Decidí re-iniciar este fanfic porque lo empecé en una época en la cual no tenía claridad sobre cómo lo iba a escribir y la historia era un enredo en mi cerebro. En este momento me siento en más disposición de hacerlo, y lamento las molestias, porque aunque este fic no tuviese muchos lectores sé lo chocante que resulta cuando un fanficker abandona una historia inacabada. Ésta en particular esta recién iniciada, y con múltiples HORRORES de redacción, así que supongo que será más productivo re-iniciarla, con una trama un poco más clara, algo más larga de lo que estaba previsto. Aunque tengo más voluntad de hacerla que antes, dispondré de menos tiempo, así que haré lo que pueda. La historia, por cierto, empieza en Catching Fire justo después del encuentro de Katniss con Bonnie y Twill.

Disclaimer: El fic contendrá algunas frases que hacen referencia a ciertas obras literarias que iré citando a lo largo de la historia, además de por supuesto desarrollarse en el fantástico universo de la obra de Suzanne Collins "The Hunger Games", tomando sus perfectos personajes prestados. Y todo lo aquí escrito, claramente, se debe a ella.


Un par de agentes de paz estaban parados en el umbral de la puerta cuando Katniss entró a su casa. Trataba de ocultar una leve cojera y se le veía desgastada.

—Llegas a tiempo para la cena. —Se oye decir a la Sra. Everdeen. Ciertamente llega muy tarde para la cena.

Katniss da una mirada de soslayo, se sacude la nieve de su abrigo y observa a los agentes.

—¿Puedo ayudarles en algo? ― Pregunta a los intrusos.

― ¿Podemos preguntar dónde ha estado, señorita Everdeen? ― Dice uno.

—Más fácil preguntar donde no he estado —Se le oye decir con un dejo de pesadumbre, esforzandose por no mostrar su dolencia en el pie. Pasa entre los agentes de la paz y llega sin problemas a la mesa, desde donde ve a Haymitch y Peeta jugando ajedrez.

― Así que ¿dónde no has estado? ― Dice un Haymitch aburrido sin quitar la vista del juego.

―Bueno, no he estado hablando con el Hombre de las Cabras sobre hacer que la cabra de Prim quede embarazada, porque alguien me dio una información totalmente errónea sobre dónde vive. ― Dice con énfasis a Prim.

― No, no lo hice. ― Dice Prim. ― Te dije exactamente la entrada este.

― Dijiste distintivamente oeste, porque entonces yo dije "¿Junto al montón de escombros?" y tú dijiste "Sí".

― El montón de escombros junto a la entrada este. ― Dice la pequeña pacientemente.

― No. ¿Cuándo dijiste eso? ― Exije Katniss.

― Anoche. ― Mete Haymitch la cuchara.

― Era definitivamente la este. ― Añade Peeta. —No escuchas a la gente cuando te habla.

― Pero la gente te dijo hoy que él no vivía allí y otra vez volviste a no escuchar. ― Dice Haymitch.

Todos se están riendo, Katniss pareciendo algo extenuada y los agentes han quedado más o menos convencidos de su coartada.

—El jefe Thread quería que le avisara a su primo que la cerca del distrito está electrificada. —Anuncian, finalmente.

—¿No lo estaba ya? —Oh, claro que lo estaba, sus golpes en la columna y la pierna son un buen recordatorio de ello.

Cuando por fin se van los agentes, obviamente tratando de verificar la ubicación de Katniss, se hace evidente aquella extraña sensación de estar siendo observados.

Aunque los días sucesivos son tranquilos y fáciles, con las consecuentes molestias de tener que posar con sus trajes de novia para el capitolio, Katniss no puede evitar sentirse extraña por las varias cosas que ha averigüado: que el distrito ocho y probablemente el cuatro están en rebelión. Eso sin contar la creciente sospecha de que hay algo con distrito trece. Si los reporteros que pasan todos los años en televisión sólo han sido incorporados a las viejas secuencias de las ruinas ¿Qué está allí?

Pasado un tiempo decide que no puede dejar de comunicarle a alguien su sospecha, así que va a ver a la única persona en el distrito que puede proporcionarle respuestas.

—He escuchado algo parecido sobre los distritos 7 y 11. —Se escucha decir a Haymitch, en su habitual voz ronca de borracho, después de haber escuchado la información que le ha dado Katniss.

—¿Crees que sería posible en el 12...si lo intentaramos? —Un hilo leve de esperanza se escapa en la voz de Katniss.

—Aún no. Somos pequeños, somos débiles, y no desarrollamos armas nucleares. ― Dice Haymitch con un toque de sarcasmo. No le excitó mucho la sospecha de Katniss sobre el Distrito 13. Después se torna serio y añade: —Katniss, mira lo que pasó en el ocho, cómo fue atacado y aminorizado, y eso fue sin provocación. Yo creo que no les daría mucho problema destruir otro distrito, dar ejemplo ¿Sabes?

