J.K. con los derechos, yo sólo lo tomo prestados para realizar obras de caridad.
Es un experimento. Viñetas sin orden, pero que aproximan a un tiempo gracias a la descripción. Espero que no me califiquen como una loca por éste escrito.
Advertencia: Drarry – Slash – Yaoi – Lemon – Viñetas en desorden
LEAN NOTAS FINALES.
A medianoche
Parte I
Por: Anne Darket
Comencemos en desorden
Frente a él, la intimidante figura, delgada y amenazante, se erguía. El altivo porte provocaba que el aura angelical que lo rodeaba se desvaneciera y fuera sustituido por un joven a quien no quiere. Mira aquéllos ojos que tanto le gustan, una fascinación insana que nace desde el fondo de su pecho y cubre absolutamente todos los sentidos, los emboba, los distrae de su objetivo (el odiar). Plata fundida, oro blanco brillante. No distingue sentimientos acumulados, más bien manifiesta indiferencia, frialdad, distanciamiento y protección a prueba de toda vulnerabilidad.
Amanece y ese día continúa el mismo juego de miradas matutino (uno al que ya nadie presta atención, porque es usual desde hace unos ayeres), verde y gris entremezclándose.
Harry, repentinamente, se encuentra confundido.
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Despierta a media noche, mira a uno y otro lado del salón extenso, ve el suelo tapizado de bolsas de dormir y las caras sin expresión de sus compañeros. El aroma a guerra y muerte no le permite continuar soñando, es como si se combinase con el aire y el recorrido entre la vida y la muerte se acortase. Un ligero mareo le hace precipitarse hacia el suelo, sus piernas flaquean y lo único que atina a hacer es quedarse inmóvil para no levantar sospechas. Intenta pararse de nuevo y lo consigue, a veces la fuerza de voluntad es inmensa en comparación al dolor físico.
Sigiloso, avanza entre las filas de alumnos dormidos, caras que no conoce y otras cuantas que a penas recuerda. Se paraliza un momento, observa con detenimiento y un alivio se apodera de él cuando lo encuentra entre la multitud. Camina otro poco, tratando de no tropezar, manteniendo el equilibrio a pesar del dolor de cabeza que le está matando. Finalmente sus pies se plantan frente a él, las irises están opacas por falta de luz, pero puede divisar un leve resplandor.
– No puedo dormir – dice frustrado.
Sin pedir permiso se mete en la bolsa de dormir, es tan estrecha y sus cuerpos tan flexibles. Pronto están en una posición cómoda, viéndose a la cara, cuerpos que se fundirían si la física se los permitiera, abrazándose por debajo de la tela que los cubre, acoplándose a la cercanía del otro.
– ¿Por qué vienes si cuando salga el sol…? – pero sus labios son acallados con brusquedad, una lengua penetra salvajemente a su boca cálida, la recibe con gusto, después de todo, merece sentirse bien después del angustioso día que ha tenido.
– Quiero hacerlo contigo – es un susurro jadeante, impregnado de deseo y de pasión. Nota la tensión en sus piernas cuando otras se enredan a ellas, un muslo que casi roza su miembro semi-erecto, una corriente eléctrica que viaja en segundos por todo su cuerpo y esa necesidad de sentirlo dentro. – Quiero que me folles hasta que duela, – gime quedito para evitar que otros lo escuchen, excepto él – quiero que me beses hasta que mis labios queden hinchados, quiero que devores mis pezones y los pongas duros, quiero volverme loco completamente y no a medias, quiero que me mires a los ojos y grites "¡Draco! ¡Draco!" – obscenidades a su oído son dichas, dista de ser horroroso, por el contrario, le parece excitante y ¡por Merlín! Él también lo desea.
– Sabes que no podemos.
Le duele decirlo. El rubio frente a él comprende.
– Lo sé, lo sé. Todos caen en tus redes y yo no fui la excepción.
Allí radica la magia del asunto.
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Harry aún recuerda la noche en que lo visitó por primera vez. El esbelto cuerpo se alzó enfrente, estaba cubierto por seda verde que le daba un toque magistral, el cabello rubio brillaba bajo la luz filtrada de la luna llena y sus ojos estaban matizados levemente por una luminosidad intensa. Pensó estar soñando, más descartó la idea, él no podía dormir más.
