Disclaimer:Kuroshitsuji (Black Butler/Mayordomo Negro) no me pertenece, pertenece a Yana Toboso, a quien hay que hacer un altar urgentemente. Esta historia y su OC si son míos (aunque la historia este basada en Kuroshitsuji II).


Prólogo: Desconocido, voces en la oscuridad.

Hu~ Hace un rato que no la veo~

Sí, lo que digas, pero tenemos trabajo, no podemos parar ahora.

Digo lo mismo que el amargado.

¿Enserio no estáis preocupados~?

¿Por qué he de estarlo?

¡Eso mismo!

Hoy tenemos trabajo… Mucho trabajo~

Tch…

¡¿Y eso que tiene que ver?!

Cállate.

¡Estáis ambos contra mí!

Terminemos el trabajo jujuju~

—…

No es que tú ayudes mucho…

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Capítulo 1: Ese Mayordomo, olvido.

—Paola, Paola, vamos a dar un paseo por la orilla del río, venga, ¡Paolaaaa!

—Sí, Lady Elitabeth, pero…

—¡No quiero escuchar peros!

—Pero el Incendio

—¡El incendio está apagado, Paola! ¡Y hace días que no salimos de casa por el humo!

—Está bien, está bien, vamos…

Elizabeth y Paola se dirigieron en carruaje a una parte del río alejada de la ciudad. Parecía que el río llevaba todo lo que el incendio había quemado; maderas de muebles y tejados, arena, cenizas… El río había quedado de un color completamente negro, excepto algunas zonas en las que había una especie de presas hechas por las plantas, donde el agua era aún un poco más azul. Ambas bajaron del coche.

—¡Lady Elithabeth, el río está muy sucio! ¡No debimos haber venido!

—Paola, si no nos acercamos la orilla estaremos bien.

—Vale, vale…

Comenzaron a caminar por la corilla, alejándose más y más de la ciudad. A veces encontraban cosas interesantes, pero nada suficientemente curioso como para cogerlo de esa mezcla de barro y cenizas. Entonces Elizabeth vio algo realmente muy interesante.

—¡Paola! ¿Qué es eso?

—No lo sé, señorita…—Paola se acercó a un montón de algo que parecían plantas, de las que sobresalía algo parecido a un brazo humano. En el dedo meñique de la mano había un anillo de plata con una piedra de color celeste—. ¡Creo que es el cuerpo de alguien!

—¡No!—Elizabeth no se atrevió a acercarse más. En ese momento, Paola se dio cuenta de que lo que había que había bajo las plantas respiraba.

—¡Lady Elizabeth, creo que aún respira!—la chica entonces se acercó, con precaución. Vio rastros de algo rojo líquido desde el río hasta la persona que estaba allí tirada— ¡Creo que está herida! ¿Podría quedarse aquí mientras yo llamo a alguien?

—Eh… Claro, pero… ¡Date prisa!—Paola salió corriendo en dirección al coche y Elizabeth se sentó allí. Empezó a quitar las plantas, después de tragar saliva varias veces, y descubrió un cabello negro muy oscuro. Casi tan oscuro como el cabello del mayordomo de Ciel—. ¡Qué bonita es!—le había apartado las plantas y el pelo de la cara.

La chica abrió los ojos.

Eran de un color azul oscuro, como los ojos de su prometido. Elizabeth saltó hacia atrás, asustada. Los ojos la miraron fijamente y la chica dijo una palabra:

—Phantomhive…

Luego se desmayó.

—P-Paola… ¡Paola!

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Llevaron a la chica a la mansión, donde la cuidaron, pero la mantuvieron vigilada mientras dormía. Tenían que preguntarle cómo había llegado hasta allí y porqué pronunció el apellido de Ciel. Habían intentado avisarle, pero estaba indetectable. Sólo pudieron decírselo a los sirvientes y esperar a que Sebastian y Ciel volvieran.

—Paola… Esto no me gusta. Nunca me había sentido así…

—Señorita…

—Lady Elithabeth—un sirviente entró por la puerta de la habitación—. Ha despertado.

—Enseguida vamos…

Ambas fueron al cuarto donde estaba la chica. La encontraron sentada en la cama, con una mirada perdida y Elizabeth no pudo ser más directa:

—¡¿Quién eres, de dónde vienes y de qué conoces a los Phantomhive?!

