Holis!! He aquí Pome-chan con una nueva historia para ustedes! En realidad la hice para satisfacción personal pero quise compartirla con mis lectores! Jeje!
Les advierto que no se trata de una historia infantil como mis otros fics de HA. Se trata de la relación AxH pero ya adultos, nada va a ser 'infantil' ya ok? Quedan avisados!!
Espero que les guste!
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Errores del pasado
Capítulo 1: "El reencuentro"
El fuerte viento soplaba sin cesar fuera del edificio, la noche se avecinaba y parecía ser que una tormenta la acompañaría. En el interior del inmueble se hallaba apacible y sereno un hombre de unos 23 años, cabello rubio, tez ligeramente bronceada y su característica cabeza de balón que lo acompañaba desde su niñez y no varió su formación a pesar de los años.
Largas horas habían transcurrido pero él seguía esperando, entre las conversaciones de las demás personas sentadas a su alrededor. Permaneciendo ajeno a todo ese murmullo, inmiscuido en su propio mundo, en la penuria que los recuerdos del pasado le provocaba, pero que se negaba a olvidar, por un lado como castigo a sí mismo y, por otro, a modo de motivación en la búsqueda de una solución y... de un perdón.
-FLASH-BACK-
Escasas tres semanas faltaban para el fin de clases en la secundaria PS118, el invierno se avecinaba y ya los árboles se hallaban desnudos a consecuencia de la temporada de otoño. Cargando consigo la nieve que sólo era presagio de lo que se avecinaría cerca de las fiestas navideñas.
Para muchos de los adolescentes, esto significaba el fin de un ciclo, el resultado del esfuerzo de sus estudios para encaminarse hacia la universidad. Y para otros, el inicio de una nueva etapa de sus vidas, en la cual vivirían el gozo de permanecer al lado del ser amado. Muchas parejas se habían formado, dentro del grupo, a lo largo de esos años juntos en la misma institución. Entre ellas Phoebe y Gerald, Nadine y Sid, Rhonda y Harold, Sheena y Stinky. Todos ellos se hallaban realizados, sin la necesidad de desear nada más que el permanecer juntos por siempre.
Pero no todos tenían la suerte de sentir ésa dicha...
-Lila! Por favor!!- Todos voltearon a ver, al escuchar un fuerte golpe contra el piso y la súplica del joven. Era nada más y nada menos que Arnold, caído de rodillas en la fría nieve del patio escolar, con un ramo de rosas en una de las manos mientras la otra permanecía aferrada al vestido verde de Lila. Quién se hallaba rígida frente a él, con ojos que dejaban ver algo de lástima mezclada con fastidio por su compañero de clases. -Tienes que darme una oportunidad!!!-
Gerald, Phoebe y Helga llegaron corriendo al lugar en busca de su amigo. Eran conscientes de la desesperación del muchacho por conquistar a Lila. Las clases llegaban a su fin y nada garantizaba que volvieran a verse luego de ello. Ésa idea había estado rondando por el cabeza de balón desde hace ya unas semanas, convirtiéndolo en casi una obsesión de su parte. Y allí lo encontraron, prácticamente arrastrándose por la señorita perfección. La imagen era realmente deplorable, los surcos en sus mejillas marcaban el camino recorrido por las lágrimas y las bolsas por debajo de sus ojos las noches de insomnio.
-Viejo...- susurró Gerald con algo de reproche hacia su amigo, negando con la cabeza. Jamás creyó hallarlo en ésas condiciones algún día. Jamás lo entendería.
Phoebe observó a su novio por un momento con algo de preocupación para luego girar un poco su rostro hacia atrás y dirigir su atención hacia su amiga.
-Ar-nold...- a Helga parecía partírsele el corazón al ver a su amado así, parecía tan inofensivo, tan destrozado, víctima de la arpía con trenzas que se atrevía aún a rechazarlo.
-Por favor Arnold, detente, esto no tiene sentido!- exclamó Lila intentando zafarse del agarre del adolescente.
-Ya son ocho años Lila!- gritó el chico rubio -Ocho años de rogarte y rogarte que me des tan sólo una oportunidad! Por favor Lila!! Yo te quiero! Te quiero de verdad! No he podido fijarme en ninguna otra mujer que no seas tú en todos estos años!!-
-Ya te he dicho que no me gustas de ese modo Arnold!- Lila susurró sintiendo algo de vergüenza al ser observada como la bruja malvada en todo ese asunto por sus compañeros de escuela.
