Después de años, nos volvemos a encontrar….
Me cubro de nuevo con las camas al sentir la luz del día chocar con mi rostro, ha amanecido, y un nuevo día con ella, siento tanta pereza de levantarme, soy muy floja no me culpen, pero tengo que hacerlo, hay obligaciones que cumplir...Me pongo de pie y camino hacia la puerta de mi habitación, son las cinco de la mañana, tengo que preparar el desayuno y los almuerzos antes de ir a trabajar...y luego despertar a mis torbellinos...
En un cuarto promedio, ni tan grande ni tan chico, se encuentran dos camas de dos pisos cada una, en la que puede verse un bulto en cada una de ellas, las persianas de aquella habitación están cerradas, el habiente es infantil, con imágenes de carritos por todos lados, junto a juguetes y consolas de video juego. En un espacio alejado de las camas esta un cojín, ancho y a la vista cómodo, donde duerme agradablemente lo que parece ser un zorro de pelaje rojizo, el animal se nota joven y muy bien cuidado.
El reloj en el mostrador donde se encuentra la consola marca 07:59, solo faltando segundos para dar las ocho de la mañana, inesperadamente el reloj suena, el sonido es tan escandaloso que hace sobresaltar a las personas en las camas y al animal en el cojín, ya que dicho sonido es parecido a las sirenas de los barcos.
-¡Ya me desperté!
-¡Apaguen esa porquería!
-¡Cinco minutos más por favor!
-¡No digas palabrotas!
Cuatro pequeños niños comienzan a bajar de sus camas, somnolientos y bostezando, los que están en la parte superior de las camas bajan cautelosos, procurando no caer, mientras los que están en el lado inferior corren hacia la salida, poniéndose sus pantuflas y sonriendo con alegría, cuando todos están fuera el pequeño zorro que dormía en el cojín salta de este, estirándose y moviendo la cola galante, camina hacia la salida de la habitación con solo la porte que tiene un zorro.
Estoy metiendo los almuerzos en las mochilas cuando unas pisadas en el corredor me distraen, dirijo mi mirada hacia ahí y sonrió al ver a cuatro pequeños cruzar el umbral, detrás de ellos viene nuestra mascota el pequeño Kurama.
-¡Mami quiero leche!- grita uno de los niños.
-Se dice buenos días primero oni-chan- reprende otro de los niños, haciendo que el reprendido baje la cabeza avergonzado- ¡Buenos días mami!
-¡Buenos días mamá! ¿Que ahí para desayunar?- pregunta un tercero bastante animado.
-¡Mami Kurama y yo te damos los buenos días!- grito un último, cargando al animal -¡Y te pedimos de comer!
Sonrió cálidamente al verlos, esos cuatro siempre me hacen reír, pero que puedo hacer, no puedo evitarlo son mi adoración. Si soy madre, y no una cualquiera, soy madre de cuatrillizos...y de un zorrito bastante dormilón...
Les sirvo el desayuno y los siento en la mesa, ellos comen animadamente mientras parlotean, yo solo los observo, ya que es lo que más me gusta hacer, admirarlos mientras pelean o hacen rabietas, Kurama también está en la mesa, sentado en una de las sillas, tomando un poco de leche.
Miro a cada uno de ellos, son tan lindos, y aunque sean totalmente parecidos, yo como madre se cómo diferenciarlos, después de todo yo los parí, los lleve en mi vientre por ocho meses, ya que no aguante hasta los nueve, sentí el dolor a lo largo de mi embarazo al escuchar el diagnóstico del doctor y las peticiones de mis amigos, los cuales me pedían que los abortara ya que moriría con ellos apenas nazcan...recordar eso me causa mucho dolor...pero ahora, recuerdo con satisfacción que jamás les hice caso, seguí con mi embarazo, sola, ya que el padre de ellos nos dejó, o mejor dicho me traiciono me humillo...me prometió algo que no cumplió, y me lastimo en el trayecto...Pero no quiero hablar más de eso, quiero hablarles de ellos, de mis pequeños soles, son cuatrillizos, idénticos el uno con el otro, pero tan diferentes en personalidad... y en alma.