—¡Señorita! No debe actuar así, debe dejar que piense. A los Phantomhive los conoce mucha gente, pero ella puede haber perdido la memoria y cuándo despertó, haber dicho lo primero que se le vino a la cabeza…

—Bueno… Tiene sentido…

—Eh… Esto…—por primera vez desde que entraron en el cuarto, la chica empezó a hablar—. Em yo… Esto… Soy Tera… Creo… No recuerdo mi apellido, que hacía allí ni quién es ese tal Phantomhive…—hablaba con una voz mucho más perdida y calmada, como si no supiera que hacía allí, que cuándo le dijo "Phantomhive" a Elizabeth en la orilla del río, cuando habló con una voz muy grave, y parecía como si hubiera perdido algo y no sabe dónde—. Yo… Esto… Perdón por las molestias…

—Eh… ¡No es molestia ninguna!—dijo Elizabeth, volviendo a su estado alegre.

—Insisto, quiero devolverles el favor…

—Em… Pues… Podrías ayudar con la limpieza de la mansión a Paola, para que, si nunca lo has hecho, ella te pueda decir cómo, ¡e incluso podrías trabajar aquí!

—Esto… Señorita…—le susurró Paola—. Las plazas de sirvientes están completas, no podemos mantener a nadie más…

—Oh… Bueno… ¡Entonces enséñale lo que sería trabajar en una mansión y luego podríamos encontrarle un trabajo!

—Creo que la única mansión que no tiene un número excesivo de sirvientes es la de los Phantomhive…

—¡Pues le pediremos que haga una excepción! ¡Seguro que al final accede, jaja~!

Durante lo que restaba de tarde, Elizabeth intentó conocer mejor a su nueva "invitada", charlando con ella y con Paola y al final terminaron siendo buenas amigas, dentro de lo que cabe.

Casi a la hora de la cena, Elizabeth se dirigió a su habitación, mientras Paola le indicaba a Tera lo que tenía que hacer, lo que tenía que llevar y esta le hacía preguntas sobre quiénes eran los Phantomhive, que había pasado, de que incendio hablaban…

—A ver… los Phantomhive son los dueños de la compañía de juguetes Funtom, muy conocida, y el incendio ocurrió hará una semana, más o menos… Desde entonces, el dueño de la Mansión Phantomhive ha estado desaparecido…—continuó explicándole más cosas.

—Y ese… ¿chico? —Paola asintió—… es el prometido de Lady Elizabeth… ¿Es así?

—¡Exactamente! Que rápido lo has comprendido. Bueno, ahora a lo que importa: Hemos lavado tu vieja ropa, aunque no creo que la quieras volver a llevar…—ambas miraron a un abrigo azul oscuro que estaba en el respaldo de una silla, en la que había una camisa de manga larga negra y unos pantalones cortos (muy cortos) de color negro también. Debajo de la silla había un par de botas altas negras con un par de calcetines altos blancos cuidadosamente colocados al lado.

—Ah, tenías esto agarrado fuertemente con la mano—Paola le enseñó una cinta blanca con una raya azul oscura en el medio, cruzándola por la mitad.

—¿Eh…?—Tera sintió como su corazón se le fuese a salir del pecho, había latido tan fuerte que le había cortado la respiración y la cabeza le dolía— ¡Ah!—se llevó las manos a la cabeza, se encogió y cerró los ojos con fuerza— ¡Duele!

—¡Ah! ¡¿E-Estás bien?

—P-plumas… Caigo… D-Duele… ¿P-Porque… haces-s… e-esto…?—la chica empezó a llorar. Sin embrago, tras unos minutos de llanto en los que Paola no supo que hacer, tan rápido como se había encogido, abrió los ojos y dejó de llorar—. ¿Q-Qué? ¿Qué ha pasado?

—¿N-No recuerdas nada?

—¿Qué tendría q-que recordar?

—Dijiste algo así como plumas… Algo de que te caías y que alguien hacía algo y te dolía.

—No recuerdo nada de eso…

—Te debes haber dado un golpe muy fuerte para que te pase eso… ¡Pero alégrate! ¡Estás viva! Chin-chin—Paola sacó unos cascabeles de quién sabe dónde y los empezó a agitar.

