estás entendiendo, Yuuri —lo bajó de su regazo sólo para tumbarlo en el colchón y así ponerse sobre él. Cubriendo la pequeña figura del menor con su cuerpo ancho y pesado.
El joven tragó en seco, su querido vampiro lo estaba mirando de una forma muy diferente, lo miraba intensa y profundamente.
—Es la primera vez que pruebo una sangre tan dulce en toda mi vida.
—Muchos años ¿No? —quiso aligerar la tensión del momento con ese comentario. Viktor se rio un poco, sin embargo, no borró esa mirada tan… Yuuri no tenía palabras para describirla.
—Y tu olor cambió justo en el momento en que te mordí ¿Qué sentiste? ¿Por qué reaccionaste así? —inquirió con mucha curiosidad.
El rostro de Yuuri se puso de mil colores. Si bien tenía nula experiencia sexual, estaba muy seguro de que aquello lo había excitado de una manera extraña, y al parecer le había transmitido aquello al vampiro.
—Yo… no lo sé —mintió, girando el rostro hacia un lado, estaba muy avergonzado.
Se tensó aún más cuando el vampiro llevó el rostro a su cuello cálido.
—Tu olor me es aún más irresistible, Yuuri ¿Estás excitado?
—¿¡Q-qué?! ¡Ah! —gimió descaradamente cuando el vampiro lamió con lascivia la piel de su cuello hasta llegar a su clavícula, aprovechando que ya se había desabotonado un poco la camisa.
—Sí, lo estás —soltó una risita tan bella que el corazón de Yuuri se aceleró aún más.
Entonces Viktor dejó caer su peso sobre el cuerpo del joven, éste sintió cómo toda su sangre se acumulaba en sus mejillas con violencia al percibir algo duro y grande presionándose contra su propia entrepierna.
—Pequeño Yuuri, estás muy excitado —se burló un poco, besando su cuello, justo sobre la yugular—. Yo también lo estoy. Ve lo que me has causado —restregó su entrepierna contra la del menor. Ambos gimieron al unísono.
Entonces el cuerpo entero del más joven se puso a temblar con violencia. Se sintió desfallecer cuando al otro se le ocurrió quitarse la camisa sin ningún pudor.
Jamás lo había visto sin camisa, y jamás creyó que hiperventilaría de esa forma al verlo. Era tan pálido, perfecto y aparentemente muy suave.
—¿Qué ocurre, cerdito? —se preocupó al verlo tan agitado, pero sobre todo tan nervioso.
Era cierto que jamás habían tenido un acercamiento de ese tipo, tan sexual, pero no creyó que fuera a reaccionar así.
—No me digas que eres virgen —se burló un poco, pero dejó de reír al ver su seriedad.
—Viktor tonto —lo empujó con ambas manos, quitándoselo de encima con demasiada facilidad. Ahí notó que seguía débil. Lo sabía, había tomado muy poca sangre.
Tomó su abrigo y se lo puso en el regazo, ocultando a su amiguito ya despierto.
—¿Es en serio? —se sentó a su lado, completamente anonadado—. Yuuri, tienes veinticuatro años ¿Cierto?
—Oh cállate.
—Quiero estar seguro de que no intenté profanar a un adolescente.
—¡Viktor! —se abochornó bastante.
—¿Qué? Podré ser un asesino, pero tengo honor, no voy a hacerle estas cosas a un niño.
—¡¿Te parece que soy un niño?! —se quitó el abrigo del regazo, dejando a la vista su erección apretada bajo la tela.
Viktor se llevó una grata sorpresa.
—Me queda muy claro que no lo eres.
Ambos se echaron a reír, Viktor terminó suspirando profundamente.
—No tomaste suficiente.
—Suficiente para sobrevivir.
—Toma más.
—No —acarició su cabello—. Te dejaré muy débil y no podrás ir con tu hermana.
—Beberás más cuando esté de vuelta esta noche ¿De acuerdo?
—De acuerdo —besó sus labios con cariño—. Yuuri, ¿En serio nada de nada?
—¡Viktor! —se abochornó—. No, nunca.
—Entonces tendrá que ser muy especial —rosó con la nariz toda la longitud de su cuello—. Prometo tener cuidado —depositó un tierno besito en su cálida piel.
