Día 1- "Confesión de Amor"

Vocaloid one-shot by Mitsui Neko


Summary: Len había cometido un atroz error en el pasado. Luego de algunos años, finalmente llegó una oportunidad de remediar lo que había ocasionado. Era su oportunidad de confesar aquellas palabras que por mucho tiempo había callado.


Disclaimer: Vocaloid no me pertenece. Todos los derechos de autor van para YAMAHA Corporation y CRYPTON Future Media.


"¡Te odio, Len Kagamine! ¡No vuelvas a aparecerte en mi vida nunca!"

Incluso hasta ahora aquellas palabras resonaban en su cabeza, torturándolo, sin dejarlo descansar, recordándole el peor error que había cometido en su vida, cuando la perdió a ella.

Sonrió con amargura levantándose del sillón del cual estaba recostado y estiró el brazo para alcanzar el paquete de cigarrillos en la mesita de noche de su sala.

Su departamento era enorme y por lo mismo se sentía más solitario y frío que nunca. Recordó que había comprado dicho departamento para ella y se sintió más miserable.

Se llevó el cigarrillo a los labios y lo encendió. El humo se escapó de su boca, el olor a tabaco invadió la habitación. Últimamente fumaba más de lo normal, casi cinco paquetes de cigarros al día y todo con el fin de matarse. Cada cigarrillo era un clavo en su ataúd.

Volvió su mirada a la mesita donde algo más, aparte de su vaso de cristal con coñac, descansaba en ella. Una invitación de boda.

En el sobre estaba escrito el nombre de Kagamine Rin. Aparentemente el cartero se había confundido enviándosela a él en vez de a su gemela. Pensó en lo estupido que había sido aquel cartero y que cuando lo viera le partiría la cara a puñetazos por arruinarle la vida con aquella confusión.

Una de sus manos descansaba encima de su pecho y en ella tenía el celular. Se debatía entre hablarle o no a su hermana. Llevaba tiempo evitándola debido a todo lo ocurrido con su mejor amiga. Lo que menos deseaba era tener que responder las cientos de preguntas que la rubia seguro le haría.

—Al demonio. —Se dijo a sí mismo y apretó el marcado rápido, llevándose el aparato a la oreja.

El móvil sonó unas cuatro veces hasta que finalmente escuchó una voz femenina al otro lado. Sonaba tan nerviosa como él lo estaba.

—¿Len? —Preguntó aquella voz y el mencionado se aclaró la garganta.

—Hey, Rin... —Saludó en un susurro— Solo te llamaba porque tengo una carta aquí que es para ti.

—¿Uhm? ¿Una carta?

—Sí... una invitación de bodas.

Silencio.

Incluso cuando Len no podía ver a su hermana en ese momento, podía imaginar la expresión de mortificación dibujada en su cara.

—Sobre eso, Len... yo...

—¿Vienes a buscarla o te la llevo? —Le interrumpió antes de que siguiera hablando. Sabía lo que diría y nada de eso lo haría sentir mejor.

—A-ah... No, yo voy a buscarla. Hoy mismo saliendo del trabajo. —Contestó una no muy convencida Rin, aunque aquella era la excusa perfecta para ver a su hermano luego de un largo tiempo de no saber de él.

—De acuerdo. Te paso la dirección y mi número de apartamento en un mensaje.

—Por favor y bueno... —Al otro lado de la linea la rubia jugaba con un mechón de su cabello— ¿Nos vemos más tarde?

—Sí, te espero.

La conversación murió allí. Dichas esas palabras Len colgó. No había nada más que decirle a su hermana y esperaba que ella no se quedara mucho tiempo. Tal vez debió ser él quien le llevara la invitación, pero estaba demasiado deprimido como para querer salir.

Con un desganado suspiro, Len se levantó del sofa y empezó a limpiar su departamento. Lo que menos quería es que Rin le sermoneara al ver los paquetes de cigarro y las botellas de alcohol.

Eran las cuarto para las nueve cuando alguien tocó a su puerta y él fue a abrir. Allí estaba su gemela. Un par de centímetros más baja de él, con el cabello rubio más largo hasta la mitad de la espalda, de atractivo cuerpo y rasgos faciales más maduros que hicieron desaparecer la cara de niña. Su hermana era toda una mujer ahora, así como él todo un hombre, si es que se podía decir.

—Cuanto tiempo. —Sonrió incómodo. Notaba por la mirada que ella estaba igual.

—Sí. —Rin entró al apartamento una vez su gemelo le dejó pasar y fue recibida por una arreglada sala de estar y el olor de limpiador que intentaba cubrir el de tabaco sin mucho éxito— Has conservado bien este lugar.