– Hazte a un lado – el tono que utiliza suena más a una orden, no obstante, inexplicablemente piensa que es una petición. Obedece y se dice que es porque a esa hora la cordura ya no da señas de estar con él.
Pronto descubre un placer inexorable, el lugar es pequeñísimo, sus cuerpos están demasiado juntos y no sabe si es una excusa que utiliza Malfoy para enroscarse en su cuerpo: sus piernas se entrelazan, sus brazos lo acogen y lo recargan sobre el pecho que suena agitado, su cuello ahora es refugio de un joven que huele a jabón y champú. No se resiste, no hay forma de hacerlo.
Segundos más tarde o minutos e incluso horas (porque ha perdido la noción del tiempo) siente espasmos, lágrimas y ruiditos ahogados. No sabe que hacer, así que por instinto o porque es lo que hace Hermione cuando trata de consolarlo, lo abraza de tal manera que casi no pueden respirar. No habla porque la voz se ha fugado, no llora porque ahora es cuando necesita ser la resistencia para alguien que ya no es el maldito hurón que conoció hasta hace poco tiempo, no lo suelta porque él también lo necesita ¡sí Merlín, vaya que lo necesita!
Sin previo aviso recibe un beso, justo en sus labios y dentro de él se agita algo desconocido, lo hace sentirse bien, lo hace salir de la realidad oscura en la que viven. Al final se separan, se miran a los ojos unos instantes y después se acurrucan uno contra otro. La luz mortecina hace relucir los ojos grises y vidriosos de Draco.
Cierra los ojos, está a punto de abandonarse a una dimensión alterna y lo oye.
– Irradias calor, – se cierra el puño bajo el edredón – pero no es un calor asfixiante, es más bien confortante – sabe que está mal sentir eso que alborota a su estómago y no puede, ni quiere evitarlo.
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– El riesgo que corremos al mantenerlos a todos en su respectiva casa es mucho mayor que si a todos los juntáramos en el mismo salón. Así que, tomando en cuenta la opinión de los maestros, he decidido que será mejor resguardarlos a todos en el Gran Comedor, por las noches cada quien tendrá una bolsa de dormir y ésta indicación se mantendrá hasta nuevo aviso.
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– No comprendo el motivo por el que hayas acudido a mí.
La clase de pociones se había tornado aburrida desde que su compañero Draco Malfoy había dejado de insultarlo, al principio lo encontró fantástico, pero después de cuatro clases sin dirigirle la palabra e intercambiando sólo monosílabos, se hartó.
El slytherin entornó los ojos, sus facciones se tornaron secas y peligrosas.
– Es la primera y última vez que hablaré del tema contigo fuera de horario. – Hizo una pausa. – No lo sé y si tanto te molesta dímelo ahora, pídeme que lo deje de hacer.
En el lugar del corazón sintió una presión, como una contracción dolorosa y súbitamente la desilusión se hizo presente en los orbes verdes. Con discreción tomó la mano de Draco, entrelazó sus dedos y la apretó un poco.
– No Draco. No volveré a preguntar, sólo quédate conmigo hasta que sea hora de despedirnos.
El rubio tragó con dificultad cuando quedó un vacío al soltar su mano.
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Se espantó al mirar su reflejo, había bajado al menos cinco kilos y su rostro siempre parecía somnoliento. No había comido ni bebido mucho, ahora se le encontraba siempre distraído y melancólico, aunque todos allí estaban así, la felicidad estaba rezagada en algún rincón del universo y ahora era, simplemente, inaccesible. Pasó las yemas de sus dedos por las gruesas ojeras que enmarcaban sus órbitas oculares, eran moradas y cada día se alargaban más.
Todo era culpa del estúpido señor oscuro y las preocupaciones que acarreaba el estar babeando por Harry Potter.
Ahora lo había comprendido, por fin, después de tantas pláticas con su difunta mejor amiga Pansy Parkinson. El bruto y descerebrado de su padre la había sacado del castillo, un atentado en su "escondite" y ¡BAM! La chica había desaparecido.
"–Estás enamorado –"recordó a Pansy decir.
"– No bromees –"replicó molesto.
"–Mírate Draco, está muriéndote de inquietud al no saber lo que el incierto destino le depara a Potter –".
Pronto se percató que lo que decía Pansy era cierto. Siempre fue así.
