Ermitaños

Bueno; esta es una historia Original ambientada totalmente en el mundo de Harry Potter, si esperan ver aquí a Harry y sus amigos, o a los merodeadores o a la tercera generación, les recomiendo que busquen otra historia. Esta historia tiene su propio protagonista Jasón y su carrera para salvar la vida propia y la de su familia puede llegar a ser tan complicada como la del mismo Harry.

Si te interesan historias llenas de misterios familiares, personas avariciosas, giros inesperados y el transtorno psicologico de la perdida familiar tal vez esta historia si te gusta. Si es asi, te invito a que junto a Jasón, Roxanne, Ariel y todos los demás, recorras todas estas paginas cargadas de misterio, emoción, muerte, diversión y drama.

Lo de siempre... Disclaimer: Los personajes me pertenecen; pero el ambiente y los Thestrals si no :D. Disfruten.

Jasón Galeón no era un mago como cualquier otro. A sus quince años de edad jamás había tenido una varita propia y tampoco había ido a alguna academia de Magia. Era un chico alto para su edad, de un cabello castaño oscuro que le llegaba al cuello, era delgado y un poco garbo y su caminar era muy dejado; de ojos azul oscuro y de ojeras pequeñas Jasón era la clase de chicos que sufría el proceso de una adolescencia tardía y de la maduración temprana lo que lo convertía en un chico desdichado y solitario.

En aquel instante se hallaba tirado en la suave hierba del jardín de su hogar debajo de un frondoso árbol de manzana, que cubría con su sombra todo su cuerpo de los candentes rayos del sol. Aun así, algunos rayos eran capaces de penetrar las ramas del árbol e iluminarlo a él en ciertas partes que le generaban calidez.

Estaba allí tirado por que le gustaba estar solo cuando se sentía deprimido y pensativo, aquella hierba lo protegía de la mirada de su familia y era como su puerto seguro para toda la locura que giraba sobre su hogar. Jasón y su familia no eran normales, ellos eran unos ermitaños, o por lo menos algo parecido y el chico todavía no lograba comprender completamente el porque de ello.

Jasón vivía con su padre, Franco Galeón, un hombre de 42 años y demasiado envejecido para su edad. Padre de tres hijos, tenia que alimentar a Simón (el hermano mayor de Jasón con 19 años de edad), a Lucy (una hermosa criatura de 9 años y hermana menor de Jasón) y desde luego a Jasón que era el hermano del medio.

Aquellas tres personas eran las únicas que Jasón había visto desde hacia muchos años.

Todo había comenzado desde la muerte de su madre. Ángela había muerto justo un año después de haber nacido Lucy, y Jasón tan solo tenia cinco años cuando sucedió la tragedia así que no recordaba mucho. Por desgracia, su hermano Simón, tampoco parecía estar muy consiente de los hechos y aquella muerte siempre fue un misterio para los hermanos pues su padre jamás quiso volver a hablar de ello. Jasón solo sabia que su madre había muerto en un terrible accidente, según palabras de su padre, pero desde ese momento Franco cambio completamente, se volvió una persona desdichada y paranoica; y justo después del funeral de su madre, donde solo asistieron ellos y un sacerdote, su padre corto lazos con el mundo y junto con sus tres hijos se dispuso a llevar una vida de eterna soledad.

Jasón no entendía muy bien nada de lo que pasaba. Pero algo le decía que la decisión de su padre de llevar una vida de ermitaños no se debía a un capricho causado por el dolor de la perdida, sino, para prevenir un desastre que se aproximaba poco a poco. Jasón sospechaba aquello por que su padre vivía preocupado y siempre vigilante como si en cualquier momento apareciera un tipo con un hacha en busca de venganza o algo así.

Jasón temía por su vida cada vez que conversaba con su padre acerca del modo de vida que llevaban, y su padre no era muy bueno tranquilizándolo por que en sus ojos se reflejaba el miedo de algo que no quería pronunciar.

Sin lugar a dudas había un terrible secreto y Jasón no estaba seguro de querer descubrirlo.

Estaba pensando en eso, tumbado en su sitio predilecto, cuando la voz de su padre sonó desde la casa llamándolo para almorzar. Cuando su padre llamaba había que atender de inmediato porque de lo contrario al hombre le daba unas rabietas que convergían en una pesada discusión con Simón. Al final de aquellas discusiones, Franco se encerraba en su estudio, Simón pateaba cosas en su habitación, Lucy lloraba sin cesar y Jasón se hundía en sus libros para intentar ignorar los ruidos.

