Holu :3 Esta es mi primera historia de Big Time Rush. Algún día dije que escribiría una y henos aquí. Tengo muchas cosas que decir pero seré breve. Primero respecto a la historia: estaba hablando con un friend (tu sabes quién si lo estás leyendo) y se me ocurrió una idea. Quizá vean similitudes con el programa televisivo Revenge, ya que lo quise adaptar. Sin embargo quiero que la historia sea un tanto diferente. Aclaro que es una especie de adaptación. Segunda: el rango de T irá incrementando conforme a la historia. Tercera: agradezco y dedico esta historia con lo más grande de mi corazón a Feurs Mi Sensei Rey del Kogan ya que ha sido un gran amigo para mí y me ha enseñado el camino de estos Fics, además de que me apoya en muchas cosas :) [I luv ya Feurs]. Les dedico esta historia a mis revengers favoritos Chris y Luis, cuando lo escribo me acuerdo de ustedes. A mi muy linda esposa Dany, a mi sister fandomistica Sandy y a Fanny, mi prometida que conoció mis Fics hace poco! Sin más por el momento, bienvenidos a esta historia :D


~PARTE UNO~

"La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno" -Walter Scott


1. INFANCIA

Esta casa es la mejor que podría conseguir en el verano. Los dueños murieron hace unos cuantos años en un accidente automovilístico, sin embargo en su testamento se planteó que la casa se vendería en una cifra elevada. Nadie la ha comprado por el mismo problema de muy alto precio... – explicó la agente inmobiliaria, que rondaba de unos treinta años.

Quiero dar un recorrido si no es molestia.

Por supuesto que no, señor Knight. A eso hemos venido – el joven Knight salió directamente al porche.

Atravesó el umbral de la puerta trasera y una oleada de familiaridad sacudió su cuerpo. El porche, intacto e igual que años atrás. Camino hasta un barandal de madera que había en el porche y tocó con las yemas de sus dedos un grabado sobre la madera con cuatro letras: "F+K+K+J"

Ahogó un suspiro, una lágrima. Algo añoraba. Regresar a esa casa sólo hacia abrir viejas heridas profundas sobre la piel, avivaba esos dolorosos recuerdos que alguna vez fueron especiales.

«Tengo que ser más fuerte que mis verdaderos sentimientos» se recordó y cerró los ojos.


Hace 13 años

–Mamá, papá quiero salir a la playa – grito el pequeño niño ojiverde de 10 años. Tenía lista una cubeta con utensilios para jugar sobre la arena. Tenía puesto un bañador y una camisa.

–Tranquilo Kendall – musitó la señora German. Sonreía por ver a su pequeño Rubio jugar por todos los rincones de la casa nueva. Toda madre veía a su hijo como a un bebé, sin embargo Francis a pesar de tener 10 años, disfrutaba cada minuto de su infancia como si fuera el último chocolate más exquisito del mundo.

–Vamos querida, tenemos que pisar estas nuevas tierras y familiarizarnos – grito Kent para que su esposa Jennifer la escuchara, el tan parecido a Francis pero con muchos años de diferencia, tomo a su hijo de diez años y lo elevo Para colocarlo sobre sus hombros.

Aquel niño angelical reía muy fuerte, pero su risa provoca sonrisas a todo aquel que estuviera a su alrededor.

–No se vayan sin mí... – gritó la mujer desde la cocina que llevaba un bebe dentro de su vientre de siete meses.

–Oh querida, ¿que llevas ahí? – preguntó el señor Knight al ver que su esposa llevaba entre las manos una canasto con comida.

–Ya sabes que con el embarazo tengo mucho apetito – dijo la madre del rubio.

–Pero la playa esta ni cerca, mami – dijo Francis seriamente.

–No puede ser que mi hijo de diez años comprenda tantas cosas – exclamó el padre. Comenzó a reír por el tono en que su hijo había dicho aquella frase. Los tres salieron de la casa playera más envidiable de toda la zona costera.

Tenía un porche donde se apreciaba todo el pie de playa, había una silla columpiable para sentarse y disfrutar de un atardecer donde los colores eran un conjunto de colores cálidos en explosión.

El trío familiar corrieron hasta pie de playa. Francis estaba deseando tocar el agua con sus pies, y cuando su piel hizo contacto con el agua de mar. Se estremeció.

