Disclaimer: Todo de JKR, nada mío, no me lucro con mis historias, solo me divierto escribiéndolas.
Summary: ¿Que pasa si tu novia comienza a comportarse como un putita? ¿te darías cuenta? tal vez no sea quien crees que es. Separar gemelos huérfanos no es habitual en agencias de adopción tradicionales, pero para un Squib eso no es relevante, el destino de las niñas le importó muy poco, no le importó que una estuviera destinada a ser un heroína y la otra terminara siendo una prostituta atrapada bajo las ordenes del ser mas asqueroso que pisara la faz de la tierra, convirtiéndose en una mujer capaz de hacer lo que sea con tal de burlar a su desgraciado destino.
Chapter 1: No me dejes sola.
Severus no puedes morir, no me dejes sola… esa frase resonaba en su cabeza cuando recobró la conciencia, una dulce voz, que no importaba cuanto se esforzara por conseguirlo, no lograba recordar a quien pertenecía. El hombre abrió los ojos con pesadez y entonces la vio, estaba sentada en un pequeño banquillo, con la cabeza recostada sobre el borde de la cama, en una postura poco confortable y con el rebelde cabello sobre la cara. Entonces él le apartó ese cabello enmarañado del rostro, con cuidado de no despertarla, queriendo asegurarse de quien se trataba.
Le era imposible no reconocerla con tan solo mirar su cabello, pero también le costaba creer que fuera ella, porque ¿Qué demonios iba a estar haciendo Granger, cuidando de él? Y más importante aun ¿porque le pedía que no la dejara sola? o ¿Cómo es que le importaba siquiera si el moría o vivía?
El pocionista giró un poco su cabeza para ver mejor el rostro de la chica, y entonces una fuerte punzada sobre su cuello lo hizo gritar, la joven se despertó y pegó un brinco asustada, al mismo tiempo que él llevaba la mano que antes sostenía el cabello de la chica hacia el costado de su cuello.
−Profesor está despierto, ¿se encuentra bien? – dijo la chica sin demostrar emoción alguna, con una perfecta tranquilidad, como cualquier medimaga lo haría, Severus la miro decepcionado, hace un momento o según su cerebro él había sido Severus para ella y ahora simplemente volvía a ser su profesor, en serio nadie comprendía cuanto odiaba ese estúpido estatus de profesor, jamás había querido ser uno.
− ¿Qué hace aquí Granger? – dijo él sin siquiera preocuparse por responderle.
−Bueno pues yo… este yo estoy cuidando de su salud señor.
−Si puedo notarlo, bien ya ha visto que me he recuperado así que puede salir de aquí, no necesito más de su ayuda Granger. –Hermione se ofendió bastante, era un bastardo desagradecido y además se atrevía a echarla del lugar.
−Primero soy yo quien decide si usted está recuperado o no, segundo esta es mi casa como se atreve usted a echarme de cualquier lugar y tercero si tantas ganas tiene de revisar su herida usted mismo, ahí tiene todo lo necesario para que se haga la curación, −Hermione señaló la mesita junto a la cama y salió del cuarto azotando la puerta.
Severus hizo lo que pudo con la herida, pero esta había empezado a sangrar y él no tenía las suficientes fuerzas como para curarse como era debido así que dejo el vendaje como pudo y se durmió entonces por el cansancio.
Los días transcurrieron de igual forma, ella se enojaba con él y él con ella, el ambiente estaba tenso y la joven a duras penas entraba ya a la habitación de Severus, le llevaba comida, le cambiaba los vendajes, porque después de ver como él se había dejado la herida aquella vez, se había negado a permitirle que lo hiciera de nuevo, y eso era todo, comida vendajes y ni una palabra, de vez en cuando le traía algunos libros para que se distrajera y salía del lugar.
Severus se fortalecía conforme pasaban los días, ya no le costaba moverse, e incluso podía ponerse en pie y caminar un poco. Así que decidió que ya era hora de salir de allí, la relación con la castaña se estaba volviendo insostenible. Dio una vuelta alrededor de la habitación, era un habitación convencional, bastante iluminada para su gusto, con una cama matrimonial y algunos muebles lujosos, habían retratos por todos lados, todos de una pareja, un hombre y una mujer abrazados, en el parque o de viaje, pero en ninguna de ellas salía la castaña, exceptuando una foto en la que era ella quien sonreía, pero estaba sola, ese retrato se encontraba en medio de todos los demás. Entonces el hombre tomó un abrigo negro de la ropa que le había dado la castaña, se lo puso, y salió de la habitación.
Severus busco la habitación de la joven y al encontrarla golpeó un par de veces en la puerta, no obtuvo respuesta, sin embargo podía oír música saliendo de ella, así que lo más probable era que se encontrara allí, supuso que la castaña estaría lo bastante enojada con él como para molestarse en abrirle la puerta, entonces el hombre entró sin ser invitado, tenía que despedirse y agradecerle las molestias, ya se había comportado lo suficientemente mal con ella, como para ahora irse sin decir nada.
