— ¡Bien! ¡Si no me vas a hablar en todo lo que resta del día, deja de seguirme y lárgate de aquí!
Volteas y lo ves parado en el marco de la habitación, viéndote con sus grandes ojos verdes y enojados porque han estado discutiendo desde que despertaste.
En realidad de un tiempo para acá pelean casi todos los días y cuando no, lloran hasta quedarse secos, pero nunca se tocan. Deseas retomar tu relación como al inicio pero por alguna extraña razón, y desde hace algún tiempo —Ya no puedes recordar cuanto— Harry ya no te abraza, ya no te besa y siempre pone distancia entre los dos. Siempre callado, a veces te sonríe y te ve con devoción pero ya nunca te dice que te ama.
Le das la espalda obstinadamente y te quedas dormido, hasta que sientes como alguien te da un beso en la frente y te aprieta el brazo. Por un momento has tenido la esperanza de que sea él pero te encuentras con el rostro de Hermione sonriéndote.
— ¿Otra vez discutieron?
— Es un maldito terco, míralo ahí está, ni a ti se ha dignado a hablarte.
Por alguna razón que no comprendes ella se agarra a llorar mientras te abraza; piensas que es más sentimental que tú pero te sientes tan bien en sus brazos que no evitas dormir de nuevo.
Ella te mira, ella se compadece. Nunca te culpa. Te torturaron hasta la locura y te obligaron a torturarlo a él también; se saciaron en tu cuerpo y lograron quebrar tu mente. Y piensa que la culpa te carcome, la culpa hace que lo veas en los rincones de cualquier lugar, por eso te encerraron, por eso nunca saldrás de ahí.
¿De que te serviría estar libre cuando estás preso en la locura de tu mente?
