Buenas noches, Soy Ann Parthenopaeus. Antes había intentado escribir sobre "PoT", pero luego de mucho tiempo de dejarlo varado perdí el hilo de la historia, así que decidí comenzar algo nuevo. Quisiera recordar que está historia es completamente un Universo Alterno con personajes originales. Siempre he querido escribir alguna vez una historia que tenga Gender Bender, pero recordé que hacía tiempo leí aquí mismo una que tenía a Sakuno como protagonista, por eso mismo decidí que sería bueno intentar con alguien diferente.

A pesar de la inclusión de nuevos personajes, quisiera aclarar que este fic tendrá mucho de Sakuno x Ryoma, y espero que a futuro me salga un OC x ? (pero espero que sea algo natural y no planeado).

Sin más que agregar por ahora, quiero declarar que PoT no me pertenece (aunque eso es muy obvio) y este es un trabajo de un fan que contiene solo ficción en él. Espero que lo disfruten tanto como yo al escribirlo.

PLOT: Hyotei es conocido por ser uno de los mejores institutos de bachillerato del país; no solo destaca en educación y actividades culturales, son sus clubes deportivos la gran atracción del lugar. Entre ellos, el club de tenis masculino con más de doscientos (200) miembros es el mejor de todos ellos… Pero su antítesis, el club de tenis femenino solo tiene cuatro miembros oficiales, lo que lleva a la dirección a cerrarlo por falta de aspirantes.

Indignada, Inoue Tsukiko, la capitana del equipo femenino intenta buscar ayuda en Atobe Keigo el famoso y exitoso tenista que años atrás había tenido la oportunidad de conocer; pero al verse rechazada en más de un aspecto, Tsukiko busca alcanzar su meta por otros medios.

Con una de las mejores regulares de Hyotei Tenis Club Femenino, Tsukiko arregla un traslado a Seigaku High School, con sed de venganza de por medio.

PRÓLOGO.

"La primera vez que jugué tenis, no sabía siquiera como tomar correctamente la raqueta. Se resbalaba de mis manos debido a la transpiración que provocaban los nervios y el ardiente calor del sol de verano; mis ropas no eran las correctas… Iba de camino a clases de arquería en el kimono especial que me habían regalado para mi cumpleaños, pero caminar aproximadamente una hora desde mi casa al sitio de entrenamientos no era tarea fácil.

Fue pura casualidad, o tal vez caprichos del destino que el lugar en donde me detuve a descansar era una de las canchas de tenis del barrio. Dejé el arco envuelto a un lado mientras iba a comprar una soda con las pocas monedas que llevaba en el bolsillo; para cuando había regresado, un niño en ropa deportiva y una raqueta en manos examinaba el paquete que había dejado con anterioridad tras de mí.

¡Hey! No es algo con lo que puedas jugar —Para el momento en que grité aproximándome con rapidez, el niño, de más o menos mi edad para aquel entonces. Se enderezó con expresión seria, tenía un aire de solemnidad y a su vez orgullo; y un gracioso y profundo lunar debajo de un par de ojos azules.

No lo he tocado —Admitió mientras me miraba con los ojos entrecerrados.

Muy bien, es lo mejor —Mientras abría la lata con gaseosa y le daba un profundo trago, había notado que el muchacho no se movía si no que me miraba fijamente con interés.

¿Por qué vistes así?

¿Por qué? Pues, es ropa para practicar arquería por supuesto —Contesté mirándome a mi misma y luego a él.

¿Y Viniste a practicar arquería en una cancha de tenis? —El tono que había usado, fue casi como una acusación de "estúpida" hacia mí. Cruzándome de brazos, arqueé ambas cejas.

Es obvio que no, voy de camino al dojo de arquería que queda a un tramo de aquí.

—…Ahm… —Por un largo minuto el silencio fue el rey del ambiente. Ninguno de los dos sabía que agregar ó que decir. Enarqué las cejas y levantando el arco lo había colgado de nuevo a mi espalda; en realidad se suponía que la regla principal para un niño era no hablar con extraños, pero en aquel momento no estaba segura si lo de "extraños" aplicaba a niños de mi edad. Me giré sobre mí misma, y en el momento en que iba a comenzar a caminar, él volvió a hablar.