Mi mirada se dirige al que come amena mente con Kurama, él es el más pequeño de los cuatro, ya que nació último, sus ojos son azules y su piel es tan blanca como la mía, en las mejillas tiene tres marquitas parecidas a las de un zorrito, y una sonrisa muy linda, su cabello es rubio y desordenado, con pequeñas ondulaciones en las puntas, su nombre es Minato, y es el más tranquilo y tímido de sus hermanos mayores, siempre trata de mantener orden y callar las palabrotas que dicen sus hermanos, él es mi ángel, jamás me causado problemas y es el más me ayuda en la cocina, ya que los demás prefieren jugar con la consola.
Ahora dirijo mi mirada al niño que está sentado junto a él, el cual come distraídamente ya que está atento observando a Minato comer su cereal, él es Itsuki, al igual que mi hijo menor, tiene ojos azules y piel blanca como la mía, de hecho él y Minato son demasiado parecidos, a diferencia que él lleva una pequeña coleta y un flequillo recogido aun lado, es el tercero y el más analítico de los cuatro, es bastante educado y testarudo cuando cree que esta en la razón, la mirada que te muestra siempre es de seguridad y reto, es el más defiende a sus hermanos, en especial a su hermano pequeño, ya que este es muy tímido. Sonrió divertida al recordar que él siempre está apurando a sus hermanos en todo, el que constantemente planea las travesuras de los cuatro. Pero fuera de eso también es mi ángel, educado y bastante responsable con sus tareas y deberes, pero sumamente flojo para levantarse.
Mis ojos ahora se posan en el pequeño que esta preparándose un emparedado con todo el relleno que puede encontrar en la mesa, él es Shinachiku, el segundo de los cuatro, es el más travieso de todos ellos, tiene las mismas facciones que sus hermanos, a diferencia de dos cosa, sus ojos son verdes y su cabellos va en forma de flama y con un cerquillo desordenado aun lado. Sonrió nerviosamente al recordar que es el que más me hace renegar, nada puede estar calmado en el lugar donde está el, ya que llegara y pondrá el lugar de cabeza en un minuto, a comparación de sus demás hermanos es muy flojo para hacer tareas y levantarse, y el que más me hace visitar la escuela para escuchar regaños y quejas de su maestra, si no fuera por Itsuki y Minato que siempre están persiguiéndolo y obligándolo hacer sus deberes jamás aria nada por su cuenta...y por otro lado es sumamente celoso, nunca me permite tener ningún amigo hombre o traerlo a la casa, mis amigos del trabajo corren despavoridos al verlo, no hay ninguno que haya huido de sus bromas y a ver salido sano en el trayecto...fuera de todos los defectos que tenga es el ángel más brillante de los cuatro, sus travesuras siempre hacen que olvide las constantes preocupaciones que tenemos.
Ahora mi mirada se posa en el que come tranquilamente sus alimentos, el cual mira de reojo a sus hermanos, vigilándolos, cuidándolos y admirándolos, él es Boruto, el mayor de los cuatro, es una combinación de sus hermanos, tranquilo e inteligente y travieso y celoso con los que intenten pasar la valla de la familia. Su rostro y facciones son idénticas a las de sus hermanos, a diferencia de las marcas en sus mejillas, ya que el solo tiene dos, su cabello es desordenado y forma de hoja, y como dije es el más protector y autoritario de los cuatro, sus hermanos lo repitan y siempre lo obedecen, es como la figura paterna que ahí en casa. Recuerdo claramente que es el que menos travesuras hace y el que más ordena y está atento a cualquier cosa que vea fuera de lo común en la familia, si sus hermanos ocultan algo lo sabrá y tratara de solucionarlo, pero también es sumamente peligroso y amenazador con cualquiera que amenace la paz de u familia, si es muy posesivo. Recuerdo que cuando tuve un novio -relación que no duro más que una semana- este huyo despavorido de mi casa, diciéndome que mi hijo mayor era el diablo personificado, yo me ofendí y lo mande al diablo fuera de mi vida, pero a la vez me sentí curiosa, así que consulte lo que ocurría, y fue ahí cuando él me dejo en claro que no permitiría que ninguna escoria -las palabras que uso- se acercara a mí con malas intenciones, debo admitir que sentí un toque de temor, Boruto es el ángel más preciado de mi vida, pero un demonio cuando lo quiere, quiero a mis hijos por igual pero con el tengo un cariño mucho más diferente, uno especial, a él siempre trato de mostrarle más cariño, ya que me asusta no conocer todo de él, y los límites de lo que puede llegar hacer.
