Disclaimer: Ranma ½ pertenece a Rumiko Takahashi.
Verano de 1983.
Capítulo 1: Cambios.
Dos muchachos, uno de lentes grandes y redondos y otro con una pañoleta amarilla y negra atada a la frente, buscaban como desesperados al tercer miembro de aquel trío en el estanque en el que se encontraban.
—¡RANMA! —llamó él de lentes— ¡Ranma! ¿Dónde estás?
—¡Ranma! ¡No nos obligues a decirle a Akane que te moriste! ¡No te atrevas! —insistió el de la bandana mientras sus ojos vagaban frenéticamente por la superficie del cuerpo acuático—. Ranma… no te atrevas…
Todo comenzó en la ciudad japonesa de Nerima, en el verano de 1983…
—¡TONTOOOOO! —resonó por toda la vivienda aquel grito femenino, proveniente de una chica de ojos marrón avellana y corto cabello azul oscuro.
—¡Ay, ay, ay! —se quejaba a su vez un muchacho de ojos azules y cabello negro peinado en una trenza mientras que el mazo que blandía la chica impactaba violentamente contra su cráneo— Akane, ¡detente!
—¡Obligame! —lo desafió.
—Akane —llamó su hermana mayor acomodando su moño blanco—, ¿podrías poner la mesa mientras vigilo los ravioles?
—Claro, ya voy —aceptó, dejando en libertad al muchacho—. ¡No creas que hemos terminado, Ranma! —le previno antes de asestarle un último golpe con mucha fuerza— ¡Pervertido!
El ahora llamado Ranma suspiró y volteó hasta quedar recostado sobre su espalda, quedando frente a sus ojos el cielo nublado y oscuro de Nerima. Cerró los ojos y volvió a suspirar, tratando de aplacar la migraña que amenazaba con apoderarse de su cabeza debido a los mazazos que había recibido por parte de su prometida. «A lo mejor debería entrar… Sí, antes de que…» no fue capaz de terminar su idea, pues una gota de agua cayó sobre su frente, resbalando por el puente de su nariz, seguida de muchas otras. «Ay no, demasiado tarde…».
El muchacho, ahora convertido en una linda muchachita pelirroja por el efecto del agua fría sobre su cuerpo, no pudo más que dejar que sus párpados cayeran y otro suspiro escapara de sus rosados labios. «Al menos se me está pasando un poco el dolor de cabeza».
—Cuiik, Cuiii —se escuchó suavemente entre los arbustos, como queriendo llamar su atención—. ¡Cuiiiik!
—¿Uh?
Ranma volteó levemente la cabeza en dirección al sonido, sus ojos azules se agrandaron al encontrarse con un puerquito negro con grandes y expresivos ojos miel oscuro y un pañuelo amarillo de motas negras alrededor de su pequeño pescuezo.
—¡Cuiii! —clamó por atención el animalito.
El chico –convertido en muchacha- se incorporó en un codo para mirarlo.
—Oh, hola, Ryoga —saludó—. Con que ahí estabas, ¿buscas a Akane?
—Cui, cui —el cerdito negó.
—Ah, ¿vienes a pelear conmigo?
—Cui, cui —volvió a negar.
—Quieres agua caliente —afirmó, haciendo que el cerdito asintiera—. Vale, vamos adentro. ¿Dónde están tus cosas?
El cerdito le guió hasta el arbusto de donde había salido, para que Ranma tomara una gran mochila de campamento y unas ropas amarillas que, a estas alturas, estaban más que mojadas. Levantó en brazos al animalito y entró con sigilo hasta el baño, donde llenó la tina con abundante agua caliente, llenando rápidamente el furo de vapor. Minutos más tarde, tanto Ranma como Ryoga eran de nuevo ellos mismos.
—Tienes suerte de que te encontrara, Ryoga —comentó Ranma—. Si no vaya a uno a saber lo que te hubiera pasado.
—Ranma… —pronunció Ryoga mirando las pequeñas ondas que se formaban en el agua—. Te lo agradezco, eres un buen amigo…
—¿Eh? Bueno…yo… Gracias, Ryoga —soltó el de la trenza sin encontrar ninguna respuesta mejor, ¿desde cuándo Ryoga lo llamaba "amigo"? Claro, Ranma siempre lo consideró como tal –excepto cuando se ponía denso-, pero no siempre Ryoga estaba de acuerdo con ello.
—¿Sabes a qué vine?
—No. Tú no lo mencionaste y…
—Es sobre Akane… —le interrumpió Ryoga, Ranma se tensó, mirándolo fijo, el del pañuelo tomó aire y prosiguió—. Ranma, a partir de ahora… tú… ¡debes hacerte completamente responsable de Akane y asegurarte de que ella sea muy feliz!
Ranma lo miró confundido.
—No entiendo, ¿qué quieres decir?
Ryoga colocó una mano en su hombro.
—Pronto lo entenderás —prometió.
El de la trenza simplemente se encogió de hombros, no entendía muy bien a qué se refería Ryoga, de hecho… le parecía recordar que el de los colmillos le había dicho algo parecido cuando estuvieron en el "Túnel del amor perdido".
—¿Sabes…? A P-Chan se le perdió su pañoleta —comentó, mientras se enjabonaba el hombro.
—Simplemente tenías que decirlo, ¿o no, Saotome? —le contestó de mala manera.
