Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer.
Este es un short-fic (5 a 6 capítulos)
Sinopsis
Bella y Edward no se conocen. Pero se hacen compañía. En una secuencia de "Si tuvieras…" Edward le escribe una pregunta cada día para distraerla de lo que sea que le aqueje, y para que sepa que no todo puede estar perdido. No importa que tan poco se conozcan; él tiene motivos para seguirla, y ella tiene motivos para correr.
"Si tuvieras que elegir entre vivir temiéndole a la decepción y la voluntad propia de arreglarlo. ¿Cuál escogerías?
Si tuvieras que elegir entre quedarte callada y luchar por tus derechos ¿Cuál escogerías?
Si tuvieras que elegir entre la triste soledad de tu corazón y lo que estoy comenzando a sentir por ti. ¿Cuál escogerías?
¿Cuál escogería?
Bella sonrió.
-º-
Dos meses antes…
—Me gustan tus ojos.
Bella levantó la vista de su tazón de chocolate. Sus ojeras delataron el cansancio que traía, por tanto tuvo que obligarse a mantener los ojos abiertos. Miró por unos segundos al chico desconocido, intentando recordar lo que había dicho.
—Gracias —atinó a decir sin más.
Volvió su atención al chocolate caliente, tomando un sorbo.
—¿Gracias? ¿Eso es todo lo que vas a decir? —él se rio.
—¿Y qué te puedo decir? —preguntó ella sin levantar la cabeza.
Hacía mucho frío y lo último que quería en este minuto era ser amable con las personas. Aunque rara vez alguien le decía que sus ojos eran bonitos. Bella apartó el pensamiento positivo. Hoy no quería ser amigable con nadie, de modo que se movió hacia el lado opuesto para evitar el intercambio. El chico jadeó en respuesta y le escuchó otra risita. Por un momento se sintió abrumada. ¿Por qué él puede reírse con tanta facilidad?
—Pareces malhumorada.
—No te incumbe.
—Qué carácter.
—Entonces ignórame. El espacio es grande ¿no crees? —ahora sí le encaró, apresándose por dos cristales verdes. No hizo falta que dijese más. Se quedó muda.
El camarero silbó, como si aquello fuese una batalla campal.
—Bueno, al menos sabes que es un lugar grande.
Le volvió a ignorar, apresurándose para terminar su tazón con chocolate.
No se dio cuenta cuando una hoja aterrizó en su mesa y casi sostiene el tazón sobre esta sin querer.
"Si tuvieras que elegir entre el chocolate caliente y el tequila. ¿Cuál escogerías?"
Bella le miró a los ojos.
—¿Qué es esto?
—No se vale responder en voz alta.
Le lanzó un boli.
A regañadientes, ella escribió:
Tequila.
Dejó la hoja allí y le tendió unos billetes al camarero dándose prisa para salir de la cafetería. El viento rugió como un león haciendo que su cabello de tonos rubios le impidiera ver el camino de la carretera. Casi no había autos allí, ni casas, solo un hostal donde se había estado quedando. Bella estaba en medio de ninguna parte y necesitaba llegar a Toulouse lo más pronto posible. No le importaba hacer dedo con tal de llegar a la ciudad. El problema era que llegando allí no tendría qué hacer. Ni siquiera tiene un techo para dormir, solo una mochila con sus pocas pertenencias y un puñado de billetes.
Se armó de valor con sus pies pesándole demasiado por el cansancio y empezó a caminar de nuevo.
Al cabo de unos minutos, unos pasos le siguieron.
—¿Te viene persiguiendo un tornado que vas tan rápido?
Rodó los ojos— ¿Te refieres a ti mismo?
—Oh. Eres mala.
—Déjame en paz.
Avanzó un poco más rápido, si era posible.
—Lamento si te molesté. —se disculpó—¿pero podrías de verdad disminuir la velocidad? Eres pequeña, pero muy veloz.
—Estoy acostumbrada a correr para todas partes. Y de todos modos ¿Qué haces alcanzándome? —se dio cuenta de lo lejos que se encontraban de la cafetería.
—Te vine a hacer compañía.
—No necesito niñeros. No te conozco. Puedes ser un psicópata.