Sorpresa Draco, el amor ha tocado a la puerta de tu corazón.
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– ¿Quién es Harry Potter, madre? – él tenía cinco años, la inocencia y ternura se conjuntaban en su chapitas rojas, su piel blanquecina, su cabello peinadito y sus ojos relucientes como dos esferas de mercurio.
Narcisa volteó a verlo, la tristeza la envolvió, sabía lo que sucedería en un futuro próximo. En otro momento la pregunta le hubiera irritado, si hubiese sido de un sobrino o de un primo pequeño, sin embargo, ahora estaba su hijo corriendo peligro al igual que ella. Y decidió darle opciones en el momento y vio, en el niño que vivió, su salvación.
– Es un héroe: es listo, valiente, guapo, perfecto.
– ¿Perfecto? – le inundaron las ganas de abalanzarse a sus brazos.
– Sí Draco, es un chico perfecto, como tú. ¿Te imaginas conocerlo? Es como el cuento que te narré ayer, él llega y con su magia salva al mundo, lucha por la persona que más ama. – Venía la pregunta clave, debía sonar como una insinuación, una tentación a la que no se podía resistir. – ¿No te gustaría ser la persona más importante para él?
La sonrisa en su rostro se expandió, mostrando sus pequeños y blanquísimos dientes.
– ¿Puedo?
– Creo que es perfecto para ti.
Desde se día soñó con conocerlo y empezó a amarlo, se adueñó de sus pensamientos un chico sin rostro; de su corazón un héroe sin capa y de toda su atención, un personaje que, aunque parecía de fantasía, era real.
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Lo conoció al fin, lo había imaginado muchas veces. No era tal y como lo soñaba, era mejor, mucho mejor. Le cautivaron, en un primer instante, sus ojos tras las gafas de mal gusto, después fueron sus labios rosados que al curvarse en una sonrisa, provocaban fuertes latidos en su corazón, su nariz y sus hebras azabaches también eran parte del encanto. Todo él, tal y como se lo habían dicho: era perfecto.
Por desgracia, tuvo que arruinar su paraíso personal junto a él, sus ilusiones infantiles, su admiración incontrolable y estancar el inmenso amor que había nacido a raíz de una historia de héroes.
Juró que se vengaría.
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Estimado Potter:
Los labios de Harry se secaron al reconocer la caligrafía impecable, una cuartilla completa con ese pulcro estilo y la magnificencia de la letra. Los ojos le escocían.
Te he hecho daño, lo he visto en tus esmeraldas nubladas, he realizado cosas horribles en tu contra, he insultado a tus padres, a tus amigos y a tu familia, he golpeado tu abdomen, he pateado tu orgullo, he tomado venganza de un asunto infantil de menor importancia. Ahora, estoy escribiendo absurdas cosas en un pedazo de pergamino amarillento y arrugado, que he encontrado entre los bolsillos de mis pantalones viejos. He provocado en ti una huella imborrable, has conocido la parte mala de Draco Malfoy y es vergonzosa la actitud que he tomado a lo largo de seis largos años. No exijo que me perdones, porque yo no he ofrecido mis disculpas; más quiero que sepas que si por alguna razón muero, te estaré eternamente agradecido.
Por cierto… (dejando de lado el asunto del párrafo anterior y anotando un pequeño abrevio cultural)
¿Sabes que yo desde niño te esperaba? ¿Qué sabes de mí? ¿Conoces, por ejemplo, mi fruta favorita? Es el durazno. ¿Tienes idea de cuál considero la bebida más deliciosa? El ponche de frutas. No importa si no respondiste correctamente, porque al final de todo esto, seguramente adquirirás los conocimientos, gustos, recuerdos y otras tantas cosas, de la persona más importante para ti.
Yo, sin embargo, estoy entre la línea que divide al bien del mal, soy como el escudo protector de ambos bandos y en cualquier momento uno de los dos me acribillará: tal vez por error, por elección quizá y probablemente por traición. Así que no he perdido el tiempo: tu color favorito es el azul añil, tu comida preferida los muffins de chocolate, la clase que más te gusta es Defensa Contra Las Artes Oscuras, tu canción predilecta es de un cantante muggle llamado Frank Sinatra y se llama "Fly me to the moon", tu primer beso, Cho Chang (he de agregar que en un tiempo tuviste muy mal gusto, L. Lovegood es más bella [no ha salido de mi parte consciente]) y el regalo que más te ha gustado es la escoba que te obsequió tu padrino Sirius Black.