Bueno finalmente quedo yo, mi nombre es Sakura Haruno, soy una mujer de 28 años, ¿joven no? Tuve mis pequeños a los 19 años, ellos tienen ocho años, ocho años maravillosos llenando mi vida de alegrías y enojos. Les diré como soy, mi estatura es de tamaño promedio, no soy alta pero tampoco bajita, mi piel es blanca como la de mis hijos, y mis ojos son verdes como las esmeraldas, y aunque no lo crean mi cabello es rosado y largo, si se lo que piensa... ¿es teñido o te pegaron chicle en la cabeza? No. Mi tátara abuela lo tenía de ese color y yo lo herede y fui víctima de bullyng por eso, pero esa es otra historia, mi cuerpo es delgado y con anchas caderas, según mis amigas no parece que sea madre de cuatro niños. Trabajo como enfermera en uno hospitales privados de la ciudad, y en mis tiempos libres toco el violín, esa es mi pasión desde pequeña y a la gente le gusta mi trabajo y escucharme, así que constantemente me llaman para hacer presentaciones en reuniones y dedicatorias, me alegra mucho hacerlo, ya que con eso obtengo el dinero que le otorga a mis hijos una vida cómoda, vivimos en un departamento, de tamaño promedio pero muy ordenado, gracias a Dios no tenemos muchos problemas económicos, salvo las deudas del banco...pero ese es otro rollo. Soy madre soltera, como les dije el padre de mis hijos me traiciono, y aunque sé que estuvo mal haberme largado dejando todo atrás y no habiéndole dicho que estaba embarazada, no me arrepiento, ya que me salve de ser parte de una gran mentira que me llevaría a la infelicidad, jamás me arrepentiré de haber dejado mi vida de rica aun lado...ya que todo lo hice por amor...el amor entrañable a mis hijos... y por no ser parte de algo oscuro...
El país en el que vivimos es Japón, precisamente en Naha, la ciudad capital de la prefectura de Okinawa, en una de las islas Ryukyu, estamos bastante alejados de Tokio, cosa que es muy bueno para mí, sé que la ciudad donde vivimos no es muy grande y que estamos cerca al mar, ya que el edifico donde vivimos está muy cerca al mar, cosa que gusta mucho a mis hijos, que todas los fines de semana van sin falta a las playas. Nuestra vida es tranquila y alejada de aquellos problemas los cuales rezo a los cielos jamás conozcan...
-Mamá... ¿Te sucede algo?- la pregunta de Boruto me saca de mis pensamientos, sus ojos azules están puestos en los míos, sé que me está analizando, escudriñándome con la mirada, tratando saber que escondo.
-No pasa nada cariño- respondo con una sonrisa, el asiente, sé que no está muy convencido, pero se conforma con saber que estoy bien.
-Mami ¿nos llevaras a la escuela hoy?- Minato deja de comer y me mira con ojos de gato abandonado, sabe que soy débil ante esos ojos.
-Mamá tiene que entrar a trabajar a las diez Minato, sabes que no puede -Boruto lo regaño, haciendo que este infle los cachetes molesto.
-Pero creo que no te demorara mucho si nos cambiamos rápido ¿no? -Itsuki deja de comer y me sonríe juguetón, el chamaco sabe calcular tiempos y siempre tiene una solución a todo.
-¡Eso! ¡Nos cambiamos a la volada y nos llevas!- Shinachiku dejo de comer y apoyo a viva voz a su hermano, el quería que su mami lo llevara -¡No queremos ir en el autobús!
Boruto frunció el ceño hacia sus hermanos, los cuales se tensaron y bajaron automáticamente la cabeza mientras se callaban -Saben que mamá no puede, no sean molestos- reprendió con palabras fuertes, haciendo que sus hermanos pongan cara de decepción.
-Los llevare, pero cámbiense a la volada- suelto al ver sus rostros, sé que llegare tarde al trabajo pero no puedo evitarlo, su felicidad y sonrisas son primero.