—¿Cuándo?
—Qué impaciente —rio, divertido—. Esta noche. Beberé un poco más de tu sangre y te haré el amor.
—Oh cielos —se abochornó bastante.
—Es divertido ver tus reacciones —recibió como respuesta otro golpe en el hombro—. Mi pequeño cerdito inexperto —besó ahora el dorso de su mano.
—Oh, y tú eres muy experto ¿Verdad? —se defendió.
Viktor alzó una ceja, no quería hondar mucho en ese tema, pero sí, vaya que sí tenía experiencia en cosas así, tenía 2,028 años después de todo.
—No, ¿sabes qué? Prefiero no saber —se adelantó a decir al ver la expresión de su amado.
—Buena elección —lo apretó entre sus brazos—. Anda, ve con tu hermana y amenaza a Chris de mi parte. Si le hace algo a mi cuñada se las verá conmigo ¿De acuerdo?
El corazoncito de Yuuri se aceleró vertiginosamente.
—Más bien… ¿Por qué no los traes aquí?
—¿Qué? ¿En serio?
—En serio, quiero conocerla. Es tu familia, además, quiero agradecerle el hecho de que aceptara nuestra relación.
—¡Bien! —sus ojos castaños resplandecieron en felicidad—. Los traeré a ambos.
Viktor se inclinó sobre él hasta besar su frente.
—Te estaré esperando en donde siempre, tarda lo que tengas que tardar.
—Gracias —lo abrazó con mucho cariño.
Una nueva etapa en su vida estaba por comenzar. Ese mismo día en la mañana no se imaginó que ocurrirían todas esas cosas, jamás creyó posible el hecho de vivir con Viktor Nikiforov, ahora era algo que estaba a punto de ocurrir, no podía estar más feliz.
Yuuri tomó su abrigo y se puso de pie, sin rastros de la excitación anterior.
—Volveré pronto —le dijo a su amado, quien se levantó de la cama y lo apresó entre sus brazos, no lo quería dejar ir, si fuera posible, estaría pegado a él día y noche—. Está bien, Viktor, nos veremos más tarde.
El aludido suspiró.
—Como quisiera poder acompañarte.
—No quiero que salgas así, aún estás muy débil —puso ambas manos en su pecho fuerte antes de pararse de puntillas y darle un beso en los labios que fue muy bien correspondido.
—A mí no me importaría.
—A mí sí. Espera por mí ¿De acuerdo?
El mayor asintió y lo dejó ir.
—Espera —lo tomó de la mano y lo jaló hasta tenerlo preso entre sus brazos y pecho—. Yuuri, te amo.
Pudo percibir cómo el corazón de su tierno cerdito se aceleró con locura.
—Tenía que decirlo antes de que te fueras, no quería esperar ni un segundo más. Te amo —su expresión era seria, sus ojos celestes e intensos resplandecían debajo de ese manto de tupidas pestañas platinadas.
—Oh Vitya, yo también te amo —tomó sus mejillas con amor y lo besó, sintiendo en ese beso todas las emociones duplicadas después de tan bella confesión.
Yuuri no podía estar más feliz, les esperaba toda una vida eterna por delante, juntos, amándose y acompañándose por el resto de la eternidad. Sabía que Viktor no estaba muy de acuerdo con el hecho de convertirlo en un vampiro como él, pero ya se las arreglaría para convencerlo de alguna manera.
—Me voy —se separó del beso sin ganas de hacerlo.
—Ten cuidado, cariño.
Sonrió como bobo ante el nombrecito.
Se despidieron al fin y Yuuri prácticamente corrió rumbo a su hogar, esperaba que Chris estuviera todavía en casa.
Entró al pueblo, y poco antes de llegar a su casa se topó con Mila.
—¡Yuuri! —se le acercó corriendo—. ¿Fuiste de nuevo a ver a ese monstruo?
—Viktor no es ningún monstruo.
—¡¿Mari no habló contigo?!
—Sí, lo hizo. Y si tienes algo más que decir, hazlo en mi cara, no involucres a mi hermana en tus problemas.
—Yuuri ¡Tienes una relación con un vampiro!
—Baja la voz ¿Quieres? —miró a su alrededor, notando que llamaban la atención.
