¡Hola! Jeje, soy nueva por estos rumbos pero espero que no sea la última vez que me vean por aquí :) ya llevó largo tiempo escribiendo en fanfiction pero recién terminé de leer la trilogía de The Hunger Games y no pude aguantarme las ganas de hacer mi contribución (HG fan declarada ya jaja). Espero sus opiniones y seguir viéndonos por acá :D

Título: Volviendo a empezar

By: Lucrecia Arctica

Disclaimer: The hunger games no es ni de chiste mío, si lo fuera estaría lleno de romanticismo PeetaxKatniss jojo

Dedicado: A mi adolescente interior obsesionada con Josh Hutcherson jaja

Advertencia: Este fic se sitúa prácticamente en el final de Sinsajo el tercer libro, así que si no quieres que te arruine partes de esta maravillosa saga mejor no leas.

-:-:-:-:-:-:-:-:-

Capítulo 1: Mi turno

Despierto un día más siendo consciente de lo que había sucedido: Peeta había regresado, mi madre decidió irse al igual que Gale… pero Peeta había regresado y al despertar este día caí en cuenta que ninguna noticia, ni siquiera la idea de estar en casa ni el suave roce de la cazadora de mi padre había podido sacarme de este letargo. Sin embargo cuando vi a Peeta desde la ventana plantando esas Primrose en lo bajo de la ventana fue como si la cortina de estupor que había estado tirándome a la cama durante tanto tiempo hubiera desaparecido ¿Por qué?

Ya no tenía caso engañarme a mí misma.

Tal vez lo sabía y me negaba a verlo, tal vez me engañaba diciendo que era simplemente porque le debía mi vida y la de familia, pero en aquel momento cuando lograron encontrarlo y él me estranguló pude verlo claramente: no era la traición que dolía, la desconfianza, no. Era la posibilidad de un mundo donde Peeta no me amara, donde la sonrisa de ese chico con olor a pan recién horneado no volviera, no volviera a ser dirigida para mí. No podía seguir engañándome diciéndome que no era amor lo que sentía ¿en qué momento nació? No lo sé. Pudo ser cuando me contó la historia de esa niña de vestido a cuadros que cantaba la canción del valle, cuando me salvó de los tributos profesionales o ese momento en la arena del reloj con el relicario o ese día mirándolo a través del diente de león en la escuela. Donde hubiera sido no tenía importancia, la opresión actual de mi pecho la tenía.

¿Qué opresión? Estaba de vuelta en mi hogar, había decidido y el hombre que amaba estaba a unos pasos de aquí…

Prim, mi hermanita, su ausencia. La vida sin ella iba a ser difícil, no podía imaginar la vida sin ella y antes que las lágrimas comenzarán a brotar recuerdo sus palabras "No te preocupes Katniss, él regresará a ti".

-Pequeña pilla, hasta ella lo sabía –sonrío.

Sé que Prim hubiera odiado verme aquí llorando por su causa, sé que ella hubiera odiado que sabiendo lo que sentía, viendo que por vez primera comencé a sentir amor por alguien más que ella, decidiera quedarme aquí llorando y siendo un ente inútil.

Pero hay cosas que ni siquiera Prim podría haber respondido.

Las cosas habían cambiado, Peeta me amó pero, con los cambios, la guerra… Él no ha vuelto a mencionar que me quiere desde eso, la única prueba que tengo de que esos sentimientos existen es el aroma de las prematuras Primrose floreciendo debajo de mi ventana.

-Pero eso pudo haberlo hecho por Prim, todos amaban a Prim…

Y de nuevo me encuentro sin respuestas…

Pero no, está vez no, esta vez no iba a rendirme tan fácil, al fin era mi turno, el turno de Katniss Everdeen de demostrarle a Peeta Mellark que lo quería.

Así que me visto rápidamente como si fuera de caza y al terminarme de calzar las botas salgo sin saludar a Sae la grasienta que se encuentra haciendo el desayuno y voy directo a la casa de Peeta con el olor a pan recién horneado saliendo de la ventana y tocó unas tres, cuatro o cinco veces qué se yo. Un Peeta alarmado y con restos de harina en el cabello abre la puerta mientras se limpia las manos con un trapo.

