CREPÚSCULO NO ES MÍO, ES DE LA INCREÍBLE S. MEYER.

YO SOLO SOY RESPONSABLE DE LA TRAMA.


-Quítate de mi camino, Renesmée, no me hagas quitarte a fuerza-le grité a mi hija, intentando con todas mis fuerzas quitarla sin lastimarla.-Renesmée, no quiero lastimarte, quítate-mi hija solo negó con la cabeza al tiempo que se aferraba con fuerza al marco de la puerta que me evitaba el paso hacia mi padre, me odié por decidir hacer lo que iba a hacer, pero era necesario.

Alcé mi mano al aire y tomé impluso para propinarle una bofetada, mi hija solo apretó los ojos, pero no se apartó, mi mano voló por los aires y llego a rozar apenas y sin fuerza la mejilla de mi hija, la falta de fuerza en el golpe se debió a que una mano pálida detuvo la mía al tiempo que la torcía hacia un lado, haciendo que quedara de espaldas a mi esposo, el cual era el que me estaba sosteniendo, lo siguiente que hizo fue soltarme el brazo y tomar mi cintura antes de acestarme una patada en el vientre, Edward no se detuvo ahí, ya que continuó arrancando mi muñeca de golpe, haciendo que soltara un grito adolorido.

El resto de mi familia se había quedado petrificada, en realidad no me sorprendía.

Edward me había advertido en varias ocasiones que si le levbantaba la mano a mi hija, yo o cualquiera, no viviría lo suficiente para ver la hora siguiente; por lo tanto, no traté de evitar que mi inminente final llegara.

Sin embargo, él no me mató de manera rápida y prácticamente indolora, no, continuó mordiéndome en todos los puntos de mi cuerpo a su alcance, era horrible sentir la ponzoña extenderse por lo que había sido mi torrente sanguíneo, mi muñeca, la que seguia unida a mi cuerpo, fue arrancada de la misma forma, solo que más lentamente.

Por alguna razón que no entendí al principio, Edward me sujetó con una de sus manos y mordió la mía, dolió aún más que cuando esta estaba unida a mi cuerpo.

Grité con un dolor tremendo, me dí cuenta en ese momento que habia hecho lo imperdonable, le había levantado la mano a mi hija solo por ver el cadáver de mi padre, me arrepentí de inmediato.

Edward me inmovilizó y supe que el final esstaba cerca, pero la nueva posición me dejó ver los ojos horrorizados me mi familia, miré directamente a los de mi hija y pensé:

"Lo lamento mucho, amor. Perdóname, te quiero".

Supe que Alice vió que me arrepentía y que no le tenía rencor a nadie.

Solo sentí los dientes de mi marido en mi cuello y alcancé a ver que Alice le gritaba algo Edward, pero el sonido nunca me llegó porque Edward se apartó, dejándome con el cuello abierto y con la ponzoña juntándose en mi congelado corazón.

Solo sentí que me desvanecía y que nadie iba a atraparme. Cuando este pensamiento llegó a mi mente, una vocesita me dijo:

"Claro que no te van a atrapar, eres la peor madre y esposa del mundo, todos querían terminar con tu presencia, por eso no pusieron objeción alguna cuando tu esposo te asesinó".

Tuve que reconocer que era verdad, así que me despedí silenciosamente de la gente que había amado durante el tiempo que los conocí.

Creo que estaba muerta, y esta vez creo que de verdad porque siento un horrible dolor en donde habían estado mis manos, lo único que podía ser era el infierno, me sentí mal por haber terminado aquí, pero sabía que me lo tenía bien merecido por haber pensado si quiera en lastimar a mi hija, sin embargo, me sentí mal porque ya nunca más podría ver a la gente que amaba y que estaba segura que estaría en el cielo, ya que su forma de ser no era ni de cerca tan mala como la mía.

El dolor volvió, esta vez con más fuerza, pero ahora no me quejé. De pronto, unas manos frías me acariciaron el rostro; eso era raro, las únicas manos heladas que se sentían de esa manera eran las de mi familia, las cuales era imposible que me tocaran, por lo que solo se me ocurrio que James, Victoria o Laurent estaban allí para castigarme, así que no me resistí, es más, me dejé llevar por las menos, que se deslizaron a mi mano, donde quemaron de nuevo, esta vez grité, el dolor estaba siendo mucho más intenso que la última vez.

Sollocé sin lágrimas, adolorida y a sabiendas de que era mi bien merecido castigo.

Las manos se multiplicaron, por lo que ahora eran más de cuatro pares de manos. No sé por qué se me ocurrió, pero abrí los ojos y me sorprendí al encontrarme en el mismo lugar en el que mi esposo me había matado.

La sorpresa fue aún mayor al ver a toda mi familia ayudando a reconstruirme, percibí también que mi hija lloraba en un extremo de la habitación. Sentí la necesidad inmediata de ir a su lado y consolarla, pero estaba segura de que solo le repugnaría.

Edward me miraba apenado, pero no me habló y todos se alejaron en cuanto estuve como nueva.

Ok, me había equivocado, todos ellos me querían, pero me repugnaban a la vez, por lo que me habían reconstruido, pero no se querían acercar a mi más de lo necesario.

Me incorporé sin fuerza, pero decidida. En cuanto comprobé que mis manos funcionaban de la misma manera, me incorporé y salí corriendo, sollozando sin poder contenerme, pero a sabiendas de que no podía detenerme para atormentar a mi familia con mi presencia.

Los escuché llamarme, pero yo los ignoré y segué sin dirección definida, corriendo adonde el rumbo me llevara, ignorando las fronteras entre los países, las regiones naturales, o incluso los limites entre el dia y la noche.

Sabía que me seguían, pero no podía arriesgarma a detenerme, ya había lastimado demasiasdo a mi familia y no debía atormentarles aún más, sin embargo, me acababan de reconstruir, me habían mordido durante la batalla, por lo que en lugar de sangre, la ponzoña corría por mis venas, quemando cada rincón con cada esfuerzo que hacía.

No aguanté mucho más, por lo que, cuando llegaba a Brasil (o algo asií decía el cartel de la frontera que pasé corrinedo), no aguanté más y caí rendida en medio de una selva.

Edward no tardó nada en alcanzarme, pero se sorprendió enormemente de verme tirada en el suelo, entre animales curiosos que se acercaron poco a poco, en cuanto Edward se arrodilló a mi lado, todas las criaturas salieron corriendo, no me había dado cuenta de que me estaba quejando de dolor en voz alta hasta que Edward me preguntó:

-¿Te duele algo?


¿QUÉ LES PARACE? ¿ESTOY TAN LOCA COMO TODA MI FAMILIA ME DICE? ¿MERECE SER PUBLICADO?