Holaaaaaas!

Yeah.

Aquí nuevamente en este reto que no me podía perder, y es que este desafió es algo personal porque siempre me ha costado el lemon en todos los ámbitos al momento de escribir. Los invito a leer lo que resultó de esto.

Elegí una parafilía, la Audiolagnia (el estímulo principal proviene de la audición), e inmediatamente se me ocurrió esto.

De la historia: es un AU, sin magia. Los protagonistas son mis chicos preferidos (Harry y Draco).

Advertencia: Slash, parafilía, drama, traumas y algo de sexo.

Espero les guste...

Bye.


Disclaimer; los personajes y los lugares de esta historia pertenecen a J. K. Rowling, excepto los que han sido creados por mí.

Este fic participa en el Reto #29: "Llega el Kinktober " del foro "Hogwarts a través de los años".


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El placer es mío

No eres tú, soy yo.

Las palabras parecieron sinceras al salir de su boca, pero eran viles mentiras.

Se movió por el piso, pasos firmes y enérgicos, buscando lo que una vez nos unió y ahora nos separa. Aunque todo estaba bastante claro. Esta vez, dejé que ella actuara y hablara. Detuve el impulso de detenerla. No podía ser tan egoísta, ella merecía algo mejor. Algo mucho mejor de lo que puedo darle.

Solo me quedé ahí en medio de la habitación.

Esperando.

Esperándola.

Mi corazón estaba dividido porque la amaba, la amaba tanto que la estaba dejando ir. Tenía que volar y encontrar algo mejor. Había tanto desgaste en nuestra relación que comenzamos a rendirnos, lo permití y ella no pudo sostener las mentiras.

Prometíamos. Todo el mundo a nuestro alrededor lo decía, pero últimamente esos mismos cuchicheaban lo contrario. Y las frases se convirtieron en palabras sueltas que poco a poco fueron encajando en mi cerebro.

No estuve ni estoy dispuesto a aceptar la compasión de nadie, es un punto al cual no deseo volver. No es que pudiera verlo, pero la sentía en cada poro de mi ser. Decidí alejarme de todos ellos. Fue insano de mi parte, pero a veces es lo mejor. En especial para la recuperación.

En ese momento, no era nada; solo alguien asustado, la peor versión de mí mismo. El miedo en toda su expresión y la angustia en cada paso que daba. Ahora, algún tiempo después, todo ha ido mejorado considerablemente. He aprendido cosas a las que antes me negaba, y me negaba solo porque no aceptaba todo esto.

No fue fácil.

Todo sucedió tan rápido.

En un momento estaba caminando junto a mis compañeros y al siguiente, estaba en una cama de hospital luchando por mi vida.

Confuso. Todo se volvió confuso y mi memoria está absolutamente afectada con ese recuerdo. Por más versiones que obtenga de eso no soy capaz de plasmarlo en mi cabeza.

A veces me frustra y otras, prefiero que se mantenga así.

Con el tiempo he sido capaz de leer palabras, la tonalidad en la que son dichas y el peso de cada silaba. Contra todo pronóstico lo he ido aprendiendo.

Como también el aceptar la realidad en la que estoy viviendo, aquello ha sido lo más difícil en todo el proceso.

Aceptar.

Aceptar ayuda para algo tan simple como comer o ir al baño, bueno eso solo al principio.

—¿Harry?

Parpadeo.

Su lápiz choca contra la mesa y suspira. Está mirándome, puedo sentir sus ojos sobre mí.

No eres tú, soy yo.

—Puedes hablarme de lo que quieras. De eso tratan estas sesiones.

Cinco meses.

Y la frase aún está rondando en mi cabeza.

—¿Podrías decirme como van las clases?

—Bien. Van bien —trago saliva.

Se queda en silencio.

La imito.

No tengo ganas de esto. Debería haberlo cancelado, pero Sirius no lo hubiese tolerado, menos después del esfuerzo que hizo para que asistiera. A pesar de todo esto ayuda, pero hay días en los que ni siquiera me tolero a mí mismo.