Sin embargo, éstas cosas no son relevantes en comparación a otros descubrimientos que he hecho: sé que por las mañanas hueles los lirios que conserva frescos la profesora McGonagall; sé que no te gustan los dulces de limón y procuras no tener mucho contacto con la bolita cuando te la metes en la boca, para cuando al momento de salir del despacho de Dumbledore puedas escupirla entera; sé que los veranos son crudos para ti y debes volver cada año a la casa de los insufribles tíos que tienes; sé que cuando estás triste no hablas con nadie y añades a la palabra "nada" una sonrisa fingida que nadie logra ver (excepto yo); sé que a veces necesitas estar sólo y vuelas tan alto en la Saeta de Fuego que desde donde te veo sólo se distingue un puntito rojo; sé que tienes una capa invisible y la usas para escabullirte por los pasadizos secretos de Hogwarts; sé que usas un jabón hecho con fragancia a jazmín; sé que últimamente te preguntas si esto es amor.
Y no, no lo es. El amor es entre dos y, siendo sinceros, aquí entre tú y yo, el único que siente la atracción, soy yo. No te preocupes, lo estoy superando y sin pagar una terapia en San Mungo (guiño).
He de despedirme y dártela en el instante en que termine la clase de Pociones (después de todo de nada me servirá hacer un "brebaje contra la palitis" si el tiempo está a punto de agotarse, mejor dedicarlo a algo que me gusta), antes de que me acobarde.
Acógeme, por última vez, ésta noche entre tus brazos y olvídate de hacerme preguntas, de lo contrario (amenaza, advertencia, tómalo como quieras) me iré al instante.
P.D. Juro solemnemente que la información personal no fue conseguida ilícitamente, ni mediante trucos bajos que solemos usar los slytherins.
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Se recargó sobre la puerta, giró a la derecha y después a la izquierda, se cercioró de que la habitación estuviera completamente vacía. Respiró profundo y velozmente para acompasar nuevamente su sistema, el correr le había provocado una gran fatiga. Se deslizó por la pared hasta quedar sentado sobre el frío suelo, enterró las manos entre su rostro y cerró fuertemente los ojos. Todo había sucedido tan rápido, en fracción de segundos se había disuelto todo el encanto de la escena y lo sustituyó el abatimiento, la desesperación, la tristeza.
¡CRASH!
Su mano simplemente adquirió vida propia y se estampó contra la helada mejilla del rubio que día a día se marchitaba más. ¿Cómo pudo tomar tan a la ligera el asunto? Es que no sabía, que si él, su querido, se ponía en peligro él sufría. Corrió, las lágrimas podían esperar hasta llegar al rincón desierto y oscuro, en el que nadie lo molestaría con estúpidas preguntas de niñatos que no pueden comprender la magnitud de su desenfrenado enojo e insondable congoja.
Finalmente, un camino húmedo se formó desde el límite inferior del ojo hasta la barbilla.
El corazón palpitaba a una velocidad inconstante y tremendamente rápida.
Gritó, por el dolor, por la injusticia, por la maldita guerra, por el maldito mundo que conspiraba en su contra… por el desamor.
Maldito infierno en el que vivían, maldita magia que acarrea problemas, maldito mundo que trajo millones de desgracias, maldito tú, él y ustedes. Maldita vida la que le tocó vivir.
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Una calidez asombrosa embargaba su cuerpo que hasta el momento se había mantenido intacto, sereno, echado sobre el suelo de piedra. Iba a abrir los ojos, no obstante la luz le provocaba un dolor de cabeza, semejante al producido por el grito de las mandrágoras. Poco a poco reconoció el aroma: delicioso, dulce, inolvidable. Jazmín. Oyó, a la lejanía (aunque en realidad se encontraba cerca) la voz de Harry que clamaba su nombre: ¡DRACO! ¡DRACO! Deseó con todas sus fuerzas incorporarse y decirle: "¡Ay, por favor Potter! ¡No exageres¡ Tan sólo fueron 15 minutos ininterrumpidos de Crucio, nada que un Malfoy no pueda soportar" y ver su sonrisa encabronada establecerse en su rostro que poco a poco recuperaba el color. No obstante, eso no sucedería. Se sentía miserable, embriagado por un insoportable entumecimiento en todo su cuerpo, un calambre en el brazo, otro en el abdomen, otro en la pierna, casi pudiendo jurar que la punta de su cabello también lo sentía.
