Hola.
Ha pasado tiempo desde la última vez que estuve por aquí. Pero he regresado. Por cierto, ¿ya vieron el Retrace 95? ¡Vinceeent! Yo chillo si Mochizuki le hace algo. ¡Pobrecita de Ada también! ;A;
Ok, ok. Respecto a éste fic, no sé si recuerden Blancanieves into the Abyss, pues como me agradó la idea de poner títulos y hacer referencias a cuentos de princesas. Así que aquí tienen uno de esos medio fumados.
Aclaraciones: Pandora Hearts ni ninguno de sus personajes me pertenecen, todo es propiedad de Jun Mochizuki. Yo sólo los tomo por mero amor y sin ningún fin lucrativo. Gracias.
Reviews!
*Redit: de la colección personal Pandora's Little Box.
The Sleeping Red Eyes
Oz sentía todo el cuerpo pesado, adolorido por la batalla que acababa de terminar.
A la distancia alcanzaba a escuchar una voz, similar a la de Alice, quizá sólo un poco más cálida, pero que sabía no era de ella. Lentamente comenzó a entreabrir los ojos, notando largos y finos cabellos blanco cayéndole sobre el rostro.
A su lado la Alice blanca le sonreía con ternura.
—¿Cómo estás? —preguntó ella.
—B-bien —respondió con reserva.
Alyss dirigió su vista a otro lado, provocando que Oz la imitara. Inmediatamente quedó paralizado. Por alguna razón, Jack estaba cerca de donde ellos, dándoles la espalda mientras se aferraba a otro cuerpo, aparentemente más delicado.
—Lacie está con él —susurró Alyss tranquila—, está dormida.
Por un momento Oz quiso preguntar dónde estaban, no era el Abyss que él conocía, sino un lugar completamente luminoso, lleno de esferas doradas; pero la pregunta en esos momentos salía sobrando. La escena que se desarrollaba frente a sus ojos acaparaba todo lo demás. Lacie permanecía con los ojos cerrados, mientras Jack la sujetaba con fuerza, abrazándola desconsolado.
El menor se preguntó cómo es que ambos podían estar en el mismo lugar, pero luego se respondió que todo era obra del espacio extraño en el que estaban.
—¿Está dormida? —inquirió para cerciorarse.
—Sí —confirmó Alyss—, siempre duerme, por eso no vengo a verla. Nunca la he visto despierta.
Los dos se mantuvieron en silencio después, hasta que Alyss volvió a hablar, un poco sonrojada y con una expresión triste. Oz la observó con intriga.
—Jack la ama, ¿verdad?
—Sí —Oz también sonrió con melancolía.
Jack escuchaba vagamente las voces de ellos. En realidad tenía poco interés en lo que decían. Toda su atención estaba centrada en Lacie, la durmiente de ojos rojos, que permanecía quieta entre sus brazos. Como una princesa de cuento, anotó.
—Déjame escucharte cantar otra vez, Lacie —susurró suplicante.
Por un instante observó fijamente sus labios, entreabiertos, igual de rosados que la última vez que la había visto. Igual de hermosa que siempre.
Como caballero nunca se había atrevido a tocarla, aún cuando la misma Lacie insinuaba cierto consentimiento. Ella era una dama, no una mujerzuela de calle. Por eso siempre la había respetado.
Pero en esos momentos…
Lentamente posó sus labios sobre los de ella, descargando los cien años de amor reprimido que cargaba. Oz lo miró un poco exaltado mientras Alyss sonreía con resignación.
Poco a poco los ojos de Lacie comenzaron a abrirse, revelando sus orbes carmesíes. Los ojos del infortunio. Jack la contempló lloroso, sosteniéndola con poco más de fuerza.
—¿Jack? —la voz de Lacie sonaba cansada.
—Aquí estoy.
Finas lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Lacie, mientras correspondía débilmente al abrazo de Jack. Finalmente, aunque fuera por un momento efímero, estaban juntos.
FIN