—No puedo permitir que eso siga.
—Y yo no puedo permitir que te metas en mi vida —la miró severamente—. Mila, tuviste una mala experiencia y…
—¿"Mala experiencia"? —rio con amargura—. Ese monstruo ha asesinado a miles de personas para alimentarse y yo estuve a punto de tener el mismo final que ellos ¿Te parece eso sólo una mala experiencia? Estás mal, Yuuri. Lo único que lograrás es que termine matándote, o peor aún… puede convertirte en uno de ellos.
Yuuri sólo suspiró pesadamente y se llevó una mano al puente de la nariz, suplicando por paciencia. Iba a decirle unas cuantas cosas, pero ella se le adelantó, tomándole la mano con brusquedad y agitándola en frente de ambos.
—¿¡Qué demonios es esto?! —señaló la marca fresca de los colmillos de Viktor sobre su muñeca.
Yuuri de inmediato se soltó y ocultó bien la mordida.
—¿Se alimentó de ti? —palideció—. ¿Se lo permitiste? —comenzó a temblar, de ira, miedo y decepción.
—Sí, yo lo dejé. Mila, ¿Sabes? Él no es una mala persona.
—¡Él no es una persona!
—¡No entiendes! —se exasperó—. No, más bien no quieres entender y nunca lo harás. Déjame vivir mi propia vida y consíguete una.
—Soy tu amiga y me preocupo por tu vida.
—Mi vida no corre peligro, deja de preocuparte —la hizo a un lado y continuó con su camino a casa.
Cuando llegó a su hogar, abrió la puerta principal y los vio.
—Qué asco —se burló el menor al ver cómo el lobo devoraba a besos a su hermana, y no sólo eso, también la tomaba con sus manos por todas partes—. Consíganse un cuarto.
—Iremos al tuyo más tarde —se burló Mari, mostrando una sonrisilla traviesa—. ¿Hablaste con Viktor?
—Sí —su pecho dolió por la felicidad.
—¿Cuándo te irás?
—Esta noche.
—Vaya, qué pronto —su mirada entristeció un poco.
—Pero nos seguiremos viendo, lo prometo.
—Yo puedo llevarla a visitarlos —se ofreció Chris, feliz porque también era un pretexto para ver más seguido al gruñón de su amigo.
—¿Ves? —señaló el menor—. Problema resuelto.
—¿Te convertirás en un chupasangre?
—Hermana —rodó los ojos al tocar ese tema, sabía que ella tampoco estaba de acuerdo—. Te vas a llevar bien con Viktor, él tampoco quiere hacerlo.
—Vaya, ya quiero más a mi cuñado.
—Por cierto, me pidió que los llevara a su casa, quiere conocerte.
Mari se emocionó.
—Pero antes… —miró con severidad al lobo—…necesito hablar muy seriamente contigo, de hombre a hombre.
—Me alegra escuchar eso, también tengo unas cosas que decirte —respondió Chris, con su linda sonrisa coqueta.
Entonces tuvieron una larga charla. Chris fue sincero y expuso sus planes sin ocultar nada. Le dijo a Yuuri que quería casarse con su hermana y llevársela a vivir con los suyos, deseaba formar una familia con ella, pero necesitaba su consentimiento antes que nada.
Yuuri casi se va de espaldas ante la sinceridad congelante de Chris, pero luego de reflexionarlo unos momentos, terminó aceptando, con la condición de que no perderían el contacto y de que los visitarían seguido.
Más tarde Mari ayudó a su hermanito a empacar todas sus cosas mientras Chris salía a cazar la cena.
La nostalgia brotó entre los hermanos y de pronto se echaron a llorar el uno en el hombro del otro. Sus vidas estaban cambiando muy drásticamente, pero estaban tomando un muy buen rumbo.
Ya estaba muy entrada la noche, pero aun así Mari se puso a cocinar con la ayuda de Yuuri, querían preparar algo rico antes de ir a casa de Viktor. Todo iba normal, hasta que de pronto Yuuri sintió un agudo dolor en su corazón, fue tanta la sorpresa que los platos que tenía en las manos terminaron hechos añicos en el suelo. Chris escuchó el ruido y corrió desde la sala, preguntando de inmediato por el motivo.