-¡Ah! Eres tu Katniss –sonrisa –pasa algo.

Sus dientes blancos, sus ojos azules atravesándome… soy una tonta, ni siquiera se me ocurrió que iba a decirle, solo vine aquí corriendo sin detenerme a pensar en un plan. Idiota.

-Hola –es lo único que alcanzo a balbucear.

-¿Pasa algo? –pregunta alzando la ceja, no puedo evitar notarlo, sus cejas son rubias como sus pestañas…

-Yo… este… voy a ir de caza hoy…

-Eso es bueno, es bueno que te animes a hacer algo ¿necesitas algo? ¿Pan?

No respondo. Lo siguiente que él pudo ver fue a mí corriendo despavorida hacia la pradera, porque ante la impotencia de argumentos mis mejillas empezaron a enrojecerse hasta parecer que tenía tomates en la cara.

Un sonrojo delator, eso era mucho más de lo que podía soportar por ahora.

Al fin llegó al punto de reunión que tenía con Gale, caigo y siento como dolorosamente el aire entra en mi cuerpo, mi condición se ha perdido después de tanto letargo, debí de haberme visto estúpida haciendo preguntas tontas y corriendo hacia el bosque sin ningún arma obvia para la caza. Me recupero y suspiro, no hay nada que hacer me quedaré mirando el cielo hasta pensar en una respuesta ingeniosa o fingir demencia, que vergonzoso.

Caigo en un sueño profundo, cuando vuelvo a abrir los ojos, ya es ligeramente de noche: el sol se ha ocultado pero aún hay claridad; me sobresalto al ver un ente que no había contemplado en el paisaje: Peeta durmiendo a unos cuantos pasos de mí, antes de que pudiera levantarme o balbucear incoherencias él se levanta, parece que mi sobresalto fue más ruidoso que lo acostumbrado.

-Al fin despiertas –dice con suficiencia –pensé que mis ruidosos pasos te harían despertar pero nada, parece que haz dormido bien, sin pesadillas.

Sin pesadillas.

Sin pesadillas, tiene razón, por primera vez sin pesadillas desde que regresé, sin ver a Prim quemarse viva, a mi escuadrón quedándose en las catacumbas, sin verlo morir a manos de Snow… sin pesadillas.

-Qué bueno que tus pesadillas hayan cesado –comenta con un incierto dejo de amargura.

Me quedo sin palabras ¿Por qué no puedo hacer bien las cosas? Porque no voy y le digo que se equivoca, que tengo pesadillas cada vez que cierro los ojos y si esta vez no fue así seguramente fue porque estaba cerca…

-Vamos, ya está anocheciendo –me ayuda a levantarme –y estar en este lugar sin armas no es muy prudente.

Él lo notó, notó que todo que pasó. Él lo sabe.

Durante todo el camino me quedo como muda, no sé qué decir, Peeta parece notarlo y llena con su voz todos esos espacios, se lo agradezco y quiero acercarme a él, veo sus manos tambaleando al son de sus pasos, quiero tocarlas pero ¿qué haré si él las aparta? Miedos, muchas ideas escudriñan mi mente hasta que llegamos a la aldea de los vencedores.

-Vamos –dice y antes de que siquiera pueda asimilarlo él toma mi mano y me jala hacia su casa, no es un agarre fuerte pero mi corazón da un vuelco –tengo pastelillos en casa

No pongo objeción y entramos en ella, coloca los pastelillos en el centro y sirve dos tazas de humeante chocolate caliente, como aquel que tomamos en el tren que nos llevó al capitolio por primera vez, las burbujas que se forman me ensimisman, no sé cuánto tiempo pasa hasta que caigo en cuenta que Peeta ha estado mirándome quien sabe desde cuanto tiempo, me inmuto pero él se queda firme, por un segundo pienso que está en uno de sus episodios hasta que comienza a hablar.

