Humedad. ¿De donde venía tanta humedad? ¿Era de ella, o era esa lengua que hacia toda clase de figuras geométricas entre sus piernas? Círculos, triángulos, rectángulos, toda clase de figuras inimaginables; espirales que la llevaban a sensaciones que no había experimentado. Sentía los labios pegados a su clítoris, succionando fuertemente aquel punto de placer. No podía abrir los ojos, temía que si los abría se detuviera. Sus caderas se movían sin consultarle, vibraba al ritmo de esos labios y esa lengua.

-No te detengas…

Bajó las manos; buscó la cabeza en medio de sus piernas, para presionar contra ella y se encontró con una cabellera espesa y ondulada; tuvo que abrir los ojos, aquello estaba mal.

-¡Blair!

-¡Que escándalo Serena! – Lily Van der Woodsen entró dando un portazo a la habitación de su hija.

Los ojos azules de Serena se abrieron de par en par, al escuchar la voz de su madre. –Blair – fue lo único que pudo articular.

-Si querida, Blair esta esperándote afuera. Ha llegado hará unos diez minutos.

-Pero…

-Pero nada Serena, anda vístete. Tu maleta ya esta en el auto.

¿Maleta? ¿Auto? ¿Blair? La mente se Serena no hilaba, aquel sueño la había dejado perturbada.

-Muévete Serena – Lily empezaba a desesperarse.

-Ya voy – finalmente se levantó; mas por sacar a su madre de la habitación, que por cualquier otra cosa. Aun seguía en shock.

En dos pasos estaba en el cuarto de baño, se sentía extraña y no solo, por tener empapada la ropa interior; había tenido un sueño erótico con su mejor amiga. Y que sueño. Aun sentía cosquillas en su interior, un sube y baja de emociones que tenían su corazón a mil. ¿Cómo iba a ver a Blair a la cara? Se miró al espejo, tenía los labios hinchados y estaba sonrojada. Se obligo a dejar de pensar un momento en aquel sueño; cepillo su cabello, se lavó, busco ropa limpia y estaba lista para salir.

-¿S? – se escuchó mientras abrían la puerta.

Los colores se le subieron a la cara, sintió que un choque eléctrico la recorría. Inmediatamente y sin su permiso, la imagen de Blair entre sus piernas le vino a la mente. Ese viaje iba a ser un martirio.

Serena había vivido de cerca la homosexualidad con Eric, su hermano. No le era difícil aceptarla en otras personas, pero ¿en ella?; aquello no podía estar sucediendo. A ella siempre le habían gustado los hombres, tenía miles de líos amorosos por todo el mundo. Además no había soñado con cualquiera, era Blair la que estaba en aquel sueño; su mejor amiga, con la que había crecido y compartido toda su vida. Respiró profundamente y trató de calmarse, al final de cuentas ese sueño no la hacia lesbiana, ni siquiera bisexual.

-Llegaremos tarde, y ya tengo planeado el itinerario, no podemos demorarnos más. ¿Qué te detiene? – Blair había entrado como un torbellino a la habitación de Serena. Era imposible detenerla cuando se proponía algo, y ese fin de semana su meta era pasarlo maravillosamente en un Spa junto a su mejor amiga.

-Buenos días a ti también Blair –Serena sonrío sin poder contenerse. Cada vez que Blair tenía esos repentinos ataques de controlar todo, que eran muy a menudo; Serena recordaba porque eran tan amigas. Eran como la noche y el día; una rubia y la otra morena, una demasiado controladora y la otra completamente desorganizada; Blair siempre con la cabeza fría y Serena siempre con los sentimientos a flor de piel. Complementos pensaba Serena.

-Lo siento S, tu sabes cómo me ponen estas cosas. Aún no puedo soportar que el desgraciado de Chuck, se haya asociado con mi Madre. Estoy segura de que lo ha hecho solo para fastidiarme la vida. Él no sabe nada de moda, es más ni le interesa. ¿Qué no comprende que lo nuestro se termino?

