"En la vida no todo lo que brilla es oro y no todo lo que se hace aun lado carece de valor" ella había aprendido esas palabras de la forma difícil pero no se arrepentía ni siquiera lo lamentaba, la vida la había golpeado fuerte y al mismo tiempo la había abrazado con gran cariño a lo largo de sus diecinueve amaneceres... Recién llegada de un lejano país, dejando todo lo que conocía atrás a pesar de ya no poseer nada, el hermoso manto nocturno era opacado por las luces de neón que hacían brillar su roja cabellera entre el bullicio de la concurrida ciudad nipona el primer destino en la lista del aeropuerto de Dublín, con solo una maleta deportiva colgando de su hombro -¿are yo lost?- una pregunta en ese ingles con mal acento le dio un vuelco a su estomago, era solo un hombre unos siete ciclos por delante ella, una vida mas.

El tiempo pareció detenerse antes de darse cuenta ya iba montada sobre aquel deportivo atravesando la lluvia acompañando a un ser al cual poco parecía importarle sus cicatrices o la ausencia de uno de sus ojos, hasta que se detuvo y se bajara del coche. Ella, atraída por esos hilos de oro que formaban su cabello lo imito, y en aquella vieja parada de autobús, en mitad de un camino rural vio la realidad; no forcejearon mucho, poco le importo su ropa convertida en lirones así como a el su dolor al momento en que se forzó a entrar en ella, sus miradas se cruzaban en lapsos efímeros e irregulares al igual que sus embestidas que de a poco se volvían mutuas... ella podía ver la verdad, el no era oro carecía de valor hacia si mismo... al igual que ella.

Tan pronto acabaron el se dirigió al auto aun encendido y saco la maleta de ella y se la arrojo - put yor cluthes- para volverse a subir al vehículo y quedarse a la espera, se decizo de los trozos de tela que aun cubrían su cuerpo y sin pudor volvió a arroparse con un vestido de tirantes color negro que a causa de la húmeda rápidamente se siño a su escultural cuerpo mientras veía al hombre que tanto le había robado sin que los dos lo supieran. El regreso no fue incomodo ni silencioso, aprendían uno del otro, el un empresario exitoso y aburrido con esposa y dos hijos, ella hija de una criminal huyendo de su pasado, ella había sido una de ya varias en su adulterio y el el primero de su vida.

Un año paso rapìdamente entre miradas cómplices, citas secretas y encuentros apasionados; ante la realidad eran desconocidos de mundos diferentes, pero nada mas que un acto hipócrita, lo sabían y no importaba. Eran falsos, brillaban, pero no eran de oro; así que cuando el llego a ese viejo café en que ella había estado trabajando y le pidió que huyeran juntos no lo pensó.

A ella no le importo marcharse sin cuestionar la razón, algo tenia que ver con ella, lo sabía bien. Así que ahí estaba de nuevo en el asiento de un vuelo del cual no recordaba el destino.- sabes... a pesar de ser falsa, prefiero la pirita al oro- recibió un abrazo de su acompañante a entendimiento que pensaba como ella. El brillo que emanaba al estar juntos era una ilusión pero eran lo mas valioso el uno del otro.