-¡Yupi!- los tres salen como flash del comedor en dirección a su habitación, seguidos por un perezoso Kurama, dejándome sola con el mayor de mis hijos, el cual mira con una gota de sudor resbalando por la nuca el lugar por donde partieron sus hermanos, armando jaleo y botando las cosas en el trayecto -¿No vas Boruto? - cuestiona la mujer viendo al pequeño rubio.
-De verdad eres única má, gracias por hacer un tiempo y llevarnos a la escuela -mi hijo me dirige una sonrisa en la que muestra todos los dientes, ese tipo de muestras de cariño es lo que siempre me deja sin palabras, mas viniendo de él.
Lo veo correr hacia su habitación y no puedo evitar sonreír con unas cuantas lágrimas queriendo salir de mis ojos, esos cuatro son mi luz, mi vida, tan lindos y tan parecidos el uno con el otro, pero a la vez tan diferentes... sus rostros pueden ser idénticos a los de su padre, pero su esencia es totalmente diferente...
Un mercedes Benz limousine transita por una de las autopistas de Japón, el auto es de color negro, lleva lunas polarizadas y mucha velocidad. El conductor permanece atento a la autopista, mientras dos sujetos están sentados en la última fila de la limusina, bebiendo vino y hojeando unos documentos.
-Oye no has pensado en casarte, digo eres el único que conozco que no tiene mujer e hijos aun- uno de los hombres, el de cabello negro y recogido en una coleta alta, vestido de traje negro lo mira expectante, esperando la respuesta del sujeto que mira atentamente por la ventana -Al menos respóndeme cabron...
El hombre frente a él, lo voltea a mirar aburrido, el hombre es de unos treinta años o menos, tiene cabello corto y desordenado de color rubio, ojos azules brillantes y tres marquitas en cada mejilla, el hombre tiene facciones que ningún adonis envidiaría, se nota atlético y bastante alto. Va vestido en un traje negro muy elegante.
-¿Porque preguntas si sabes la respuesta Shikamaru?- cuestiono el rubio dándole una mirada totalmente indiferente- No quiero tener mujer, ni mucho menos hijos...es bastante molesto escucharlos llorar por todo.
Shikamaru soltó un suspiro y le dio una larga bebida a su copa de vino, Naruto jamás cambiaria, el aconsejarle que sea padre y forme una familia era en balde, ya de por si el había dejado en claro que jamás la tendría, no a menos que sea con ella.
Naruto Namikaze, el nombre del rubio que miraba la ventana, dueño y heredero de grandes franquicias del país en Asia, las cuales había formado en compañía de sus grandes amigos y sus ganas de salir del martirio en el que su familia lo había hundido. Pero dueño también de un apellido de renombre por todo el mundo, su apellido provenía de los antiguos emperadores del país, él era un príncipe, y aunque no reina como tal, sí que llevaba el título, cosa que lo hacía presto de eventos sociales y grandes reuniones con diferentes personajes de importancia de Japón, y claro, al ser parte de la familia Namikaze la cual fue la familia emperadora antigua, lo hacía víctima de numerosos paparazis, los cuales siempre estaban tratando de sacarle una foto comprometedora. Por eso y muchas razones más, había renunciado al título de futuro emperador, dejando el cargo a su abuelo, ya que no quería ser parte de su vida, pero aun así no pudo librarse de su título de Príncipe Heredero, pero ese era otro rollo. Ahora había formado una empresa con ayuda de sus amigos, la cual se encargaba de lanzar nuevos artefactos tecnológicos y propuestas emprendedoras en toda Asia, la vida que tenía ahora, la cual estaba totalmente alejada a su familia, lo tenía todo, una vida llena de lujos y mujeres que saltaban apenas las llamara...pero aun así...no podía evitar anhelar algo, algo bastante hermoso...a alguien sumamente hermosa...
-Naruto... ¿aún no la olvidas? ¿No? -las palabras de Shikamaru hacen que sienta un pinchazo en el pecho, el me conoce, somos amigos desde muy niños, sabe prácticamente todo de mí.
-Han pasado nueve años, nueve años sin ella...-digo en murmullo casi deprimido -no sabes como la extraño, desearía tanto verla, solo saber dónde está...solo saber porque huyó...
-Ella se enteró lo que tu maldito abuelo quería hacer -dijo con el ceño fruncido el pelinegro -ella huyo por eso...