-Qué pierdes con darme esa posibilidad?- Arnold fijo su mirada llorosa en la de la mujer intentando ser convincente sólo con ello -Puedo demostrarte que mis sentimientos son sinceros!-
-No quiero darte falsas ilusiones!- explotó Lila ya sin importarle lo que los demás pensaran, debía ser sincera aunque lo lastimara, debía terminar con todo ese asunto de una buena vez. Esa pesadilla tanto para él como para ella debía llegar a su fin.-Yo no soy la persona que tú estás buscando Arnold y tú no eres la que yo necesito. Nuestro destino no es estar juntos Arnold, por favor entiéndelo!!-
-Cómo puedes saberlo Lila?- neciamente preguntó ya sin fuerzas Arnold.
-Porque hay alguien en este mundo que de verdad te ama Arnold...- una fugaz mirada le demostró a Lila el sufrimiento en carne propia de Helga por Arnold -...alguien que daría por ti todo lo que yo no estoy dispuesta a darte. Mereces ser amado de verdad Arnold.-
Se agachó para tomar con ambas manos el rostro cabizbajo de su amigo, para que su mirada se fijara y no perdiera detalle en la sinceridad de los suyos. -Lo siento tanto Arnold pero...- Muchos en el lugar miraron hacia el suelo sin querer ver la expresión de dolor del muchacho al descubrir la verdad que ya todos sabían pero que sólo él se había negado a aceptar. -...yo ya tengo a quién amar.- El corazón de Arnold pareció encogerse frente a esa confesión -...sólo no vayas a odiarlo por ello por favor.- Lila se colocó de pie.
Todo quedó en silencio por varios minutos.
Rhonda se acercó por detrás -Mi chofer nos espera amiga, será mejor irnos.- Susurró a su oído, ya todo estaba dicho, pero sintió la necesidad de sacar a su amiga de ésa incómoda situación.
La mujer de trenzas asintió y dirigió una última mirada al joven -Adiós Arnold.-
-Nooo!!- Estalló en lágrimas Arnold. Harold tuvo que sujetarlo para que no siguiera a las muchachas y Gerald se acercó para ayudar a colocarlo de pie y sacarlo de allí lo antes posible. -Lila!!-. Pero ninguno de los dos encontraba las palabras de aliento correctas para calmarlo sentimentalmente.
Helga dio un paso dudoso hacia el frente, su amiga la observó preocupada, parecía ser que la rubia mantenía una lucha interna consigo misma. Dio un paso más pero mucho más tembloroso y paró en seco. Cerró con fuerza sus ojos, no queriendo dejar escapar esas lágrimas de impotencia y dolor que se mezclaban en sus pupilas. Lo observó una vez más, tan vulnerable, totalmente devastado, sin voluntad propia, la imagen destrozada de su amado podía doblegar cualquier voluntad propia. Se moría de ganas por ir y decirle algo que lo hiciera sentir mejor, que lo salvara de si mismo, como en tantas ocasiones anteriores desde que eran niños lo había hecho, ya sea con palabras como con hechos. O tomar un maldito taxi para traer a la arpía arrastrando de las trenzas y obligarla a hacer feliz a su amado. Acompañarlo en su dolor ú ofrecerle un sacrificio más... ésa era siempre la duda de Helga, siempre y cuando pudiera seguir viendo esa sonrisa angelical en su rostro.
-Phoebe pronto!!- tomó a su amiga por los brazos -Debemos ir por Lila y hacerla recapacitar!!- susurró totalmente convencida.
Phoebe podía observar como tras esa careta decisiva de Helga se hallaba el sacrificio de su propio corazón. -Helga! Ya basta!!- y ahora fue ella quién tomo a la niña rubia por ambos brazos sacudiéndola ligeramente en un intento por hacerla entrar en razón. -No voy a permitir que te sigas sacrificando de ésta forma!-
Helga entró en shock tras esas duras palabras
-Arnold ya no es un niño al cual tengas que cuidar y cumplirle sus caprichos! Es un hombre y como tal debe de aceptar los golpes de la vida!-
Y ya no evitó que las lágrimas cayeran por sus mejillas libremente
-Esto por lo cual está pasando es a consecuencia de su obsesión por Lila! Ésta vez no merece que lo ayudes Helga... no merece nada tuyo. Ha estado en deuda contigo por años y nisiquiera se ha dado cuenta de ello.-
El cuerpo de Helga, repentinamente, perdió fuerza y se relajó completamente, aún con la incertidumbre dibujada en su rostro. Sus ojos azules parecieron oscurecerse al darse de frente con su realidad. Volvió a mirar la figura de Arnold, sólo para sentir sentimientos totalmente diferentes a lo anteriores en su interior. Un sabor amargo inundó su paladar y una puntada en su pecho ayudó a profundizar el malestar de traición. Su seño se frunció. Su amado Arnold se hallaba derrotado por quien sólo lo quería como un amigo y ella, ella que lo amaba tanto e incondicionalmente... no provocaba sentimiento alguno en él...