-Katniss sobre esta mañana, no quiero que las cosas sean de esta manera -¿de esta manera? Mi estómago da vueltas, parece como si miles de mariposas dieran vueltas hasta marearse y a su vez marearan todos mis sentidos –no quiero que me mires y sientas miedo al pensar que podría matarte o intentar dañarte sin aviso alguno

-Te equivocas- pienso. Pero las palabras no salen de mis labios, luchan por salir pero apenas y puedo respirar en estos momentos, años cazando enfrentándome a diferentes bestias en el bosque y soy incapaz de decir esas dos palabras.

-Preferiría morir a siquiera imaginar hacerte cualquier daño –su mano se coloca encima de la mía sobre la mesa, es cálida al igual que su casa, cálida como los dientes de león creciendo en la primavera –quiero que podamos convivir como antes, no podemos olvidar el pasado pero quiero que estemos juntos –de nuevo el vuelco en mi estómago y en mi corazón, un coro de sinsajos canta en mi cabeza sin ninguna explicación, miro su mano sobre la mía. No quiero que me suelte nunca, pero lo hace –prometo no presionarte, llevar las cosas a tu modo.

Ante la mudez de mi boca, asiento con la cabeza y hago una leve sonrisa. Esperanza, eso es lo que le sobra a Peeta, fue lo que descubrí con el tiempo, no eran su don en las palabras lo que me hizo apreciarlo, fue que cada acto que hacía por más simple que fuera, parecía darle esperanza a alguien y recuerdo lo que Haymitch me dijo alguna vez "no lo mereces".

-No lo merezco, pero lo intentaré… -pienso

Entonces haciendo un esfuerzo comienzo a hablar, menciono algo simpático acerca de Sae la grasienta y mi miedo de comer perro salvaje cada vez que cocina, eso rompe la tensión del ambiente y reímos juntos como hace tanto. Él me comenta sus problemas con el pan, siempre ha sabido hornear pero nunca había tenido que hacerlo todo solo, se le ha caído la harina en el cabello y los pastelillos que comemos casi se queman por descuido, pero pudo acordarse y rescatarlos a tiempo.

Parece como si nada hubiera pasado, como si un mañana nuevo pudiera brillar… De repente después de reír nos quedamos callados, contemplándonos el uno al otro, mi sangre corre a borbotones por mis venas, el silencio es tal que casi puedo oír su correr. De repente mis labios se sienten secos y veo como él relame los suyos ante la misma sensación…

-Ven –se levanta de golpe y levanta los platos –quiero mostrarte algo.

Nunca había entrado a la casa de Peeta, no con su madre ahí pudiendo gritarme cuantas cosas pudiera, porque aunque fuera una vencedora de los juegos del hambre sigo pensando que ella, aún ahora, se comportaría conmigo como aquella mujer que ni siquiera me permitió alimentarme los restos que ella dejaba. Llegamos a uno de los cuartos, cuando lo abrió vi que era así como un estudio y recordé que Peeta pintaba tal y como lo hacía con hermosas formas de glaseado en los pasteles. Vi sus cuadros de nuestros primeros juegos del hambre y me recorrió un escalofrío, su talento hacia las imágenes tan vívidas que era como si la brisa fría recorriéndome fuera tal y como la arena. Peeta notó eso y me llamó para dirigirme a un cuadro colocado sobre una silla cubierta por una manta blanca, pensé que la manta podría ser más útil si las utilizara para tapar los horrendos cuadros de los juegos.

-Qué esperas –me dice con una sonrisa tímida pero de suficiencia –descúbrelo –su sonrisa se hizo un poco más amplia ante mi cara de sorpresa.

Despacio descubro aquel cuadro con miedo de lo que pudiera encontrar, la primera vez que Peeta me mostró su obra no era lo que yo esperaba, pero esto, esto no era como la primera vez.