—¿Entonces crees que el distrito trece fue destruido? ¿Y qué hay sobre las secuencias repetidas de las ruinas?

—Vale, pero ¿qué prueba eso? Nada, en realidad. Hay muchas razones por las que podrían estar usando secuencias viejas. Probablemente impresiona más. Y es mucho más sencillo, ¿o no? ¿Simplemente presionar unos botones en el cuarto de edición en vez de volar hasta allí y filmarlo? ― Dice. ― ¿La idea de que el Trece de alguna forma se ha recuperado y el Capitolio lo está ignorando? Suena como un rumor al que la gente desesperada se aferra.

― Lo sé. Sólo tenía la esperanza. ― Dice una Katniss decepcionada.

― Exactamente —Añade Haymitch— Porque estás desesperada.


HAYMITCH POV:

Hazelle me despertó para un "anuncio especial" del capitolio. Supongo que pensó que querría verlo ¿quién puede culparla? ha hecho un buen trabajo con la casa, aunque no pueda importarme menos.

Cuando llego al televisor me doy cuenta de que se trata de la lectura de la tarjeta del Vasallaje y de que no tengo nada con qué amortiguar el golpe.

Snow alisa el sobre en sus manos, lo abre, y procede a leer lo que ha sentenciado el destino para los niños de los distritos. Observando la escena, no puedo evitar acordarme de una similar que ocurrió veinticinco años atrás y, con los recuerdos frescos en mi memoria, sé que necesitaré una botella pero no quiero levantarme a traerla. Así que estoy técnicamente sobrio cuando la lee.

"En el septuagésimo quinto aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que incluso los más fuertes de entre ellos no pueden superar el poder del Capitolio, los tributos masculino y femenino serán cosechados de entre su existente colección de vencedores"

Al instante mi mente procesa sus palabras, apago la tv con brusquedad y me quedo allí sentado, intentando decidir cómo ignorar lo que siento respecto a esto. Soltero, sin familia, ahogando al mundo en la bebida, un cincuenta por cien de probabilidades. Vale, la suerte no está de mi lado. ¿Cómo se supone que voy a intentar ser buen tributo o mentor, si ahora mismo veo mis manos y están temblando porque por primera vez en años un anuncio de estos me coge sobrio?

La vida es extraña, ¿verdad? Hace tan sólo veinticuatro horas estaba resignado a un futuro en constante rendición y en este momento estoy lleno de una ira furiosa que sólo recuerdo haber sentido hace veinticuatro años. Veinticuatro es un número fatídico. ¡Ratas pulgosas! Maldita sea, estoy en medio de algo. Puedo sentirlo. Esa rebelión que tanto le preocupa al capitolio. Ese vasallaje tan convenientemente situado. ¿Cuál será tu próxima jugada, viejo sucio Abernathy?

Estoy en camino a servirme una copa cuando Peeta irrumpe en mi casa.

—Vete alistando, porque si quieres ser mentor nuestro esta vez no te permitiré nada de alcohol —Escupe.

—Peeta...—Un suspiro pesado se me escapa. —¿De verdad te ves en condiciones de exigir? —Anticipo lo que va a pedirme, que lo deje ir al Vasallaje con Katniss. No lo he pensado aún, pero si voy a acceder será bajo mis condiciones, mi sobriedad no es asunto suyo.

—Vale. —Dice, entendiendo. —No puedes volver a esa arena, mi gruñón peleón favorito debe estar a salvo en su cómodo puesto de mentor. —Esas palabras casi me exasperan, se ve que no tiene idea de lo que es ser mentor, sin embargo lo escucho mientras tomo grandes tragos de mi botella.

—Ese es un favor que te hago —Continúa diciendo Peeta. —A cambio de que me ayudes a proteger a Katniss en la arena. Ella debe volver, y tú estarás a salvo aquí como siempre. Debes ayudarme, Haymitch.

Lo miro con el ceño fruncido cuando termina de hablar, avanzo aún dos pasos hacia él. Me fijo en el costado de su torso, un suave montón de mierda cubierta de carne, y entonces le hundo mi puño hasta el fondo. Su cuerpo se dobla de dolor y cae al suelo.

Me dejo caer en el sofá mientras se levanta. La botella aún está en mi mano izquierda.

—Acepto. —Respondo apenas y él sale antes de que pueda arrepentirme.

Las siguientes dos horas se las dedico a mi compañera de curvas firmes y esencia cautivadora, varias de esas compañeras. Al cabo de ese tiempo varias de mis botellas están apiñadas en desorden y yo estoy luchando para alcanzar la inconsciencia y dormir, desmayarme o algo parecido.