—Yuuri ¿Qué te pasa? —su hermana lo sostuvo, pues daba la impresión de que en cualquier momento se desplomaría.
—¿Qué pasó? —Chris fue a su lado y ayudó a Yuuri a sentarse.
El pobre estaba más pálido que Viktor, sudaba frío y temblaba. Le dolía mucho el pecho.
—N-no lo sé. Duele —se inclinó sobre sí mismo.
—¡Yuuri! —su hermana estaba muy asustada—. ¿Cómo puedo ayudarte? ¡Dime!
—Algo… algo le pasó a Viktor, o no sé, creo… —no dejaba de sudar frío. Tenía un horrible presentimiento y no se lo iba a poder quitar hasta tener a su amado frente a él, sano y salvo.
De pronto se escucharon ruidos afuera, en la calle. Chris se asomó discretamente por la ventana. Había mucho bullicio, la gente estaba afuera de sus hogares, amontonados en grupos.
—¿Qué hay afuera, Chris? —inquirió Mari con desesperación, pues su hermano seguía viéndose muy mal.
—Hay mucha gente —murmuró en voz baja—. Tienen antorchas, trinchetes y… armas.
Entonces Yuuri entendió el motivo de su angustia. Esas personas iban tras Viktor. ¿Pero por qué? ¿Por qué ahora, así tan de repente?
—Mila… —murmuró el menor, recordando la furia de su antigua amiga. Ella debía estar detrás de todo eso—. ¡Van a hacerle daño a Viktor! —se levantó de la silla, sintiéndose mareado al instante.
Chris seguía pegado a la ventana, haciendo uso de sus agudos sentidos para alcanzar a escuchar lo que decían las personas.
—Maldición —masculló cuando oyó a uno de los líderes.
—¿Qué pasa? —inquirió Mari al ver a su novio tan alterado. Éste miró a Yuuri y dudó en decirlo en voz alta, en especial por su mal estado.
—¡Dilo! —exigió el menor, aún exaltado.
—Van rumbo al castillo de Viktor, se dividieron en grupos, este es el segundo; el primero salió del pueblo hace media hora, en ese grupo van una tal Mila y un Georgi.
—Oh por Dios —Yuuri palideció y se encaminó de inmediato hacia la puerta principal. Vio que ya era de noche, eso sólo podía significar una cosa.
—Tranquilo, dijiste que nadie puede encontrar el castillo de Viktor, sólo tú. Además, él es muy fuerte.
—¡No! Viktor está esperándome en el bosque. Él está débil, no se ha alimentado correctamente y… ¡Necesito ir ahí!
—¿En este estado? Claro que no.
—Mari ¡Lo van a matar! —gritó tan fuerte que hizo que su hermana diera un brinquillo.
—Te llevaré —dijo de pronto Chris—. Anda, vamos —abandonó su forma humana y adoptó la de un lobo enorme. Hizo un movimiento con su cabeza, indicándole que podía subirse a su lomo.
Yuuri se subió y miró a su hermana.
—Quédate aquí.
—Claro que no —se trepó al lomo de su novio, consiguiendo que éste gruñera en desacuerdo—. Y no me vas a hacer cambiar de opinión —le dijo a éste.
Finalmente salieron de la casa por la puerta trasera y se encaminaron a toda velocidad hacia el bosque. Una vez dentro, Chris sólo tuvo que olfatear el aire para saber en qué punto exacto se encontraba su amigo. Estaba justo en el punto de reunión que siempre usaban ellos dos.
El menor sólo rogaba al cielo que se encontrara bien.
Llegaron a un claro en el bosque, en éste divisaron a Viktor a lo lejos, rodeado por todas las personas dispuestas a atacarlo, pero parecía mantener una conversación con Mila y su hermano.
Chris se acercó un poco más sin que fueran vistos, tenían que escuchar antes de sólo salir y atacar. Tenían que entender por qué Viktor no simplemente saltaba y desaparecía de ahí. Yuuri no entendía por qué rayos no se iba, porque claro que podía hacerlo.
Fue hasta que se acercaron más y se escondieron en unos arbustos que pudieron escuchar lo que Mila y Georgi le decían al vampiro.
