Número: [21/21]
Título: Viajes convenientes/inconvenientes
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Pairing: TYL!27/59
Extensión: 435
Advertencias: Soso, spoilers del Arc del Futuro, yaoi. Sumamente absurdo y tonto.
Notas: No me gustó, pero no puedo mejorar o escribir algo en tan poco tiempo so… así queda u.u
― ¡De-Décimo!—gritó Gokudera con los ojos como platos, temblando por los nervios y abriendo y cerrando la boca repetidas veces sin poder asimilar lo que acababa de suceder.
Tsuna, frente a él, se limitó a sonreírle enigmáticamente, viendo con sincero cariño brillando en los ojos a su joven Guardián, al cual el sonrojo en sus mejillas crecía con cada segundo que pasaba y conforme él se le acercaba más, eliminando la corta distancia que los separaba.
El castaño, sintiendo que el tiempo estaba por agotarse, tomó con una de sus manos la barbilla del italiano, el cual, avergonzado y sin saber qué hacer, intentó inconscientemente retroceder y alejarse del agarre, acción que él se encargó de evitar colocando un brazo alrededor de la cintura de Gokudera y callando cualquier posible queja que pudo haber pensado pronunciar uniendo nuevamente sus labios con los de su Guardián, sintiendo el cuerpo bajo suyo estremecerse por esa sencilla acción al mismo tiempo que un suspiro de gozo moría entre sus labios.
Una sonrisa apareció en su rostro por aquello antes de que, apretando el agarre en torno a la cintura del italiano, delineara lentamente con su lengua el labio inferior de Gokudera, obligándolo con eso a que entreabriera la boca para poder así colarse en ella sin problemas, imprimiéndole más fuerza al beso y haciéndolo más profundo con su mano atrayendo hacia sí la cabeza del Guardián.
Suspiró profundamente cuando las manos del de cabello gris se aferraron a sus hombros y la distancia entre sus cuerpos se acortó aún más.
Sin duda, en todas las épocas, sin distinciones, los besos sabían bien.
Bastante bien.
Siempre y cuando fuera con Gokudera con quien los tuviera.
Y, mientras un boom llegaba a sus oídos y una humareda rosa lo cubría antes de lanzarlo por un halo tubular de distintos colores, agradeció por esa vez, y solo esa vez, con una sonrisa de completa sinceridad, que Lambo fuera tan descuidado con la bazooka.
Ese viaje había valido la pena después de todo.
Tsuna, en el presente, solo pudo pensar, completamente abochornado, que odiaba más que nunca esa maldita bazooka y que se la quitaría a Lambo a la mas mínima oportunidad que tuviera.
Pero primero debería encargarse de solucionar ―o averiguar― porque estaba sentado a horcajadas sobre su Guardián, con las piernas apresando su cadera, las manos sobre su pecho y a una distancia tan corta de su cara, y porque este respiraba agitado con un gran sonrojo invadiendo sus mejillas
Después se encargaría de eso.
Después.
Así como de averiguar porque esa posición tan comprometedora le resultaba tan agradable.