El hombre entró en una habitación iluminada, con una cama amplia y un enorme estante de libros, pudo ver el objeto del que salía la música, algún artefacto muggle que él no conocía, pero la chica no se encontraba, entonces vio como el humo salía por una puerta entre abierta, sin saber bien porque el hombre se acercó allí, podía ver la silueta de la chica, dibujada a través del vidrio empañado de la regadera, Severus notó lo que estaba haciendo y retrocedió unos pasos para entonces abandonar la habitación, la chica estaba desnuda tras esa puerta de cristal, y él se había comportado como un pervertido mirándola por más tiempo del que le gustaría admitir.
Lo mejor sería esperarla en la cocina, ya pronto sería el momento en que ella bajaría a buscar la comida que habitualmente le llevaba a la misma hora, Severus se sentó en el mesón que había en la cocina y se dedicó a mirar por la ventana, donde unos niños correteaban por la calle, ese vecindario era tan diferente al que lo había visto crecer, y agradeció que la castaña no hubiera tenido que soportar lo que él en su infancia.
− ¿Profesor, que hace usted aquí? – preguntó la castaña algo sorprendida por la presencia del hombre en la cocina, la joven venia vestida con unos vaqueros y un simple esqueleto negro.
− ¿Quiere dejar de llamarme profesor por favor, señorita? Porque no sé si lo ha notado pero ahora mismo no soy su profesor.
−Tal vez ahora mismo no lo sea señor, pero va a serlo en unos cuantos meses, porque ya se lo he dicho varias veces, a pesar de que todos sabemos que es un héroe de guerra, y no vaya a replicar, porque es un héroe y no hay discusión, el ministerio sentencio que los crímenes de sus años como mortífago, serian pagados solo bajo la condición de que trabajara en Hogwarts cuando menos un año más, lo cual indica que al empezar el nuevo año escolar, después de que las reparaciones del castillo concluyan, usted volverá a ser mi profesor y yo seré su alumna, porque no sé si notó mi ausencia, pero yo no curse mi último año allí.
−Sí, ya sé que tengo que volver a ese endemoniado lugar, pero no tiene que andar recordándomelo cada tres minutos. Y respondiendo a su anterior pregunta yo estoy aquí porque…
−Piensa irse ya ¿no es verdad? – preguntó la chica con voz afectada, Severus la miró sorprendido. – puedo preguntarle adonde piensa ir señor.
−Pienso ir a mi casa en la Hilandera.
−Pero si ya le he dicho que alguno de los mortífagos que escapo la destruyó al enterarse de su traición.
−Ya lo sé, pero es imposible que este tan destruida como usted dice.
−Entonces ahora además de mala compañía, ¿piensa que soy una mentirosa?
−Yo no he dicho que sea mala compañía, ni pienso que sea una mentirosa, solo digo eso porque mi casa estaba bastantemente protegida y no creo que ningún mortífago corriente de los que escapo pudiera destruirla, por lo tanto, quien lo haya logrado es muy poderoso y ambos sabemos de quien se trata ¿no?, usted mencionó que todos habían visto morir a Bellatrix, pero que luego nadie había encontrado el cadáver, de ser ella quien ataco mi casa y con la cantidad de magia que debió usar, habrá dejado algún rastro.
−Entonces yo no soy una mentirosa, pero usted es un demente, y perdón por decírselo, pero planea buscar a Bellatrix en el estado en que se encuentra.
−No soy un demente y no planeo buscarla aun, solo quiero recolectar las pistas suficientes antes de que desaparezcan , luego planeo aparecerme en Hogwarts a ayudar con lo que pueda en la reconstrucción, entonces solo me queda agradecerle por todo lo que hizo por mi y disculparme por haber sido tan… maleducado todo este tiempo.
−No entiendo porque tiene tantas ganas de volver a cargar con el mundo entero sobre sus hombros ¿acaso no tuvo suficiente con cargarlo durante toda su vida? No sé si es demente, o masoquista, o solo trata de convertirse en un mártir o esta rayando en el abismo del suicidio, porque no nota que su estado de salud no es lo bastante bueno, como para querer empeorarlo más.
−Y yo no entiendo cual es su maldito problema, ésta es tal vez la única vez que la he tratado decentemente desde que estoy aquí, estoy dándole las gracias por su ayuda y pidiendo perdón por mi comportamiento y ¿usted me trata de demente, masoquista y suicida?
−No sé qué espera de mi, ¿qué me siente a tomar una taza de té, cuando se que usted está por cometer un tontería?, si quiere váyase, ya sabía que esto sucedería, pero no me pida que me sienta indiferente ante la idiotez que va a cometer, porque va a terminar matándose.
− ¿Por qué le importa de repente si muero o no?
− ¡No me importa!− dijo la castaña enojada.
−Bien – contestó el hombre también de mal humor.
−Bien.
−Entonces adiós, −Severus abrió la puerta de entrada.
−Adiós… ¿sabe qué? no importa que se vaya, todos terminan haciéndolo de todos modos− la castaña azotó la puerta tras la espalda del hombre y subió a su habitación.
