Inmanente: Que es interno a un ser o a un conjunto de seres, y que no es el resultado de una acción exterior a ellos.

Takeru debía estar siempre alerta. Ya fuera en la calle, en el instituto o en su mismísima casa. Takeru debía estar siempre alerta ante las ocurrencias de Hikari. Y es que a su amiga podía darle un arranque de curiosidad en cualquier momento y descargarlo contra su persona. Si esto sucedía, si Hikari preguntaba y no obtenía una buena respuesta por parte de su compañero, podría soltar un suspiro de aversión para, próximamente, abandonarlo sin piedad e ir a obtener conocimientos más interesantes. Por esa misma razón, tal vez, solía dejar tan impresionados a sus amigos y profesores con una respuesta rápida y eficaz ante cualquier ocurrencia desprovista de la debida atención.

—Takeru —llamó la chica de pelo castaño.

El joven se acerco, a la espera de la bomba. Sabía perfectamente lo que pasaba por la cabeza de su amiga cuando, cruzando un alto puente vio, a lo lejos, una pareja pelear enervadamente. Al cabo de unos segundos la bomba estalló:

—¿Qué es el odio? —acabó por preguntar.

—Un sentimiento —respondió al instante.

Fue quizás demasiado rápida la respuesta que dio, puesto que Hikari lo miró atónita con sus grandes ojos, esos que en pocos momentos empezaron a centellear con malicia.

—¿Y qué es un sentimiento? —volvió a cuestionar.

Takeru sabía que Hikari se lo estaba poniendo fácil. De no ser así, él no hubiera respondido la pregunta al segundo de haberla formulado.

—El sentimiento es el estado de ánimo que puede experimentar una persona —concluyó, orgulloso.

Pero Hikari no pensaba darse por vencida.

—¿Y qué es el ánimo?

Takeru vio su oportunidad. Ahora podía darle la vuelta a la tortilla, contraatacando él.

—El ánimo es la capacidad intrínseca de los seres más inteligentes para experimentar emociones o sentimientos. Lo curioso es que "ánimo" tiene mucho parecido con "ánima", que significa alma. El odio es, pues, una capacidad intrínseca del alma —Aprovechando la confusión de su amiga, Takeru la acorraló, verbalmente hablando —. Porque sabes qué significa intrínseco, ¿no?

Hikari enmudeció en el acto. Avergonzada, bajó la cabeza y los hombros en señal de disgusto. Takeru había ganado.

O eso era lo que él creía.

—Inmanente —respondió Hikari, alzando la cabeza en una sonrisa desafiante que delataba su fingido bochorno.

Ahora Takeru era el abochornado.

—¿Qué? —interrogó el muchacho.

—Inmanente. Es el equivalente a intrínseco —respondió Hikari. Luego acercó mucho su cabeza a la de Takeru, hasta que, en un susurro, éste pudo escuchar —. Porque sabes que significa inmanente, ¿no?

Aunque a Takeru le dieron unas ganas enormes de llorar, también le dieron ganas de reír. Eran esos únicos momentos en los que era capaz de amar y odiar a Hikari al mismo tiempo, con toda la fuerza de su alma. Tampoco podría evitarlo si quisiera. Hikari siempre ganaba y, además, esos sentimientos que tanto luchaban por ver cual ganaba de los dos, tampoco podría apartarlos aunque lo deseara.

Amor u odio, daba igual, eran inmanentes a su alma.