Te dije muchas veces que te largaras, pero no que te fueras tan lejos. Quiero que pares, te des la vuelta y regreses a tu maldita cocina.
¿No eras feliz? ¿has inventado una excusa así de tonta como que una mujer te espera en otra parte del océano? No sabría decir si es peor que esa mujer exista o que realmente hayas salido a buscarla, entonces se me haría imposible calcular el tiempo exacto para que regreses. Para mi mala suerte eres demasiado idealista, a veces más que el capitán porque lo suyo es una clase de inocencia que pasa por estupidez y tú ,que no tienes nada de inocente, declaras lo que conoces solo hasta después de pensarlo mucho; me imagino creas más historias en tu cabeza o rebuscas en alguna leyenda de marinero que en la infancia te propusiste memorizar.
Cocinero, estoy harto de tus pasatiempos, especialmente ese juego tuyo de meternos en problemas porque se te antoja ir de huracán sobre la sombra de cualquier mujer: no te importa lo que puedan tomar de ti y ni te preguntas qué puedes obtener. Buscas amor ¿no? Eres estúpido cocinero, nunca conocí a nadie con tan mala suerte. Un hombre como tú no puede complicarme mi sacrificio, detente. No me hagas admitir que me es imposible ir a rescatarte, nadie es capaz de asegurar qué tan mal la estás pasando ahora y yo soy el último en querer declarar que estás a salvo.
En el fondo deseo darte de mí todo lo que no esperabas; no bastó acomodarte en el mismo sitio que tengo a los demás. Ahí, de hecho, me estorbas. Siempre termino pensando "A éste debí cuidarlo más" aunque no me necesites como los otros, te sepas defender, ser útil y, al mismo tiempo, magnífico restregando tus habilidades y mi insuficiencia para caber en tu espacio. A mí me haces las cosas difíciles cuando compruebas tu eficiencia aprendiendo todo sobre lo demás y sobre mí; cuando pones atención a mis detalles favoritos incluso si yo digo que me da igual, que he renunciado a los placeres hasta que pueda merecerlos y entonces vas a enseñarme que quedan varias cosas de las que no puedo despedirme: los sabores y el deseo. Por eso te llaman cocinero del amor ¿no?
Las parejas siempre inventan lenguajes para comunicarse después de conocerse, nosotros para conocernos debemos recurrir al invento de nuevas excusas porque ya teníamos lenguajes diferentes. Si siempre nos ha gustado competir por qué ninguno se apura a dar el primer paso: nos atraemos mutuamente. Y si admitirlo es un premio, me declaro ganador.
Notas: Escribí todo lo anterior cuando el final de Whole Cake era remoto y difuso. ¿Sanji por fin sentaría cabeza? La respuesta se antojaba para Zoro y para mí difícil. Y en nombre del marimo, me atreví a desahogarnos en aquella carta, o pedazo de diario íntimo. Tenía planeado hacerlo más largo pero solo el tiempo y la soledad en el texto pudieron advertirme que ya estaba terminado. Y ahora que el EroCook ha vuelto estoy segura que esto es lo que pensaría el ex cazador de piratas si tuviera el honor de reencontrarse con él, claro, muy secretamente.
Disclaimer: Todo el crédito a Eiichiro Oda.
