ESPEJO
Una vuelta y la falda del vestido gira a tu alrededor.
Rosado tul y encaje por fuera en el vestido, más encaje fino y delicado por dentro en la fina lencería te hace sentir el más lindo de todos.
Maquillaje y un poco de relleno, piropos de hombre imaginarios y el paso de las horas te mantienen admirándote enfrente de ese espejo de cuerpo completo labrado en mármol escondido en la habitación más alejada de la gran casa familiar.
La alarma de tu celular suena, y como en el cuento de la cenicienta, es hora de que tu momento mágico llegue a su final.
Desmaquillante, boxers sosos y ropas sobrias de telas pesadas completamente masculinas rompen el encanto.
Guardas celosamente todo, lejos del alcance de curiosos.
Terminas de atarte la corbata y vuelves a mirar tu reflejo en el espejo, que así como te proporciona el encanto mágico, te devuelve a la cruel realidad de tu día a día.
No eres una hermosa princesa y nunca tendrás a un apuesto príncipe a tu lado. Estas condenado a ser el príncipe de una princesa idiota, a no ser bonito, ni usar hermosos vestidos y maquillaje.
Un suspiro y bajas al salón principal.
Miras a tu alrededor y te dices que tal vez no será pronto, pero volverás frente a ese espejo para sentirte nuevamente bonito.
Y bueno eso de ser el príncipe de la princesa idiota, y no la hermosa princesa de un apuesto príncipe se puede arreglar. De lo que tu familia y prometida no se enteren no hará daño.
Damien te espera en la entrada para irse a Nueva York juntos, y no precisamente como amigos.
-es hora de partir Pip- un beso en el dorso de tu mano izquierda, y si, el pensamiento de que volverás frente a ese espejo con Damien para ser la hermosa princesa de tu apuesto príncipe oscuro.