De repente, sin previo aviso, ya no supo nada.
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– Vuelves aquí. ¿Por qué lo haces? Me desechas y me recoges, me reutilizas y me tiras, juegas conmigo un poco y después no queda nada. ¿Qué es lo que quieres que haga? – Harry lloraba.
– Prométeme no enamorarte.
Yo ya estoy enamorado, ¡maldito imbécil bastardo!
– ¡JAMÁS! ¿De ti, enamorado yo? – sarcasmo impregnado, cólera encendida.
Insolente, ¿cómo se atreve a decirme que no lo ame si sus acciones me dicen todo lo contrario?
– Lo siento Potter, es mi deber empujarte hacia el otro extremo. Tú sólo me tienes que considerar un juguete con el que te diviertes todas las noches.
Infeliz de mierda: poemas, rosas, dulces, besos, cartas, caricias, ¿cómo pretende que siga odiándolo? Casanova engendro del demonio, ¡por qué no acepta de una buena vez que ambos nos enamoramos! Yo podría si él…
– No quiero que te pase nada.
La voz suena segura, firme, sin rastro de sarcasmo o restos de burla. Es cristalina, denota interés, implica angustia y se conjunta en una nota de preocupación.
No sabe si reír o llorar.
Al final escoge huir.
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Harry, repentinamente, se encuentra confundido. (Complemento de la primera viñeta)
En las irises del rubio slytherin más sensual del colegio se impregna la decisión y el coraje. Nota sus labios curveados en una sonrisa confiada, genuina y gentil. Lo saluda cordialmente y vuelve su vista nuevamente al desayuno.
Ahora converge en su interior algo completamente distinto, un sentimiento que se crea a partir de otros dos completamente opuestos: la felicidad y la impotencia.
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Nunca podrán estar juntos, fue el primer planteamiento que se dibujó en su retorcida mente. Retorcida porque se había fijado en un cuatro ojos gryffindor y aún más porque era el acérrimo enemigo del actual "amo" de la familia Malfoy. Procuró vengarse, de esto, de aquello y de otras cosas. Le fue imposible, la frialdad e indiferencia con la que lo trataba era intolerable. Un día ¡PACK! Adiós barrera de hielo entre ellos, hola luz verde dadora de alegría y valentía.
No podía vivir más sin besarlo y abrazarlo. Un día, así sin más, despertó dentro de él el amor que se había negado a revelarse y brotaba poderoso, voluntarioso.
¿Te amo Harry?
Pensó en no volver a verlo.
Cómo pudo haberlo puesto en tela de duda.
No lo planeó, sólo pasó. Noche helada, encerrada en una burbuja de aire con olor a sangre y cadáveres, cristales empañados, lloriqueos acallados, estallidos a lo lejos, susurros del viento; todo se revolvió y lo empujó hacia un paraíso concreto. Ruido, peleas, gritos, muerte… todo quedó lejos, ahora tenía seguridad, sonidos armónicos, susurros amorosos, vida. Cuando al fin Harry dormía, le decía, siempre al oído, TE AMO.
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Huyó al escuchar en palabras del propio Draco: "No quiero que te pase nada". ¿Qué significaba eso? ¿Por qué las palpitaciones en su pecho se aceleraron a tal grado de sentir que pronto arrancaría la piel y saldría disparado por el hueco?
Golpeó la pared de piedra, ¡CRACK! Sus nudillos sangraron, el dolor y el ardor no se comparaban con la pena que sentía. El tiempo corría, la cuenta regresiva se había iniciado, seis días y todo quedaría en un recuerdo sombrío o un evento desafortunado que los conduciría al reinado eterno de oscuridad y horror.
"No quiero que te pase nada", resonó en su mente hueca. Yo tampoco, ¡Yo tampoco!, ¡YO TAMPOCO! El flujo de lágrimas cayó precipitadamente al suelo, debió haberle contestado. Por primera vez cruzó el terrible y excéntrico pensamiento del cómo acabaría su vida. Antes muerto que ver al (su) intruso de medianoche derramar una gota de sangre entre los rayos perdidos.