—Imposible —musitó Viktor, con los ojos más abiertos que nunca—. ¡Mientes, mujer! ¡Mientes! —mostró sus colmillos amenazadoramente.
—¿Eso crees? —se mofó Georgi—. Mira esto —alzó la mano de su hermana y la puso muy cerca del vampiro—. ¿Reconoces esta sangre?
Como si fuera posible, Viktor palideció más. Era la sangre de Yuuri.
—Lo maté con mis propias manos. Una traición como la suya no se perdona en el pueblo.
—No… él no puede estar… no —unas nauseas horribles lo invadieron, de pronto todo su mundo se le vino encima, pues en efecto, esa sangre era de su amado, y era bastante como para que fuera una farsa.
—Sólo nos falta concluir lo que los antiguos habitantes de ese pueblo no pudieron hacer con los de tu especie —Georgi sacó una pistola de su abrigo y la apuntó hacia Viktor. Éste la miró sin miedo, en realidad, su rostro no tenía emoción alguna.
Se dejó caer de rodillas.
—No me vas a matar de esa forma, es inútil, las balas no me hacen daño —dijo en apenas un murmullo.
—¿Y las de plata? —se mofó, pero ni eso lo hizo temer, ya nada le importaba.
Mientras tanto, los otro tres seguían ocultos. Ambos humanos no habían logrado escuchar nada, pero Chris… sí que escuchó todo. No dudó ni un segundo antes de salir de su escondite y mostrarle a Viktor que todo era una vil mentira.
El rugido de Giacometti se escuchó en todo el bosque.
Viktor alzó la mirada, pero debido al tumulto de gente a su alrededor no alcanzó a ver nada, hasta que…
—¡Viktor! ¡Viktor! —gritaba Yuuri con verdadera urgencia, se bajó del lomo de Chris y corrió la escasa distancia que los separaba.
El aludido se puso de pie como resorte al escuchar su voz.
—¡Demonios! —exclamó Mila, viendo sus planes frustrados. Miró a su hermano y en voz baja le dijo—: Plan B.
—Oh Yuuri ¡Yuuri! —sus fuerzas regresaron al saberlo vivo y a salvo. Con un solo salto brincó a toda la gente que lo rodeaba. Fue tanta su emoción de verlo con vida, que fue un completo descuidado.
Un ruido fuerte y seco inundó todo el claro, seguido de un aroma a pólvora. A ese ruido le siguieron otros tres de la misma forma.
Yuuri, quien corría incansablemente hacia su amado, fue testigo de las cuatro balas que atravesaron el cuerpo del vampiro.
Le había dado la espalda a su enemigo.
—¡NOOO! —Yuuri gritó tan fuerte que su garganta ardió y su cabeza palpitó de dolor.
Su grito desgarrador fue tan intenso que se escuchó en todo el bosque.
—¡Noooo! ¡Demonios, no! —el alma se escapó de su cuerpo al ver a su vampiro con esa expresión totalmente impávida. Viktor no sabía qué había pasado con exactitud, sólo era consciente del dolor agonizante en su tórax.
Mila y su hermano no tenían tan buena puntería, sus balas no dieron directo al corazón, pero sí atravesaron zonas peligrosas en todo su torso.
—¡Oh no, oh no, oh no! —aceleró el paso, corrió como desquiciado, mirando a lo lejos los ojos azules muy abiertos al igual que su boca. Viktor no se lo había esperado.
El pobre seguía dando pasos, intentando acercarse a su amado Yuuri. Fue entonces que, una quinta bala atravesó ahora una pierna del joven príncipe, cortesía de Mila Babicheva.
—¡Vitya! —gritó a todo pulmón. Eso logró activar algo en la mente del vampiro, algo en su subconsciente salió a flote.
—Yuuri… —murmuró quedamente. Miles de recuerdos y memorias perdidas pasaron por su mente de manera vertiginosa.
Eran recuerdos que su mente selló hace siglos para no morir de dolor y tristeza.
—Yuuri —repitió al aire—. Recordé… lo recordé todo.
La situación se volvió tan intensa que, de un momento a otro, Chris rompió el tratado de no lastimar a los humanos. ¿Cómo? Se abalanzó sobre la pelirroja y la asesinó de un solo zarpazo.