Estaba tan helada que la temperatura corporal provocaba dolor en los huesos de ambos tobillos. Jennifer German se quedó en otro lado, puesto que el embarazo provocaba que su sistema inmunológico estuviera débil. Kent tomó a su pequeño "clon" de la mano ya que gritaba por las frías aguas.

–Tranquilo Francisco, sólo imagínate que el agua está muy caliente. Y entierra tus dedos en la arena que hay debajo, así se te quitara el frío – dijo el papá y Francis muy obediente acató las órdenes de su padre.

Después de unos segundos, el frío había desaparecido por completo.

–Oh, papá ya no hace frío – exclamo con toda la alegría que un niño de diez años pudiera expresar.

Ambos se metieron por completo al mar, por supuesto hasta donde Francis pudiera tocar el fondo.

–Papá ya me quiero salir, hace mucho frío – grito Francis creyendo que su voz no se escucharía.


–Cariño, ¿te acuerdas que mencione acerca de convertirme en socio de una empresa? – preguntó Kent, tratando de insinuarle a su esposa una increíble noticia. Tenía a Francis dormido placenteramente en su regazo. Estaban en la espaciosa sala, conviviendo como familia, pero el pequeño rubio no logró luchar contra el desgaste de energía que había tenido aquel día.

–Ah, fue antes de mudarnos... claro que me acuerdo – contestó Jennifer dándole un mordisco al bizcocho de chocolate que tenía en una mano.

–Pues lo seré en Taylor's Global.

–¡Oh cielos, eso es maravilloso cariño! – exclamó Jennifer levantándose del sillón a duras penas por el vientre de ocho meses de embarazo y le dio un abrazo a su esposo.

–Tengo que confesar que ya lo era, sino esta impresionante casa no hubiera sido posible de conseguir.

–¿Y por qué no lo dijiste antes?

–Porque mis "Jefes" viven en la mansión solariega de al lado.

–¡Eso es... – esta vez la señora German se quedó sin palabras que formular. Eran tantas cosas que procesar –... ¡Fantástico!


–Vamos hijo, antes de que el agua se ponga más fría – tomo de la mano a su hijo y lo llevo hasta el pie de playa como solía hacerlo casi todos los días de aquel verano.

–Pero yo quiero construir castillos de arena contigo, papá – dijo con puchero.

–Bien, construiremos castillos inmensos de arena. – prometió Kent apoyándose en cuclillas y tomando de los hombros a Francis.

Cuando se encontraban formando en la playa un castillo de arena, o un intento al menos, apareció lo que quizá mejoró el verano del niño rubio ojiverde: Hortense Mitchell.

Fue increíble como a ambos se les iluminó la cara. Un par de niños de diez años con amor a primera vista. Francis elevó la vista hacia el niño de piel clara y suave, cabello castaño, ojos marrones, hoyuelos marcados al sonreír. Muchos lo creerán estúpido, pero el primer amor siempre será fuerte en los corazones de los enamorados, que nunca lo olvidarán de quien fue el causante de que el amor creciera en sus vidas.

Hortense miraba hacia la arena, su madre Joanna Mitchell lo conducía por la playa tomado de su mano. La mirada que alguna vez estuvo hacia la blanca y fina arena, se elevó para cruzarla con la de Francis. Parecieran como si fueran polos magnéticos opuestos.

Se paralizaron al intercambiar las dulces y angelicales miradas que poseían.

–¡Mira mami, otro niño de mi edad! – señaló Hortense a Francis y jaló a su madre para llegar hasta él.

Y llego hasta sentarse a su lado.

–¡Hola, me llamo Hortense! ¿Y tú? – se hablaban como viejos amigos.

–Francis – intercambiaron una primera sonrisa entre ellos. Los corazones palpitaban por atracción, aunque a esa edad no estuvieran enterados de lo que en realidad es el amor. Como aquellos adultos que alguna vez habían observado, estrecharon sus manos –. Oye, ¿Hortense no es un nombre un poco raro? – la inocencia de Francis hizo que formulara esa pregunta.

–Uhm, si no me gusta mi nombre – dijo Hortense

Kent se puso de pie y estrechó la mano con Joanna.

–Kent.

–Joanna, un placer. Vaya, ustedes son los nuevos residentes de la zona.