Así, Jasón sin perder tiempo se levanto de su escondite. Se levanto rápido lo que le causo un mareo y tambaleo un poco, trato de apoyarse con su pie pero dio un movimiento en falso y su cuerpo se inclino hacia adelante, brinco un poco tratando de conservar el equilibrio pero finalmente no pudo mantenerse en pie y se precipito de frente. No fue el suelo el que lo recibió sino la enorme barrera mágica invisible que cubría todo el perímetro de la casa.

El rostro de Jasón choco con la barrera invisible y pareció como si se hubiera chocado con un cristal gigante. Jasón coloco las manos en aquella zona solida de aire y espero a que el mareo se fuera completamente.

Como me gustaría tener una varita para deshacerme de esta tonta barrera – dijo Jasón encolerizado pues la barrera le recordaba que el era un prisionero de su propio hogar.

Pero aquel comentario solo era de ira, pues Jasón, aun con una varita en la mano, no hubiera sabido que hacer en contra del encantamiento Fidelio. Su padre era el guardián secreto y el encantamiento se había hecho con ellos dentro de la zona a encantar. Cuando una persona se encuentra fuera del espacio del encantamiento y no conoce su ubicación no puede entrar al lugar; por el contrario, una persona que se encuentra dentro de la zona del encantamiento y no conoce su ubicación queda atrapada hasta que el guardián decida revelarle donde está. La doble función de aquel encantamiento permitía que su padre no dejara entrar a nadie indeseado pero al tiempo evitaba que sus hijos se alejaran demasiado.

Aquel día pronosticaba mal y Jasón lo sabia por que se encontraba especialmente de mal humor. Un poco adolorido por el golpe con la muralla mágica se dirigió a su casa a paso rápido pensando que su padre ya estaría paranoico y nervioso con su ausencia.

La casa donde vivían era campestre, de una sola planta y techo de madera envejecida. La casa al parecer era una antigua herencia de la madre de Jasón y nadie sabia de su existencia salvo Franco y sus hijos. De cierta manera, Jasón odiaba aquella casa por ser un antro deprimente que se estaba cayendo a pedazos, pero al tiempo, amaba aquel lugar por que era el único espacio al que podía llamar hogar después de vivir diez años allí, además, de que aquella vieja casa era el único legado que su madre les había dejado.

En el comedor ya se encontraban todos. Franco Galeón era alto, barbado y de cabello negro oscuro igual que sus ojos, su mirada intento ser amable cuando lo recibió pero fue algo lastimero, aun así, Jasón intento devolverle una sonrisa que también creyó fingida. Simón Galeón era el hijo que mas se parecía al padre, era igual de alto que él y tenían los mismos ojos, llevaba una pequeña barba de tres días y su cabello era igual de oscuro; pero a diferencia de su padre su mirada no era de desesperación sino que se hallaba cargada de amargura y rabia contenida. Simón ni siquiera le dirigió un saludo a su hermano menor, no era que Jasón y Simón no se llevaran bien pero en un acuerdo silencioso habían preferido evitarse por que los ánimos siempre estaban a bordo de estallar y las dos personalidades no congeniaban en absolutamente nada. Finalmente, Lucy era pequeña, de ojos azul claros y de una cabellera rizada rubia tan larga que llegaba a su cintura, por fotografías, y lo que decía su padre, Lucy era la viva imagen de Ángela.

Jasón se consideraba una real mezcla de los genes de su padre y madre, pues no guardaba ningún parecido especifico con ellos como lo hacían su hermano mayor Simón con su padre y su hermana menor Lucy con su madre. Él era como un intermedio entre los dos e inclusive su cabello a veces parecía rubio pero en otras ocasiones era realmente oscuro, aquella apariencia lo hacia muy apegado a sus dos herencias pero al tiempo le hacían sentir ajeno a su propia sangre.

