NA: Antes que nada debo advertir que este fic es lemon (contiene escenas sexuales), así que quedáis advertidos, queridos lectores :)

Y bueno, quien suela leer mis historias ya sabrá que me gusta mucho basar mis escritos en canciones... Y lo cierto es que hace muy poco descubrí una que me enamoró por completo, llamada "I wanna be yours" del grupo Arctic Monkeys... Literalmente me quedé así *-* al escucharla por primera vez. Me parecía tan ideal para una escena de sexo que no pude resistirme a ponerme a escribir de inmediato xD ¡Espero que os guste!

A tener en cuenta:

-Voldemort no existe.
-Draco y Hermione cursan el séptimo año en Hogwarts.

Nota del 01/02/2019: He editado los tres primeros capítulos. Mi intención era escribir un long fic de esta historia, pero finalmente he terminado decantándome por un epílogo que cierre el fic como empezó... con lemon :)


Capítulo 1: No te enamores.


Hermione se puso en pie en cuanto oyó el retrato de la señora Gorda abrirse en mitad de la noche. Hubiera jurado que todos estaban ya en la cama a esas horas.
Tragó saliva mientras se agachaba para recoger el libro que acababa de caer de su regazo y se asomó un poco para comprobar que aquel ruido no había sido producto de su imaginación.

El libro de pociones volvió a caer al suelo cuando lo vio.

—Tú —dijo, atónita—. ¿Qué haces…? ¿Cómo has conseguido…?

Él le mandó a callar poniéndose un dedo sobre los labios, sin proferir sonido alguno.

Surtió efecto.

—Los Gryffindor no sois muy cuidadosos manteniendo en secreto vuestra contraseña.

El chico dio un paso en su dirección. Ella retrocedió algunos más. Las preguntas se agolpaban en su cabeza una detrás de otra. ¿La había seguido? ¿Había estado tan cerca como para oírle decir la contraseña? ¿Cómo es que no se había dado cuenta? ¿Qué era lo que pretendía?

Lo miró a los ojos, horrorizada, cuando dio con la espalda en la pared. Él sonrió ladeadamente y siguió avanzando hacia ella, salvando la poca distancia que los separaba.
Para cuando la mente de Hermione por fin salió de su estupor y le hizo entender que podía estar en peligro, ya no le dio tiempo ni a buscar su varita con la mirada.

No, porque él ya se había lanzado a su cuello.

Ella golpeó su pecho con fuerza en un desesperado intento de zafarse del peso de su cuerpo contra el suyo, en vano.
Él aprisionó sus muñecas con sus fríos dedos y las alzó por encima de su cabeza.

—¿Qué diablos haces? —susurró entrecortadamente.

Era consciente de que podía gritar, nada le impedía llenar de aire sus pulmones y avisar a todos de lo que estaba ocurriendo. Pero muy a su pesar, sabía que en el fondo no quería ayuda. Su saliva había conseguido hacerla estremecer al resbalar por su cuello y era más que evidente que ya no podía pensar con claridad.

—Resolver esta maldita tensión sexual de una vez por todas —dijo, frío como el hielo—. Estoy harto de que siempre estés provocándome. ¿Qué esperabas que pasara? Soy un hombre, Granger, tengo mis límites.

Hermione frunció el ceño y apretó los labios con fuerza. ¿Pretendía culparla solo a ella de lo que sentían ambos? Cuánta soberbia. No sería ella quien alimentara ese ego suyo… Aunque estuviera en lo cierto. Aunque hubiera llevado la situación a aquel peligroso extremo a sabiendas de lo que era capaz.

Forcejeó un poco, solo para ponérselo difícil. Entonces él apretó con más fuerza. ¿Con quién se creía que estaba tratando? Nunca dejaría que alguien como él le ganara, mucho menos en su propio territorio. Por suerte sabía que muchas veces la maña era más importante que la fuerza. Hermione se relajó, suavizando su expresión y dejando de oponer resistencia mientras apoyaba la cabeza en la pared, cerraba los ojos y se pasaba la lengua por los labios. No le hacía falta volver a abrirlos para saber que había conseguido la completa atención del Slytherin. Suspiró débilmente antes de morderse el inferior con fuerza, sacando toda la sensualidad de mujer de la que disponía.
Unos segundos más tarde notó cómo aflojaba la presión en sus muñecas. Aprovechó entonces para abrir los ojos e, inmediatamente, hacer un movimiento hacia afuera para liberarse de sus aprisionadoras manos. No le dio tiempo a reaccionar. Agarró su túnica y tiró de ella hasta cambiar las posiciones.
De repente era él el que estaba entre su cuerpo y la pared, confundido y aturdido. Pero había empezado él, ¿no?