Severus se apareció en su casa, del lugar no quedaban más que escombros, y aun así no pudo encontrar ningún rastro de magia, era más que obvio que había sido Bellatrix, pero al parecer no era tan descuidada ni impulsiva como antes. Intentó formular algunas teorías sobre el paradero de la mujer, pero nada más que las últimas palabras que le había dicho Hermione se le aparecían por la cabeza, decidió que tenía que volver con ella, había una pregunta que le estaba carcomiendo el cerebro, además no tenía ni las ganas ni las fuerzas para ir a Hogwarts.
Tocó el timbre con un poco de duda, a los pocos minutos la castaña abrió la puerta, la joven tenía los ojos rojos y la nariz colorada, lo miro sorprendida y algo avergonzada.
− ¿Qué hace aquí profesor?
−Yo tengo una pregunta que hacerle, señorita, pero antes ¿cree que sería posible que yo pasara?
− Yo ya no sé lo que sería bueno o no, así que como guste, − Hermione se aparto del camino y dejo la puerta abierta, entonces se dirigió al salón y se situó frente a la chimenea, mirando el crepitar de las llamas, el hombre la siguió cerrando tras de sí.
−Hermione yo…− la joven se giró de repente, era la primera vez que él la llamaba por su nombre, Severus lucía incomodo, él no sabía si lo que recordaba de su estado de inconsciencia sería real o solo una mala pasada de su cabeza y ahora se sentía vulnerable al querer formular aquella pregunta. – verás, cuando desperté recordaba una frase en mi cabeza, no sé si es real pero tú me decías que no me muriera y me pedias que no te dejara sola, ¿Por qué no quieres quedarte sola? ¿Dónde están tus padres? –La chica agachó la mirada y se dejo caer en el sofá, sin decir palabra. Severus se acercó a ella y la tomó por el mentón. – que ocurre, dímelo, tal vez yo pueda ayudarte.
−No puedes− de repente en ambiente se aligeró entre ellos, como si no hubieran tenido todas esas peleas jamás.
− ¿Por qué no lo intentas? – preguntó entonces el hombre, la joven lo miraba a los ojos, entonces ella hizo que el hombre se sentara a su lado.
− Severus durante la guerra, yo hice que mis padres se olvidaran de mi para mantenerlos a salvo, los envié a Australia, cuando la guerra termino fui a buscarlos, yo te deje en San Mungo porque estabas bastante grave y entonces cuando llegue a Australia, ellos habían formado otra familia, habían adoptado un bebe, no me necesitaban, no me recordaban, se habían ido. Regresé a Londres y te traje aquí para cuidar de ti porque Hogwarts no era buen lugar para hacerlo. Pero al final también tú te fuiste, y nuevamente me he quedado sola. Bueno ya respondí a tu pregunta puedes irte cuando quieras. – la chica se puso de pie y se dirigió a las escaleras.
−No pienso dejarte sola. – la chica se detuvo.
− ¿Por qué? –Severus caminó hasta donde ella estaba.
−Porque también yo he estado solo, y tú has sido la única persona que se ha preocupado por mí. – la chica le sonrió y se lanzó a abrazarlo. Severus se tensó.
−Emm lo siento, − él le sonrió de vuelta−muchas gracias Severus, ¿puedo llamarte por tu nombre?, ya sé que ya lo he hecho pero tú no quieres que te diga profesor así que… ¿Qué dices puedo?
−Solo si a ti no te molesta que yo te llame por el tuyo.
− Para nada.
− Bien, ahora ven acá te preparare un té, esa es la forma inglesa para hacer que alguien se sienta mejor ¿no?
−Supongo que sí.
…
−Pero miren a quien tenemos aquí, ¿no estás algo lejos de casa sangresucia?, el callejón knockturn no es lugar para princesitas como tu − Bellatrix sonrió macabramente mirando a la castaña de cabello enmarañado, y se bajo la capucha para que la chica le viera el rostro.
−No sé de que está hablando señora, yo no soy ninguna sangresucia, y no sé si mi atuendo se lo dice pero tampoco soy una princesita, soy una puta por si no lo ha notado, así que ¿va a pedir algo? o mejor siga su camino. ¿Qué demonios me está viendo ahora? – la morena le tomó el brazo donde la joven debería tener un cicatriz que ella misma le había dejado, pero este no tenía nada
−¡Eh! Chicas que dicen de un trió− un hombre que pasaba por el callejón se detuvo tras la espalda de Bellatrix− ella se giro lentamente.
−Yo creo que no. –el hombre palideció al verla.
−L-lo s-siento señora Lestrange, yo me equivoque.
−Mas te vale no volver a hacerlo− dijo ella con voz estridente.
−No, no señora, con permiso− el hombre se alejo con rapidez.
− Si no va a querer nada le ruego que me deje sola señora, está alejando a mis clientes− dijo la chica enojada. –al parecer no le tenia miedo o le daba igual lo que hicieran con ella.
−Bien muchacha, ¿qué dices si te pago lo de dos noches, porque te sientes a hablar conmigo unas cuantas horas? – sonrió Bellatrix sabiendo cual sería la respuesta.
