Título: Marcas

Fandom: Katekyo Hitman Reborn!

Pairing: 2759

Extensión: 368.

Advertencias: personajes FYL! Es decir, cinco años después, yaoi y OoC

Notas: OTP. TE. AMO y también a ti AA por darme material *O*.

Gokudera tenía muchas marcas, Tsuna lo sabía y, por más que el italiano se esforzara en ocultarlas ―ocultárselas a él―, era inútil, porque él lo conocía bien y sabía perfectamente de ellas.

Aun cuando no se las dijera.

Sabía de las marcas que la muerte de su madre le había dejado y que crecieron cuando supo que su vida había estado llena de mentiras, lo que, al final, había causado su huida de ese mundo que antes conocía como "hogar".

También conocía las marcas que habían forjado su carácter fuerte y que fuera tan reacio a abrirse a los demás, esas que había recibido viviendo en el bajo mundo, sobreviviendo por su cuenta y sin tener a nadie más que así mismo en momentos de dificultad.

Las marcas que le dejó el haber estado en esos momentos completamente solo.

Y, sobretodo, sabía de las marcas que quedaban en él después de un batalla. Las cicatrices internas que no podía ver y también aquellas que surcaban horrorosamente la blanca piel.

Y, mientras veía la espalda desnuda de su Guardián, luciendo una nueva herida ganada luego de una misión, frunciendo el seño y apretando los labios, se daba cuenta que esas marcas eran las que más odiaba.

Porque él era indirectamente responsable de causarlas.

Apretando los puños fuertemente y con una mirada de seriedad absoluta, con uno de sus brazos rodeó la cintura de Gokudera en un movimiento y lo jaló hacia él con otro, atrayéndolo por las sábanas hasta que la espalda pálida del italiano quedó en contacto con su pecho desnudo y, sin que lo pudiera evitar, un suspiro de gozo salió de sus labios al sentir como ambas pieles se rozaban delicadamente.

Cuidando no despertarlo, enterró su rostro en el cabello grisáceo, disfrutando del agradable aroma y de la cálida sensación que lo envolvía antes de que sus ojos se desviaran hasta posarse en el cuello de Gokudera.

Con un dedo ―y levemente― comenzó a delinear las pequeñas marcas rojizas que Gokudera lucía descaradamente en el así como en su clavícula, y que continuaban su recorrido por el pecho y ambos brazos.

Sonrió.

Definitivamente esas marcas le gustaban, aun cuando él fuera quien se las había causado.