-Jamás notó que yo me hallaba allí junto a él, para él...- la realidad era amarga -..y jamás lo hará...- pasó un poco de saliva por su garganta para aclarar su vos y evitar que la misma se quebrara a favor de llanto. -No le voy a rogar como él hizo con Lila, aún me queda un poco de dignidad, y no voy a sacrificarla por él. Si jamás sintió mi amor incondicional, si jamás notó mi compañía, no hará mucha diferencia que se quede sólo entonces...Porqué habría de extrañarme?...-
Tan pronto como terminó por declarar tan sentencia salió corriendo del patio.
-Helga!!- El grito de Phoebe llamó la atención de Gerald y Harold y, sorprendentemente, la de Arnold también, quién aún un poco ido logró escuchar el nombre de Helga, más no su despedida pues jamás, desde ése día la volvió a ver.
-END-FLASH-BACK-
-Jamás, pues cometí el gran error de no ir en su búsqueda. Pero eso ya forma parte del pasado. Hoy cambiaré mi destino y el de ella. Estoy seguro de ello.-
-Ahora comprendo porque insististe tanto en que te diera la dirección exacta de Pataki's Phones.- Ésa familiar voz llamó la atención de Arnold quién no dudó en elevar su mirada sólo para encontrar a uno de sus tantos ex-compañeros de escuela.
-Lorenzo.- Exclamó sin mucho ánimo al hombre de elegante traje y papeles importantes bajo el brazo.
-Aunque tardaste bastante en llegar considerando el tiempo en que te brinde tal información.- Sonreía irónicamente el ex-niño rico del salón, ahora, cinco años después importante empresario de la empresa de la familia Pataki.
-Me costó algo de trabajo conseguir el dinero suficiente para viajar hasta aquí, es la primera vez que vengo a una ciudad tan importante como New York.- Respondió calmadamente, ignorando el tono de vos, Arnold. -En cuanto tuve la dicha oportunidad me monté en el primer vuelo.-
-Supongo que vienes a ver a Helga.- Ahora serio, afirmó en forma de pregunta el hombre de elegantes gafas.
-No creo que haya necesidad de responderte esa pregunta.- Fue la seca respuesta del rubio.
Lorenzo se tensó y en posición recta, algo intimidante, volvió a hablar. -Espero que sepas ser paciente.- Y se marchó sin despedida alguna, consciente de que Arnold tampoco la respondería.
No le quitó la vista de encima hasta que salió de la habitación. Jamás le había gustado ser partícipe de conversaciones tan frívolas como esas, menos aún con quién consideró un amigo en la escuela primaria. Pero Lorenzo resultó ser el mayor responsable de uno de los momentos más duros de su vida y no podía evitar sentir algo de antipatía por él.
-FLASH-BACK-
-Por favor Phoebe!! Tienes que decirme donde esta Helga!!- Gerald miraba impactado la inestabilidad de su mejor amigo. El rechazo de Lila no tenía comparación alguna con la partida de Helga.
-Por décima vez Arnold, te digo que estoy en las mismas condiciones que tú!- exclamó Phoebe al borde de la desesperación. Con lágrimas en los ojos a consecuencia de la preocupación por la desaparición de su amiga. -No sé donde pueda estar! Snif! Snif!-
Gerald abrazó a su novia para que llorara en su pecho. -Viejo, nisiquiera su familia sabe donde está, como esperas a que Phoebe lo sepa?-
Arnold intentó controlarse un poco, la joven no tenía la culpa de que él haya sufrido tal pérdida. Aún intentaba encontrar a un segundo culpable de ésa situación, alguien más a parte de si mismo.
