Capítulo 1: La vieja posada y el huérfano
Hellsing y The dawn son propiedad de Kota Hirano, este fanfic es publicado sin fines de lucro y por amor a los personajes
Descansaba apaciblemente en la posada. Había caminado por más de dos meses sin dormir, beber o comer alimento alguno. Esta posada había bajado del cielo justo en el momento en que pensaba dejarme caer en la nieve y morir.
Los dueños eran una pareja entrada en años, amables y serviciales; cabe decir que habían nacido para ser posaderos. Sabían la manera exacta de atender extraños, sin llegar a interrogatorios incómodos. Eran discretos y limpios, la combinación perfecta en un negocio de ese tipo. Estaba sentado en una pequeña mesa de madera cercana a la chimenea. El olor a sopa de patatas y carne asada inundaba mis sentidos al igual que el enorme jarro de cerveza a mi lado, era como un verdadero paraíso después de deambular hambriento en la nieve.
—He escuchado que otra gran guerra volverá a desatarse. Una verdadera lástima, no ha pasado mucho desde de la anterior— Un hombre regordete y calvo comentó a otro flacucho y con barba en la mesa de junto.
—¡Caray! en ese caso ¡Robert!— Gritó el nombre del posadero que se acercó tranquilamente — Tendrás que tomar tus reservas, otra gran guerra significa tener los caminos llenos de soldados amigos y enemigos— El hombre delgado estaba tan sereno leyendo su periódico pero aun así se daba tiempo para hablar.
—Eso no me importa, siempre y cuando paguen sus cuentas y no traigan problemas—Dijo tranquilamente el posadero sacando un trapo de su mandil y limpiando la mesa que se encontraba llega de gotas de cerveza — Mi familia a dado comida y cobijo a quien lo requiera durante generaciones, además si me preguntas respondería que ese Adolf es un idiota.
—¡Shh! ¡Guarda silencio si no quieres que te cuelguen por traidor a la patria! nuestro Führer tiene grandes planes para el tercer Reich ¡tendrás que agradecer de rodillas cuando lo veas terminado! —Tragó saliva— ¡Por eso requerimos a todos los jóvenes posibles en el ejército! este sueño no se realizara sin el apoyo de todos. Además se rumorea que los americanos son casi tan rencorosos como los ingleses, y como no, tienen la misma sangre. Ellos querrán nuestras almas en caso de desatarse la guerra— El hombre gordo estaba sudando mucho, era realmente asqueroso.
—Se dice en el resto de Europa, que los rencorosos somos los alemanes—El posadero seguía restregando el trapo, aún cuando la mesa ya estaba limpia.
Por primera vez el hombre delgado dejó sobre la mesa el periódico, que había estado dejando sólo de vez para tomar pequeños y rápidos sorbos de cerveza.
— ¿Tú qué opinas muchacho?— El hombre calvo se dirigió a mí— ¿Le tienes miedo a los americanos?
Gruñí un poco a respuesta, dando a entender que no me apetecía entrar en la conversación.
—¡Bah! ¿Qué le va tener miedo a un par de soldados americanos? ¿no lo estás viendo? Es grande y fuerte, es todo un guerrero ¡los alemanes somos guerreros y nacimos para la lucha!— Gritó el hombre gordo — ¿Entrás al ejército? Se ve que tienes potencial ¡tremendo cuerpo, sólo imagínalo con entrenamiento militar! serías toda una máquina en el frente de guerra.
—No— Respondí secamente. Algo que sorprendió a los tres hombres pues no esperaban que a estas alturas que pudiera hablar.
—Eh, pues deberías entrar. Fácilmente podrías acabar con ingleses y americanos por igual.
—No me interesan ese tipos de conflictos— El hombre delgado se paró disgustado, y a grandes zancadas se dirigió hacia mí.
—¿Eres alemán? — Me preguntó con tono molesto.
—¿No estoy hablando con usted en perfecto alemán?— Despreocupado corte un gran trozo de carne que lleve de inmediato a mi boca.
—Cualquiera puede aprender el idioma, me refiero a ¿sientes amor por tu patria? ¿estás orgulloso de haber nacido en esta tierra?
—Oscar por favor, el muchacho es mi huésped ¿podrías dejar esto para alguien más cercano?— El posadero se acercó preocupado.
—Bebes nuestra cerveza, comes nuestra carne, y dices que no estás interesado en estos conflictos ¡americanos, ingleses y muchos otros nos hundieron! Sólo un hombre puede sacarnos de la ruina, y cuando ese hombre pide que lo ayudemos tú simplemente le das la espalda.
Bebí mi cerveza de un solo trago.
— ¿Sabes a caso cuantas familias terminaron destrozadas? ¡Yo perdí a mi hijo por culpa de los ingleses!
—Yo… perdí a toda mi familia, soy el último que queda— Le dije sin demostrar algún despojo de tristeza.
—Caramba muchacho yo no lo sabía. En ese caso tú ya sabes lo que es vivir así. Deberías considerar entrar al ejercito— Se veía muy apenado.
La puerta de la cocina se abrió de repente, de ella salió un pequeño de no más de diez años. Llevaba consigo un plato con una barra de pan.
— ¡Edwin! Justo a tiempo hijo mío— El posadero se sintió aliviado de que alguien pudiera distraer aquella pelea — ¿podrías darle el pan a aquel chico? Esta casi por acabar su comida— Discúlpanos muchacho. Hoy llegó mi nieto, y el pequeño acaba con las reservas de pan a paso rápido. Ama comerlo con leche y nos tomó desprevenidos.
—No hay problema— Le acerque el planto al niño. Lo observé unos instantes, era tan parecido a alguien que conocía bien. Se veía tan feliz sabiéndose protegido por sus seres queridos ¿Qué sería de ese pequeño si la guerra lo alcanzaba? ¿Qué pasaría si la guerra le arrancara a los suyos?
Por primera vez sentí una gran impotencia de saber que millones como él podrían pasar por esa pena.
—Lo pensaré.
— ¿Disculpa?— Preguntó el posadero
—Pensare entrar en el ejército— Saqué del bolsillo de mi pantalón un par de monedas de oro, las deje sobre la mes. Me envolví la barra de pan en un pañuelo— Pórtate bien— Revolví el cabello del niño y salí de la posada ante las miradas atónitas de todos.
Podría casi jurar que el hombre delgado sintió que era útil. El pobre pensó que sus palabras de borracho habían causado tal eco en mi, al punto de salir corriendo a enlistarme en ese mismo momento.
El cambio que estaba a punto de hacer en mi vida se lo debía a una pobre alma inocente, a ese pequeño niño que me recordó los tiempos en los que había sido tan feliz.
Bueno ya tenía tiempo con ese fan fic, cabe resaltar que soy un fan acérrimo del personaje del capitán Hans Günsche y siempre me pregunte su origen, esperemos algún día Hirano nos quiera contar un poco más de él. Por el momento dejo lo que mi imaginación me dicta en las noches de insomnio.
¡Gracias por leer!