—Si…—y Tera hizo una mueca parecida a una sonrisa.

—Genial, ponte esto —Paola dejó un traje sobre la cama—. Y esto.

—Gracias… Señorita Paola…

—Oh, llámame Paola, ¿sí?—Tera asintió.

La castaña salió de la habitación y Tera comenzó a vestirse. El traje era un vestido blanco (estilo el de Mey-Rin) hasta un poco más arriba de las rodillas, unas medias hasta donde empezaba el vestido que terminaban en ligas, también tenía unos botines negros altos. Todo esto lo complementaba una chaqueta negra corta (no llega a la cintura) con una cola de golondrina bastante larga (hasta las rodillas) por detrás y un poco más corta (hasta la mitad de las piernas por delante).

Cuándo Tera salió de la habitación, Paola la estaba esperando fuera.

—¡Te queda genial! Jejeje…

—Esto… Gracias…

—¡Toma, te regalo esto!—Paola le tendió tres horquillas negras pegadas entre sí y se las puso en el pelo, en el lado izquierdo. Cuándo se las puso, se dio cuenta de que, con esas horquillas, Tera parecía que tenía un mechón de pelo levantado en horizontal. Paola aguantó la risa pero tenía que reconocer que le quedaba muy bien.

—Gracias, es muy bonito…

—No es nada… Ven, te enseñaré el resto de la mansión.

—Te sigo.

Paola le enseñó toda la mansión, los trabajos que se hacían en ella… No le presentó a muchos empleados pues iba a permanecer allí poco tiempo. Tera sólo afirmaba con la cabeza cada vez que Paola hacía una aclaración.

—Y esta es la habitación de Lady Elizabeth… ¿Tienes alguna pregunta antes de ponernos a trabajar?

—Um… ¿A qué hora se sirve el té en esta casa?

—¡Jajajaja!—Paola se echó a reír—. Entre las 16:00 y las 17:00… Pero, ¿a qué viene esa pregunta?

—A nada, simple interés—volvió a hacer esa mueca que parecía una sonrisa.

—Está bien… ¡Pues a la cocina!

—Vale…

Cuando llegaron a la cocina para preparar la cena, Paola se dio cuenta de lo patosa que era Tera. Terriblemente patosa. No. Increíblemente patosa. Parecía un milagro que se pudiera mantener en pie por ella misma.

—¿Estás bien?—preguntó Paola por décima vez. A Tera se le habían caído los platos… Por decimocuarta vez. Sin embargo, parecía que la chica, aun estando en el suelo, lograba hacer un esfuerzo increíble para coger todos los platos y que no se rompieran.

—Creo que sí… Perdón…

—Bueno, por lo menos no se te han caído, jaja…

Continuaron después de la interrupción, como las veces anteriores. Tera hacía lo que podía, pero al ser bastante bajita algunas cosas no las alcanzaba y, como no tenía mucha experiencia, tampoco podía hacer mucho.

Cuando terminaron, cenaron y Paola y Tera salieron a dar un pequeño paseo por los jardines, después de que Elizabeth se acostase.

—Parece que no se te da bien esto, ¿eh?—Paola sonrió y miró a la chica que tenía al lado. O que creía tener al lado— ¡Aaaaahhh! ¡Tera! ¿Dónde estás?

—Estoy aquí, Paola…—respondió Tera desde la rama de un árbol cercano.

—Que susto me has dado…— Paola suspiró aliviada.

—Perdón… No sabía que estaba mal…—la chica tenía en el rostro una mueca de arrepentimiento—. Sólo he subido a observar la luna más de cerca…

—Jaja, no te preocupes, no es malo. Pero, ¿cómo has subido hasta ahí tan rápido?

—Saltando…

—¿Saltando? ¡Pero si está muy alto!

—Paola voy a bajar, no te escucho muy bien… ¿Podrías apartarte?—Tera se encogió, preparada para saltar.

—¡Pero está muy alto! ¡Te harás daño! ¡No saltes!—Paola agitaba las manos, intentando que Tera permaneciera allí.

—Voy a bajar…—la chica saltó y Paola soltó un gritito y vio a cámara lenta cómo Tera aterrizaba como si no pesase más que una pluma.

—¡Tera!—Paola corrió hacia ella—. ¡¿Estás bien?! ¡¿Cómo se te ocurre hacer eso?!