Yuuri llegó junto a Viktor justo antes de que éste cayera al suelo, moribundo. Lo apresó entre sus brazos y se dejó caer de rodillas sobre la nieve, su amado apenas respiraba.
—No, no, no —había mucha sangre brotando de sus ropas. Yuuri intentó encontrar el origen para detener la hemorragia—. No mi amor, no —sus manos temblorosas se abrieron paso entre el abrigo y los pliegues de su ropa, encontrando los orificios e intentando detener el sangrado, su sangre era escalofriantemente fría.
—Yuuri… —murmuró muy quedito, sus labios eran una fina línea horizontal, sus ojos seguían siendo hermosos y brillosos, pero poco a poco éstos iban perdiendo su energía. Quería decir tantas cosas, compartir sus recuerdos, pero no tenía la suficiente energía—… es inútil… son de plata, yo no… —tosió bruscamente.
—¡Cállate! ¡Vas a estar bien! —su cuerpo entero temblaba y sus manos ya llenas de sangre de vampiro no sabían qué orificio tapar.
Viktor esbozó una pequeñísima sonrisa y cerró los ojos. El dolor era muy intenso, pero no quería que su amado lo notara.
Entonces una idea cruzó la mente de Yuuri.
—¡¿Y si bebes mi sangre?! ¡Vamos, bebe! —sacó la navaja que siempre traía consigo y estuvo dispuesto a cortarse una muñeca, pero fue detenido por un lobo inmenso de color negro, éste iba acompañado de uno rubio más pequeño que cargaba a Mari en su lomo.
—Vámonos de aquí ¡Ahora! —le dijo Mari—. Intentaré salvarlo, pero vámonos ya.
Yuuri alzó la mirada y vio que el claro se había vuelto un campo de batalla entre hombres lobo y humanos armados. Chris había hecho un llamado a toda su manada como buen alfa que era.
Subió a Viktor con cuidado al lomo del lobo negro y luego se subió él. De inmediato llegaron al pueblo, éste se encontraba prácticamente vacío. Entraron a la casa y mari corrió por su material médico mientras Yuuri depositaba al joven príncipe sobre su cama.
—Viktor, bebe mi sangre —lo zarandeó un poco, dándose cuenta de que estaba inconsciente.
—No servirá de nada.
Yuuri pegó un brinco al escuchar esa grave voz. Miró hacia un lado, topándose con los dos lobos en su forma humana. El que le había hablado era uno moreno con cara muy seria.
—Le dispararon con balas de plata, no tiene salvación. Incluso me sorprende que siga vivo —espetó el rubio.
—¡No! ¡Él va a estar bien! Mi hermana lo va a salvar.
—Es inútil —aseguró el lobo más joven.
Entonces Mari llegó con su equipo, le arrancó la camisa al vampiro y comenzó a revisar sus heridas.
—No puede ser…
—¿Qué, Mari, qué?
—Las balas… no están.
—Te dije que era inútil. La plata se disuelve en su cuerpo, contaminándolo y matándolo. El daño ya es irreversible.
—¡Cállate! —enfrentó al rubio, quien simplemente era sincero ante las circunstancias.
—Yura —el moreno puso una mano sobre su hombro y meneó la cabeza, pidiéndole con ese gesto que no hablara más.
—Yuuri… —susurró el vampiro, regresando de la inconsciencia. Abrió los ojos, sintiéndose feliz de que su campo de visión estuviera completamente lleno por su amado—. Ahora que no es mi deseo morir… ¿Por qué? ¿Por qué ahora que encontré al amor de mi vida? —pensó, frustrado y cerrando los ojos con fuerza, el dolor era indescriptible. Los volvió a abrir, pero todo a su alrededor no eran más que confusos manchones y luces. Su visión estaba completamente nublada y sabía que en muy poco tiempo perdería la consciencia, debía apresurarse a decir lo que tenía pendiente por decir. Los recuerdos que recién había recuperado tenían que salir de su boca antes de que fuera demasiado tarde.
—¡Viktor! —exclamó en medio de sus lágrimas—. Amor, mírame —tomó sus mejillas con ambas manos, ya se había subido a la cama, descansando la cabeza del vampiro sobre su regazo.