—Luna dice que ya no tienes dificultad para movilizarte por la facultad.

Me muerdo el labio.

Luna es la chica que me acompaña cada día durante las clases. Me va a buscar a la casa de mi padrino y después de clases me va a dejar. Netamente, es mi lazarillo.

Una buena amiga en toda esta mierda.

—Es verdad.

Bufa.

Está cansada.

Tan cansada como Sirius, Ginny, Ron, Hermione y todos. Tan cansada como yo.

Y aunque ya pasé por la amarga etapa de la aceptación, aún me cuesta ser completamente dependiente de los demás.

—¿Has hablado con ella?

—No, pero he oído que está saliendo con alguien.

—¿Estas bien con eso?

No.

—Sí, solo quiero que sea feliz.

No eres tú, soy yo.

Me quedo en silencio durante los siguientes minutos y Megan da por terminada la sesión.

—Hablamos la próxima semana, Harry.

No digo nada.

Me levanto. Escucho sus pisadas y la puerta siendo abierta.

—Cuídate —es lo último que escucho antes de salir.

Alguien me toma de la mano. Es cálida y sonrió un poco.

—¿Tan mal estuvo?

—Como cada semana —contesto. Me aferró a su brazo—. ¿Podemos saltarnos las clases de hoy?

—Imposible.

Caminamos.

Luna me guía y señala.

Cuando Ginny se fue, cuando digo esas palabras que aún me atormentan, estaba mintiendo.

No eres tú, soy yo.

Era yo… el único culpable. La alejé, la rechacé y le dije tantas cosas que estoy sorprendido de que no se haya ido antes. Lo soportó tan bien hasta que se dio cuenta de no podía lidiar con alguien como yo.

Era egoísta hacerle falsas promesas cuando no estaba completo. Teníamos tantos planes y todo se fue al carajo aquel día hace dos años.

Estoy ciego.

Estaba en las prácticas finales del curso de policía. Al terminar el turno de ese día, llamaron y algunos fuimos designados para apoyar. Podría haberme negado, pero tenía tanta hambre de conocimientos que acepté sin dudarlo. Llegamos y sucedió tan rápido. Me golpearon en la cabeza, pero no puedo recordar el dolor ni porque no esquivé el golpe.

Desperté meses después. Sin saber quién era o donde estaba, enterándome en el proceso de la realidad que estaba viviendo.

Y la recuperación fue tan dolorosa: cirugías, reconstrucción ocular, medicamentos y aprender todo de nuevo.

Lo que estoy haciendo ahora.

Y aún ahora sigo pensando que debí morir ese día.

Tengo clases tres veces por semana y básicamente son de lectura y escritura en braille. He estado casi un año en esto y falta poco para terminar.

Es lo único que hago.

Los días que no estoy en clases los paso en mi habitación haciendo nada. A veces, Luna me visita y salimos al parque. Hermione y Ron están en su propia burbuja de amor. No los culpo, ellos estuvieron ahí cuando los necesité y aún lo están, pero con menos frecuencia.

—¿Listo para la clase de escritura con Williams?

Hago una mueca.

—No, menos después de la sesión de hoy.

Luna me guía por los pasillos. Los conozco y he transitado solo por ellos, pero apreció que ella este a mi lado.

¡Eres un hijo de puta!

Nos detenemos.

¡Maldito! ¡Me arruinaste!

Es una mujer.

—¿Quién es? —no puedo evitar preguntarle a Luna.

—Una chica muy guapa está golpeándole el pecho a un hombre. Creo que lo he visto antes, pero…

Se queda en silencio.

La otra chica sigue soltando improperios de grueso calibre, pero el tipo no dice nada.

Chilla y grita.

¡Eres un maldito chupa pollas, Malfoy!

¿Malfoy?

¿Esa chica está hablando del profesor Malfoy?

—Le pegó. La chica le pegó una bofetada —luego me arrastra hasta mi salón.