—Ya no soy más el niño desastroso que conociste antes. —Len pasó al lado de su hermana y se acercó a tomar del sobre que seguía en la mesita de noche— En fin, aquí tienes. —Le hizo entrega de la invitación y tomó asiento en su sillón— Cierra la puerta al salir, por favor.

—Len, respecto a esto, yo pensaba decirte, pero...

—No quiero hablar sobre eso. —El rubio no aguantó más y llevó su mano al bolsillo trasero de su pantalón, sacando una cajetilla— Ya es cosa del pasado.

—¿De verdad lo es? —Le cuestionó la bella mujer que le observaba encender un cigarrillo— Solo mírate, Len. Esta claro que no has dejado esto en el pasado. No has logrado superar a Miku.

—¿Acaso importa? —Escupió con molestia dejando salir el humo de sus labios.

—¡Me importa a mi!

—¡¿Por qué?!

—¡Porque eres mi hermano, maldita sea! —Las cejas de Len se arquearon, sorprendido al ver a su hermana alzarle la voz de esa manera— Eres mi hermano, Len... Y me preocupo por ti. No soporto verte de esta manera...

El menor por minutos sonrió con tristeza. Apagó el cigarro en el cenicero que tenía a su lado.

—Realmente aprecio tu preocupación, Rin... —se paró acercándose a ella— pero como dije, ya no importa. Lo hecho, hecho esta. —cerró los ojos recordando nuevamente aquellas palabras y la mirada esmeralda llena de odio— Fui un idiota y perdí el amor de Miku.

Y vaya que fue un idiota. Cada vez que pensaba en ello era doloroso.

En preparatoria Len no era menos cretino de lo que era actualmente. La razón de ser así había ocurrido debido a que le habían roto el corazón.

Gumi lo fue todo para Len en su momento, el rubio estaba realmente enamorado de su novia de hermoso cabello y ojos verdes, pero la chica no parecía compartir ese sentimiento, pues le abandonó luego de que le ofrecieran un trabajo de modelaje. Gumi no lo pensó mucho y terminó con Len por sus ambiciones.

Aunque triste, aquella historia no justificaba el modo en que Len trataba a las mujeres, como si estas fueran solamente un juguete. El Kagamine se asqueaba con las chicas lambisconas que en su desesperación se acercaban a él intentando conseguir algo sin éxito alguno.

Len realmente creyó que se quedaría solo hasta que se reencontró con su vieja amiga de la infancia -más de Rin que suya-, Miku Hatsune. De inmediato al cruzar miradas con ella, quedó fascinado y volvió a sentir lo que alguna vez sintió por Gumi. No, era un sentimiento incluso más fuerte.

Intentó invitar a Miku a salir en varías ocasiones, pero la chica de cabellera turquesa siempre lo rechazaba. Len intuyó en que tal vez la aquamarina estaba enterada de sus "malos hábitos" y había acertado. Fue entonces que el rubio recurrió a pedirle a su gemela que lo ayudara a conseguir algo con Miku.

Conociendo a su hermano, Rin no estaba del todo segura, pero al ver la desesperación y sobre todo, la sinceridad en los ojos de Len, no fue capaz de negarse y convenció a su amiga de aceptar salir con él.

La primera cita fue un total éxito, la química fue inmediata y pese a las muchas diferencias entre ellos en cuanto a personalidades y gustos, lograban complementarse el uno al otro, como si fueran dos piezas distintas, pero de un mismo rompecabezas.

El tiempo pasó, Miku y Len se hicieron novios, salieron de la preparatoria juntos y entraron en la misma universidad. Cuando ya estaban a meses de graduarse, el rubio quiso dar un gran paso y compró un gran y enorme departamento para que tanto él como Miku vivieran juntos.

Muchas fueron las ocasiones en las que Len quiso pedirle a Miku que viviera con él, pero siempre terminaba acobardándose. Eso no quería decir que no habían pasado noches juntos en ese lugar, muy por el contrario, las citas de estudio terminaban convertidos en encuentros románticos con un final caliente.

Una noche después de hacer el amor, Miku dejó escapar esas dos palabras de las cuales Len no estaba preparado.

"Te amo."

Una parte del rubio quiso decir "Yo tambien a ti.", pero prefirió callar y dejarse llevar por el sueño al igual que su novia.

Luego de eso, ninguno de los dos volvió a tocar el tema, de hecho a Len le había sorprendido que Miku no le hubiese presionado por una respuesta. Estaba feliz con eso, pero debido a esa declaración, ya no estaba tan seguro de pedirle a Miku que se mudara con él.

