Disclaimer: Digimon y sus personajes no me pertenecen. Esta historia es sin fines de lucro.


Taichi Yagami, enfundado en un elegante traje azul, caminaba con premura y decisión por las calles de Japón. No iba retrasado, pero sí con el tiempo justo. La junta se había extendido más de lo planeado. Balanceaba el portafolio, buscando mayor impulso en su avance.

―¡Hermano!

Taichi volteó al lugar de origen del llamado, reconociendo el tono suave de su hermana, Hikari. Le sonrió abiertamente a la castaña, quien se acerba a él. Takeru Takaishi caminaba a su lado, sonriendo cándidamente.

―Hikari. Takeru ―saludó diplomáticamente el chico ―. ¿Qué hacen aquí? ¿No deberían estar ya en la reunión?

Hikari rio por el gesto nervioso de su hermano mayor, quien alborotaba su melena castaña (más corta que antaño, pero aún algo larga). Miró de forma cómplice al rubio que la acompañaba.

―Se nos hizo un poco tarde, es todo

Si Taichi sospechó algo, no lo demostró. Con un asentimiento de cabeza, los invitó a acompañarle en su andar. Los chicos se adaptaron rápidamente al paso del castaño. Tanto Hikari como Takeru también apreciaban la puntualidad.

Cuando ingresaron al cuarto de Koushiro Izumi, todos sus amigos se encontraban ya reunidos. Taichi sintió la nostalgia invadir a su corazón. Miró con cariño a cada uno de los presentes. Los compañeros y amigos de campamento, los ya no tan pequeños nuevos elegidos.

Taichi sintió el verdadero pasó de los años. Con sus amigos celebrando en ese pequeño lugar. Depositó el portafolio en el suelo, justo al lado de la puerta, y fue como si perdiera las responsabilidades del adulto en que se había convertido. Pudo ver el tiempo ir en reversa. Al pequeño y escandaloso Daisuke alegando ser el mejor. A la gritona Miyako entonando su canto de viaje hacia el Digimundo. Vio a Iori y a Ken arreglando las rencillas del pasado.
El retroceso se permitió ir más allá, y se encontró con la encantadora sonrisa de Sora, alentándolo a ser paciente. Escuchó a la pequeña y berrinchuda Mimi quejarse por las peleas. La sed de conocimiento de Koushiro le pareció más fuerte, y el llamado a la tranquilidad de Joe casi le roba una risa. Sintió las pequeñas manos de Hikari y Takeru aferrándose a él. El ceño fruncido de Yamato, tal cual lo recordaba.

Tomó una bocanada de aire, y sonrió a los ocupantes de la habitación. Habían crecido todos, sin excepción. Dejaron de ser niños hace tanto; y la vida adulta los reclamaba, recordándoles el paso del tiempo. Sin embargo, en ese momento, con el quinceavo aniversario de la aventura de sus vidas, con sus amigos celebrando el nacimiento de una amistad perpetua; Taichi lo escuchó claramente, y el corazón se le agitó con fervor.

―¡Taichi!

La voz de su mejor amigo flotó en sus oídos. Era el llamado de su inseparable compañero naranja. Esa era la voz de su digimon. Agumon lo estaba llamando.

No importaba cómo, cuándo o dónde; No importaba el paso de los años, que ellos crecieran… ellos siempre serían los niños elegidos.


Me entró un enorme sentimiento, como todos los 1° de Agosto.
Hice este escrito muy pequeño. Espero les guste.
En honor a los años transcurridos. En celebración a la próxima secuela.

Feliz 1° de Agosto, y no lo olviden…

Ahora es cuando la aventura ¡Digievoluciona!