Naruto frunció el ceño, su padre había muerto cuando él tenía diez años, dejándolo huérfano, su madre murió al darlo a luz, así que el quedo al cuidado de su abuelo, el Emperador, y padre de su padre, un hombre sin escrúpulos que siempre disfruto manipularlo, recordó amargamente que siempre tenía que obedecerlo, por el miedo que le causaba que él atentara contra la vida de su amada abuela, pero ahora era adulto y había salido de las ataduras impuestas por su abuelo y había logrado llevar a su abuela con ella.
-Señor hemos llegado...-la voz del chofer hizo que ambos hombres prestaran atención al lugar donde ahora se encontraban, habían llegado a la reunión que tenían con el dueño de una Empresa de finanzas, que era a la vez, descendiente directo de una familia de Emperadores, Fugaku Uchiha, la familia Uchiha...una familia que no tenía muchas ganas de ver.
Sakura camina alegremente por los pasillos del hospital donde trabaja, la mujer trae un puesto un uniforme de enfermera, el cual consiste en un vestido color blanco, de mangas largas y con cinturón sujeto a la cintura del mismo color, pantis transparentes y zapatos color blanco, además de llevar una cofia blanca, con dos líneas horizontales, que significaba su cargo en el hospital, jefa de enfermeras. Mira alegremente su reloj, eran casi las once de noche, y su turno estaba por acabar, regresaría a casa con sus pequeños, los cuales se quedaban a cargo de la nana.
-Sakura-sama, nosotras nos retiramos -un grupo de enfermeras se acercaron a ella y se inclinaron respetuosas, despidiéndose de su superior, ya que habían acabado su turno.
-Hasta mañana chicas- la peli rosa respondió con una inclinación de cabeza antes -cuidado en el camino- aconsejo antes de emprender el paso a su oficina y alistar sus cosas para irse.
Iba caminando alegremente cuando la figura de un anciano tocándose el estómago adolorido la hizo correr a su auxilio. Apurada se inclinó delante del anciano, el cual tenía gotas de sudor en el rostro, dando a entender que sentía mucho dolor.
-Ayúdeme señorita me duele mucho el estómago...-se quejó el anciano, mirando los ojos verdes de la mujer.
-Señor que le ocurre -la peli rosa tomo el pulso del hombre, el cual estaba alterado -Voy a llamar aún camillero, no se preocupe. Con rapidez se dispuso hacer una llamada y al cabo de unos minutos llego el personal de enfermeros, los cuales auxiliaron al paciente rápidamente.
Estaba admirando el anochecer antes de irse a dormir, siempre lo relajaba, admirad las estrellas por la gran ventana del salón, estar ahí lo hacía sentir cerca de ella. Naruto se encontraba tomando un brandi en el salón de la mansión donde vivía.
-No he tenido noticias del maldito detectives en varios meses, seguro sigue sin hallar nada- pensó malhumorado, recordando al incompetente que contrato hace 9 años para buscar a su musa -¿Dónde diablos estas?...
Salió de sus pensamientos, cuando por la puerta entro un apurado y colérico joven castaño, de ojos del mismo color y belleza admirable, tenía puesto un pantalón oscuro, una chaqueta de cuero y unos guantes negros, su edad sería la de unos 20 a 25 años. El joven se sentó furioso delante del rubio el cual lo miro sacado onda.
-¡Estoy harto del viejo! ¡Porque Kamisama no solo se lo lleva! -se quejó el muchacho, logrando una sonrisa del rubio frente a él.
-¿Ahora que sucedió con Sarutobi-san?- cuestiono el rubio, extendiendo una copa con brandy al muchacho.
-Se fue a una isla de las costas del país y ha terminado hospitalizado por andar comiendo porquerías- el castaño dio un largo tragó a la bebida y hablo amargamente- mi abuelo es un total loco, debería estar en un asilo que estar haciendo estupideces.
Naruto sonrió, su primo, porque el muchacho que estaba frete a él era eso, su primo, era un sujeto muy malhumorado y poco tolerante. Konohamaru era el nieto del hermano de su abuelo, el padre de él, junto con su padre eran primos, así que de ahí venia la familia, al igual que él, Konohamaru era parte de la familia real, y como tal tenía muchas responsabilidades, una de ellas velar por la seguridad del preciado hermano del emperador, el príncipe Hiruzen, un anciano de 80 años, el cual estas escapando siempre de los cuidados de su nieto por irse a explorar todo Japón, argumentando que no importa cómo, lograría el sueño que siempre tubo desde joven el cual era conocer todo Japón, ya que de joven no pudo a causa de su padre, el antiguo emperador.