Puedo escuchar los murmullos mientras nos alejamos, pero mi cabeza sigue girando en torno a las palabras de la mujer.

—Es un profesor —le susurro a Luna—, pero no me hace clases a mí. Se supone que él da clases a los que vienen en la noche.

Luna no dice nada.

Nos detenemos unos pasos más allá.

—Él no hacía nada —comenta ella.

—Como sea, no es nuestro asunto.

—Tienes razón. Te veo a la salida.

Me da un beso en la mejilla y se aleja.

Cuando entro al salón, todos cuchichean lo que escucharon y algunos hasta aseguran que la chica tiene razón.

Muevo la cabeza.

Y despliego el bastón ayudándome a encontrar un asiento libre.

Somos quince en total, algunos días somos acompañados por parientes o amigos.

Encuentro un lugar y me siento.

Si no fuera por los murmullos creería que estoy solo en este salón.

Pisadas firmes se escuchan y no el típico taconeo de la profesora Williams. Escuchó dos o tres jadeos y murmullos.

No saber lo que está pasando alrededor es frustrante.

—Silencio por favor.

Una voz masculina.

Y varonil.

Acalla cualquier ruido.

No es alguien que haya escuchado anteriormente.

—Elise tuvo que hacer un viaje de último minuto así que seré su reemplazante por las próximas semanas. Soy Draco Malfoy. Por este día solo quiero conocerlos y aprenderme sus nombres. Les pido que levanten sus manos cuando diga su nombre de la lista que me dejaron.

A los pocos segundos, comienza a hablar de nuevo.

Me desconecto.

Las manos me sudan.

Estoy nervioso y no sé porque motivo.

—Harry Potter.

Él representa a una nueva persona a la que tengo que conocer. No quiero. Su voz, él en su totalidad, es algo que no quiero en este momento.

—¿Harry Potter?

Una mano toca mi hombro y doy un respingo.

Escucho sus pasos caminado hacia mí. El olor de su perfume me inunda y siento su presencia sobre mí.

—¿Harry?

—Sí, soy yo —estoy orgulloso de mi voz. Sale perfectamente estable.

—¿Puedes contarme algo sobre ti?

¿En qué minuto esto paso de ser una clase a una sesión con Megan?

Ni siquiera sé lo que dijeron los demás.

—Iba a ser policía, pero alguien me golpeó en la cabeza y quedé ciego.

No dice nada.

Se aleja.

—Gracias, Harry.

Continua.

Y seguir su clase se vuelve increíblemente difícil.

No solo ese día, sino los que siguieron.

Nunca una voz me había llamado tanto la atención.

Dicen que cuando te falta un sentido los otros se incrementan.

No lo creí hasta ahora.

Había algo… en él que… y… no podía identificarlo.

Su voz era… peculiar.

Cuando nos habla o enseña usa un serio, pero en momentos deja salir su lado lúdico. Mientras nos lee arrastra las palabras al final, utiliza tonos fuertes o suaves dependiendo de lo que está leyendo, pero no es solo eso.

—Quiero ir a la biblioteca.

—¿Estás seguro? ¿Podemos ir al parque o tomar un helado? —pregunta ella—. Sirius dijo que no habías salido en todo el fin de semana.

—No tenía ánimos.

—¿Has pensado en lo que harás después de terminar este curso?

—Seguir sobreviviendo —murmuro sonriendo. Es lo que todos dicen: "Eres un sobreviviente".

—Hablo en serio.

—Solo no hablemos de eso aún. Ya llegará el momento.

La primera vez que conocí a Luna supe que sería una gran amiga, ella ha estado en los peores momentos de este último tiempo, sobre todo en las caídas.

Su voz es tan dulce y soñadora en todos momentos. Transmite calma y templanza para cualquiera.

—Llegamos. ¿Estarás bien?

—La biblioteca es todo lo que necesito hoy, además de escribir el ensayo que Malfoy nos pidió.

—Bien. Estaré aquí en una hora, ¿Tal vez?

—Dos, por favor.

—Bien. Nos vemos, Harry.