¿No quieres intentarlo? —No entendí a lo que se refería con intentar, pero al momento de girarme comprendí que se refería al tenis. Me tendía su elegante raqueta por el lado del mango de goma, y me miraba con seriedad —. Te aseguro que es más divertido que la arquería.

Ese día, no fui a las lecciones. Mis padres se enojaron tanto conmigo, no solo por haber faltado a la práctica que desde muy pequeña había comenzado, sino también por haber roto las sandalias que usaba en el proceso… y por haber arruinado mi kimono nuevo.

Aun así, en ese día, en ese momento. Conocí a mi primer y único amor."

—¿El chico misterioso? Eso es tan romántico.

—Por supuesto que no, el tenis. El tenis, me refiero—Susurró calmadamente, antes de abrir los ojos —. O eso imaginaba…

Inoue Tsukiko, enarcó las cejas con el horror pintando profundamente su expresión. En sus manos reposaba una hoja que le habían pasado desde la oficina del director de Hyotei, anteriormente sellada en un bello sobre. Con desesperación, alzó la vista hacia las otras tres personas dentro de los vestidores.

—Por favor, díganme… que esto es una broma —Susurró implorando. Jamás había oído su propia voz con un tinte de desesperación antes, pero ese momento. ESE MOMENTO. Debía ser el peor en toda su corta e inexperta vida.

Todo el club femenino de tenis de Hyotei estaba reunido en los vestidores. Sí. Un club de tenis con solos cuatro personas no era en realidad un club de tenis si lo comparaban con los doscientos miembros del club masculino de Hyotei. Pero ella pondría las manos en el fuego, jurando que cada una de las allí presentes, eran condenadamente buenas jugando.

Azusa, Kaori y Natsuki. Sus tres y únicas regulares.

—Necesitábamos seis miembros para evitar que nos cerraran, pero desde la graduación de las senpais este año, no hemos conseguido ni que las nuevas muchachas que entraron a Hyotei este año se unieran —Susurró Azusa mientras se arreglaba las gafas. Era una chica alta y de contextura fuerte, se encargaba de todo el manejo del club y de recolección de datos de potenciales futuros miembros y contrincantes a futuro.

Natsuki, la más joven de las allí presentes, carraspeó. Estaba en primer año, pero sin necesidad de invitación, simplemente se acercó a ellas pidiéndoles entrar. Era tan alta como cualquiera de los chicos, con una gran fuerza y una increíble voluntad. Si no fuera por sus largos cabellos rubios y el hecho de que llevaba el uniforme femenino de Hyotei, algunas personas podrían jurar que se trataba de un hombre muy hermoso.

—Jaja, por supuesto que con excepción de Tsuki-chan —Soltó Kaori sonriendo y abrazando a Natsuki por los hombros. La escena era bastante graciosa, ya que Kaori era tan pequeña y delicada que al lado de Natsuki parecían un dúo bastante curioso.

—No es el momento adecuado para reírnos ¡Van a cerrar el club! —Exclamó levantándose por fin de la banca haciendo un ruido no muy agradable al empujarla con las piernas. Las tres muchachas la miraron fijamente con pesar.

Normalmente los encuentros después de clases para las actividades del club y los entrenamientos estaban llenas de risas y alegría. En ese momento las cuatro parecían estar llevando a cabo un funeral.

—Ya nuestra cancha se la han dejado al equipo de tenis masculino —Admitió Azusa mientras se cruzaba de brazos —. No hay nada que podamos hacer, la mayoría de las chicas de esta escuela solo desean entrar a los clubes de fan de los regulares.

—¡Si, Si! Como el de Atobe Keigo, a veces las veo tomando fotos a escondidas en los vestidores —Kaori enarcó las cejas y se llevó una mano a la mejilla.

—¡Eeeh! —Exclamó Natsuki sorprendida—. Eso es un poco perturbador.

—Kaori, la verdad es que tu también espías en los vestidores masculinos —Azusa pasó a subirse las gafas sobre el puente de la nariz mientras hablaba.

Repentinamente, Kaori desvió la vista con las mejillas rojas y los ojos entrecerrados.