El rubio soltó una carcajada, ante los ojos coléricos de su primo el cual lo fulminó con la mirada.
-¡Bien! ¿De dónde tienes que ir a traerlo?- dijo calmando un poco su risa y tratando de recuperar serenidad, cosa que no logro mucho, ya que aún tenía lágrimas en los ojos a causa de la carcajada.
-A Naha, la capital de Okinawua- dijo entre regaña dientes, su abuelo siempre lo hacía viajar por todo Japón.
-¿Entonces qué esperas? Ve por tu abuelo- dijo burlón, haciendo que el castaño este apunto de lanzársele encima de la rabia.
-Tengo un concierto en uno de los clubes de la ciudad, ya me han pagado, no puedo ir...- dijo entre dientes, recordando que su abuelo siempre lo jodia en el peor momento.
Naruto sonrió, su primo era una estrella de rock bastante conocido en los clubes y antros de la ciudad, claro que con otro nombre, jamás usaría su nombre ni el apellido, ya que si su abuelo, el Emperador, llegaba a enterarse que su sobrino nieto, era un cantante de rock lo manda matar, para evitar la deshonra que este le causaría familia, claro que esas serían las palabras de su abuelo, jamás de él, por el bien que Konohamaru cumpla su sueño.
-Bien, iré yo entonces- el rubio soltó un suspiro y se puso de pie, caminando tranquilamente al pequeño bar, que tenía en el salón, dejando a su primo con la quijada en el suelo, ante tamañas palabras.
-¡¿Tu?!- grito incrédulo, mirándolo como si fuera un loco - ¡¿El príncipe heredero?!¡¿El futuro emperador?!
Un capón en la nuca de parte de Naruto hizo que Konohamaru pasara de la sorpresa al dolor, el golpe que su primo le dio, hizo que por poco escupiera su cerebro.
-¡Imbécil! ¡Cuántas veces tengo que decirte que no seré el Emperador datte-bayo! ¡La próxima vez que repitas eso mando a comprometerte con la hija del sultán de Arabia! ¡Entendido!
El castaño asintió asustado, pidiendo disculpas, su primo era bastante loco a comparación de él, serio y competente en los negocios, amable y educado con la familia y gente de negocios, pero desgraciado y maldito cuando lo ameritaba, agradeció a los cielo que no tuviera ni mujer, ni hijos, de solo pensar que se reproduzca lo asustaba. (Ni sabes lo que te espera -_-)
-Anda, ¡¿Quieres o no que valla por el Tío?!- dijo con los brazos cruzados, notablemente molesto.
-Claro...- titubeo el castaño -te lo agradecería mucho nichan...- se inclinó agradecido, pero aun nervioso.
El rubio asintió y se retiró del lugar, por ahora estaba malhumorado, odiaba que se dirigieran a él como futuro emperador, cuando había dejado en claro a la prensa y al mundo que había renunciado a ese cargo, el solo era Naruto Namikaze, presidente de Konoha Corporation, jamas Emperador de Japón.
Eran las seis de la mañana cuando Sakura regreso a su departamento, la mujer caminaba despacio por los pasillos, llevaba sus zapatos en las manos y caminaba con sigilo absoluto. Al llegar a la puerta de su departamento deslizo silenciosamente la llave, girándola sin hacer el mínimo ruido posible, empujando calladamente la puerta para entrar, pero apenas dio el primer paso dentro, las luces se encendieron, dejando ver la figura de cuatro niños en el sillón, mientras la niñera la miraba apenada, sentada desde una silla, donde estaba maniatada.
Minato tenía a Kurama en los brazos y la miraba con lagrimillas en los ojos, Itsuki la miraba acusador, esperando que diga algo por llegar en la mañana, cuando tenía que llegar hace horas, Shinachiku por otro lado la miraba con reproche, con los brazos cruzados y clara amargura, y Boruto, su primogénito, la escudriñaba con la mirada, viéndola de pies a cabeza, queriendo asegurar que estaba bien (no me pregunten quien coño prendió la luz, que ni yo sé -_-)
-¿Estas son... -dijo lloroso Minato.
