Inmortal. Allí, en el lugar exacto en que se suponía que el mundo debía estar a mis pies, allí era el más condenado de los esclavos. Aquella mujer con toda su humanidad podía derribar hasta el muro más fuerte que yo me inventara, ella lo deshacía todo ante mis ojos para formar algo mucho más sencillo, perfecto y, por sobre todas las cosas desgarrador. Porque si bien ella tenía el poder de transportarme por un instante a un lugar perfecto, todo eso no tardaba en verse irreal. Ella no me pertenecía y jamás lo haría. Su corazón estaba con Stefan y muy en el fondo, yo, sabía que era lo correcto.

- Oh vamos Elena, alguien debe mostrarte que afortunadamente el mundo no se termina en Stefan - comentó siguiendo con el discurso persuasivo sin borrar de su rostro aquella sonrisa semi-permanente - también existe un mundo divertido allí afuera, esperando para sacarte de tus rutinarios días entre.. sangre y colmillos - pensó una segunda vez si aquello en algún momento podía volverse rutinario.

Sí, Damon se refería a él mismo al hablar de aquel mundo, la otra cara de la moneda. Y Elena sabía muy bien que la propuesta no ostentaba nada más que la realidad de lo que sería un viaje con Damon, pero sabía que no era lo correcto. Si bien sus sentimientos con respecto a Stefan eran sinceros sentía que no debía darle más confianza de la necesaria al moreno porque acabaría cayendo.

- Lo siento Damon, tendrás que disfrutar de ese mundo tu solo - respondió Elena sin dejar notar ni un ápice de inseguridad en su tono y se dirigió al armario próximo a su ventana para recoger su abrigo.

- Es sólo un día, no temas, tienes otros trescientos sesenta y cuatro días al año para aburrirte a tiempo completo - al soltar esto, él ya estaba al tanto de lo que sucedía abajo y ella se enteraba viéndolo a través del cristal empañado de su habitación. Por la calle de los Gilbert una multitud considerable teniendo en cuenta la hora se disponía en filas llevando algunas banderas coloridas y armando gran batahola.

- El festival.. - recordó Elena en un susurro y volvió la vista a Damon. La mirada que este le devolvió le dio todas las respuestas que necesitaba. Él se estaba aprovechando de aquello, sabía muy bien que aquella fecha sólo traía malos recuerdos a la castaña e intentaba usar el viaje como excusa para sacarla de allí.

- Bien, tu ganas, pero sólo por un día - Stefan no estaría por ese fin de semana así que ella supuso que si él estaba fuera ella también tenía derecho a hacerlo.

El moreno se limitó a sonreir con actitud triunfante y encaminarse a la puerta con deliberada lentitud. En su camino entreabrió el cajón de ropa de Elena y tomó entre sus dedos un conjunto de ropa interior rojo y con encaje para arrojarlo con suma certeza a la cama de ella y dedicarle una última mirada - Quizás esta noche desees haberlo llevado - cerró la puerta al salir dejando que el ruido hiciera reaccionar a Elena. Ella miró el conjunto rojo y sintió un hormigueo en su estómago. Definitivamente aquello no era hambre.