–Sí, pero sólo por este verano, quizá. Aún no está decidido.

–Ojalá se queden, ya veo que mi Logan hizo un nuevo amigo.

–¿Logan? – pregunto Francis –. ¿Quién es Logan?

–Así me dicen, como no me gusta mi nombre...

–Wow, ¿entonces te podré decir Logie? – preguntó Francis muy emocionado.

–¡Sí!

Y ahí fue cuando una gran amistad empezó a nacer. En menos de dos semanas, ya eran los mejores amigos e inseparables. Era como si se conocieran de toda la vida.


–¡Logie! – corrió Francis hasta la casa de su amigo, una noticia traía para el moreno.

Logan abrió la puerta de su casa y se encontró con el rubio ante la puerta de entrada.

–Mi hermana ya nació, han llegado a mi casa.

En automático tomo a Logie de la mano y lo jalo hasta su casa. Quería que conociera al segundo miembro de la familia German.

La primera oleada de electricidad camino desde la mano de Logan. Era de sus primeras sensaciones de amor que experimentaba el moreno, empero no era el único que sentía tales emociones. Cuando ambos entraron a la casa de la familia German, Logie observaba cada rincón. Era tan inmensa para él.

Entonces Francis condujo a su mejor amigo aún tomado de la mano hasta la planta de arriba. Logie sonrió por ver a la señora German con una bebé recién nacida envuelta en mantas rosas entre sus brazos. Francis se unió a su momento familiar y Logie espero en el marco de la puerta, sonriendo por ver a su amigo tan feliz.

–Ven Logan... ya eres como de la familia – le dijo Jennifer, y Logan no pudo contener las ganas de unirse a su otra familia.


–Prométeme que guardáremos estas piedras en el cofre – pidió Francis a su amigo.

Ambos se encontraban cavando un pozo. Aquella mañana habían jugado en la playa, y se encontraron con unas gemas de color azul celeste en la arena. Eran dos gemas del tamaño de un pulgar, eran diminutas pero que algún día tendrían el potencial de convertirse en un collar o una pulsera.

El cofre era de madera, y el par de amigos había grabado con algo filoso el signo de infinito y sus iniciales. Juraron qué su amistad duraría hasta el final de sus días (aunque sabemos que a esa temprana edad podían sentir confusiones, sin embargo creían que ya era amor). Abrieron la pequeña caja de madera y guardaron las gemas. Cerraron el cofre, lo colocaron al fondo del pozo y lo taparon con arena hasta que quedó totalmente cubierto.

–Y simbolizada que nuestra amistad durará. Y después nos haremos un collar o algo así para recordar nuestro verano – propuso Francis.

–Lo prometo.

–¿Por lo más sagrado? ¿Por el meñique?

–Por el meñique – entrelazaron sus meñiques. Era su nueva forma de prometer cosas que juraron que jamás romperían.


Francis jugaba con sus carritos en la sala, había una fuerte tormenta allí fuera. Los rayos asustaban al niño, cada vez que se escuchaba el rugir de los cielos, Francis sobresaltaba y soltaba sus carritos.

Katie German lloraba desde los brazos de su madre. Su madre estaba sentada sobre el sofá con Katie de seis meses entre sus brazos. ¡Cómo había pasado el tiempo, la familia German se quedó definitivamente a vivir en esa zona costera!

–Tranquilo, Francis. Es sólo una tormenta – trató de tranquilizar a su hijo. Kent no se encontraba en casa, pero no tardaba en llegar.

Prendió la TV y estaba en el canal del noticiero. Y no eran tan buenas que digamos...

Un avión ha impactado contra un edificio. Se reportan alrededor de trece muertos y cinco gravemente heridos. Ahora mismo las autoridades tratan de descubrir al culpable atrás de este ataque terrorista...

Jennifer apagó la televisión al instante que comenzaron a mostrar las impactantes escenas del accidente aéreo.

Se alarmó, ¿quién no se alarmaría con tal noticia?

Entonces Kent entro a la casa mojado y agitado. Estaba asustado y acelerado.

–Jennifer, quiero que tú y Katie se vayan ahora mismo del país – dijo Kent entregándole una maleta pequeña con unos documentos falsos.

