Astoria Malfoy sonrío desde la gran entrada del jardín de la mansión que desde hacía 13 años era su hogar. El camisón verde que llevaba estaba cubierto por una suave bata de seda gris que hondeaba ligeramente por la brisa veraniega que corría por las estancias y pasillos sin descanso.
Al contrario de su marido, Astoria parecía haber resistido el paso de los años.
Su rostro seguía teniendo un aire juvenil, aunque la madurez de sus rasgos comenzaba a ser visible en el, como las pequeñas marcas de alrededor de sus ojos esmeralda y una pequeña arruga de la sonrisa cercana a la comisura de su boca, donde tiempo atrás se había ocultado un beso escondido.
Su largo y azabache cabello caía sobre su espalda, todavía las canas no habían hecho su aparición manteniendo intacto la sensación de juventud natural que Astoria nunca había querido perder, al contrario de Pansy Parkinson, ahora Pansy Goyle, que se había aplicado tantos productos en el cabello y rostro para preservarse de los efectos del tiempo, que era incluso más falsa de lo que lo había sido algunos años atrás.
Nadie podía negar que Astoria Malfoy seguía siendo una de las mujeres más bellas que había en la comunidad mágica de Londres.
La causa de la sonrisa en su rostro se encontraba a apenas unos metros de ella.
Su marido y su hijo de 10 años jugaban sobre la extensa hierba que rodeaba la mansión, dando volteretas sobre la hierba y llenando de risas aquella tarde de verano.
Draco Malfoy parecía haber olvidado su habitual pose elegante y altiva mientras perdía los papeles jugando con su hijo, Scorpius Hyperion Malfoy. Astoria pensó que no comprendía porqué Draco prefería mostrarse tan frío con el resto de personas de su alrededor y sin embargo, con ella y con su hijo no era más que sonrisas.
Aunque por otra parte, adoraba tenerlo para ella sola.
Draco si había sido afectado por los años, algunas arrugas surcaban su pálido rostro y las entradas en su cabello eran notables. Pero aun así, seguía teniendo el porte que le había sido tan habitual toda su vida.
En cuanto a su hijo, Scorpius, había heredado el cabello y la estructura de su padre, pero los ojos eran indudablemente de su madre, con ese verde esmeralda que era tan característico de los Greengrass como lo era el cabello rubio de los Malfoy.
En ese momento, padre e hijo se encontraban despeinados, con la ropa descolocada y manchada de barro y hierba, agotados después de la larga carrera y lucha en las que habían estado involucrados apenas hacía unos minutos, pero felices y sonrientes. Se había sentado en el suelo y jadeaban entre risas, con todavía el éxtasis de aquellos momentos que había compartido.
Draco alzó su mirada gris durante un momento y la clavó en la figura femenina de la puerta, haciendo que su sonrisa aumentara un poco más.
-¿Has visto lo hermosa que es tu madre?-Dijo volviendo a mirar a Scorpius, quien alzó la cabeza y miró hacia donde estaba Astoria, saludándola con la mano y una sonrisa.
-Si, creo que si-El niño sonrió a su padre-Dicen que yo tengo sus ojos, así que yo también soy guapo...¡Soy el más guapo de todos!
Draco no pudo evitar sonreír con el comentario de su hijo, recordándole vagamente a si mismo cuando tenía su edad.
-Claro, claro que lo eres-Revolvió el cabello del niño con una sonrisa.
-Más que nadie en este mundo-Dijo una voz femenina a su espalda, Draco se giró para ver a su esposa de pie a su lado, y con un rápido movimiento la agarró de la cintura y de las piernas, haciéndola caer sobre él.
-Aunque puede que tu madre te haga algo de competencia-Draco sonrió y besó los labios de su esposa, aunque la asqueada mirada de su hijo les hizo separarse con una sonrisa.
-Cariño, ¿Qué te parece si vas adentro y le pides a Winka que prepare una limonada para ti y para tu padre?-Dijo Astoria acariciando el rostro de su hijo, que tras asentir corrió hacia el interior de la mansión.
-¿No te parece que el tiempo pasa demasiado rápido?-Dijo Draco acariciando el brazo de su esposa, mientras seguían con la mirada a su hijo.
-El año que viene entrará a Hogwarts, parece mentira que...que una vez estuvimos en su lugar-Astoria miró a su marido y le sonrió.
Draco tumbó a su esposa en la hierba, y se recostó sobre su vientre mirando el cielo azul mientras respiraba con fuerza.
-¿Recuerdas cuando nos conocimos?-Dijo Astoria mientras acariciaba el cabello de su marido.
-Cómo olvidarlo, enana Greengrass-Dijo Draco con una gran sonrisa.
Astoria alzó una ceja, pero no pudo evitar sonreír a la vez que él.
-Que sepas, Malfoy, que también me caías bastante mal-Dijo ella con algo de burla en su voz...