Como si la situación no pudiese empeorar, un día que el rubio estaba solo, alguien fue a visitarlo. A Len casi se le cae la mandíbula cuando vio a Gumi parada en la puerta de su departamento.

La peliverde se veía incluso más hermosa desde la ultima vez que la había visto. Cuando le cuestionó que hacía allí, ésta simplemente respondió diciendo que tendría una sesión de fotos en la ciudad y que al enterarse de que él vivía cerca, decidió venir a visitarlo.

Lo último que Len quería era hablar con la chica que le había rotó el corazón, pero la tentación al igual que los sentimientos del pasado, lo hicieron dejar que Gumi pasara a su departamento y peor aun, hasta su cama.

El sexo fue satisfactorio, más no placentero. En vez de gozo, Len solo podía sentir culpa al haber tenido relaciones con su ex estando ahora con Miku. Se sentía asqueado y avergonzado. Lo único que deseaba en ese momento era sacar a Gumi de allí.

Hubiera logrado su cometido con éxito de no ser por la modelo que había insistido en robarle un beso de despedida. Justo en ese momento Miku salía del elevador y se quedó perpleja en el pasillo al ver aquella escena.

Sus ojos se cristalizaron y antes de que Len se diera cuenta, Miku había corrido en dirección a las escaleras de emergencia -debido a que el elevador tardaría en llegar- y él iba detrás de ella intentando alcanzarle.

Miku bajaba demasiado rápido por las escaleras y al llevar tacones, terminó doblándose el pie izquierdo y cayó por unos cuantos escalones, lastimándose una rodilla.

El rubio corrió rápido para ayudarla, pero ella simplemente lo había apartado con un fuerte empujón y con lágrimas en los ojos ella gritó:

—"¡Te odio, Len Kagamine! ¡No vuelvas a aparecerte en mi vida nunca!"

Luego de ese día, lo ultimo que Len supo de Miku es que ella había sido la responsable de romperle la nariz a la famosa modelo Gumi Megpoid, al encontrársela en el estacionamiento del edificio, dañando la imagen de la misma cuando tuvo que operársela sin un bonito resultado.

Pero aquello era lo de menos. Pasó casi un año cuando Len volvió a saber de Miku nuevamente en un programa de música. Aparentemente la Hatsune logró alcanzar su sueño de ser compositora/cantante. Se hizo tan famosa, que querer olvidarla era difícil cuando aparecía en todos los medios.

En revistas y periódicos amarillistas, Len hizo corajes cuando leía sobre supuestos rumores románticos entre la diva con algún artista o actor, pero solo eran eso, rumores que resultaban ser falsos.

Ojala aquella invitación de bodas fuera falsa también.

—Y si... ¿Y si te dijera que eso no es del todo cierto? —Len salió de su trance y giró hacia su hermana con los ojos bien abiertos— ¿Y si te dijera que Miku solo se casa porque intenta olvidarse de ti...?

—Rin... No mientas, porque si no...

—¡No te estoy mintiendo! —Rin se acercó más a su hermano, encarándolo— Miku, ella te odiaba por lo que le hiciste, pero pese a todo, nunca pudo dejar de amarte y eso la ha estado matando... —Len se sorprendió mucho al escuchar esas palabras— ella se esta casando ahora porque cree que será la única forma de superarte ¡Pero ella solo va sufrir por eso, Len!

—¿Y qué quieres que haga? —Le interrogó cabreado a la rubia.

—¿Pues qué más? ¡Que vayas a detenerla! —Len chasqueó la lengua y volvió a sentarse— Por favor, Len... eres el único que puede detener esto. Ademas... yo sé que aun la amas.

El menor desvío la mirada entrecerrando sus ojos. Odiaba cuando su hermana tenía razon y ahora le estaba leyendo como un libro abierto.

—¿Te das cuenta de lo que me pides? —Giró la cabeza viendo a su hermana directo a los ojos parecidos a los suyos— Quieres que vaya a la boda de Miku, intervenga y la arruine. —El rubio sonrió con ironía— Si ella no me odia como dices, seguramente lo haría ahora.

—No si lo haces antes de que la boda inicie. —nuevamente la mirada de Len estaba encima de su gemela— Antes de que Miku llegué al altar. Debes hacerlo, Len.

El joven se levantó de su asiento, dando vueltas por su departamento, pensativo, confundido e indeciso. Aquella era una situación seria y dependiendo de lo que escogiera, no solo afectaría su vida, sino también la de alguien a quien aun amaba.

—Dime hermanita... Si no estoy invitado ¿Cómo se supone que intervenga sin siquiera puedo entrar?