—¿Me descubriste…?

—¡Kaori-Senpai!

Tsukiko se llevó una mano a la frente intentando guardar la calma por el cambio de tema tan drástico. —¡Pueden por favor, poner algo de atención! ¡Es un asunto serio!

Nuevamente, las tres pasaron a mirarla fijamente.

—Hay que buscar una solución, y hablo con seriedad.

Azusa se acercó a ella y apoyó una mano en su hombro.

—Tsukiko. La idea de cerrar el club no le gusta a ninguna de nosotras pero hay poco o nada que podamos hacer —Se suponía que Azusa era la más seria de las cuatro y la que al instante las obligaba a poner los pies firmes sobre la tierra. Por eso fue que Tsukiko sintió sus palabras como si de un golpe al corazón se tratara.

—No pueden simplemente cerrarnos —Susurró sintiéndose al borde la desesperación —. El año pasado ganamos el nacional —Suspirando profundamente, pasó a dejarse caer en la banca mientras se sujetaba el rostro entre ambos manos. El tenis era su pasión, si se lo quitaban entonces ya no tendría nada… así de simple eran las cosas.

Natsuki se acercó a ella mientras se abrazaba a sí misma.

—Tsukiko-senpai… yo… entré a Hyotei por el club de tenis, precisamente por eso, entiendo cómo se siente —Bajando la vista, guardó silencio unos momentos —. Y es por eso, que creo que no debemos dejar las cosas así. Senpais, ustedes llevan más tiempo en el club que yo, así que sé que deben de tenerle aun más cariño a su solo nombre… ¡No podemos dejar que solo se termine así!

En ese momento, Tsukiko entró en razón de nuevo. Era cierto… No podía dejar que todo se terminara sin siquiera luchar, el problema era ¿Cómo?

—¡Ah! Es cierto —Kaori se acercó también, con expresión seria…. Quizás por primera vez en su vida —. Tsuki-pyon, ¿Por qué no se lo pides a Atobe Keigo? Son amigos ¿No es así? Él tiene contacto con el director y su padre es quién más dona dinero a Hyotei.

Tsukiko enseguida se puso de pie. —No somos amigos, solo lo conozco de casualidad. Y por supuesto jamás le pediría una cosa así… ¡Jamás de los jamases me rebajaría a pedirle algo a ese narcisista orgulloso!

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—Atobe, necesito tu ayuda.

Olviden lo que había dicho horas atrás. Por primera vez, Tsukiko Inoue decidió pisotear su orgullo y arrastrarse a pedirle algo a Atobe Keigo. No era mentira que se conocían… de hecho ¿Recuerdan a ese niño de la historia del principio, el que la inició en su amor al tenis? Jaja…. Pues allí lo tenían, vivito y coleando… Y mirándola de esa forma tan detestable llena de superioridad. Sí, así eran las cosas.

—¿Y tú quien eres?

Tsukiko sintió las venitas de su rostro saltar furiosamente. Sí, definitivamente así eran las cosas. Había apreciado muchísimo el tenis de Atobe, y todo lo que le enseñó durante un tiempo cuando eran niños y se escabullía para encontrarse en las canchas de tenis. Singularmente había sentido una admiración brutal por él al verlo en los torneos por la televisión, invitándola a superarse a sí misma y cada día ser mejor.

Habían sido años desde entonces… años en los que él la había olvidado en un sentido literal de la palabra.

—Inoue Tsukiko, segundo año clase A —Murmuró apretando los puños a ambos lados de su cuerpo. Asomadas tras la esquina de la pared del pasillo podía sentir a las chicas del club, probablemente mordiéndose las uñas del estrés. Lo admitía, Tsukiko les había dicho que lo conocía, pero jamás había intentado hablar con él frente a ellas… y en ese momento se sentía tan humillada que todo el cuerpo le temblaba. Sin embargo, con dignidad alzó la cara y pasó a mirarlo fijamente —. Soy la capitana del equipo de tenis femenino de Hyotei.

—…Ahm… —Atobe se llevó las manos a los bolsillos como quien acababa de recordar algo. Junto a él, su fiel compañero Kabaji, permanecía firme y en silencio —. Sí, ya recordé… Y bien, ¿qué quieres?