Phoebe se obligó a calmarse a sí misma, intercambió una mirada de preocupación con Gerald, y luego dirigió su atención al rubio.
-Arnold... no sé donde pueda estar ahora... pero pude hablar con ella por el celular horas después de marcharse de su casa, ella... se hallaba en un avión.- Cada palabra era pronunciada con especial cuidado para no afectar a Arnold, pero las próximas palabras lo serían con mayor cuidado aún.
-En un avión?- algo dentro de sí se rompió en Arnold.
-Me pidió que no me preocupara, que no iba a estar sola.- La mujer de lentes evitó comentar que su mejor amiga le había agradecido por saberle abrir los ojos justo a tiempo.
-Pero...- Arnold no comprendía nada hasta el momento -...toda su familia se encontraba en su casa cuando fui a buscarla, incluso Olga, con quién se fue entonces?-
-Le ofreció el boleto de ida, su residencia e incluso una beca en la universidad.- El miedo palpable en el tono de voz de la muchacha no era un buen presagio para los chicos. -Lorenzo...- Arnold no podía creer lo que sus oídos estaban escuchando -...se la llevó con él a estudiar Finanzas en el exterior Arnold.-
-END-FLASH-BACK-
No pudo evitar golpear un poco el sofá, sobre el cual se hallaba sentado, ante el recuerdo.
-Aprovechó su estado de debilidad para convencerla de que se fuera con él. Gerald me había comentado una vez que Lorenzo se hallaba atraído por Helga desde comienzos de la secundaria, pero al ver que ella no le daba oportunidad alguna, jamás lo había sentido como una amenaza. Jamás creí que pudiera alejarla de mi lado. Sin saberlo, comencé a sentir celos enfermizos, de sólo pensar que él disfrutaría de su compañía, que sería beneficiado con sus palabras de aliento, con sus bromas, con sus sonrisas, con su entrega. Eso que yo mismo tuve el privilegio de sentir y vivir durante todos esos años pero que mi ceguera por Lila no me permitieron apreciar. Mientras que él le ofreció su apoyo, su hogar, un futuro diferente lejos mío. Poco después supe de su propia boca que ambos lograron ser concebidos como excelentes estudiantes de la prestigiosa Universidad Privada de Finanzas, y que aún sin terminar la carrera habían podido conformar esta empresa junto al Sr. Pataki. Resultando ser Helga la Presidente y Lorenzo el Vice-Presidente. Envolviéndola en el frío mundo de los negocios. Sólo fue una víctima, y yo... no estuve allí para rescatarla.-
La tormenta se intensificaba en el exterior, algo ajeno al Cabeza de Balón quién reaccionó y salió de sus pensamientos sólo al escuchar como las persianas se sacudían al compás del viento. Observó a su alrededor y suspiró al descubrir que se hallaba solo en ése gran lugar, dónde le había parecido estar rodeado de unas cinco personas hace tan sólo unos instantes. Observó su reloj, eran cerca de las nueve de la noche, recordaba haber llegado cerca del mediodía allí, sin comer, sumergido en sus pensamientos no había notado el paso del tiempo, pero aún así las ansias por verla lo estaban matando.
-Le advertí que tomaría tiempo.- La dulce vos de la señorita frente a sí llamó su atención. Le sonrió como agradecimiento a su preocupación. Había sabido ser muy tolerante con él a pesar de las ordenes superiores.
-No se preocupe, no me estoy quejando.- Dijo fijando su mirada a la taza de café que la secretaria le estaba ofreciendo. -Vale la pena, que no le quepa la menor duda.-
Y ella sonrió, admirando su fortaleza. -Estoy segura de ello. Le deseo suerte.- Y volvió a su escritorio al escuchar el timbre del teléfono sonar.
Y así él, tan sólo, volvió a inmiscuirse en sus pensamientos.
-FLASH-BACK-
La puerta de la habitación se abrió lentamente dejando entrar un poco de luz en el frío y oscuro cuarto. -Arnold, Phil me dijo que estabas aquí.-
Gerald calló el ver el reflejo de la luna sobre el demacrado rostro de su mejor amigo. Se atrevió a encender las luces. Arnold se sorprendió al sentir las luces sobre sus párpados, pues no había escuchado a nadie entrar.
-Gerald.- Atinó a exclamar.