La felicidad del príncipe por ver a su Yuuri vivo era tan inmensa que no sabía cómo expresarlo.
—Yuuri… estás vivo —suspiró, lleno de alivio.
—¡¿Cómo dices eso?! —se limpió las lágrimas para verlo mejor y no bañarlo con ellas.
—Ellos… ellos me dijeron que te habían matado. Yo les creí… ¡Ah! —no pudo ahogar ese quejido de dolor.
—¿Te duele mucho? —no sabía qué hacer para calmar su agonía.
—Me dolió más… el pensar que estabas muerto. Volver a perderte hubiera sido insoportable —se aferró con fuerza al colchón. Yuuri notó eso, así que tomó sus manos y dejó que las apretara tan fuerte como quisiera.
Cerró sus ojos y por un momento Yuuri creyó que lo había perdido.
—¡No te vayas! ¡Viktor, no me dejes! ¡Quédate a mi lado, por favor! —suplicó, llorando como un bebé, inclinándose sobre su propio regazo para juntar su frente con la de él.
—Todo va a estar bien —sonrió débilmente, abriendo sus ojos de nuevo—. Yuuri, este tiempo contigo fue el mejor de mis 2,028 años de vida, no lo cambiaría… por nada.
—No digas eso, vas a vivir muchos años más. Los dos viviremos eternamente.
—Eso no pasará —su respuesta partió el corazón de Yuuri—. Seamos realistas, mi amor.
—No quiero —dijo apenas en un hilo de voz, mientras los ríos de agua salina en sus mejillas amentaban su caudal.
—Pequeño, no llores… —logró alzar su temblorosa mano hasta la mejilla de su novio, limpiando torpemente sus lágrimas—. Me hiciste… el vampiro más feliz de la historia. Encontrarte de nuevo llenó mi vida de color… no me arrepiento de nada… —sonrió con mucha debilidad, fijando sus zafiros en los ojos chocolate de Yuuri—. Lo único que lamento… es no haberte hecho mío… cuando pude —tosió con fuerza, retorciéndose por el dolor que eso implicaba en sus heridas—. Cerdito… ve a mi castillo… entra al jardín sur, ahí… ahí está una sorpresa para ti. Y la carta… la carta está en mi estudio.
—¿De qué hablas? ¿Por qué me encontraste "de nuevo"? Vitya, no entiendo nada —se desesperó.
—En el cajón de mi escritorio hay un fondo oculto, ábrelo, ahí hay un par de anillos… —cada vez estaba más débil—. Quizás cuando los toques… puedas recordar...
Yuuri seguía hecho un mar de lágrimas, desconsolado y deshecho en tristeza. Sólo asintió a lo que le decía Viktor, mas no le daba mucha importancia en ese momento a cualquiera que fuera esa sorpresa, lo quería a él, vivo.
—Te amo… Yuuri, te amo.
—Esto no puede terminar así, mi amor ¡No puede! —se aferró a Viktor con todas sus fuerzas.
—¿Me amas?
—¡Daría mi vida por ti una y mil veces! Eres a quien más he amado, Vitya, no me dejes.
—"Vitya" antes solías llamarme así todo el tiempo.
—¿"Antes"? ¿Por qué dices eso?
Una bella y pequeña sonrisa se formó en los labios del vampiro, mostrando así sus colmillos afilados. Tristemente no se veía mejor. Las ojeras bajo sus ojos eran más grandes, su piel más pálida todavía y su respiración… casi no se notaba.
—Cerdito —su voz era apenas audible—. Bésame.
El aludido ni siquiera lo pensó, sólo lo hizo. Se entregó por completo en ese beso.
—Ten una larga vida, enamórate de nuevo. Ten muchos hijos, muere siendo… anciano, y quizás… tal vez en otra vida tú y yo… —la mano que acariciaba la mejilla de Yuuri cayó inerte sobre el colchón.
—Amor… mi amor —lo movió un poco y se negó a ver la realidad. Los ojos azul cielo se habían quedado abiertos, mirando a la nada, sin brillo, sin vida.
Viktor había muerto.
