Bueno esta es mi segunda historia, recibí buenos comentarios de la primera asi que me decidi a empezar esta que me rondaba hace un tiempo en la cabeza, como dice en el summary es totalmente AU.
Esta historia sera mas larga, aun no tengo claro que tan larga pero si mas de dos capitulos.
Antes de la historia me gustaria agradecer por los comentarios de mi pasada historia, realmente me pone feliz que les haya gustado.
Y ahora si, la nueva historia. O si creo que tengo que decir que glee no me pertenece, ni ninguno de sus personajes y creo que es eso.
Se encontraba una pequeña rubia, en la orilla de un estanque mientras alimentaba a una familia de patos y sonreía mientras les dejaba migajas a los patos. Uno de los patitos, el más pequeño no alcanzaba a comer nada, pues los mas grandes se comían todo antes que el pudiera llegar a las migajas. La pequeña al ver esto lo tomo entre sus manos.
-Hola pequeñito-dijo mientras le acariciaba la cabeza, aun así el pequeño animal estaba algo inquieto-tranquilo amiguito, yo no te voy a hacer daño-lo siguió acariciando hasta que se calmó- tienes que tener mucha hambre, ten- y le dio una migaja mientras aun lo tenía entre las manos.
Luego de asegurarse que el patito hubiera comido suficiente, lo dejo en el suelo, con el resto de su familia.
-Eres muy chiquito, creo que eso te hace aun mas especial- la rubia le decía al patito- pero te falta un nombre...Mmmm-la rubia puso cara de pensativa, frunciendo su ceño adorablemente, de pronto soltó un gritito-¡ya sé!, te llamaras Ducky.
-¡BRITTANY!- se escuchó un grito-¿Brittany dónde estás? –una mujer rubia apareció de detrás de un árbol.
-Aquí mamá-contesto la pequeña rubia.
-Vamos pequeña, es hora de almorzar, tu padre acaba de llegar- le dijo sonriendo la mujer, su hija era adorable, por lo menos una vez a la semana iba al estanque a alimentar a los patos. A sus seis años amaba a estos animales y no perdía la oportunidad de demostrarlo.
-Bueno mami- Brittany se dio vuelta y le acaricio la cabeza a Ducky por ultima vez -me tengo que ir chicos, pero volveré- se levanto y antes de irse agrego- adiós Ducky, adiós familia de Ducky.
La pequeña Brittany se dirigió a donde estaba su madre, daba saltitos, hasta que llego a su lado y tomo su mano-Vamos mami.
Cuando llegaron a la casa Maurice, el padre de la rubia, las esperaba en la cocina.
-Hola princesa- dijo mientras levantaba a la pequeña rubia-Hola amor-se dirigió a la rubia mayor mientras besaba la mejilla de esta.
-Papi hoy le puse nombre a uno de los patitos, se llama Ducky, podríamos traerlo a vivir con nosotros, porque es muy chiquito, y yo lo cuidaría y-
-Respira cielo-dijo amorosamente Anne.
-No creo que sea buena idea princesa, si lo traemos el extrañaría a su familia ¿no crees?-le respondió Maurice a su adorable hija, ante lo cual esta hizo un adorable puchero- no te pongas triste princesita, que tal si en la tarde me acompañas al bosque para que encontremos el perfecto árbol de navidad-ante esto la rubia dejo su puchero y salto animosamente, para luego salir corriendo.
Esa tarde la pequeña rubia saltaba mientras iba de la mano de su padre, ambos mirando detenidamente cada árbol, buscando aquel que seria perfecto como árbol de navidad.
En un momento llegaron a un claro del bosque, y ambos detuvieron su andar.
-Bueno princesa-dijo Maurice mirando hacia el cielo-ya estuvimos mucho tiempo buscando, dentro de un rato comenzara a atardecer, será mejor que nos vayamos y volvemos mañana.
-Pero papi, aun no encontramos un arbolito de navidad-respondió Brittany haciendo un tierno puchero.
-Lo se princesa, pero mañana volveremos, de todas formas aun falta mucho para navidad-y con esto acaricio el rubio cabello de su hija.
-Mmmm…bueno, pero ¿puedo venir mañana contigo?-pregunto la pequeña rubia.
-Claro que si, tu tienes que darle el visto bueno al árbol-respondió sonriendo Maurice.
