Prólogo
Intercambiar una rosa no parecía gran cosa, sin embargo, estamos hablando de Mary, ella en esos momentos tenía la rosa perteneciente a Ib, en otras palabras, la vida de ella yacía en manos de aquella rubia psicópata, porque sí, en aquellos momentos, para mí, no era más que eso, y, es que después de saberlo todo, del hecho de que ella nos siguiese… no cabía dudas.. y desde siempre mala espina me había causado.
Miré a Ib, ella sujetaba mi mano con fuerza, en sus ojos prevalecía el temor evidente, lo sabía, no podía permitir que Mary le hiciese daño. Con decisión tomé aire, solté la mano de la niña y le tendí mi rosa. Noté esa sonrisa, una sonrisa que bien podría crisparme los nervios, satisfacción así como un atisbo de siniestralidad. Tomé la rosa de Ib y se la entregué dándole una sonrisa tranquila y dulce.
-Saldremos de aquí, Ib –le dije, ella pareció creerlo aunque, internamente lo que quería decirle era un "te ayudaré a salir", pues, seguro estaba de que yo no conseguiría salir, después de todo, Mary tenía mi rosa, mi vida, la cual supuse, no tardaría en extinguir.
Nos marchamos de ahí, yo tomando su mano, guiándola, con la esperanza de marcharnos. El dolor punzante me acorralaba pero evitaba manifestarlo, era evidente que Mary uno a uno arrancaba los pétalos de la rosa azul, mi vida comenzaba a extinguirse pero, no planeaba darme por vencido con ello. Caminaba lo más a prisa que podía, mi corazón latía con fuerza, no por miedo a la muerte, no porque tuviese que huir sino, por el temor de que no consiguiese sacar a Ib de ahí, de morir antes de que ella llegase a hallar la salida.
Llegó el momento en el que mi cuerpo ya no podía más, sin importar cuanto luchara por seguir andando, sin importar que tan fuerte y desesperado fuese el deseo de sacarla de aquí… Me apoyé contra una pared, mi respiración se convirtió en jadeos, luchando por conseguir algo de aire; mi mano se pozó sobre mi pecho, mi corazón cada vez latía con menor intensidad, sabía que mi fin estaba cerca, pero, no dejaría que ella lo supiese.
-Descansaré un poco aquí… tú sigue adelante –sonreí a la niña que me miraba con inocencia- luego te alcanzaré –insistí y ella pareció creerme pues, asintió.
La seguí con la mirada hasta perderla de vista, solté un cansado suspiro, mis piernas cedieron y lentamente resbalé con la espalda contra la pared hasta sentarme en el suelo. Jadeaba ahora más fuerte, ya ni fuerzas tenía para sujetar mi pecho, el palpitar de mi corazón era lento pero fuerte, mis últimos intentos de mantenerme con vida. Observé hacia el frente y sonreí de una manera triste pero dulce a la vez.
-Ib saldrá de aquí… no importa cuanto lo intentes… -dije al aire, aunque realmente esas palabras iban dirigidas a Mary, sin importar que ella no se encontrase ahí físicamente.
Noté como mi vista se nublaba, una punzada más fuerte de dolor me sacó el aire de los pulmones, mi corazón aún latía pero, lo sentía, era casi imperceptible… la vida.. se me iba… era… era mi fín. Mantuve mis ojos abiertos sin importar el que la imagen ya comenzaba a ennegrecer, las lágrimas se agolpaban en mis ojos, no porque la muerte ya me llamaba, aquello más bien me reconfortaba, sino, porque temía aún por Ib… ¡Si, en mis últimos momentos lo único que me importaba era esa niña y su bienestar!...
-Por… por favor… ib… -con mi último aliento intenté hablar, mi voz sonaba seca, era como si no fuese yo realmente, como si escuchase a alguien más- t-tienes que… que… que conseguir.. lo.. –lentamente se cerraban mis ojos, la oscuridad me tragaba con fuerza, ya no tenía energía, mi corazón… ya no lo percibía, tampoco el aliento, solamente el silencio me embargaba, uno que a su vez me causaba una paz totalmente absoluta.
-…¡Sé que lo lograrás, Ib! –ese fue mi último pensar pues, luego de aquello, mi ser.. dejó de existir en el mundo real.
Mi último pensar: Ib.