—¡Nooooo! —un grito tan fuerte como el anterior retumbó en las paredes de la casa—. ¡Nooo! ¡Mi amor! ¡No! —lo apretó contra su pecho usando mucha fuerza, escondió su rostro en el cuello del cadáver de Viktor y comenzó a mecerse hacia adelante y atrás con él entre sus brazos.
Mari y los dos lobos habían salido de la habitación tiempo atrás, dándoles la privacidad que necesitaban. Ahora, desde la planta baja de la casa, los tres fueron conscientes de la muerte del vampiro.
Dejaron que Yuuri llorara y se desahogara unos momentos, antes de subir y consolarlo.
Cuando entraron a la habitación, se toparon con un Yuuri aparentemente tranquilo. Éste les daba la espalda mientras acomodaba el cuerpo de su amado en la cama, haciéndolo ver como si estuviera durmiendo. Terminó y se quedó de pie junto al colchón, mirando a su novio.
—¿Yuuri? —preguntó con voz suave, pero el aludido no respondió.
—Su olor es diferente —advirtió el lobo mayor, alarmado.
Entonces Yuuri se giró y así los tres pudieron ver su cambio radical.
El menor se pasó la manga de su abrigo por la boca, limpiando los rastros de la sangre de vampiro que recién había bebido.
—Y-Yuuri… —le tembló la voz—. ¿Qué hiciste? ¡¿Qué hiciste?! —repitió, histérica.
El aludido no respondió, sólo se encaminó hacia la puerta y apartó a los tres de su camino para salir de la casa.
—No salgan de aquí por ningún motivo —ordenó con voz de mando, antes de abandonar el lugar.
Esa noche, Yuuri Katsuki asesinó a sangre fría a cada uno de los habitantes de ese pueblo, comenzando por Georgi, el maldito que había logrado huir de los lobos a tiempo.
La masacre comenzó en el claro donde le dispararon a su amado, y terminó en el pueblo, casa por casa, uno a uno iban cayendo los cadáveres de las personas a quienes asesinaban.
Fue hasta el amanecer cuando Yuuri regresó a su casa, encontrándose ahí a toda la manada de Chris y a Mari, hecha un mar de lágrimas.
—¡Pedazo de idiota! —se abalanzó contra su hermano menor, golpeándolo con los puños cerrados en el pecho—. ¿Crees que Viktor hubiera querido eso? ¡¿Eh?! ¿Lo crees? —estaba muy alterada—. ¡Él no quería esto para ti!
—Él ya no está aquí —hizo a un lado a su hermana, ésta se espantó al verlo y notar que todas sus ropas estaban manchadas de sangre, también su rostro, sus labios…
—Déjalo —Chris la tomó de los hombros y la alejó del menor, entendiendo su dolor.
Yuuri ignoró a todos los lobos y subió a su habitación. Arrastró una silla al costado de la cama y se sentó ahí por horas, observando el cadáver sobre el colchón.
—Tal vez en otra vida, Vitya —tomó su mano helada y la besó con un infinito y doloroso amor.
Fin.
Hola!
Sé qué es lo que han de estar pensando "¿¡Khá?! ¿Eso es todo?" Pues sí, es sólo un one shot. Espero que haya sido de su agrado, es la primera cosa de YOI que escribo con final sad y debo admitir que disfruté mucho al escribirlo.
Y sobre el motivo de esta publicación… se debe a cierto concurso que hubo de retos de Halloween; una queridísima amiga me retó a escribir un OS de YOI con temática de vampiros y como no me gustan –nótese el sarcasmo- acepté. Aunque creo que lo hice algo tarde jajaja, aun así, no quería dejarlo sin publicar.
ACLARACIONES:
Sí, Yuuri reencarnó. Viktor había sellado sus memorias, por lo cual no lo recordó a primera vista, sino hasta que el katsudon lo llamó como solía hacerlo miles de años atrás. Si se dieron cuenta… Yuuri comenzó a desbloquear poco a poco sus recuerdos sobre Viktor, pero nunca llegó a saber la verdad completa, pues son recuerdos de una vida pasada.
PREGUNTAS! (Sí, no pueden faltar)
1)¿Te gustó? ¿Por qué?
2)¿Te quedaste con dudas? ¿Cuáles?
3)¿Cómo llegaste hasta aquí?
Bye, bye!