-...las horas- siguió al instante Itsuki con reproche.
-...de llegar- continuo furioso Shinachiku.
-Mamá?- finalizo Boruto, frunciendo el ceño y tomando un carácter igual al de su hermano Shinachiku.
La mujer soltó un suspiro, sabía que el no haber llamado ayer para avisar que no llegaría le traería problemas, pero es que estuvo tan ocupada con la emergencia que tuvo con el anciano, que olvido completamente eso, y también celular.
-Primero suelten a Ayame y se los contare mientras reyunamos ¿sí?- la mujer les mando una sonrisa encantadora, pero no funciono ya que achicaron más la mirada, nada concebidos -Si lo hacen... ¡ahí ramen para el desayuno! -Sakura saco de su bolsa un paquete con el producto, moviéndolo sugestivamente para provocarlos.
-¡Ramen! ¡Sí! -Al instante Itsuki y Minato corrieron hasta la cocina, aceptando el trato con su madre, dejando a Shinachiku y Boruto en el sillón, los cuales los miraban como un par de traidores. Y llevándose consigo a Kurama, el cual estaba aburrido por tanto jaleo en la mañana.
Sakura sonrió al ver a los niños partir, pero la quito al toparse con la mirada de sus hijos mayores, los cuales no quitaban la mirada acusadora de ella -debí imaginármelo, con ellos no solo puedo usar ramen- pensó nerviosa.
-Vamos chicos, si aceptan les daré Amitsu - propuso la rosada, sacando de su bolsa una lata con el preciado producto.
- ¡Genial!
Al escuchar eso, Shinachiku hizo brillar sus ojos, asintiendo varias veces antes de unirse a sus hermanos en la cocina. Boruto al ver a su hermano partir soltó un suspiro, era de esperarse, la comida era su pasión, de hecho era raro que no hubiera corrido con los otros dos al escuchar la palabra Ramen, claro que a el también le gustaba el ramen, pero solo por eso no dejaría su objetivo, el tenía más fuerza de voluntad.
-A ti no te puedo engañar ¿no? -dijo divertida la peli rosa, acercándose a su hijo y inclinándose delante de él, cogiendo sus manos mientras sonreía.
-Estaba preocupado...- dijo quedito, desviando la mirada a un lado, ocultando un sonrojo - de que algo te hubiera pasado...
-Tuve una emergencia en el Hospital y no pude llamar porque olvide en celular en el casillero, jamás fue mi intención preocuparlos -dijo sonriente la mujer, tratando de tranquilizar la preocupación del niño -Estoy bien, cielo.
El niño miro sus ojos y asintió, sin previo aviso se lanzó a los brazos de su madre, abrazándola fuerte, mientras escondía su rostro en su cuello.
-Tranquilo- Sakura acaricio sus rubios cabellos, sintiendo el gimoteo del pequeño en su cuello - a mami no le ocurrió nada.
Sakura sonrió con ternura, su hijo mayor podía ser un chico fuerte y decidido, travieso y tranquilo, pero en realidad era el más sensible. Justo como ella.
-Dejemos de llorar ¿sí?- la mujer le hablo al oído, recibiendo un asentimiento con la cabeza, de parte del rubio - no queremos que tusa hermanos te vean así ¿no?
Boruto quito el rostro del cuello de su madre y asintió, haciendo que la peli rosa camine hacia la cocina con él en brazos, listos para desayunar ese rico ramen.
La niñera amarrada en la silla, los vio partir con una vena resbalando por la nuca, siempre ocurría lo mismo, se olvidaban de ella.
Naruto caminaba por los pasillos del Hospital Healthy en Naha junto a su fiel amigo y chupe Shikamaru, ambos traían ropa trajes, los cuales los hacían ver galantes ante toda enfermera que pasaba junto a ellos.
-Valla, donde sea llamamos la atención no es verdad, Shikamaru-comento con cierto tono malévolo el rubio -Me pregunto... ¿Qué pasaría si Temari se entera?
-Cierra la boca - sentencio el castaño, recordando a su neurótica esposa, la cual era muy celosa. El rubio soltó una carcajada antes de adentrarse en una habitación, donde se encontraba su Tío.