El moreno se sentó a su lado sobre la cama -Viejo, no puedes seguir así toda la vida, ya han pasado más de 3 años desde su partida.-
-Sólo tres años?- preguntó Arnold con algo de ironía -Me habían parecido décadas, la extraño mucho Gerald, cometí un gran error con ella.-
-No tienes que recordármelo, pero esto va más allá de extrañarla como amiga, me da la ligera impresión de que con Lila no ocurriría lo mismo.- Se burló.
-Ja... nisiquiera sé donde esté como para que exista la posibilidad de extrañarla o no.-
-Jaja! Ves a lo que me refiero?- Gerald estudió por un momento la expresión facial de su amigo antes de continuar. -Cuál es la diferencia viejo?-
Arnold se sorprendió ante la pregunta y abandonó la vista de la ventana para ahora clavarla en la de su amigo - Diferencia? De qué hablas Gerald? -
-Entre Helga y Lila... cuál es la diferencia?- interrogó tentativamente el moreno.
El semblante de Arnold se tensó mientras que en su mano una hoja blanca era estrujada por sus dedos.
Gerald se percató del cambio anímico y del significado de esa hoja. -Veo que has leído la hoja que Phoebe te dio, que era?-
-Me la dio ya hace un par de semanas, pero recién hasta hoy tuve la valentía de leerla.- Increíblemente las mejillas de Arnold adquirieron un tono carmín tal y como un pequeño niño avergonzado -Se trataba de un poema, uno hecho a puño y letra por Helga... y dirigida hacia mi.- Por primera vez, en esos últimos años, una sincera sonrisa abarcó el rostro del rubio. Contagiando a su amigo.
Repentinamente el teléfono de la habitación sonó.
-No piensas contestar?- interrogó Gerald.
-Que lo haga la contestadora.- Afirmó el hombre con cabeza de balón admirando distraídamente el poema. Tal y como dijo, el teléfono dejó de sonar y la pequeña máquina hizo su trabajo.
'Arnold...'
La voz llamó la atención de ambos.
' Veo que no estás en casa. En fin, recibí tus insistentes mensajes a lo largo de estos años. Lamento no haberte podido contestar antes, he estado muy ocupado.'
Era la altanera vos de Lorenzo.
'Helga y yo finalmente hemos decidido residirnos en la ciudad donde trabajamos. Toma papel y lápiz, te daré la dirección...'
-END-FLASH-BACK-
El muy chistoso tuvo la 'consideración' se referirse a 'ellos' cuando él sólo preguntaba por Helga. Eso le había dado algo de coraje al principio, pero gracias a ello pudo finalmente, después de casi 4 años, averiguar con exactitud donde se hallaba Helga. Tuvo que realizar horas extras en la inmobiliaria donde trabajaba para adquirir el dinero suficiente para el pasaje. Y hacer esfuerzos sobre humanos para terminar un semestre antes con las materias de la universidad para que le permitieran viajar. Pero valía el esfuerzo. Helga lo valía.
Al mirar con un poco más de interés a su alrededor, pudo apreciar como la mayor parte del personal de la empresa ya se había retirado.
-Es quiere decir! que Helga...!!- se extasió Arnold ante el pensamiento.
-Cinthia...-
Esa sensual pero a la vez poderosa voz obtuvo toda la atención de Arnold, su vista se quedo fija en la figura femenina que salía por la puerta de presidencia. Esa puerta que había ansiado todo el día porque se abriera.
-Dígame Señorita Pataki.- Pronunció educadamente la secretaria tras su escritorio, solo colocándose de pie ante la presencia de su jefa.
Ya no cabía duda alguna, ésa mujer era su Helga. Arnold se hallaba maravillado por su esbelta figura, vestida por una falda azul que le llegaba hasta por encima de las rodillas, con un pequeño corte a uno de sus lados. Y un saco de seda, que hacia juego con la falda, por encima de una musculosa blanca. La veía tan diferente, incluso los zapatos de tacón hacían que su postura se viera erguida, al contrario de la encorvadura que la caracterizaba cuando más joven.
-Ya terminé, podemos retirarnos?-
-En realidad no señorita.- Se atrevió a contestar algo apenada la secretaria. -Tiene una visita más por atender.-
-Una visita? Quién?- interrogó Helga al girar hacia donde su secretaria señalaba.