Cuando comenzaron a caminar de vuelta, y antes de salir del claro, Maurice escucho un ruido, un sonido pequeño, casi imperceptible. El hombre se detuvo, deteniéndose la pequeña también, pues iban de la mano.
-¿Qué paso papi?-pregunto la rubia con cara de confusión.
-Creo que escuche algo-dijo Maurice ladeando la cabeza tratando de encontrar la fuente del ruido.
Cuando Maurice estaba a punto de seguir caminando, se escucho de nuevo el ruido, esta vez un poco mas fuerte, parecían sollozos; al parecer venían del lado contrario al que estaban ellos. Era como si alguien estuviera llorando, pero junto con sollozos se escuchan quejas, como lamentos de dolor.
-Brittany, quédate aquí, no te muevas hasta que yo vuelva- le ordeno Maurice a su hija.
-¿A donde vas papi?-pregunto asustada la pequeña rubia.
-Solo quédate aquí ¿si?-Maurice dijo esta vez en un tono mas firme pero aun así cálido, la rubia asintió ligeramente.
Maurice se dio vuelta y comenzó a caminar hacia el lado opuesto, cada vez los sollozos se escuchaban más fuertes, pero parecían llantos de niña pequeña, se le hacían muy similares a los que escuchaba cuando se despertaba en las noches en que Brittany tenía pesadillas y lloraba entre sueños.
Cuando llego hasta el otro lado, era claro ya que alguien estaba llorando, una niña pequeña estaba llorando. Había un gran árbol, Maurice supuso que detrás de este estaba la fuente de aquel llanto; antes de rodear el árbol miro atrás para asegurarse que su hija aun estuviera allí, la pequeña rubia no se había movido.
Maurice rodeo el árbol, y por un segundo creyó que se estaba imaginando cosas pues no vio a nadie, pero al mirar un poco mas detenidamente lo vio, un pequeño bulto apoyado en el árbol, que se sacudía cada pocos segundos. Al parecer era un niña, con el pelo negro y ropas sucias y algo rasgadas, al mirar mas detenidamente se fijo que la pequeña no traía zapatos, ni calcetines, sus pies estaban desnudos y sucios, como si hubiera recorrido grandes distancias así.
La pequeña estaba sentada en el piso, con la espalda apoyada en el gran árbol, su cabeza entre sus rodillas dobladas frente a ella, y sus pequeños brazos rodeando sus piernas, de forma que solo se veía un mata de cabello negro. Maurice se dio cuenta con horror como los brazos de la pequeña estaban llenos de rasguños, cortes y moretones, que debían tener a lo mas un día, pues había sangre seca en ellos, pero aun así se veían recientes. Ante esto Maurice no pudo seguir mirando si hacer nada, esa pequeña estaba herida, además de estar llorando sola en un bosque; él tenía que ayudarla.
-Hey pequeña- dijo Maurice suavemente mientras se acuclillaba para quedar a la altura de la niña.
Por un momento Maurice pensó que la pequeña no lo había escuchado, pero inmediatamente después el pequeño cuerpo de la niña dejo de moverse, como si esta instantáneamente hubiera dejado de llorar.
-Hey, tranquila- dijo Maurice alargando su brazo en dirección a la pequeña, pero antes de llegar a tocarla, la pequeña levanto la cabeza.
El pelo de la pequeña estaba alborotado, lleno de ramitas y hojas, pero aun así Maurice pudo ver su cara, la piel de su cara era del mismo tono que la del resto de su cuerpo, ligeramente tostada, su nariz era fina y sus rasgos latinos, y sus ojos oscuros.
A Maurice se le partió el alma ver a la pequeña en ese estado, sus ojos rojos y acuosos por tanto llanto, sus mejillas húmedas gracias al camino de sus lagrimas, su nariz algo roja y al igual que sus brazos su carita llena de rasguños y cortes.
La pequeña tenía una mirada de sorpresa y miedo en un principio, pero rápidamente se transformo en una mirada fría y decidida, antes de que Maurice pudiera reaccionar, la pequeña se levanto y salto quedando a unos metros de Maurice, quien estaba sorprendido, pues se veía que la pequeña estaba débil, además que la agilidad de la pequeña era increíble.
-Tranquila, no te hare daño, solo quiero ayudarte-dijo Maurice tratando de tranquilizar a la pelinegra.