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Era surrealista ver todas esas luces en el firmamento y en la tierra, la nube de polvo y gas que se alzaba como una tapadera sobre el amenazante castillo, los charcos rojos cubriendo el pasto y las siluetas oscuras que caían sobre éste. A su lado una voz lo sacó de su ensimismamiento y emprendió el rápido trote escaleras abajo, al fin lo había podido localizar entre la multitud de hombres encapuchados.
Desde arriba divisó el resplandor de su cabello y la piel blanquecina de su frente, reconoció la delgadez de su cuerpo y la pulcritud de su ataque.
A lado de él, una figura se le hizo familiar.
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Tomó la mano de su madre, se le erizó la piel al sentirla tan fría, recordó por un instante la muerte que se cernía a su vida esperando el momento adecuado. No obstante, era invierno y todas aquéllos fragmentos de horripilantes escenas se desvanecieron al escuchar la voz pausada y alegre de su mamá cantando, atrayendo con su mano libre la cabeza de su hijo hacia su pecho en dónde se producía el sonido de un golpeteó regular. El alivio se enganchó a él y despejó su mente de los malos presentimientos.
– ¿Qué es lo que quieres para la cena de mañana? Es Navidad y hay más de una razón para festejar.
– ¿Ah sí? ¿Y cuáles son las razones a parte del hecho de que mañana es Navidad?
Lo alejó de sí y se extinguió el calor en sus mejillas. Sus miradas se cruzaron y un súbito sonrojo cubrió todo su pálido rostro al saberse descubierto.
– Sé que le enviaste un regalo.
La sonrisa en Narcisa era inusual, aún más cuando en ella contenía una mezcla de felicidad, de burla y de sabiduría, transmitiendo el mensaje de "¡Sabía que esto sucedería!".
– ¿Qué le obsequiaste?
– Esto…– titubeó –… fue una tarta de zarzamora y una gabardina negra… y un reloj de oro blanco de bolsillo. – Los profundidad de la mirada le hizo soltar el resto. – En el interior del reloj hay una inscripción grabada. También le escribí un poema.
Eso bastó para recibir un abrazo entusiasta por parte de la joven y rubia mujer que echaba grititos desenfrenados. Era la primera vez que Draco la veía así, después de todo, él había encontrado a su "verdadero amor".
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Sacó con cuidado el paquete de la mochila, la envoltura era peculiarmente brillante, los colores muy variados: rojo y a los cinco segundos adquiría el azul del cielo, en menos de lo que parpadeaba ya se había bañado de verde intenso. Lo observó una última vez y con paso decido se acercó a la mesa de las serpientes. Si no corría, entraría en pánico y mandaría todo por un excusado.
– Malfoy – fue un susurro, pero aún así hizo voltear a más de uno a parte de la persona indicada.
– ¿Qué ocurre?
– Yo… bueno, en vacaciones estuve realmente ocupado y no pude… pero ya estamos ambos aquí y sólo quería darte… – extendió la mano, casi lo dejo caer al suelo, sin embargo, Draco logró tomarlo a tiempo, antes de que el avergonzado gryffindor saliese corriendo del comedor.
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Mami:
Hola ¿cómo has estado? ¿Acaso debo recordarte que debes escribirme todos los días? ¿O es que quieres que siendo tan joven muera de un infarto? Sabes que me preocupa mucho saber que estás sola mientras mi padre anda por allí, cercenando cabezas de muggles, así que si no es mucha molestia, por lo menos envíame un dulce para saber que estás a salvo y protegida.
Esto ha de sonar cruel, más, el motivo de mi carta no es precisamente saber cómo estás, en realidad es un asunto ultra secreto y que me ha dado ánimos para continuar con la misión encomendada. Ha decir verdad me sorprendí mucho y si no hubiese sido porque había una horda de slytherins rodeándome, juró que me hubiera desmayado con una sonrisa de oreja a oreja (gracias a las clases exhaustivas de modales y estilo, contigo por supuesto, no me di el lujo de hacer tales actos).
