El demonio se sentía raro en la presencia de esa humana. De alguna manera se sentía, ansioso, inquieto, nervioso, agitado. Y cuando olisqueaba su aroma.
¡Oh, mierda!
Ese aroma lo volvía loco. Su aroma, ese que producía la piel de Rin, ese que quería probar. Además, cuando la tocaba aunque sea una caricia en su cabello, no podía evitar mirar su mano con ojos cálidos, los mismos que —sin que se dé cuenta— observaban a Rin en todo momento.
Por supuesto el demonio Sesshomaru era innato para no demostrar sentimientos ni debilidad...
¿El amor era debilidad? o ¿Era una fortaleza?
No estaba seguro como el motivo por el cual una persona se enamora. El no creía estar enamorado, pero era obvio que Rin le hacía perder la capacidad de razonar.
Después de todo, la había buscado en esa aldea. Había esperado para que creciera y había anhelado que ella aceptara irse con él. Una sonrisa es lo que sus labios esbozaron cuando ella acepto. Rin no la vio y estaba bien.
Cerró los ojos y escuchó su voz. Su dulce y madura voz. Nunca supo que la extrañaba hasta que la volvió a oír (Sesshomaru_sama) No quería que parara en decir su nombre, no quería dejar de ver su sonrisa y sus ojos.
La miró fijamente, la chica lo notó. Sus miradas se cruzaron y se entrelazaron.
—Acércate—pidió, realizo un ademan y extendió su brazo.
Ella lo hizo.
—¿Que...
La pregunta no es finalizada, no puede cuando su señor la tomó de la muñeca y la atrajo hacia él, cayó en su pecho. Sus mejillas se ruborizaron por la poca distancia que ahora poseían entre ellos.
Él la sigue mirando impasible a esa cercanía mientras una mano esta puesta en la cintura de la joven.
—¿Que...
No la deja hablar, poso unos de sus dedos largos y finos en sus rosados y suaves labios. (Shh)
—Estoy confirmando lo que siento por ti.
Rin queda muda, mientras esa mano acaricia su mejilla, su pelo, se acerca más sin dejar de mirarla. Los cachetes de la mujer se pusieron rojos, cuando sus narices se rozan. Sus manos tocan el pecho de su señor y sus dedos aprietan la tela de su kimono. Su corazón late fuerte, su cara esta toda caliente.
Bajó la mirada, sus ojos no pueden mantener ya la mirada, pero el demonio no le permite que la baje, sus dedos se posan en su mentón. Lo alzó.
Marrón y ámbar se unen. Por segundos que parecieron minutos.
—¿Y-y lo sabes? —Preguntó tímidamente— ¿Q-que sientes?
La humana tragó saliva, cerró fuertemente los ojos cuando el aliento de Sesshomaru comenzó a entremezclarse con el de ella. Al tener los parpados cerrados, no vio la sonrisa torcida que el demonio produjo, pero pudo sentir sus labios rozar con los suyos.
—Puede que sí.
