Disclaimer: Harry Potter y todos sus personajes le pertenecen a J. K. Rowling

Advertencia: Este fic es paralelo y complementario de "La Ignorancia", leerlo sin conocer el anterior lo haría incomprensible.


*Curiositas*

"El aburrimiento se cura con curiosidad

pero la curiosidad no se cura con nada"


EL PUENTE

Severus Snape no tenía ninguna duda en principio, simplemente curiosidad.

Su paso se hizo pesado al extremo del puente cuando comenzó a cruzar hacia Hogsmeade, el frío del invierno golpeaba contra él con menos crudeza que los dos meses anteriores pero aun así le enrojecían los pómulos. La capa que traía sobre sí lo abrigaba, se la cruzó sobre el pecho con un sacudón mientras esgrimía una dura mirada hacia un par de estudiantes que cruzaban con él en sentido contrario.

No iba a Hodsmeade por curiosidad, sino porque comenzaba a hacérsele pesado el hecho de andar curioseando sin que esto fuera parte de su voluntad. Quería alejarse del castillo para no seguir husmeando, para que McGonagall no lo observase con suspicacia en el comedor cuando él apenas dirigía su mirada a la mesa de Gryffindor, para que los cuadros no murmuraran a su paso las noches de ronda que lo veían revisar la biblioteca, para que ella no lo sorprendiese otra vez entre el resquicio de las puertas entreabiertas, de los estantes de libros o elevando una sorpresiva mirada por sobre los calderos.

¿Quién sorprendía a quién en esos casos? La mirada de Granger en aquellas ocasiones se retiraba avergonzada como si el atrevimiento fuese suyo... Qué extraño. Todo se había vuelto extraño desde que la insoportable sabelotodo cayó en el más profundo de los silencios en sus clases, pero fue tornándose insoportablemente peculiar en cuanto ella comenzó a retirar todo contacto con él. Si antes su voz se había apagado, ahora la señorita Granger impedía dirigirle la mirada aun en la más importante de las explicaciones y si su camino amenazaba a cruzarse por los pasillos ella aceleraba un paso militar, se abrazaba a sus libros y bajaba la cabeza con la habilidad de encontrar la primer salida lejos de él. Al principio no tomó en cuenta estos comportamientos, pero a medida que todos ellos se fueron sucediendo con constancia y agravándose... no pudo sino darse cuenta y comenzar a interesarse por el origen de todo aquello. Después de todo siempre había sido un científico, un investigador, un curioso.

-Profesor Snape... -un alumno de Slytherin le dirigió una odiosa mirada de admiración mientras lo saludaba. Era un pequeño de primer año. Snape frunció los labios y siguió camino como toda respuesta. El día estaba gris y el puente se le tornó terriblemente largo.

Tampoco es que tuviese apuro para llegar a Hogsmeade. Le hacía bien caminar, sentir el aire golpeando su rostro. Estaba vivo.

Estaba vivo.

Jamás creyó que sobreviviría a la guerra, ni a Nagini.

"Vulnera Sanentum" la varita de la señorita Granger había tocado su pecho aquella noche, lo había sanado. El calor de aquella noche volvió a expandirse dentro de suyo. Fue un extraño sueño. Todo se había vuelto extraño.

Lo extraño naturalmente causa curiosidad.

Bajó el rostro y se encontró con la vista clavada al suelo mientras soltaba un bufido de molestia que se hizo vapor en el aire, pero nada frenaba su camino. Podía oírse el silbido del viento y su paso aplomado, y de vez en cuando algunos otros pasos de quienes volvían de regreso al castillo.

Un anochecer acompañó a Granger al castillo, fue durante ese mismo invierno. Ella no estaba de acuerdo en que la acompañase, habían estado en la cabaña de Hagrid por coincidencia. Recordaba perfectamente el momento en el que entró y se topó con la presencia de la señorita Granger tiesa en su lugar, con los ojos deslizándose en todos los rincones de la habitación con nerviosismo. Él también se irguió y sintió un abismo abrirse entre ellos al tiempo que se ignoraban y el silencio invadía la instancia. No se oía a Hagrid, sólo el crujir del fuego y una sensación de inquietante incomodidad que supuso compartida.