—A P-Chan se le perdió su pañoleta —insistió, esperando que Ryoga captara a que se refería.
No lo hizo.
—Vale, ya puedes explicarme el chiste, Ranma —le gruñó—. Porque no lo pillo en absoluto.
Luego de rodar los ojos, Ranma procedió a explicarle.
—Ayer, cuando venía de hacerle unos recados a Kasumi, vi que una tienda de mascotas están regalando puerquitos negros de la china.
—¿En serio?
—¡Claro que es en serio! —le riñó— ¿Qué te crees? ¿que veo cosas?
—No, quiero decir, ¿en serio harías eso por mí?
El de la trenza sólo se encogió de hombros.
-2-
—¡Ay, muchas gracias, Ryoga! —le agradeció Akane a la mañana siguiente cuando el muchacho de los colmillos le entregó un paquete de golosinas de regalo.
—Je, de nada, Akane…
Ranma se levantó de la mesa y le agradeció la comida a Kasumi para luego voltear a Ryoga.
—Ryoga, ven, acompáñame por favor.
El muchacho del pañuelo simplemente se levantó y lo siguió escaleras arriba. Al llegar a la habitación de Ranma, éste último cerró la puerta y procedió a buscar algo en su mochila.
—Espero no estés enojado conmigo por traerle un regalo, Ranma —se cruzó de brazos.
—¿Eh? Ah, no, sólo quería mostrarte algo —le contestó distraído, aún buscando en su mochila.
«¿Soy yo o Ranma se está portando más… "amable…" conmigo?» Ryoga miró al muchacho al otro lado de la habitación y sacudió la cabeza, ya estaba pensando estupideces. «Nah… es impresión mía…».
—Oye, Ryoga, mira necesito que me acompañes al Neko-Hanten para que le mostremos este libro a Mousse.
—Si te vas a pelear con Mousse, yo no pienso meterme.
—¡No voy a pelearme con Mousse! —le discutió Ranma..
—¿Prometido?
—Prometido —aceptó a regañadientes.
—Muy bien, ¿y qué hay en el libro que es tan importante?
—Paciencia, porque no voy a explicarlo dos veces. Por ahora, sólo quiero que me acompañes.
Ryoga asintió y comenzaron a caminar hacia la puerta. Un pensamiento cruzó la mente del muchacho de colmillos, haciéndolo congelar en su lugar.
—Oye, Ranma…
—Dime, Ryoga —contestó por sobre su hombro el de la trenza, deteniéndose también.
—Tú… —decía jugando con los dedos índices y mirando hacia abajo—, tú sabes que no me gusta imponerme en una casa ajena…
—No te preocupes por eso, eres mi invitado, a mi tío no le molestara que te quedes —le contestó mirando para otro lado y poniendo las manos en los bolsillos.
—No es eso —insistió—. ¿Podrías acompañarme hasta mi casa más tarde? Me… Me gustaría ver a mi madre…
—Sí sabes que estamos en Nerima, ¿no? Y eso es muy lejos de dónde íbamos a la escuela.
Ryoga le regaló una pequeña sonrisa.
—Créeme que lo sé, Ranma. La casa que tú conoces, es dónde vivían mis abuelos maternos. Mis padres… o, bueno, mi madre, vive aquí, en Nerima. Me gustaría verla…
—No veo por qué no —aceptó el de ojos azules con un encogimiento de hombros—. Será mejor que nos vayamos, hay que llegar al Neko-Hanten antes de la hora del almuerzo.
—Sí —asintió Ryoga.
-3-
Mousse se encontraba en la puerta del Neko-Hanten, barriendo la entrada a pedido de Cologne, quién se encontraba contando las ganancias obtenidas en el turno del desayuno. El muchacho de lentes movía enérgicamente la escoba sobre la calle mientras maldecía bajo su aliento en mandarín.
—Vieja bruja… Mono reseco… Pasa de uva podrida al sol… —miró dramáticamente al cielo, antes de pronunciar, nuevamente en japonés, un pequeño suspiro de su voluntad—. Ay, Shampoo, mi amor… con las ganas que tenía de invitarte a salir hoy. No que me fueras a decir que sí… —sopesó.
—¡Oye, Mousse! —llamó Ranma, agitando la mano en su dirección.
—¿Ranma? ¿Vienes a retarme por la mano de Shampoo?
—¿Qué? No, Mousse… Obvio no.
—Entonces vete por donde viniste que no me interesa —le cortó, retomando su tarea.
Mousse se permitió la pequeña venganza de meter la mugre que había barrido debajo de la alfombra de entrada al lugar. Toma eso, vieja bruja.
—Es sobre tu maldición… —insistió el de la trenza—, nuestra maldición—agregó, mirando a Ryoga.
El muchacho chino dejó la escoba, dando por terminada su tarea, para luego cruzar los brazos, escondiendo las manos en sus voluminosas mangas blancas.
—Me interesa, Saotome —aprobó—. Te escucho…
Ahí está, primer fic del año y el primero que publico en este fandom. Espero que les haya gustado, ya que tengo muchas ideas para esta historia. No puedo prometer que habrá juegos de azar y mujerzuelas pero les agradezco que se tomen el tiempo para leer.
Ah, una cosa más, Ryoga no le dijo todo a Ranma en este capítulo, piensen en eso ;)
¡Feliz 2017, para todos!
Dee-Dee Zednem
01/01/2017
08:02 pm