La pequeña no dijo nada solo lo miro con desconfianza, Maurice trato de acercarse un poco, pero ante esto la pequeña hizo un sonido parecido al de un gruñido. El hombre creyó que había escuchado mal, un gruñido como ese no parecía normal para una pequeña niña, a menos que…
-En serio no te hare daño, solo déjame ayudarte-repitió Maurice.
Al avanzar otro paso hacia la pequeña esta gruño, mas fuerte esta vez, no cabía duda que ese era un verdadero gruñido. Pero no quedo solo en el gruñido, la pequeña retrocedió y gruño aun mas fuerte, y en ese momento comenzó a encorvar su espalda. Todo paso muy rápido, la pequeña se encorvó, gruño mas fuerte aun y su cuerpo cambio, sus ropas quedaron en el piso; Maurice no supo que había pasado, pero en ese momento ya no había ninguna niña pequeña frente a él, en su lugar había un lobo, o mas bien un cachorro de lobo, con pelaje negro y ojos oscuros, los mismos ojos de la pequeña.
Maurice supuso bien, esos gruñidos no eran normales, la pequeña era un lobo, un hombre-lobo o una niña-lobo, no importaba el nombre pero esa pequeña era especial, era capaz de transformarse; Maurice había conocido hombres-lobo antes, de hecho fue vecino de unos y se llevaban muy bien, no entendía porque había gente que los detestaba o los catalogaba de peligrosos, eran personas normales, solo que de vez en cuando se transformaban, pero fuera de eso eran completamente normales; por estas razones, las familias y clanes de lobos ya no eran tan abiertos con su condición y preferían ocultarlo para el resto de la sociedad. Pero aun así, entre familias y clanes eran muy unidos, según lo que sabia Maurice, no se explicaba porque esta pequeña estaba sola y herida.
-Tranquila pequeña, no hace falta que te transformes, yo no te hare daño- volvió a repetir el rubio acercándose al pequeño cachorro.
Pero eso no tranquilizo a la niña, ahora loba, esta gruño una vez mas y corrió hacia el claro, el rubio recordó que allí estaba su hija por lo que la persiguió lo mas rápido que pudo.
Brittany estaba algo asustada, pues su padre aun no aparecía, pero no se había movido, no quería desobedecer. De pronto escucho ruido de ramas crujir, pero al otro lado del claro, por donde su padre había desaparecido momentos atrás, pensó en ir a ver que era, pero recordó que su padre le había dicho que no se moviera.
Unos momentos después, apareció un animal, parecía un lobo, pero era pequeño y según sabía la rubia los lobos eran grandes. El pelaje del animal era oscuro, y este comenzaba a avanzar rápidamente, como si arrancara de algo, se dirigía directamente hacia la rubia. Normalmente Brittany hubiera gritado y corrido lejos, pero por alguna extraña razón no tenia miedo y no se movió de su lugar.
Cuando el animal llego al frente de la rubia, detuvo su andar y alzo la vista, mirando a la rubia. Brittany observo detenidamente al animal, no podía ser un perro, no parecía un perro, definitivamente parecía un lobo, a lo mejor es un lobo pequeño, un lobito, pensó la rubia. Sus ojos eran oscuros, pero eran fascinantes, casi humanos, la rubia quedó mirando fijamente al pequeño lobo era como si estuvieran conversando con sus miradas sin darse cuenta.
-Brittany cuidado, retrocede- grito su padre, haciendo que la rubia lo mirara, rompiendo el contacto con el lobo. Su padre se dirigía hacia ella, tenia un palo en una mano, pero era algo extraño, su padre nunca le había pegado a un animal, incluso los defendía cuando alguien trataba de hacerlo.
El pequeño lobo dejo de mirar a la rubia y se preparo para seguir arrancando, pero Brittany se dio cuanta de sus intenciones, por alguna razón la rubia no quería que se fuera, era como si con ese contacto visual con el pequeño lobo hubieran sellado un pacto.
-No te vayas- dijo la rubia, y el pequeño lobo volvió a mirarla con esos ojos que la maravillaron a la pequeña rubia. Brittany alargo su mano y acaricio la cabeza del pequeño animal tiernamente, mientras el pequeño lobo cerraba los ojos como disfrutando de la caricia.
-Brittany aléjate- dijo su padre son miedo en la voz.