Hermione se apresuró a enlazar las manos en su cuello y a agarrar su pelo rubio entre sus dedos.
Lo vio hacer una mueca de dolor y poner mala cara cuando ella jaló un poco hacia abajo. Sabiendo cómo era debía actuar rápidamente o volvería a sacarle ventaja.
Se puso de puntillas y lamió la comisura de sus labios, llamando su atención. Él intentó morderle, pero ella fue más ágil.
Acercó el rostro a su oreja y le habló muy bajito al oído, tratando de provocarle.

—Te está ganando una sangre sucia…

Él hizo una mueca y llevó las manos a su camisa, agarrándola por el cuello y jalando de ella hacia el exterior.
Seis botones blancos cayeron al suelo y salieron rodando en todas direcciones, dejándola con la camisa abierta y en sujetador.

Frunció el ceño y lo miró con rabia. ¿Por qué tenía que romper su ropa?

Ella rompería su orgullo entonces.

Se separó de él e hizo un movimiento de hombros mientras dejaba que la camisa resbalara por su cuerpo y cayera al suelo. Luego se pasó ambas manos por su piel desnuda, acariciando sus caderas y metiéndolas por dentro de la falda.

Malfoy se abalanzó sobre ella, pero Hermione se apresuró a estirar el brazo para mantenerlo alejado.

—No puedo sacarte los ojos de las cuencas para que no mires… —empezó a decir, sintiéndose poderosa—. Pero vas a tener que suplicarme si quieres tocar.

Él arqueó una ceja, apartándole la mano de su pecho de un manotazo.

—Estás loca —espetó.

Ella giró la cabeza y se lamió el hombro desnudo mientras volvía a acariciar su vientre con los dedos para pasar de nuevo la frontera de la falda y llegar a su zona más íntima. Gimió un poco ante sus propias caricias y él apretó las manos en dos puños mientras la miraba con irritación. Hermione sonrió de puro placer al saber que tenía el control en sus manos… Pero cometió el error de cerrar los ojos un momento.

Sintió el peso de su cuerpo empujándola hacia atrás y haciéndola caer de espaldas en el sofá. Se escabulló como pudo y retrocedió sobre el asiento hasta el otro extremo.
Pero él agarró una de sus piernas y tiró de ella para volver a acercarla a él.
Puso sus manos a cada lado de su cuerpo y clavó sus grisáceos ojos en su pecho.

—Gritaré —le advirtió, previendo sus intenciones.

—No pienso implorarle nada a una impura —Draco escupió la palabra como si le fuera la vida en ello.

Ella sonrió. Eso ya se vería.

Estiró los brazos y agarró su túnica, haciéndole entender lo que quería. Él se apartó un poco para quitársela. Luego hizo lo mismo con la camiseta que llevaba debajo, quedando su torso completamente desnudo. Ella desabrochó el botón de su falda y él tiró de ella hacia abajo, sacándosela por las piernas y tirándola a un lado.
Ahora solo la fina tela de su ropa interior le separaba de la completa desnudez bajo el cuerpo del rubio.
Malfoy pasó sus manos por la curvatura de su cintura sin llegar a tocarle, pero haciendo que el finísimo vello de su cuerpo se erizara con la proximidad de sus dedos. Se mordió el labio, ansioso por tomarla... Pero al parecer no iba a ponérselo tan fácil.

Le empujó hacia atrás mientras se incorporaba. Él quedó sentado y ella pasó una pierna al otro lado de las suyas para sentarse encima. Apoyó sus manos en sus hombros y empezó a moverse, sintiendo su sexo golpearme bajo sus pantalones.
Él deslizó sus dedos por la parte baja de su espalda hacia arriba, hasta toparse con su sostén.

Le molestaba. Lo interrumpía.

Pareció batirse en duelo con él mientras intentaba abrirlo sin éxito. Hermione se acercó de nuevo a su oído con una sonrisa de suficiencia.

—Vamos, dilo.

Pero él le mordió el cuello, haciéndole soltar un grito ahogado.
Hermione acarició su oreja con la lengua antes de tirar de su lóbulo hacia abajo con los dientes.

Malfoy se levantó del sofá cargándola en peso y dirigiéndose a una de las mesas de la sala común. Barrió una de ellas con el brazo y tiró al suelo un montoncito de apuntes que alguien había olvidado recoger. Luego la puso encima de ella y se desabrochó el botón del pantalón, quitándoselos y echándolos a un lado con el pie.
Ella se quedó mirando el bulto bajo sus boxers blancos mientras se mordía el labio de manera inconsciente. Estaba muy excitado, y ella era el motivo.

Pero no se llevaría un buen rato a su costa sin darle algo a cambio.
Desplazó sus braguitas a un lado con una mano y empezó a acariciar su sexo con la otra.

—Dilo —susurró.

Él observó el rápido movimiento de su mano mientras se metía la suya en su ropa interior.
Agarró su erección y empezó a masturbarse.

