Mira. Mira sin apartar los ojos cuando te los quieran tapar. Mira. Mira sin ocultar a nadie lo que sientes de verdad. Mira. Mira y diseña la mejor forma de escapar. Mira. Mira sin que te intimide lo que en ti buye de verdad.

Grita. Grita si se atreven a pisotear tu verdad. Grita. Grita siempre que pidas un poco más de libertad. Grita. Grita si se les ocurre envolverte en una caja de cristal. Grita. Grita porque simplemente es la brizna de tu necesidad.

Llora. Llora entre golpe y golpe cuando te impidan dejar de matar. Llora. Llora abiertamente cuando aun caída tengas que volver a luchar. Llora. Llora porque nadie te ha permitido olvidar. Llora. Llora simplemente en la decadencia de tu felicidad. Llora. Llora cuando aún así sigas teniendo que sostener un puñal.

Recuerda. Recuerda a esa gente cuya hambruna respiraste entre castillos de azahar. Recuerda. Recuerda la vergüenza que supuso sumarte a ese acto de pasividad. Recuerda. Recuerda esas muertes morbosamente aplaudidas, cuyas vidas obligaron a marchitar. Recuerda. Sí, recuerda, cuando todos sonriendo, quieran fingir arrepentimiento y bondad.

Defiende. Defiende lo que es tuyo, lo que no es tuyo, cuando pretendan volver a arrebatar. Defiende. Defiende aunque sea con tu diseño, lo que nadie tiene derecho a destapar. Defiende. Defiende aun con tu último suspiro, la infancia libre de personalidad.

Diseña. Diseña que aun en medio de tanto lujo, la humanidad se puede conservar. Demuestra. Demuestra que aun en medio de ficción e hipocresía, la personalidad debe volar en paz.

Diseña y demuestra, sí, que aun con sus muestras, el monstruo hambriento de rencor puede volver a dormitar.