-No puedo papi, no quiero- dijo Brittany mientras seguía acariciando al animal, esta vez con las dos manos.
En ese momento la rubia sintió como si algo cambiara dentro de ella, como si ese animal fuera de suma importancia para ella. La rubia se sentó en el piso y abrazo al animal, con toda la fuerza que su pequeño cuerpo le permitía, como para no soltarse jamás. En medio del abrazo la rubia sintió como el animal se movía, como el pelo desaparecía y daba lugar a piel, piel humana, como las patas se transformaban en brazos y piernas, y como finalmente dos pequeños brazos la rodeaban abrazándola con la misma intensidad con la cual ella abrazaba.
La rubia se separo un poco y se sorprendió al ver que ahora abrazaba a una niña, de pelo negro, el mismo negro que el pelaje del pequeño lobo, la pelinegra alzo la cabeza y sus miradas se engancharon nuevamente, esos ojos oscuros, eran los mismos del pequeño lobo, pero ahora en la niña que había ocupado su lugar; Brittany sintió como su corazoncito de detenía un momento para luego latir mas fuerte que nunca y una extraña felicidad la invadió. Se tomo un segundo para examinar a la pequeña en sus brazos, estaba desnuda y su cuerpo cubierto de heridas y tierra, había comenzado a llorar por lo que su cuerpecito daba ligeros saltos, ante esto Brittany no lo dudo un segundo, no iba a soltar a la pequeña pelinegra jamás, aun cuando ni siquiera sabia como se llamaba.
El padre de la rubia miraba atónito la escena, él nunca había sido una persona violenta pero al ver como la pequeña morena adquiría su forma lobezna y se dirigía hacia donde estaba su hija, hizo que sus alertas de padre se activaran, y tomando un palo se dirigió dispuesto a evitar a toda costa que su hija sufriera algún daño. Pero la escena frente a él era de todo menos violenta, la pequeña loba había detenido su fuga, su hija la había abrazado y la pequeña se había transformado y le había devuelto el abrazo, cuando momentos atrás la pelinegra arrancaba con determinación. Había muchas cosas para las cuales Maurice Pierce no tenia respuesta, esta situación se convertiría definitivamente en la mayor duda del hombre.
Brittany entonces comenzó a unir ideas, la pelinegra en sus brazos había sido el pequeño lobo momentos atrás, pero ¿Cómo?, acaso se transformaba o ella estaba imaginando cosas.
-Hey, ¿tu eras el lobito?-pregunto la rubia a la pelinegra, a lo cual esta asintió sin despegar su cabeza del cuello de la rubia- Wow, eso es genial, entonces eres un lobita también-agrego la rubia sonriendo.
La pelinegra esta vez levanto la vista y enganchando su mirada con la rubia asintió, mientras le respondía con una tímida sonrisa, a pesar de las lagrimas que seguían cayendo de sus oscuros ojos.
-Me llamo Brittany, ¿quieres ser mi amiga?-pregunto la rubia, ansiosa por escuchar la respuesta de la morena, lo único que quería era que la otra niña le dijera que si, que serian amigas, las mejores amigas y que nunca se separarían. La pequeña morena asintió rápidamente y volvió a acurrucarse en brazos de la rubia.
Luego de unos momentos la rubia vio como su padre se alejaba en la dirección de donde había aparecido su ahora nueva amiga y volvía momentos después con un bolso café y ropa sucia y rasgada en las manos. Su padre se acercó hasta ellas y puso su chaqueta sobre la morena, para tapar su desnudez y darle algo de calor, después de todo ya comenzaría a anochecer.
Por un momento la morena se tenso al sentir un ligero peso sobre su cuerpo y se abrazó aun mas fuerte de Brittany, pero la rubia rápidamente le acaricio la espalda mientras susurraba- tranquila, es para que no te de frio, no te preocupes yo no te soltare.
-Brittany esta es la ropa que traía puesta antes de…bueno eso no importa, pero haz que se las ponga de nuevo, luego le daremos algo de tu ropa en casa- dijo el padre de Brittany mientras le tendía a su hija las ropas de la morena. La rubia tomo las prendas con una mano mientras que con la otra seguía abrazando a la pelinegra.