Cuando se sentó a la mesa sus predicciones se volvieron reales. La única varita que había en la casa era la de su padre, era la única varita que Jasón había visto en su vida y la única que había usado. Su padre no era especialmente bueno haciendo magia y era realmente perverso cuando se trataba de cocina mágica así que las comidas siempre eran una pesadilla. Tampoco era un buen maestro, además Jasón y Simón tampoco podían ser considerados buenos estudiantes, ellos se turnaban la varita por días para practicar los hechizos sencillos que su padre les enseñaba. Para Franco, aquello le era muy complicado pues, según él, entre menos supieran de magia todo saldría mucho mejor (siempre actuaba como si odiara ser mago), pero cuando los poderes de los chicos empezaron a estallar sin control su padre no tuvo mas opción que enseñarles lo básico para evitar así algún desastre. Compartir una varita era tal vez lo peor de todo aquel encierro, a Jasón le gustaba la magia y soñaba con algún día tener una varita para él solo y odiaba cuando sus pequeñas sesiones con la varita de su padre acababan y tenía que cederle la varita a su hermano mayor que era muy talentoso con ella (pues a diferencia de Jasón la varita lo aceptaba como si fuera su real dueño, en cambio que con Jasón la varita era reticente y malcriada), Simón que no pasaba por alto aquello, aprovechaba cualquier oportunidad para echarle en cara lo bueno que era. En ocasiones aquellas sesiones de entrenamiento terminaban en fuertes discusiones porque Simón era muy acaparador y su padre hacia la vista gorda ante ese hecho, en ocasiones, Simón simplemente llegaba a mitad de una práctica y le quitaba la varita de sus manos, Jasón pataleaba y gritaba pero todo aquello terminaba en vano cuando Simón le cambiaba de color el pelo o lo dejaba sin cejas por un par de horas. Aquellos recuerdos sumado a que la varita no lo quería, reducían drásticamente sus horas de magia y Jasón solo temía que cuando Lucy expresara sus poderes aquellas sesiones desaparecieran totalmente.

Al parecer Simón discutía por que su padre no le había permitido usar la varita en ese día. Franco se defendía diciendo que la mantuvo ocupada por que intentaba hacer una gran cena (el lomo de cerdo que había intentado hechizar estaba un poco quemado y la ensalada se veía desabrida) y Simón le alegaba diciéndole cosas como "Pero la cena es igual de apestosa que todos los días" o "Necesito hacer magia para salir de este infierno". Lucy se distraía dibujando pero en su rostro se observaba que en cualquier momento entraría a llorar.

Deberías por lo menos agradecer que hay comida en la mesa – su padre parecía demasiado estresado aquel día, e incluso más que cualquier otro.

Preferiría estar muerto antes de tener que vivir comiendo la porquería de cena que preparas – al parecer Simón llevaba reprimiéndose mucho tiempo por que parecía a punto de estallar.

Jasón no les puso cuidado y trato de concentrarse en Lucy intentando distraerla de la discusión que se llevaba a unos pasos de ella.

¡No hables así en la mesa Simón! – su padre empuñaba su tenedor con fuerza. Jasón miro su plato y no sintió ni ganas de olerlo por eso no intento calmar la pelea.

Puedo hacer lo que quiera – grito Simón y se levanto de la mesa – Estoy harto ¡HARTO! Odio no poder conocer personas nuevas, no poder salir de este maldito encierro. Quiero saber que esta pasando, pero tu no sabes nada mas que decir: "Que es por nuestra seguridad". Que le tengas miedo a la magia no significa que nosotros le debamos tener miedo también…

¡Crees que es fácil para mí!

¡Quiero conocer chicas! ¡Enamorarme! – lo ultimo Simón lo dijo con cierta melancolía – Quiero ir a Hogwarts ¡Quiero hacer magia! ODIO ESTA CASA…

Oye…. – y Jasón se levanto enfadado por el insulto de la memoria de su madre.

SIIIII ¡Odio esta casa! – Grito Simón.

Entonces su padre no se controlo más y le dio una fuerte cachetada a su hijo mayor.

¡TAMBIÉN DE ODIO A TI! ¡PREFERIRIA QUE ESTUVIERAS MUERTO!

¡Ya basta! – y la pequeña Lucy comenzó a llorar con mucha fuerza.

Jasón de inmediato fue a asistirla pero el daño ya estaba hecho, Lucy lloraba sin parar y su padre dolorido se quedo paralizado con la vista perdida y lagrimeando. Simón en ese momento se dio cuenta de lo que había dicho y su rostro se lleno de una amarga tristeza.

Ya no tengo ganas de comer – dijo con voz sombría – me voy a mi habitación.

Y con eso Simón se retiro de la mesa.