Cuando ambos hombres entraron esperaron encontrar aun Sarutobi tirado y demacrado por el dolor, pero al contrario encontraron a un viejito comiendo uvas en compañía de una mujer de edad, la cual le daba de comer las uvas en la boca, mientras se sonrojaba y ponía cara de enamorada, esta escena los dejo completamente en shock, mira que el viejo era pendejo.
-¿Abuelo? -dijo incrédulo Naruto, llamando la atención del octogenario, el cual sonrió al verlo, y la anciana a su lado se sonrojo al ver un hombre muy bello hay, pensando que despertó con muy buena suerte.
-Naruto-chan- dijo animado el anciano, extendiendo su mano hacia él -No esperaba verte aquí, de hecho esperaba a Konohamaru.
El rubio llego hasta él y beso sus ancianas manos -él tuvo un percance, por eso vine yo por el -explico el rubio -¿Abuelo que le ocurrió? -cuestiono, al verlo con goteros y suero.
-Comí un curry que me causo una fuerte indigestión, por poco y me voy a bailar con Kamisama jojojojo -se rio orgullosamente el anciano, dejando a su sobrino incrédulo y a Shikamaru con varia gotas en la cabeza, pensando que ese viejo debió haberse ido a bailar con Kamisama hace mucho - Pero gracias a la hermosa doctorcita que me encontró y a los cuidados de Timiko-chan estoy sano de nuevo - el anciano miro sonriente a la viejita a su lado, haciendo que Naruto dirija su mirada agradecida hacia ella, la cual paso a ser verde cuando la vieja la miro con morbo, guillándole un ojito.
-Qué alegría- dijo nervioso, mirando el rostro de su tío de nuevo -¿Donde esta esa doctora? Quisiera agradecerle personalmente- hablo con sinceridad, la mujer que había atendido a su tío se merecía una recompensa, había salvado la vida del hermano del Emperador.
-La Doctora Sakura debe estar por llegar, solo fue a cambiarse a casa y dijo que regresaba, cielo -la mujer puso su rostro delante de él y la miro melosa, haciendo que el rubio se aleje como si hubiera visto a la muerte, haciendo que su amigo sonría burlón.
Naruto parpadeo varias veces antes de captar algo en las palabras de la enfermera - dijo... ¿Sakura?
-Sí, la Doctora Sakura Haru...
La mujer iba a hablar cuando la puerta de la habitación se abrió, dejando ver por ella a una mujer vestida de enfermera de cabello rosa y potentes ojos esmeraldas, la cual traía un ramo de flores y una sonrisa encantadora en el rostro, la cual se borró al instante al chocar con la mirada azul del rubio príncipe Heredero, el cual había quedado en completo shock al verla.
-¡Sakura-chan!- el rubio soltó un grito sorprendido, delante de él estaba la mujer que el llevaba buscando por más de ocho años, su musa, su mujer, su esposa...
Sakura soltó las flores al suelo al ver el rostro de la persona que la traiciono hace nueve años, estaba a menos de un metro de ella, y ella no podía estar menos asombrada, pero a la vez asustada...
-Naruto...
La mujer dijo como pudo el nombre, sintiendo que le faltaba el aire, delante de ella estaba Namikaze Naruto, Príncipe Heredero de la familia imperial Namikaze, nieto del actual Emperador, y padre de sus hijos...y también su esposo...
...Continuara...
Saben esta historia rondaba mi cabeza desde hace mucho tiempo, y no me pude resistir a escribirla. Sé que está un poquito inentendible por eso de la realeza y que otras cosas, pero deben saber que Japón actualmente tiene un Emperador, el cual es símbolo de su país desde muchos años atrás, así que pues bueno se me ocurrió usarlo para hacer a Naruto parte de una familia de Emperadores. La trama créanme que dará mucho de qué hablar, así que espero que si les guste comenten y me hagan saber sus opiniones.
Ya de por si espero la arena que vendrá de algún lado por haberme robado hijo ajeno, pero pos bueno este es un fainc, así que creo que serán lo suficientemente maduros para aceptarlo, además del hecho de que no me pude resistirme a usarlo, pues simplemente me encanta su personaje.
Nos leemos en otro fainc, saludos bela!...