-Toma, ponte tu ropa, tienes la nariz helada, debes tener frio-le dijo la rubia a la morena con una sonrisa. La pelinegra asintió, mientras tímidamente se vestía, sin separarse de la rubia, el padre de esta aun estaba sorprendido pero no pudo evitar la sonrisa que se formo en su rostro al ver a su hija cuidar y proteger a una niña que acababa de conocer, la pequeña rubia tenia tan solo seis años, pero Maurice podía asegurar que se convertiría en una gran mujer en un futuro.
Una vez estuvo vestida, la morena volvió a abrazarse a Brittany estrechamente, a lo que la rubia sonrió. Brittany se fijo que la morena parpadeaba mas lento, trataba de disimular un bostezo y luchaba por mantener los ojos abiertos-puedes dormir ahora, yo no me separare de ti-le dijo dulcemente a la pelinegra.
-Me llamo Santana-contesto la morena con una voz rasposa antes de cerrar los ojos y caer profundamente dormida.
El padre de Brittany cargo a la morena su casa, una vez allí le explico lo que había pasado a Anne, su esposa y decidieron que lo mejor seria limpiar y curar las heridas de la pequeña morena, y esperar a que esta despertara. Durante todo el proceso la rubia nunca abandono el lado de la pelinegra, cuando ya estuvo curada y limpia sobre la cama de la rubia, esta se recostó a su lado abrazando a la morena mientras se quedaba dormida junto a su nueva amiga.
Mientras las dos chicas dormían Maurice y Anne las miraban desde el marco de la puerta.
-¿Qué haremos con Santana?-pregunto Maurice
-Creo que lo mejor e esperar a que despierte, cuando lo haga le preguntamos por sus padres y que hacia en el bosque sola-contesto Anne mirando a la pequeña morena.
-Ojala que nos hable, como te dije en el bosque huyo de mi, y solo se calmo cuando vio a Brittany, tu sabes que yo no creo que su raza sea peligrosa, al contrario pero por un momento temí que le fuera a hacer daño a nuestra hija-contesto Maurice preocupado.
-No la he visto despierta Maurice, pero si vi como se aferraba a nuestra hija, aun cuando estaba inconsciente. Creo que esta asustada, algo o alguien trato de hacerle daño, y nosotros tenemos que protegerla, así como Brittany ya lo esta haciendo-respondió Anne firmemente, el estado en el que llego la pequeña morena y la historia de como su esposo la había encontrado fue suficiente para que la mujer sintiera como su deber cuidar de la pequeña pelinegra.
Era pasada la media noche en el hogar Pierce cuando la pequeña Santana se despertó, pero esta vez no la invadía el miedo, era un sentimiento totalmente contrario. La pelinegra se sentía a salvo, un aroma reconfortante la rodeaba, al igual que unos pequeños brazos, cuando se dio cuenta de esto quiso soltarse de ese abrazo pues se percato que estaba en la habitación de alguien, pero además de eso no tenia idea donde estaba, lo ultimo que recordaba eran unos hermosos ojos azules.
El movimiento despertó a la pequeña Brittany, apenas abrió los ojos vio como su morena amiga trataba de zafarse de su abrazo- Hola-dijo la rubia sobresaltando a la morena.
-Hmmmm…hola-respondió tímidamente la morena.
-No te preocupes, estamos en mi casa, mi mama te curo las heridas y te pusimos ropa limpia. Estas a salvo-dijo la rubia.
Santana en corto tiempo había aprendido a no fiarse de nadie, a su corta edad los eventos que había tenido que enfrentar hicieron que no confiara en nadie sin importar quien era, y le había dado resultado, pero cuando apareció esta pequeña rubia algo le impedía desconfiar de ella, era como si su parte lobezna le dijera que estaba bien confiar en ella, era como si por fin estuviera completa y a pesar de los horribles acontecimientos que vivió esta adorable rubia seria su luz.
La morena asintió y se acurruco con la rubia, mientras esta la abrazaba nuevamente. Santana cerró los ojos para volverse a dormir, esta vez sin temor de que la encontraran, pues sabia que si estaba con la rubia nada malo pasaría, después de todo ella era una loba; claro tenía seis años, pero aun a su tierna edad sabia que su parte lobezna nunca se equivocaba.
Ese fue el primer capitulo, no se cuando suba el segundo, de todas formas estoy abierta a sugerencias y comentarios, diganme si les gusto, o como quieren que siga, si es que quieren que siga claro.
Nos leemos, sueñen con Brittana :)