De ser en una iglesia normal, el acceso a la boda sería fácil para Len, sin embargo tanto la boda como la recepción se darían en el exclusivo y elegante hotel "Sheraton Grande Tokyo". Solo las personas con invitación podrían pasar de la entrada. Ademas de la seguridad extra para evitar posibles paparazzis y reporteros que quisieran colarse al evento.

La situación se veía demasiado complicada para el desgraciado rubio que cada vez más perdía las esperanzas.

—Ay, hermanito. Creo que no leíste bien mi invitación. —Su gemelo la miró interrogativo— Aquí dice que puedo llevar a un invitado conmigo.

—¿No piensas llevar a Utatane? —Preguntó refiriéndose al novio de ésta.

—Él esta en un viaje de trabajo y regresa hasta el fin de semana. No quiero ir sola ¿Me acompañas?

Len sonrió de lado mirando a Rin de manera cómplice. Ella le miró igual y se sonrieron mutuamente.

Aquella sería un plan difícil, pero no imposible. Aun había la posibilidad de que las cosas no funcionaran y que Miku rechazara a Len. De igual manera el rubio quería arriesgarse.

Como fuera, el resultado sería el mismo: Alguien saldría herido.


El hotel Sheraton Grande Tokyo hacía honor a su nombre por lo gigantesco que era. La capilla donde se daría la ceremonia era completamente de cristal, con excepción de las bases y marcos de madera. Quedaba a lo alto y daba una vista hermosa del mar.

Bajando por unas escaleras se llegaba hasta un jardín, casi escondido, con un pequeño lago donde se podían ver a los pececillos dentro de éste, ademas de un árbol de cerezos cuyos pétalos ya caían debido a la temporada.

Era octubre, ya estaba en otoño y el frío comenzaba y sin embargo Miku vestía un largo y hermoso vestido blanco de tirantes, escote alto pero de espalda descubierta, que solo era tapada por el velo de novia.

Desde la mañana, luego de ser ayudada por sus amistades con el vestido, la diva se había sentido mareada, por lo que se vio con la necesidad de salir del hotel al jardin por un poco de aire fresco.

Los nervios a minutos de la boda era algo normal, sin embargo Miku sabía que la realidad por la que se sentía de esa manera era debido a la inseguridad que la invadía. Estaba insegura respecto a estar allí, a punto de casarse con alguien a quien claramente no amaba.

Los nervios solo empeoraron cuando lo vio. No era la primera vez que alucinaba con verlo, sin embargo en ese momento podía decir que era real, pues al Len que veía ahora no era al chiquillo de diecinueve que le había roto el corazón -la ultima vez que lo vio-, era un atractivo hombre, un joven adulto de casi su edad. Con las facciones más maduras y el cabello rubio más largo. Vistiendo un elegante traje negro que le sentaba de maravilla a su entrenado cuerpo.

Cuando él se acercó a su dirección, por un momento se le cortó la respiración.

—¿Q-Qué estas haciendo aquí...?

—Miku... te ves hermosa. —Le susurró el rubio con una leve sonrisa.

—¿Escuchaste lo que te pregunté? —Le preguntó frunciendo el ceño.

—Sí. Te escuché. —La sonrisa en el rostro de Len se perdió, pero sus palabras seguían siendo cálidas— Lo siento... por todo lo que te hice, Miku.

La mayor por dos años desvió su mirada con los ojos aguados y respirando con irregularidad ¿Por qué tenía que aparecer justo ahora? ¿Por qué?

—¿Solo viniste a decir eso? ¿A disculparte? —Le miró con fiereza. Por su lado Len le veía con angustia— Eso no cambiara nada.

—Lo sé. —Len sonrió de lado, acercándose nuevamente a ella. Miku dio unos pasos hacia atrás, pero ya no pudo moverse cuando él le había tomado de la mano— Pero no es lo que venía a decirte.

La gentil mano del menor apretó la suya con cariño y ella recordó la primera vez que Len le había tomado de la mano de esa manera. Se había sentido tan feliz.

—¿Len...?

—¿Te acuerdas de esa noche? —El mencionado le miró a los ojos— Era octubre tambien. Estaban pasando un especial de películas de terror. Creí que te asustarías y me tendrías abrazado durante toda la película, pero en cambió terminaste durmiéndote en mi hombro.

El rubio rió bajo y Miku junto con él.

—Te dejé tu camisa llena de baba. —Dijo con los ojos a punto de soltar lagrimas— Me llevaste a la cama cargada.

