N/A Hola de nuevo estoy aquí para deleitaros (o aburriros) con mis fics.

-Ya queda poco, sí señor, eso es. Ahora a esperar a que hierva.

Severus Snape estaba en una fría mazmorra, muy ocupado elaborando una poción rejuvenecedora que le habían encargado. Ya le faltaba poco, solo añadir polvo de hada y jugo de sanguijuela.

Al terminar la poción, esta había tomado un tono anaranjado.

-Bien – dijo- Ahora tendré que llevar esto a la cocina, allí se mantendrá en una buena temperatura, pero primero he de meterlo en un recipiente, no me apetece cargar con el caldero ardiendo hasta la cocina.

Cogió un gran bota de cristal de su armario e introdujo el liquido en él. Bajó a las cocinas y dejo el tarro en un armario, pues ese lugar tenía la temperatura adecuada. Después de cumplir su cometido volvió a su mazmorra.

A la mañana siguiente, en las cocinas, los elfos estaban muy ajetreados, cocinando sin parar, iban de un lado a otro chocándose entre ellos.

Cuando ya la comida estuvo lista tan solo quedaba el zumo de calabaza. Un elfo con aspecto gruñón le dijo a otro con pinta de despistado.

-Tú Bisley, trae el zumo de calabaza.

-Sí, ahora mismo- respondió el elfo.

Bisley estaba buscando el zumo desesperadamente "Zumo de calabaza ¿Dónde estás? Abrió un armario y encontró un bote con un liquido naranja "Esto es" Y lo sirvió en la mesa.

Mientras en el Gran Comedor Harry, Ron y Hermione charlaban sobre las clases.

-Es increíble la cantidad de trabajo que nos han mandado- se quejó Ron, para variar- Binns un trabajo sobre las revueltas de los duendes, Mcgonagall una redacción de dos pergaminos sobre los errores más comunes en una transformación de muebles en animales, Flitwick quiere que tengamos aprendido el hechizo repulsor para el próximo día. No damos abasto.

-No te quejes Ron- dijo Hermione- No es para tanto.

-Claro, por ti nos pondrían más trabajo.

-No me desagradaría en absoluto.

-¿Estas loca?- dijo Harry-¿Te gustaría tener más trabajo? Si la cabeza nos va a estallar.

-A mí lo que me van a estallar son las tripas del hambre que tengo- dijo Ron- A ver cuando viene la comida.

Los deseos de Ron se hicieron realidad, en cuestión de segundos unos suculentos manjares aparecieron delante de sus narices. Empezaron a saborear la comida. Todo iba perfecto hasta que Neville bebió un trago de zumo de calabaza, su rostro se puso pálido.

-¿te ocurre algo Neville?- preguntó Seamus.

-El zumo- respondió el muchacho- Sabe…raro.

-¿A ver?- djio Dean- Sí un poco.

Todos probaron el zumo, lo cierto era que estaba más amargo de lo habitual, pero no le dieron excesiva importancia, pensaban que era un problema de maduración de la calabaza.

Cuando todos terminaron de comer se sintieron mareados, las tripas se les retorcían.

De pronto vieron como un alumno de sexto de Ravenclaw se le empezaba a quedar grande la ropa, todos se asustaron, el chico había desaparecido, o eso pensaban.

-¿Se ha desintegrado?- preguntó Parvati.

-Nada de eso- dijo Hermione- Ha encogido.

Un pequeño bulto se movía bajo la túnica, la quitaron y vieron a un niño pequeño, de unos dos años aproximadamente.

-No es que haya encogido Hermione- dijo Harry- Es que ha rejuvenecido.

-Ya decía yo que el zumo de calabaza tenía un sabor raro- dijo Neville.

-Un momento- Harry se detuvo- Si esto es obra del zumo de calabaza entonces- miró a Ron- Nosotros también nos convertiremos.

Efectivamente, el Gran Comedor, se había llenado de niños y niñas pequeños, muy llorones y como Dios los trajo al mundo.

-Cielo Santo- Exclamó Mcgonagall- ¿Qué esta pasando aquí?

-Hay críos por todas partes- dijo Flitwick.

-Y estan en pelotas- chilló Sprout.

-Hay que avisar a Dumbledore- dijo Mcgonagall.

Dumbledore llegó y se quedo conmocionado con la escena, había críos correteando por toda la estancia.

-¿Qué es esto?- preguntó.

-Eso quisiera saber yo- dijoMcgonagall.

-Eso quisieramos saberlo todos Minerva- dijo Hagrid- No solo tú.

-Esto parece obra de alguna poción o algo- Dumbledore miró a Snape.

-¿Por qué me mira a mí director?- preguntó, de pronto se llevó la mano a la cabeza- ¡Mierda! La poción rejuvenecedora que le envié esta mañana a la señora Parker, no era poción, era zumo de calabaza.

-¿Quieres decir que estos muchachos han tomado poción rejuvenecedora?- preguntó Mcgonagall.

Snape asintió con la cabeza, ¿Cómo pudo ser tan estúpido de cofundirse?. Desde luego había que tomar soluciones ya. Los bebes se subían a las mesas y se metían debajo de las túnicas de los maestros.

-Lo que me gustaría saber Severus- dijo el director- Es porque han rejuvenecido tanto.

-Creo que me pasé al echarle el polvo de hada.- se disculpó.

-¿Qué vamos a hacer? - preguntó Sprout- Nosotros solos no podremos cuidar de tanto criajo.

-Creo que mandaré lechuzas a todos los padres, solo a los padres magos- dijo Dumbledore- Minerva, llama a la señora Pomfrey y encargaros de vestirles y ponerles pañales.

-Sí señor- dijo Mcgonagall y se fue.

-Y tú Snape quiero que prepares la poción envejecedora.

-Con mucho gusto señor, pero necesito tiras de duende escocés y la temporada no es hasta dentro de dos meses.

-¿Dos meses?- preguntó asustado Flitwick- ¿vamos a tener que estar así dos meses?

-Eso parece- dijo Dumbledore, un niño de pelo moreno se acercó y le tiró de la túnica- Hola pequeño.

-Gu gu ta ta- dijo el niño.

-La verdad es que no están tan mal así- dijo riendo.

-¿Pero que pasará con sus padres?- preguntó Hooch- No creo que les haga gracia.

Cuando ya todos los niños y niñas estuvieron vestidos les llevaron a una sala donde hicieron aparecer cunas para acostarles.

-Bien, creo que aquí estarán cómodos- dijo Dumbledore.

-Esperemos que esto se pase pronto.

Y todos se fueron a sus despachos, dejando a los angelitos durmiendo plácidamente en sus cunas.