–¿Qué ocurre? – preguntó Jennifer poniéndose de pie inmediatamente.

–He sido si chivó expiatorio. Nos arrastraran al infierno a todos por igual. Sus boletos las llevarán a Francia, ¡Váyanse ya!

–¡Oh Cielos!

–¡Jennifer, veté ya! – grito el padre por desesperación.

–¿Y Francis?

–¡Querida, por favor llegarán en menos de treinta minutos!

Ni siquiera hubo tiempo de tomar ropa. Jennifer sólo cubrió a Katie con una manta para salir hacia el taxi que las esperaba.

–¡Mami, que pasa! – gritó Francis llorando.

–Cuando seas grande lo comprenderás – su madre le dio un dulce beso en la cima de su cabeza. Las lágrimas salían por sus ojos, no podía controlar sus emociones en esos precisos momentos –. Te amo Francis German.

Y salió por la puerta principal con su hija de seis meses en brazos.

–¡Mami! – grito Francis, llorando desconsoladamente. Su padre lo abrazo y lo cargo a su hijo en brazos.

–Todo saldrá bien... – susurró el padre, teniendo esperanzas de que salieran del país intactas.

Espero quince minutos exactamente, el tiempo necesario para que su esposa e hija llegarán al aeropuerto. Tenía otra maleta con varias cosas para su hijo para él. Se colocó la mochila en sus hombros y cargo a Francis. Caminó a prisa pero los agentes federales fueron más rápidos.

Arribaron a la casa e iban a arrebatar contra Kent, empero no lo hicieron a causa de Francis.

–¡Denos al niño! – exclamó un agente arrebatando a Francis de Kent.

Otros agentes derribaron a Kent y el hijo pudo observar como lo esposaban contra el suelo.

–¡Papi! ¡Papi! – gritaba El Niño con una mano extendida a dirección de su padre. No paraba de llorar –. ¡PAPI!

–¡FRANCIS!

Y sacaron a Francis de la casa, llevándolo a custodia de Servicios Infantiles. El Niño puedo ver a una pareja, una mujer rubia y un hombre de cabello oscuro entrecano, fue lo único que logró ver antes de que lo metieran a una camioneta.

En ese momento, se le vio despojada la feliz infancia a aquel niño que disfrutaba de su familia y mejor amigo: Logie.


–Francis, es hora de que te despidas de Hortense – anunció la trabajadora social. Logie lloraba mucho, Francis lloraba. No podía creer que ya no tenía nada.

Francis abrazó a su mejor amigo y primer amor. Se soltó a llorar.

A dos niños les habían quebrantado el corazón.

–¡No me quiero ir! – gritaba Francis.

Eso hacia llorar más a Logie.

–Tenemos que irnos ya, Francis – decía la trabajadora.

Los brazos de los niños se pusieron fuertes, no se querían soltar. No sabía lo que en realidad sentía Logie por Francis, y viceversa.

Después de varios minutos, Francis ya se estaba despidiendo de su amigo. Estaba a punto de subirse al automóvil de la trabajadora social e irse de una vez por todas.

Logie corrió hasta el carro con algo entre las manos.

–Francis... nuestras gemas – le entregó una al ojiverde con lágrimas en sus ojos y la voz cortada –. Por siempre, ¿de acuerdo?

–Por siempre... – una última vez enredaron sus meñiques y se abrazaron –. Te quiero Logie...

Poco a poco vio Logie como el carro donde iba Francis se alejaba. Logie estaba quebrantado. Todas esas emociones son las que experimenta un adolescente, pero el golpe había sido muy duro...

–Adiós Francis... – agitó la mano hacia el carro el movimiento.


Hoy

Observó la playa y la vendedora de bienes inmuebles apareció en el porche.

–¿Y bien, qué opina?

–La compro.

–Ah, eso es fantástico... Traeré el papeleo y le indicare sus mensualidades.

–La compro tal y como es su precio completo – dijo Kendall Knight, La nueva identidad de aquel niño que alguna vez se llamó Francis German.

«Es hora de que paguen» pensó viendo fijamente hacia la mansión solariega de la familia más prestigiosa de Los Ángeles: la familia Taylor.


Muchos recuerdos :) y este fue el primer capitulo, espero que les haya gustado :D me gustaría ver sus comentarios.

-Josué, TributeRusher