—Y te despertaste cuando te acosté en el colchón. —Len pasó su mano por su mejilla, limpiando la primera gota salada— Me besaste y pasamos juntos esa noche... —El sonrojo se apodero de las mejillas ajenas— ¿Recuerdas lo qué me dijiste luego de haber hecho el amor?

Miku asintió sin querer responder. Recordaba perfectamente esa noche, cada detalle, cada palabra, cada sensación.

—Yo no te respondí. Estaba nervioso. Era la primera vez que alguien me decía aquellas palabras. —La aquamarina arqueó sus cejas sorprendida— Me di cuenta de que en verdad me amabas y yo temía tanto decepcionarte.

—Y lo hiciste. —Sonrió con amargura, las lágrimas sin parar de fluir de sus ojos color esmeraldas.

—Lo hice y no hay día que no lo lamente. —Len suspiró, soltando la mano de Miku al igual que su mejilla para alejarse un poco de ella— entenderé que no quieras perdonarme, pero por favor, no hagas esto.

—¿Qué?

—No te cases.

Hubo un silencio largo, pero no incómodo. Era relajante y finalmente Miku podía respirar bien.

—¿Por qué? —Le miró directamente a sus ojos azules— ¿Por qué no quieres que me case?

—Porque sé que no amas a ese hombre.

—¿Cómo sabes eso?

—Porque sé que me amas a mi.

Miku dio varios pasos hacia atrás. Por un momento sintió que se caería, pero logró sostenerse de una rama del árbol de cerezo.

Justo en ese momento la campana de la capilla empezó a sonar. La novia miró hacia aquella dirección y luego nuevamente al rubio.

—Te preguntaré de nuevo, Len... —pausó un momento, respirando profundamente— ¿Por qué no quieres que me case?

—Porque te amo. —Respondió de inmediato.

Su pulso se aceleró, su pecho dolió, su estomago se encogió, sus pulmones exigían aire. Su mirada se hacía nublosa por las lágrimas. Creyó que se desmayaría, pero nada pasó.

—Te perdono, Len... —Dijo con dificultad— y te pido perdón.

El rubio le observó confundido, pero al ver que ella se alejaba en dirección a la capilla, entendió sus palabras.

—¿Miku...?

—Lo siento, Len. De verdad lo siento. —Decía ella entre sollozos, cogiendo de su vestido para poder caminar rápido y alejarse de él sin detenerse, incluso cuando le escuchó gritar su nombre.


Luego de aquella decepción, Len decidió retirarse de ese lugar. Ya había hecho lo que tenía que hacer, ya no había motivos para que se quedara allí o más bien, no quería seguir allí.

Salió del hotel rápidamente y tomó el primer taxi que vio. Ni siquiera avisó a Rin de su retirada.

Al llegar a su departamento luego de casi una hora de viaje, lo primero que hizo fue buscar la cajetilla de cigarros que tenía escondida en caso de "emergencias" como ahora.

Su celular empezó a sonar. Era Rin. Decidió ignorar la llamada mientras encendía la televisión con el cigarrillo ya en los labios.

Buscó su encendedor en sus bolsillos sin éxito. Su móvil seguía sonando, así que subió el volumen de la televisión, el cual yacía en el canal de las noticias y fue entonces que lo escuchó.

«Y en el mundo del espectáculo, una noticia de ultima hora. La conocida cantante, Hatsune Miku, causó un gran escandalo en el hotel Sheraton Grande Tokyo cuando desapareció de manera inesperada. Aparentemente nos informan fuentes confiables, la idol se hospedaba en dicho hotel en compañía de su prometido con la intención de contraer matrimonio con éste, sin embargo, la ceremonia fue cancelada cuando la novia se dio la fuga.»

De allí Len ya no escuchó más. El cigarrillo cayó de su boca y rápidamente tomó su móvil para contestar la llamada de su gemela, pero detuvo toda acción al escuchar que alguien tocaba su puerta.

Su corazón golpeaba con fuerza su pecho y una amplia sonrisa se dibujó en sus labios al abrir la puerta y ver a la persona parada allí.

—Tambien te amo.


Hola gente! Aquí les traigo un one-shot (bastante largo como siempre XD) del tema de la semana LenMiku, "Confesión de Amor".

Ojalá les haya gustado y espero mañana poder subir otro one-shot del siguiente tema.

Quiero aprovechar para disculparme por el inesperado hiatus, pero ando de verdad ocupada y por eso no he podido actualizar ninguno de mis fics :c con suerte, cuando regrese tendré hasta cuatro capítulos o más de adelanto de cada historia.

En fin, muchas gracias por leer y por favor, dejen review para saber su opinión nwn)/

¡Nos leemos la próxima!