Habían vuelto. Las figuras encapuchadas, las calaveras vaporosas flotando en un cielo negro, los gritos estremecedores, los rayos verdes, la sangre mezclándose con la tierra, con el agua, con más sangre... todo aquello había vuelto a asaltarlo.

Harry se retorció entre sueños, su mano se estiró instintivamente a su izquierda pero lo único que encontró fue un frío espacio vacío. No tan frío ni tan vacío como lo que sentía en la boca del estómago. Unos ojos rojos brillaron como rubíes en la oscuridad de sus párpados, aquellas dos palabras siendo siseadas en sus oídos, declarando su fín.

Abrió los ojos. Le tomó un par de bocanadas forzadas el recuperar la estabilidad de su respiración. El cabello negro se le apelmazaba contra la frente, se pasó una mano por debajo de los ojos toscamente, barriendo las odiosas lágrimas involuntarias que obstruían su vista y trató de distinguir el brillante dorado blanquecino entre las penumbras de su habitación. Su corazón se cayó al agujero negro en su estómago al no encontrarlo, había olvidado por unos segundos la fuerte discusión que habían tenido la noche anterior.

Sintió la gravedad actuar con más fuerza en sus músculos, instándole a acostarse en su miseria y taparse con las frías sábanas de la soledad. Cuando escuchó el "plop" su corazón se elevó.

Había una sola persona que tenía permitido aparecerse en su apartamento.

—Draco...

Sus ojos plateados se pasearon por su rostro, estudiando su lamentable estado. A Harry no le importó, él solo veía un par de diamantes brillando en la oscuridad de una mina. Él chasqueó la lengua con disgusto antes de apartar las sábanas con brusquedad y meterse en la cama junto a Harry, quien se quedó estático, porque él conocía las trampas dolorosas y mortales que podría haber en el camino hacia los diamantes.

Draco elevó una ceja y estiró el brazo, y eso fue lo único que Harry necesitó para ir a hundir su rostro en el tibio hueco de su cuello, para rodear su torso con su brazo y enredar sus piernas con las suyas.

—Esto no cambia nada —dijo Draco, con un frío arrastre de palabras mientras trazaba líneas con su dedo en el brazo de Harry—. Me iré apenas amanezca, aún sigo enojado contigo.

Sonrió contra el pálido cuello seguro de que, a pesar de las peleas, Draco estaría allí para acallar los gritos, espantar a las calaveras vaporosas y a las figuras encapuchadas. Incluso cuando dicha calavera estaba en su antebrazo y entre dichas figuras se encontraba su padre.

Depositó un suave beso en el lunar que Draco tenía en la clavícula, prometiendose que en la mañana lo convencería para que se quedase. De ser posible, para siempre.


No es de lo mejor, pero hace tiempo que quería subir algo aunque sea este intento de Drabble.

Larga vida al Drarry!