El ambiente estaba tan caldeado que Hermione casi podía sentir su sofoco tan bien como el suyo propio. Le ardían las mejillas y el corazón parecía más que predispuesto a taladrarle el pecho desde dentro.
Apartó tres de sus dedos y, después de cerciorarse de que él estuviera mirando, introdujo los otros dos dentro de ella muy lentamente.

Ambos gimieron. Ella de placer, él de impaciencia.

Sacó los dedos empapados de flujo solo para volver a meterlos. Él se tocó más rápido, pero la tela de su ropa interior empezó a molestarle demasiado. Se la bajó sin titubear y se acercó un poco más a la chica sobre la mesa.

—Dilo —repitió, dejando escapar un leve suspiro de placer mientras se recostaba un poco más.

Él resopló, sabiendo que no tenía alternativa.
Puso ambas manos a cada lado de su cabeza y ella sintió su sexo sobre el suyo, listo para arremeter.

—Por favor —susurró indignado.

Satisfecha, sonrió mientras separaba más las piernas para dejarle entrar.
Lo sintió de tal manera que le hizo estremecer bajo su cuerpo con cada sacudida. Con cada movimiento. Con cada choque de caderas.

Cerró los ojos con fuerza y abrió mucho la boca intentando no hacer ruido… Pero aquello que se proponía era totalmente imposible. No pudo evitar dejar escapar un jadeo más fuerte de la cuenta y él le tapó la boca firmemente con una mano.
No tuvo más remedio que empezar a respirar por la nariz, aunque tenía la sensación de que no le llegaba suficiente aire a los pulmones.

Rodeó sus caderas con las piernas desnudas y lo atrajo más a su cuerpo, recibiendo una acometida más violenta que la anterior.
Se llevó las manos a la que presionaba sus labios y trató de quitarla con todas sus fuerzas.
No lo consiguió, pero fue él mismo quien lo hizo, con una sonrisa, cuando ella se rindió.

Agarró entonces un mechón de su pelo y se incorporó mucho más en la mesa, quedando ambos sobre ella.
Ella arañó su fina espalda y él tiró más aún de su pelo.

Pasados unos minutos, Hermione tomó un fuerte impulso e hizo que quedara con la espalda pegada a la mesa. Su cabeza colgaba por el borde de la misma mientras ella se deshacía de las braguitas antes de volver a abrirse para él.
Malfoy agarró sus nalgas con fuerza y la ayudó a seguir el ritmo. Hermione se desabrochó el sostén y lo tiró a un lado.

Él suspiró, deslizando una de sus manos hacia su pecho.
Se consumía de placer, y ella lo sabía.

Draco profundizó un poco más en la chica con un movimiento de pelvis y la humedad de su sexo se hizo aún más latente. Él estaba completamente mojado de ella.
Hermione se inclinó hacia el chico, lamiendo su mandíbula y sintiendo de repente un poderoso calor en la zona más íntima de su cuerpo. Por si fuera poco, él empezó a acariciar su clítoris con el dedo pulgar, hacia arriba y hacia abajo.

—No hagas eso —suplicó en un susurro entrecortado. Él la miró, arqueando levemente una ceja—. Va a hacer que me vaya.

Entonces empezó a hacerlo más rápido y con movimientos circulares, mientras clavaba sus ojos en su rostro y se regodeaba de ser la razón del placer que le atravesaba las entrañas.

Se lo había advertido.

Un espasmo hizo temblar sus piernas y un escalofrío recorrió su columna vertebral, erizándole el vello de la nuca. Se agarró a él con fuerza mientras sentía toda aquella electrizante energía llegar a cada extremidad de su cuerpo. Él la agarró por la cintura mientras también se agitaba sobre la mesa.

Ambos suspiraron cuando todo pasó, empezando a ser conscientes de lo ocurrido.
Se habían dejado llevar por el deseo, imprudentes e insensatos. Ahora estaban uno sobre el otro, siendo enemigos naturales y estando completamente desnudos, empapados en sudor y con la respiración entrecortada debido al contacto físico.

Se quedaron mirándose un momento hasta que él se incorporó un poco para darle un beso en los labios. Ella se separó justo a tiempo, esquivándolo.

—Dijiste resolver la tensión sexual, no enamorarnos.

Malfoy la hizo a un lado de mala manera, recogiendo su ropa y empezando a vestirse. Hermione lo imitó, recogiendo de paso el libro de texto que seguía abierto sobre el suelo.
Cuando terminaron de vestirse, ella lo acompañó a la salida de la sala común, apoyándose en una de las paredes mientras lo veía salir sin mirar atrás.

Uno de los dos tenía que poner un poco de lógica a la situación, aunque estaba segura de que no iba a perdonárselo fácilmente.

Se mordió el labio, dejando escapar un suspiro. Ron no lo hacía tan bien como él.


NA2: Respondiendo a vuestras dudas, Ron y Hermione tienen una especie de amistad con derecho a roce.