Rápida y torpemente Arnold se colocó de pie, pero nada pudo decir al chocar su mirada con la de ella. Pues la visión que ésta le permitió apreciar al verlo de frente lo dejó impactado. Sus ojos se hallaban ahora escondidos tras una delicadas gafas de fino marco que sólo hacían resaltar más su azul cielo, enmarcadas por sus ahora delgadas cejas, utilizaba escaso maquillaje, algo de rubor en las mejillas y un labial rosa carmín que hacía imposible no desviar las miradas masculinas a sus finos pero tentadores labios. Su piel lisa y blanca de porcelana como siempre, enmarcado por su rubio cabello ahora suelto y liso, libre de ataduras que sólo aumentaban la belleza de su rostro. Y su moño rosa? Arnold sonrió al ver que esa parte de niña no había desaparecido del todo, pues pudo percibir como ahora la mujer gustaba de llevarlo consigo pero alrededor de su cuello como un accesorio más. -Estás hermosa.- No pudo evitar susurrar.
Pero lejos de ruborizarse, Helga frunció su seño a modo de molestia. No sólo por su atrevimiento, a pesar de los años podía reconocer a su ex-amigo fuera donde fuera. A pesar de hallarlo más fuerte y alto que antes. Su cabello rubio, sus ojos verdes, su sonrisa, su rostro angelical permanecía intacto, muy a pesar de los rasgos masculinos y maduros que los años quieran demostrar.
-Arnold?- su vos la traicionó y salió dulce y lamentosa. Debía mantener una posición rígida frente a la situación. Se paró derecha y altaneramente.
Al hombre rubio le brillaron los ojos de alegría al ver como ella no lo había olvidado. Se acercó rápidamente dispuesto a abrazarla.
-Qué es lo que quieres?- sus duras palabras, al igual que el tono, ahora totalmente transformado y empleado para las mismas, congelaron a Arnold a un escaso metro de distancia.
-Ha-hablar.- Temió responder.
-Hazlo rápido.- Helga no cambiaba su postura rígida. -Ya es demasiado tarde y no me gusta abusar de mis empleados, menos aún si se trata de algo que carece de importancia.-
-Helga?- Arnold no podía creer lo que escuchaba, Helga, su Helga, le transmitía una mirada tan frívola que sentía que hasta sus huesos se helaban ante las palabras y su desprecio. Por supuesto, aún estaba enfadada por lo de cinco años atrás, no podía culparla. Pero ella tampoco a él por intentar remediar los errores del pasado. -Necesito hablar contigo... pero a solas.-
La tímida secretaria se dio cuenta de que estaba sobrando allí. -Oh! Si gustan yo puedo quedarme aquí mientras ustedes platican en presidencia, les prometo que nada los molestará.-
-No es necesario.- Helga giró hacia su secretaria para hablarle en un tono mucho más dulce que el dirigido hacia su visita. -No te preocupes por nosotros Cinthia, sólo dame las llaves de la salida y vete a tu casa a descansar, mañana será otro largo día de duro trabajo.-
La muchacha se relajó devolviéndole la sonrisa a su jefa. -Si! Como usted diga!- Le tenía mucho respeto, era una persona muy amable con sus empleados a pesar del alto cargo que ocupaba en ésa empresa. Es por ello que no podía nisiquiera imaginar que pudo haberle hecho ese hombre para merecer ese trato nunca visto antes por parte de ella.
Gustosa, Helga recibió las llaves. -Muy bien, hasta mañana entonces, dile al guardia que me haga el favor de quedarse un poco más y que se mantenga atento en la entrada, de acuerdo?-
-Si! Señorita Pataki, señor Arnold, que tengan buenas noches.- Y la muchacha se alejó, aliviada de escapar de ésa situación tan embarazosa.
-Buenas noches.- Sonrieron Helga y Arnold pronunciándolo al mismo tiempo. A Arnold le causó algo de gracia esa concordancia, sentimiento no compartido por Helga, quién parecía haberse transformado completamente.
-Tú, acompáñame.- No fue una pregunta ni ninguna petición, sólo fue una orden.
Arnold la siguió sin objeción alguna hacia el interior de su oficina y se encargó de cerrar la puerta una vez ambos se encontraban adentro.
-Deseas un café?- le preguntó seca pero cortésmente Helga a Arnold.
-ha? Si, por favor.- Aún no podía comprender a qué venían esos cambios de actitud. Observó como ella lo servía prácticamente a ojos cerrados, una señal más del desagrado que le provocaba su reencuentro.