El camino al Spa fue interminable para Serena, Blair no dejaba de hablar de lo fastidioso que era Chuck y de las miles de maneras en que quería destruirle la vida. No es que Serena no estuviera acostumbrada a los interminables monólogos de su mejor amiga, lo que sucedía es que estar sola con Blair la hacia sentirse incómoda. Era una extraña sensación de estremecimiento que nunca había sentido, no entendía como aquel sueño le había desatado tantas preguntas.

No escuchaba nada de lo que le decía Blair, su mente vagaba buscando una respuesta a la extraña situación. Había ido a consultar tantos psicólogos en su adolescencia, que en algún lugar de su mente tendría que encontrar una respuesta. Afortunadamente Blair estaba tan concentrada en ella misma, que no se extraño de que Serena estuviera ausente.

El Spa era todo lo que Serena esperaba, Blair era experta en pasarla bien y estaba segura que había supervisado hasta el último detalle.

-¡Pero no puede ser! – Serena salió de su ensimismamiento, conocía ese tono de voz en Blair, algo no estaba bien. –¿Qué no sabes quien soy? Soy Blair Waldorf y más vale que me consigas en este momento esa segunda habitación, si no quieres que este Spa deje de ser el más concurrido de New York.

Serena rió, tal vez no era la manera adecuada de pedir las cosas, pero Blair siempre conseguía lo que quería; siempre todo perfecto, Blair nunca se permitía errores.

-¿Qué pasa? – Serena se acercó a su amiga para ponerse al tanto.

-He reservado dos habitaciones y este recepcionista de cuarta, me acaba de informar que solo tienen una disponible.

-No es para tanto B, ya estamos aquí y el caso del fin de semana es relajarnos – Serena le tomó la cara entre las manos y la miró fijamente sonriendo.

-Esta bien – suspiró Blair y su tempestuoso ánimo se calmo – Mas vale que al menos sea una suite – amenazó al recepcionista.

Efectivamente Serena y Blair se instalaron en una de las principales suites del Spa, pero Serena no contaba con que tendría que compartir la cama con Blair. Se arrepintió de no haber dejado a su amiga montar un escándalo, para conseguir la otra habitación.

-Pero que suite tiene solo una cama – Serena caminaba sobresaltada, mientras desempacaba.

Blair miró de reojo a su amiga – Ahora la que exagera eres tú ¿No crees? – sonrió – Hemos compartido la cama prácticamente desde que nacimos.

-Lo siento B, tienes razón. No se que me pasa – se disculpó Serena – Anda tenemos programada la primera sesión de mascarilla de chocolate en quince minutos – la apuró, mientras trataba nuevamente de alejar de su mente las imágenes de Blair entre sus piernas.

¿Por qué había tenido que soñar con aquello exactamente ese fin de semana? Podría haber sido cualquier otro día, uno donde no tuviera que pasar 72 horas sin separarse de Blair, donde no tuvieran que compartir la misma cama, donde pudiera alejarse para despejar todas esas imágenes de su cabeza. Además, no ayudaba para nada el hecho de ver a Blair quitarse y ponerse la bata, para quedar solo cubierta por una sabana. Paso a paso, Serena se iba hundiendo en un mar de pensamientos sin fin, llegando a conclusiones cada vez más asombrosas acerca de su sexualidad y encontrando en Blair una interminable lista de atractivos.

Tal vez es que pasaban demasiado tiempo juntas o quizás era que se conocían muy bien. Definitivamente Serena quería mucho a Blair y no podía concebir su vida sin ella, pero de eso a sentir algo más. Blair siempre había estado ahí para ella, tenían sus altibajos y sus peleas; pero siempre volvían la una a la otra. No había nadie que la conociera mejor que Blair, que completara sus frases, que con solo mirarla supiera lo que estaba pensando, con quien se sintiera segura y sobre todo con quien pudiera ser completamente ella. Solo con Blair no le daba vergüenza mostrarse como era. Blair la quería tal y como era, y Serena sabía que eso no podía cambiarlo nada ni nadie. Aunque cometiera la mayor de las injurias, Blair estaría ahí para consolarla, para comprenderla, para aconsejarla y sobre todo para quererla con ese cariño que solo había entre ellas dos. Y Serena sabía todo esto porque quería y estaba ahí para Blair de la misma manera.