Todo ocurrió esta mañana, desayunaba tostadas con mermelada y tomaba un poco de leche cuando a mis espaldas se colocó ya sabes quién y me habló. Un temblor recorrió mi cuerpo y has de entender que hacía dos largas semanas que no conversaba con él, ni escuchaba su melodiosa voz. Me armé de valor y volteé, mis gestos no denotaban nada (o eso es lo que yo me figuré). Comenzó a hablar, una sarta de palabras sin coherencia y de pronto alargó su mano y dejó caer sobre las mías una cajita multicolor bellísima. Al final huyó. No sé que le ocurre a ese hombre, a veces no sé si soy yo quien lo aleja o es él quien no permite acercarse a mí.
Después me enojé, mis amables compañeros me preguntaban que me traía con ése. De nuevo usé todo mi autocontrol para no darles un puñetazo en su boba cara y respondí cortésmente que esa era una misión encomendada por el mismísimo Lord (tuve que lavarme la boca con jabón).
Esa es la historia del por qué hoy sonrío con inusual franqueza y me rodea un ambiente de paz.
Tengo clase de Historia de la Magia y el profesor me está viendo de mala forma, así que será mejor que aquí lo deje.
Te amo mamá.
Adiós.
PD. ¿He aplicado bien el hechizo de autodestrucción de cartas en caso de que quien la toque no seas tú o mi lechuza? Espero que sí, de lo contrario, creo que me he metido en graves problemas.
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Por la noche se acurrucó en el hueco que se hace entre el cuello y el hombro, inundó a sus sentidos ese aroma tan peculiar. Rodeó por la espalda el cuerpo del moreno con sus brazos y dejo reposar sus manos en el abdomen firme de éste. Después de unos segundos deslizó sus dedos bajo la playera y se le erizaron los vellos al oprimir las tetillas endurecidas. La boca se le hizo agua y gimió en el oído de su amante.
Harry volteó y lo encaró, la oscuridad los rodeaba y aún así podía notar sus irises encantadoras, la expresión de amargura y pasión conjuntas. ¿Por qué estaba enfurruñado? Dejó de tocarlo, él no quería que su primera vez fuera sin previo consentimiento de la otra persona.
– ¿Por qué no continúas? – el sonido es ronco, varonil y sensual.
– ¿Por qué estás enfadado?
Mira sus labios apretados y sus ojos humedecidos. Cree que ya no le responderá, quiere alejarse para que no sufra por él.
– No me dijiste que dentro de dos semanas te vas a ir.
¡BANG! Es un golpe certero a su alma desvalida. Le hubiera gustado que Harry no se enterara de eso hasta que sucediera. Baja la cabeza, en un signo de derrota y vergüenza.
– No es seguro. – Miente y en verdad le punza, quiere retractarse, algo lo detiene al ver la esperanza reflejada en las pupilas que lo miran fijamente. Acortan, ambos, la distancia que los separa, sus labios se buscan exasperadamente, al encontrarse se aprietan, se mueven, se rozan, se abren. Sus lenguas juegan, bailotean, pelean, se deslizan y se impregnan de un sabor conocido y que siempre parece adquirir un toque diferente.
Apoya su cabeza en el pecho de Harry como suele hacerlo, el miedo corre por sus venas. Se va quedando dormido a medida que se abandona el sueño, resistiéndose cada vez menos y antes de perderse definitivamente, escucha a su oído: "Te amo Draco". Ahora sabe a la perfección que el siguiente paso es alejarse lo más rápidamente posible, aunque le cause malestar.
Continuará…
Gracias por leer!
¡Wow! Pensé que jamás lo terminaría. Bueno, este fic es parte de mi trabajo de ayuda a la comunidad del Yaoi, siento que de un tiempo para acá están desapareciendo autoras y lectores de este género (a lo mejor sólo es mi imaginación).
En realdad no sé si me explique con este desorden de viñetas, porque incluso hasta yo misma me llegué a perder (y eso que es mi obra, jejejeje). En realidad creo que no es tanto de aprenderse cada viñeta, más bien es de relacionar lo leído anteriormente y más o menos ir encajando los muchos momentos que se presentan a lo largo de la historia.
Bueno, si creen que estoy loca y mi redacción fue fatal, háganmelo saber y lo pondré en orden. Por el contrario, si creen que está bastante entendible y les agradó aunque sea un poco, también se aceptan comentarios positivos y animadores.
¡Ay hablo mucho, lo sé! Pero bueno, espero que no sean muy duras sus críticas, es la primera vez que hago algo así (ya no hay una dosis de cordura para mí).
No olviden darle al Review!
Faltan 2 partes así que las espero en la próxima actualización!