Esta inconcluso, pero en el cuadro claramente podría verse a Prim con Lady, nuestra cabra a su lado. Con sus dos trenzas finalizadas por lazos azules, sonriendo y lady lamiendo su mejilla con su gran lazo rosa…

Es precioso.

-Pensé que te gustaría, aunque aún no está terminado –hace la pausa poniendo su mano sobre uno de mis hombros –tengo un recuerdo donde tú me contabas acerca de esto. ¿Real o no real?

Él recuerda. Él recuerda… es lo único que puedo pensar… Él aún es Peeta, el chico del pan, aquel que me arrulló por tantas noches y cuidó siempre de mí…

-Yo aún tengo pesadillas –digo con cierta convicción –hoy por primera vez en el bosque pude dormir sin que nada me atormentara y seguro fue por tu causa…

-Me das demasiada importancia, yo solo estuve ahí un momento…

-Pero fue suficiente –lo callo –lo suficiente para dejarme descansar.

Un silencio poco apagado se inunda entre nosotros, trago saliva e intento seguir.

-¿Puedo hacer la prueba y dormir contigo hoy…? –parece como si mi corazón se detuviera, mis manos sudan, cada respirar me cuesta como si en vez de aire fueran astillas de cristales… tanto depende de esta respuesta…

-Claro –me responde tímidamente –como en los viejos tiempos.

Una sonrisa involuntaria sale de mi cara y él se sonroja automáticamente y me da la espalda.

-Vamos entonces, ya es tarde y si no te duchas ahora pescarás un resfriado

Voy a mi casa y me ducho y visto para dormir. Cuando salgo él está ahí esperando también ya listo para ir a la cama, noto cierto enrojecer en mis mejillas y puedo ver a pesar de la escasa luz que él está igual. Él se recuesta conmigo dándome su brazo y hombro como almohada, a pesar del shampoo aún puedo sentir el olor ligero de pan y glaseado, me tranquiliza, mi respiración se hace tenue, nada podría salir mal en este momento.

-¿Por qué fuiste a verme en la mañana? –Me cuestiona entre susurros mirándome a los ojos –dijiste que ibas de caza pero no tenías tu arco

-¿Por qué me seguiste? –le replico –parecías muy ocupado para seguir a una persona con achaques mentales momentáneos –sonreímos

-Es solo que sentí miedo de que te sucediera algo, miedo de que… -su susurro se apagó en el aire y miró al techo

-¿Miedo de qué, Peeta? –Pregunté, tocando levemente su mejilla con la yema de los dedos, tan cerca – ¿miedo de qué?

-De que me odiaras

Una brisa fría pasó a través de la ventana y aproveché esto para abrazarme un poco más a él, esto lo perturbó un momento pero luego relajó su cuerpo y dejó escapar un leve suspiro, como si esa cuestión viniera atormentándolo desde tiempo atrás.

-No podría odiarte aunque quisiera –le aclaré y volví a pasar las yemas de mis dedos por sus mejillas causando que él volteará a verme a los ojos de nuevo –te necesito –sus párpados se abrieron ante la respuesta no esperada y yo sonreí de satisfacción por eso, él quitó suavemente los cabellos de mi frente y sonrió también.

-¿Me cuentas de nuevo como conseguiste a la cabra de Prim? –su sonrisa seguía manteniéndose, sus dientes blancos y algo en mí se llenaba de regocijo como no creí que se pudiera de nuevo…

-Un viernes de mayo por la noche, antes del cumpleaños 10 de Prim…

Le cuento esta vez la historia real y asiente de vez en vez con la cabeza, rie en las partes pertinentes y me permito dormir sin pensar en la caída del capitolio ni en mis otras pesadillas.

Esto puede ser real, Peeta puede estar conmigo otra vez y yo puedo estar con él de nuevo.

-:-:-:-:-:-:-:-:-

Continuará…

Espero les haya gustado quería hacer un explaye en la parte de como Peeta y Katniss volvieron a estar juntos, creo que a todos nos dejó con las ganas, esta es mi contribución C: si le dan click al botón me harían muy feliz :P mas motivación para seguir.

Saludos~

L.A.