Jamás en todos sus días de encierro hubo alguna pelea así. Jasón miro asustado a su padre pensando que iría en busca de Simón y seguirían con la pelea, pero Franco parecía roto, algo dentro de él había cambiado drásticamente por que su mirada estaba quebrada y hueca, aquellos sentimientos de paternidad y seguridad hacia sus hijos se habían ido y era ahora remplazados por el terrible dolor de un hijo que no lo amaba y de un error que el había cometido; Jasón sabia de que error se trataba: ¡El Encierro! Sin duda Franco Galeón jamás tuvo previsto en sus planes que sus hijos crecerían y lucharían por su libertad. Ahora que estaba consiente de eso su mirada reflejaba la conciencia de un grave error cometido.

Pa..pá – dijo Jasón tímidamente pues no sabia que decir.

Ehh… - dijo su padre fingiendo que todo estaba bien – verifica que Lucy termine de comer y aliméntate cuando tengas tiempos… yo ehh… olvide que tenia algo que hacer… yo, iré a mi oficina… y… ehh…. Ya sabes que no me gusta ser molestado.

Así, en la mesa solo quedaron Lucy y él.

Lucy no paro de llorar inclusive después de almorzar y lo único que Jasón pudo hacer por ella fue llevarla a la cama, acostarla y permitirle llorar en silencio. Después se dirigió a su habitación y se encerró en ella.

La habitación de Jasón quedaba justo en medio de la de Lucy y la de Simón (su padre dormía en el estudio donde guardaba un sofá cama); y las paredes eran muy delgadas así que toda la tarde lo siguieron los sollozos secos de Lucy y como Simón golpeaba las cosas de su habitación.

Jasón no era un chico muy listo pero amaba leer y los libros eran casi como sus amigos, leía todo lo que tenia en la mano por que era su manera de distraerse y en su habitación conservaba todos los libros que su padre había rescatado de cuando ellos eran una familia feliz. Jasón guardaba conocimientos de magia (memorizaba hechizos que intentaba luego practicar en sus pocas sesiones de varita), de criaturas mágicas (que era uno de sus temas favoritos), de pociones (aunque no las entendía muy bien), de adivinación (pero le parecía mas bien comedia), de narrativa mágica (que era lo que lo transportaba a mas halla de aquella barrera mágica que los aprisionaba) y de Historia de la Magia (aunque sentía que habían muchos datos inconclusos). Podía pasar horas leyendo y entreteniéndose, sabia que nadie lo molestaría por que Simón no le hablaba, Lucy lo molestaba solo de vez en cuando y su padre se encerraba en el estudio a hacer algo que nadie sabia que era.

El estudio de su padre era el único lugar de la casa que siempre estaba cerrada, pequeño pero cómodo, era la habitación que tenia la chimenea de la casa, Franco podía encerrarse en él horas y horas a la luz de la llama, y Jasón no había descubierto que era lo que hacia allí. Intento indagarle pero su padre jamás le dio una respuesta satisfactoria. Lo único que sabían era que su padre tenía un aparato especial que le permitía comunicarse con una persona en específico que llevaba consigo el gemelo del aparato pero ninguno de los tres hermanos tenia conocimiento de que persona se trataba. Su padre pasaba horas discutiendo con aquel personaje y Jasón guardaba tal vez la esperanza de que se tratara de un familiar que intentaba liberarlos, pero familiar o no, jamás pudo ayudarlos y las esperanzas se desvanecieron cuando por accidente Lucy (siendo una curiosa trato de infiltrarse al despacho) y destruyo aquel comunicador. Ese día su padre regaño a su hija menor como nunca lo había hecho y entro en un estado de depresión del cual se había recuperado unas dos semanas después.

Siendo aquel medio lo único que los comunicaba al exterior, el mundo real parecía cada vez mas ajeno a ellos, y ellos se volvieron más ajenos a si mismo cada vez. Ellos eran unos ermitaños sin motivación y Jasón no encontraba solución a aquel encierro sin sentido, a que su padre no les contara que era lo que pasaba y a que su familia se degradara cada vez más. Jasón era impotente de su propio espacio y todas las noches rogaba que pasara algo espectacular que cambiara todo aquello…

Finalmente esa noche llego aquel día, Jasón vio algo que jamás había visto y que jamás había creído ver: ¡Una lechuza color marrón voló al lado de su ventana con una pequeña carta en su pico!

Desgraciadamente el mensaje de esa carta cumpliría su deseo y cambiaria el mundo como lo conocía.