—Perdón… Y estoy bien, no tienes que preocuparte…

—Es increíble, ¡has saltado de una rama que estaba a cinco metros del suelo y no te has hecho daño! ¡Y has subido la misma altura sólo saltando! Seguro que eras campeona de salto de altura o algo así, jajaja…

—Sí… Supongo… ¿Saltar desde esa altura y saltar hasta esa altura tan fácilmente es normal?

—¡No, es algo extraordinario!—Paola vio la extraña mueca que hacía Tera—. Tranquila, no se lo diré a nadie.

—Gracias… Creo…

—Bien, regresemos. Nos han avisado de que han vuelto

Llegaron a la habitación de Tera. La de Paola estaba un poco más allá.

—¿Quiénes?

—Ya lo verás mañana, ¿sí?

—Um… Vale… Buenas noches…—la chica entró a su habitación y oyó cómo se cerraba la puerta de la de Paola. Se tumbó en la cama después de ponerse el camisón blanco.

—¿Quién soy? ¿A dónde iré mañana? ¿Por qué tengo la sensación de que algo…?—pero se quedó dormida antes de terminar la pregunta.

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A la mañana siguiente, Paola despertó a Tera y le indicó que recogiera su antigua ropa. Además, Elizabeth le había regalado el camisón y el traje. La chica lo guardó todo en una pequeña maleta cortesía de la casa Middleford. Elizabeth, Paola y Tera subieron al carruaje y se dirigieron a la Mansión Phantomhive.

Paola y Elizabeth charlaban animadamente, pero Tera sólo miraba por la ventana con un aire confundido. Le habían explicado a dónde iba pero ella no entendía el porqué. ¿Sería porque ambas querían deshacerse de ella? ¿O porque tenía que aprender a ser una buena sirviente y luego podría volver con ellas? Estaba confusa.

—Ey Tera, pareces confundida—dijo Elizabeth mirando a la mencionada alegremente—. ¿Qué te pasa?

—No sé… Ese apellido… Phantomhive… No es… Del todo extraño para mi…

—Será que lo escuchaste algún día en algún lugar y te gustó, ¿verdad Paola?

—¡Sí! ¡Chin-chin!

—No creo que sea eso…

—¡Te gustará la Mansión, ya verás! Tiene unos cuadros y unos jardines muy bonitos… ¡Chin-chin!

Pocos minutos después, llegaron. El dueño y los sirvientes estaban esperándolas en la entrada.

—Buenos días, Lady Elizabeth—saludó Sebastian y la ayudó a salir del carruaje. Esta salió corriendo en dirección a un chico de pelo azulado.

Paola bajó ella sola y le indicó a Tera que bajara también. Esta se sentía incómoda. Después de que Elizabeth saltara sobre el chico, los sirvientes se habían acercado a ellos dos y un sombrero de paja le impedía ver el rostro del de cabellos azulados.

—¡Elizabeth…!

—¡Te he dicho que me llames Lizzy!—el chico suspiró.

—Está bien… Lizzy, por favor, no hagas eso…

—Vale~

—Ah… ¿Y quién es esta señorita?—preguntó un mayordomo de pelo negro noche. Se interpuso entre el chico y Tera, ahora que el chico con el sombrero de paja se había ido.

—Eh… Yo…—a la chica no le gustaba esa presencia.

—¡Ah!—Elizabeth se situó junto a ella—. Ella es de quién hablamos en la carta, Sebastian.

—Oh… Ya veo…—el mayordomo sonrió de una manera que hizo estremecerse a Tera, pero parecía que a los demás no les afectaba.

—Bueno…—Sebastian se quitó de enfrente de ambas y Tera por fin pudo ver al chico. Su ojo izquierdo era de un azul intenso, exactamente igual al suyo. Y sólo era un ojo, porque tenía un parche negro que le impedía ver el otro, el derecho.

El chico sonrió, pero de una manera extraña, como si forzara la sonrisa.