"dios mío, permíteme tener una conversación pacifica sin querer matarlo…. Es enserio ¿Qué le ven las mujeres?". Apretando los labios, se cruzó de brazos.

—Por falta de miembros, nuestro club de tenis va a ser cerrado —Bajó unos instantes la mirada antes de volver a clavarla en él —. ¿Es posible que consigas hablar con el director? Sólo pido un poco de tiempo más, conseguiremos a las dos integrantes que nos faltan.

—¿Y por qué no lo hacen ustedes?

—¿Eh? —Tsukiko, ante la respuesta frunció profundamente el ceño —. Por supuesto que ya lo hemos intentado, pero no nos quisieron atender.

—No es mi problema —Atobe apenas la miró mientras comenzaba a reanudar el paso. Sorprendida, Tsukiko enmudeció por varios segundos antes de girarse sobre sí misma y pasar a mirar la espalda de Keigo alejándose lentamente con Kabaji siguiéndole los talones.

—¡Espera! —Jadeó desesperada —. ¡Entonces deja que practiquemos con ustedes mientras lo arreglamos! Nos han quitado la cancha también.

Como si una cuerda invisible lo detuviera de golpe, Atobe se giró un poco para poder mirarla.

—Hmp… ¿Estás bromeando, verdad? —Divertido, sonrió con suavidad… No hubiese sido tan malo si esa horrible expresión de superioridad que tenía, no estuviera presente. Simplemente la dejó helada, igual a como si un balde de agua helada hubiese caído sobre su cabeza —. Una mujer jamás podría tener la misma condición física que un hombre, no harían otra cosa que estorbar y entorpecer nuestro entrenamiento.

La verdad, todo se tornó confuso. De un momento a otro las chicas intentaban sujetarla para evitar que se abalanzara sobre él con intenciones de darle su merecido… por lo menos lo que pudiera golpear una mujer menuda de un metro sesenta y tres. Sabía que estaba haciendo el ridículo nuevamente y que Atobe Keigo se estaba mofando de ella con esa expresión divertida en su rostro, pero no importaba, estaba furiosa.

—¡¿Qué te hace pensar que no podríamos ser mejores que tu equipo?! ¡Seguramente lo somos! ¡Vuelve aquí, bastardo! ¡Vuelve!

Sí bueno, no volvió… en realidad se alejó riendo mientras Azusa y Natsuki intentaban calmarla.

—¡Tsuki-pyon! ¡Cálmate! —La voz de Kaori sonaba algo lejos mientras intentaba soltarse y calmar su furia a la vez. Había sido un error desde el principio pedirle algo de esa magnitud a Atobe Keigo…. No, había sido un completo error siquiera pensar en pedirle algo del tamaño que fuese. Él jamás entendería lo que todas ellas estaban sintiendo.

Que las mujeres no podrían igualar a los hombres, ¡Maldito machista!.

—Técnicamente, es verdad lo que dice Tsukiko —Habló Azusa mientras aflojaba el agarre y sus brazos quedaban a disposición —. Está científicamente comprobado que las mujeres no tenemos la misma fuerza y velocidad que los hombres. Por eso existe el tenis para mujeres, el tenis para hombres… el futbol de mujeres y el futbol de hombre, entre muchas cosas más.

—No lo acepto… Simplemente no lo acepto —Girándose sobre sus talones, con la mirada de medio colegio sobre ella y las demás chicas, se fue dando zancadas enormes.

Kaori era la alegre del grupo, Natsuki la dulce y comprensiva, Azusa la voz de la razón… y Tsukiko la temeraria que no se detenía con nada. Todo eso sucedió, poco antes de acabar el año escolar.

Para su tercer año de bachillerato, Tsukiko Inoue de diecisiete años, presentó un traslado de escuela en la oficina del director.

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Bueno, esto es todo por ahora. En el prólogo introduje a los OC que harán parte de esta historia (Algunos más que otros). Espero que si ven detalles que necesiten corrección, preguntas o algo que deseen comentar, me lo hagan llegar. El próximo capítulo ya será completamente dentro de Seigaku.

Un saludo.

Ann Parthenopaeus