—Lo siento, entonces. Tienes cara de querer acabar con tu vida con lo primero que encuentras y no puedo permitir eso. Por lo que, quieras o no, te acompañaré. —Bella se detuvo en seco— Ah, y no soy un psicópata. Para que te enteres.
—Tienes que estar bromeando.
—No lo hago, ojitos lindos.
Genial, lo que faltaba.
—En serio, tienes que parar con esto.
—¿Me tienes miedo?
—Sí.
—Rayos. Ahora es cuando te pones nerviosa y dices S-Sí. No un Sí tan frío como el tuyo. —Él se carcajeó, de nuevo. Y su risa era linda. Aunque Bella nunca iba a reconocer eso en voz alta— ¿Nunca escuchaste el dicho: Puedes correr…?
—Pero no esconderte. Sí. Y empezaré a correr en círculos si no te marchas ahora mismo.
—Ojitos lindos, digas lo que digas, no pienso dejarte sola. No creas que voy por la vida recogiendo muchachas con rostros inexpresivos que me tratan peor que una basura, solo porque no tengo nada que hacer.
—Bueno, eso es lo que parece.
—No me subestimes.
Por un instante el rostro de él se entristeció. Se llevó las manos a los bolsillos de su chaqueta y Bella decidió dejarlo en paz. Si él quería seguirla, entonces no iba a detenerlo. Pero que luego no se ande quejando.
Caminaron en silencio hasta una gasolinera, dónde Bella se detuvo a comprar chocolatines y una botella de agua.
—¿Te gusta el agua sin gas? ¿En serio? ¿Gastas dinero comprando agua que la sacan de los baños?
Bella no le respondió. Intentaba fingir que no había una babosa en su camino, mejor conocido como: chico al que no sabía su nombre.
Caminaron de regreso a la carretera y Bella hizo dedo a los autos que pasaban, gimiendo por sus malos resultados. Nadie quería llevarles. Aunque ella creía que era porque se encontraba con él. Si estuviese sola, entonces le pararían.
Uno es compañía. Dos… son multitud.
Le importa una mierda que así no sea la frase. Es su frase desde este instante, firmada por Bella Swan.
—Oye —la llamó. Bella siguió su camino— Se está haciendo de noche.
—No me digas… —Sacudió la cabeza— Gracias por tu inminente observación.
Él hizo caso omiso a su tono quejoso.
—Soy Edward Cullen. Mejor conocido como buen samaritano. *
—Sí, me he fijado.
—Alec y yo te hemos visto por estos días visitar la cafetería. Nos ha preocupado que siempre parece que estuvieses llorando.
—¿Quién es Alec?
—El camarero de la cafetería dónde trabajo.
—¿Eres empleado de ese lugar?
—No por estos días. Te he visto desde las sombras.
—Ah. —murmuró— Soy Bella. —dice con amabilidad— Mejor conocida como imán de babosas.
—¿Debo reírme?
—Considerando que tú eres el baboso y engorroso, no.
Edward se echa a reír muy fuerte.
—Eres chistosa cuando te lo propones, ojos lindos.
—Como sea.
Un auto se detuvo unos metros más allá y el corazón de Bella saltó.
—¿En serio te vas a subir?
Ella ni lo pensó.
—A menos que quieras dormir con el león de montaña. Cosa tuya. —Antes de que pudiese terminar la frase, Edward ya estaba junto a ella. Tuvo que esconder la sonrisa de su rostro, suspirando— Tu madre nunca te dijo que no debes hablarle a extraños ¿verdad?
—Nop.
—Ajá.
—Tu madre nunca te dijo que no debes subirte a autos de extraños ¿verdad? —susurró.
Bella se mordió la boca.
—Ya ves que no.
*Samaritano: Definase como persona que ayuda a sus semejantes, quien tiene una buena conducta y es compasivo.
Holaaaa! Para calmar tensiones con el otro fic, esta es una historia cortita y no tiene drama. (En realidad sí tiene, lo dice la sinopsis, pero no llega a tanto. No pude evitar poner el toque triste) Así que no le he puesto Romance y Drama, solo romance. Tiene sus toques de humor y eso. Es más para pasar el rato.
Me cuentan que les pareció esta primera impresión. Como verán, no se cuenta mucho, porque no es una historia donde me detenga en los detalles. Por supuesto que se contarán sus vivencias en los capis restantes, y el por qué de la sinopsis.
Nos leemos luego.
Besos