—¿Y quién es esta señorita?—repitió el chico, y el mayordomo de pelo negro se inclinó para hablar con él mediante murmullos—. Así que Tera, ¿no?—la nombrada asintió— Maravilloso… Espero que ofrezcas un buen trabajo…—miró con un gesto de enfado a los otros sirvientes, que estaban muy rígidos, como si temieran algo. Excepto uno, un señor bastante mayor que tenía un té en las manos y sólo decía algo así como "Jo, jo, jo…" con una cara muy feliz—… a esta mansión…

Paola y Lizzy miraban al chico y a los sirvientes, alternativamente. Era un ambiente muy tenso. Fue el chico quién lo rompió.

—Sebastian te indicará lo que tienes que hacer y te ayudará… En lo que pueda—el chico hablaba con mucha seriedad, cerrando su único ojo visible y abriéndolo, dependiendo de la frase.

—Eh... Si…—Tera se sentía intranquila, parecía que el mayordomo del chico la analizaba de arriba abajo, una y otra vez. Miró hacia el suelo.

—Qué descortés por mi parte, aún no me he presentado. Soy el conde C-…—pero el chico fue interrumpido por Elizabeth que gritó fuertemente, devolviendo a Tera su mirada calmada y perdida, en vez de lograr el efecto contrario, como en los demás.

—¡Paola! ¡Mira qué hora es!—los sirvientes se preguntaban cómo podía saber Elizabeth la hora, si ella no tenía reloj.

—¿Qué hora es, señorita?—preguntó Paola, mirando a la chica muy alarmada.

—¡Es tardísimo! Siento no poder despedirme en condiciones, Tera. ¡Sé que aquí estarás genial! ¡Adiós!—y tan rápido como había llegado y había abrazado al chico, se fue.

—Joven Amo, tiene tareas…

—Ahg… Cierto… Bueno, me despido. Vosotros —miró a los sirvientes— no causéis problemas, ¿vale?

—¡S-Sí!—gritaron los tres al unísono, haciendo un saludo militar exagerado.

—Lo que tengo que aguantar…—el chico se fue y Tera se quedó sin saber su nombre.

—Señorita, yo la guiaré por la mansión. Vosotros… —los sirvientes lo observaron con una mirada de ruego—… supongo que podéis venir… Si a la señorita no le parece mal…

—Por supuesto que no me parece mal…—Sebastian se fijó en la mirada perdida de Tera.

—Está bien, vamos… Por cierto, olvidé presentarme. Soy Sebastian, Sebastian Michaelis.

—¡Yo soy Finny! Encantado y… Siento no poder darte la mano…—dijo un chico con un sombrero de paja, y en su rostro se reflejó tristeza.

—¡Yo soy Mey-Rin, encantada!—gritó una chica pelirroja y la abrazó con fuerza.

—Yo soy Baldroy, encantado—un hombre de un pelo del color del de Finny sonrió y le hizo un símbolo de afirmación con el pulgar—. Y él es Tanaka.

—Ho, ho, ho~

—Encantada, yo soy Tera… Sólo Tera…—y siguió con esa mirada perdida que no pasó desapercibida para Sebastian.

—Conque sólo Tera, ¿eh?—dijo Baldroy.

—Ohhh—exclamaron Mey-Rin y Finny a la vez.

—¿Algún día jugarás con nosotros, Tera?—preguntó Finny, saltando delante de la chica de repente. Esta se alarmó y volvió a parecer asustada.

—E-Eh… Supongo…

—¡No seas tímida!—gritó Mey-Rin.

—Ustedes… Tres…—los tres miraron a Sebastian asustado y Tanaka siguió a su rollo— Largo, es imposible enseñarle algo a alguien con vosotros— todos se marcharon de allí llevándose a Tanaka arrastras por el pasillo.

—Eh…

—Perdóneles… Señorita Tera.

—E-Eh… Señor Sebastian…

—Oh, Sebastian a secas, señorita.

—Entonces llámeme Tera.

—Está bien.

—Terminemos de ver la mansión, pues…

—Por supuesto.

Sebastian le indicó lo que tenía que hacer, dónde, cómo y le enseñó toda la mansión. Tera estaba sorprendida y asustada. La mansión era verdaderamente grande. Le parecía un milagro que ellos no se perdieran allí.

—Por cierto…—comenzó Tera cuándo llegaron a su habitación y Sebastian le indicó dónde estaba su ropa de recambio (curiosamente era el mismo traje que llevaba en varios colores, pero el que llevaba ahora mismo estaba repetido tres veces), el baño y esas cosas.

—¿Sí?