Se acerca.

Su aroma frutal me inunda y besa mi mejilla.

Nop.

No hay nada más.

Como vino se va y eso está perfecto. Luna es mi amiga.

Es extraño, pero nunca pensé en ella como algo más y menos ahora que estoy solo. Bueno, no es que quiera a alguien a mi lado.

Abro la puerta e inmediatamente el silencio me envuelve.

Despliego el bastón y me adentro buscando las mesas.

Hace algún tiempo mis compañeros y yo hicimos un proyecto: en cada estante está escrita la sección en braille. Hay algunos libros que están escritos de la misma manera y son esos los que estoy buscando el día de hoy.

Pronto encuentro una mesa disponible y dejó la mochila ahí. Con la ayuda del bastón camino hacia las estanterías. Mis dedos se deslizan por las secciones. Sin quererlo me voy alejando. No era consciente de que este lugar pudiera ser tan grande. No me siento perdido ni nada, los estantes a un están a mi paso.

Estoy a punto de girarme cuando escucho un gemido que se corta en el instante.

Luego…

Puedo seguir oyendo algo, pero es tan mínimo que apenas lo distingo.

Trago saliva cuando caigo en cuenta de lo que está sucediendo.

Mierda.

Alguien está teniendo sexo en la biblioteca.

Y tengo que retroceder, pero… mis pasos se van inmediatamente hacia la fuente de todo. Es una verdadera tortura solo escuchar y no ver lo que otros están haciendo.

Intento ser lo más silencioso posible y me escondo. No sé si estoy a una o dos secciones de la acción, pero prefiero hacerlo a que me descubran.

—¡Dios!

La palabra sale en un susurro.

Un hombre.

No puedo reconocer la voz, pero suena bastante joven.

—Mierda… tú boca…

Y mencionando esto.

La succión se intensifica.

Sexo oral.

No solo puedo escucharlo, ahora puedo imaginar la boca de quien sea sobre el pene de este tipo. La succión se intensifica al igual que sus jadeos y gemidos acallados.

Yo mismo estoy jadeando ante el acto que se está produciendo a unos metros de mí y mi erección está palpitando. Nunca me había excitado tanto al escuchar a un tercero gemir o…

—Mierda… me vengo… me vengo… oh… joder…

—No, no lo harás hasta que esté dentro de ti.

Murmura otra voz autoritaria.

Una voz que conozco.

El chico jadea. Escucho un cierre siendo bajado y gemidos mezclados con suplicas.

Y lo siguiente.

Lo siguiente… es el choque obsceno de carne contra carne. Y gemidos, más y más gemidos.

De ambos.

No son fuertes, son lo suficientemente contenidos como para no causar algún revuelo.

Siguen.

No son conscientes de que tienen público, un público que solo puede oír y está excitado por ello.

—Sí… m-más duro. Estoy a punto… oh mierda…

—¿Te gusta que te folle culo en medio de la biblioteca que tanto amas?

Pegunta.

El chico, Marcus, solo gime.

Me muerdo el labio evitando mis propias exclamaciones, no me masturbaré con ellos. Me niego a hacerlo… jamás me había pasado algo así.

Continúan por unos segundos más, hasta que culminan. Los gemidos se pierden por los besos que seguramente se están dando.

Se quedan en silencio. Todo vuelve a fluir segundos después.

Los escucho moverse.

Oh…

Tengo que salir de aquí y… cubrir mi erección. Además, de serenarme y calmarme.

—¿Repetimos verdad?

Marcus pregunta con la esperanza brillando en la pregunta.

Y espera.

Ambos, esperamos.

—Fue un placer, pero preferiría llamarte yo.

Está mintiendo.

El chico y yo lo sabemos. Solo que él finge creerle.

—Como quieras.

Escucho pasos. Y aguanto la respiración.

Pero los pasos se alejan. Y al otro lado solo queda una persona.

La otra voz en toda la faena del sexo.

Draco Malfoy.


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¿Parte dos?

Tal vez...