-Aquí tienes.- Lo dejó frente a sí y él no podía más que admirar una y otra vez su belleza. A pesar de su seño fruncido era encantadora. Quiso tomarla de la mano pero ella se alejó al ver sus intenciones. Se sirvió una taza de café para si y se sentó en su silla, del otro lado del escritorio a bastante distancia de su visita. -Y bien? Te escucho.-
-Vine a remediar el terrible error que cometí hace cinco años Helga.- Se sinceró el joven, pero para su desgracia Helga no pareció demostrar ningún sentimiento ante eso. -Estuve demasiado ciego, mi terquedad hizo que confundiera el amor con obsesión por prácticamente ocho años. Jamás amé a Lila, sólo fue una ilusión mía.-
Helga permaneció impasible ante eso, pero en su interior se alegraba de que hubiera abierto los ojos, desde su partida se preguntaba una y otra vez si seguiría sufriendo por Lila, muy a su pesar de que quisiera auto-convencerse de que Arnold ya no le importaba, lo hacia y mucho, a tal punto de que sentía su dolor como propio. -Bien por ti Arnold.-
Arnold se desconcertó -Es todo lo que vas a decirme?-. Le tomó mucho tiempo y dolores de cabeza comprender todo lo que le confesó y ella sólo le daba su aprobación?
-Eres tú quien vino a hablarme no yo.- Impasible respondió Helga bebiendo de su taza de café. -Terminaste?-
Arnold se paralizó, no contaba con encontrarse a una Helga tan cambiada, cierto era que pretendía ser ruda desde niña pero ésta no parecía ser una actuación. No cabía ni un pequeño indicio de duda en sus ojos.
-Perdona si me muestro un tanto inquieta pero es que tengo un compromiso en 20 minutos.- La mujer se colocó de pie alterando los nervios de Arnold. -Ven, te acompañaré a la salida.-
Sin vergüenza alguna Helga atravesó la habitación en dirección a la puerta de salida cuando un fuerte brazo la tomó desprevenida y la giró contra su voluntad.
-Ha! Qué crees que haces?!!- exclamó enfadada al verse tomada fuertemente por la cintura y por el brazo y casi pegada al pecho del hombre.
-Acaso crees que vine desde tan lejos sólo a dar una visita de cortesía?- Exclamó fuera de sus cabales Arnold, si ella jugaba a ser cruel y fría, él jugaría a intimidarla -A charlar con mi vieja amiga que ya me siento liberado para que ella sólo me de su bendición?-
Helga le respondió con más fuerza aún -No lo sé! No lo sé!- intentando, a su vez, zafarse de los poderosos brazos -Conociendo lo sentimental que eres seguramente lo haces para intentar recobrar los viejos tiempos en que yo como una idiota te servía como pañuelo de lágrimas, como el hombro incondicional que te brindaba su apoyo, como el bote de basura que se encargaba de enterrar todas ésas penurias que la 'Señorita Perfección' te provocaba durante tantos años! Eso es lo que quieres? Que vuelva a rebajarme y ser todo eso? para que todo vuelva a ser como antes?-
-No quiero que las cosas sean como antes!- exclamó con fuerza, adolorido por las duras palabras, que en su interior guardaban dolor, que la rubia le transmitía.
-Pues finalmente estamos de acuerdo en algo!! Porque ya no estoy para tus niñerías! Suéltame!!-
-No pudiste ponerte a pensar ni por un solo segundo que todo esto te incumbe?- El hombre tomó con su mano el rostro de la mujer para obligarla a verlo fijamente, bajando el volumen de su vos, a tal punto de susurrar sobre los labios femeninos las palabras -Que quiero que te incumba y por eso vine en el primer avión sólo a verte a ti? Porque yo lo necesitaba?-
Helga continuaba luchando contra la cercanía, cada vez mayor, de Arnold, quién no dudó en pegarla completamente contra su cuerpo. -No tienes ningún derecho a tocarme! Suéltame en éste instante!!-
-Finalmente he comprendido mis verdaderos sentimientos! Es a ti!!- Helga pareció paralizarse por un instante, ya sin intentar zafarse. -Es a ti a quién siempre ame Helga! A ti!!-
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Y? Qué les pareció? Aún falta un capítulo más, no es una historia muy larga. Necesitaba escribir una historia así, me había estado rondando por la cabeza ya hace algún tiempo. Espero recibir algún review de su parte para ver que les pareció, si? Gracias por tomarse un tiempito para leer! Besos!!