—¿Quién es el dueño de esta mansión? Lo he visto, pero al final no escuché su nombre por la interrupción de Lady Elizabeth…

—Oh, vaya…—Sebastian se levantó de donde estaba colocando una caja—. El dueño de la Mansión Phantomhive es nuestro Joven Amo, Ciel Phantomhive.

—C-Cie-el…—susurró Tera, casi en un murmullo. Dicho esto, se desmayó. Sebastian la cogió antes de que tocara el suelo y la dejó sobre la cama.

—¿Por qué ha reaccionado así? Creo que hay muchas cosas que no nos ha dicho… Señorita Tera…—sonrió.


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Informe de Sebastian Michaelis 1:

Hoy, después de llegar de la Mansión Trancy, mi Joven Amo ha recibido una carta de Lady Elizabeth.

En ella dice que nos traerá a una nueva sirviente, mi Joven Señor no se ha podido negar.

Ha llegado hoy.

He detectado algo que no está bien en ella.

Cambia mucho su actitud. Posiblemente bipolar.

-Mirada 1: Perdida, confusa/calmada.

-Mirada 2: Nerviosa, intranquila.

Aun así, espero que le sirva a mi Joven Amo.

Cuándo ha descubierto su nombre, se ha desmayado.

Se llama Tera.

Hay algo en ella que me inquieta.

A partir de ahora la vigilaré. Constantemente.

-Fin 1-

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Ryhen: ¡Hey! ¿Qué os parece? (Primer Fic de Kuroshitsuji, yey!)

Vaishyuu: Tiene buena pinta…

Ryhen: Bueno, no tengo mucho más que comentar, todo se desvelará poco a poco y esta historia tendrá un duración de 6 capítulos (el prólogo son las primeras frases que aparecen en este) y un epílogo. Tendrá también algún One-Shot (fuera de este Fic) que será una especie de Out-Escene de esta historia (inventándome palabras en inglés soy épica), mostrando algunas cosas más, en el último capítulo lo explicaré todo.

Vaishyuu: Definitivamente tiene iniciativa… Y… ¡Has superado las 3.200 palabras! ¡Increíble!

Ryhen: Oh, stop! You can make me a blush!

Vaishyuu: ¿Tú no tenías que hacer una advertencia de no-se-qué, exagerada?

Ryhen: ¡Cierto, cierto! Esto está basado en el anime de Kuroshitsuji II, por lo cual, habrá algunas referencias a Kuroshitsuji (el Anime), pero no tendrá nada que ver con el manga. Cualquier cosa que salga en el Manga aquí no será válida, por lo cual, si aparece algo en este Fic que aparezca en el Manga y no en el Anime, avisadme (yo también leo el Manga, queridas/os), no me gustaría tener errores. Y por ello, me inventaré bastantes cosas para el último capítulo jajajajaja…

Vaishyuu: ¿Y a que vino lo del final?

Ryhen: Oh! Eso... Serán como pequeños resúmenes de cada capítulo, cartas escritas por Sebastian jeje... Por cierto... Me gustaría saber sus opiniones con respecto a la imagen (prácticamente ha sido Paint plz)... Y también decirles que... Tera tiene una actitud cambiante por su amnesia, que ella cambiará muy seguido de personalidad.

Vaishyuu: A saber cómo terminará esto… Manejar a algunos personajes de Kuroshitsuji es realmente difícil, todo un reto. (PD: He visto el siguiente capítulo o parte de él y aviso que puede... Que haya Lime... No yaoi.)

Ryhen: En los próximos capítulos espero poder superarme, jeje… Intentaré hacer un adelanto del próximo capítulo… ¡Gracias por leer!


·Información no-importante:

-¡Los Review no matan! Jajaja. Y son de gran ayuda :)

-No, esto no es una lista.

-Tera es mía, bitches! (XDD) Ok, no, pero es un OC de mi propiedad.

-¡Los Follow/Favourite tampoco matan!


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Adelanto del Capítulo 2: Ese Mayordomo, encuentro:

¿No crees que Lady Elizabeth y el Joven Amo hacen una excelente pareja?

Si… Realmente muy buena…

Pareces celosa… Jejeje~

¿Tú crees?

¿Ni siquiera lo niegas?

Nunca respondas a una pregunta con una pregunta.

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¡Nos leemos!