Hagrid los obligó prácticamente a regresar juntos. Recordó que Granger no siguió a su lado sino más bien bastante más atrás. Él estaba apurado por llegar porque lo exasperaba que ella actuara tan extraño, quería huir de esa incomodidad. Ella parecía seria y enojada... Siempre lucía seria, desde el primer día de clases tantos años atrás... Pero aquel anochecer se veía bastante más tensa de lo normal, con el seño marcado profundamente mientras volvía a esconderle la mirada y se cubría media cara con la bufanda oro escarlata. Iba muy atrás, rígida, quizá por el frío.

Frío fue el de aquella noche cuando la sacó del lago helado, cuando corría de la bestia de tres cabezas que vivía en el bosque... Tonta Granger, parecía arreglárselas para meterse en problemas aun sin Potter y Weasley.

Las manos de Snape tocaron los pliegues internos de su capa mientras seguía avanzando por el puente. Hacía poco esa misma capa había arropado a Granger luego de sacarla del lago, la llevó envuelta en ella hasta la enfermería... y durmió así. Qué extraño… como todo. La salvó de morir prácticamente. Ella volvió para agradecerle hacía unos días, él ni siquiera la observó.

Era mejor así.

Qué extraña resultaba, y cuántos matices se desplegaban en la vida una vez que todo hubo acabado. Desde que tenía memoria vivió al calor de la infelicidad, del castigo, del dolor, de la pérdida... de la amenaza constante. Ahora todo aquello se había ido, vivía en la frialdad de la nada, no tenía de quien vengarse ni porqué vivir, todo había quedado saldado en su fuero interno. Quizá por eso antes todo parecía seco y gris, inerte, simple... él iba a un colegio con montones de mocosos mientras que era espía en una guerra que terminaría por acabar con la humanidad... ¿Qué iba a diferenciar allí? ¿Qué colores nuevos iba a hallar si el resto del mundo para él no era más que el telón de fondo donde cundía la peor de las tragedias? Jamás entendió cómo Dumbledore fue capaz de disfrutar de la vida estando combatiendo tan cerca de la muerte todo ese tiempo. ¿Cómo podía Albus tener esa sonrisa y esas palabras amables y risueñas cuando estaba hundido hasta el cuello en la podredumbre del mal? Sin dudas había sido un sujeto excepcional.

Pero ahora la guerra había terminado... y todo dejó de verse tan gris. Y quizá por eso la había visto actuar tan distinto a siempre... y por eso su curiosidad terminó enfocándose allí.

Nada interesante pasaba en el colegio y, sin guerra, el telón de fondo se convirtió de repente en la obra principal que veía frente a sus ojos. Jamás había creído que sobreviviría a todo, jamás pensó que habría un después y, por ende, jamás diseñó una vida para aquel momento.

No estaba seguro sobre qué haría con su vida, pero no le cabía duda de que no desperdiciaría el tiempo como Granger en una poción de des-amor.

¿Para qué?

Alguna vez fue joven, es cierto, y había sentido los terribles síntomas del enamoramiento... por la persona equivocada. No le parecía que la señorita Granger fuera de las que se dejan arrollar por los sentimentalismos, aunque debía reconocer que alguna vez la vio sumamente "histérica" cuidando de Weasley en la enfermería, incluso peleándose con otra alumna por ver quién velaría por él.

Como si Weasley fuera la gran cosa.

Era sólo un alumno mediocre.

Y Granger era… más.

Quizá la muchacha ya había caído en cuenta de ello y estaba decidida a hacer la poción para desenamorarse de él y buscar un rumbo más prometedor.

... y como si alguna fuerza superior quisiera sacarlo de su deducción, al terminar el camino del puente y pisar en el pueblo de Hogsmeade... vio la cabellera anaranjada de Weasley llamándole la atención, vio dos presencias, vio un beso. Eran ellos. De repente dejó de sentir frío y los músculos de su cuerpo le exigían movimiento. Quitó las manos de debajo de su capa y la tiró hacia atrás con violencia, dejando libre la parte frontal de su torso. Pasó junto a ellos con el paso acelerado, nervioso, con el gesto severo de siempre.

Pasó de largo, no vio el respingo de Granger ni la mirada preocupada de Ron, no vio a Potter y a la chica Weasley que lo cruzaban de frente. Sólo caminó con violencia hasta la Tres Escobas, observó con desdén a su compañía (en vista de que medio Hogwarts estaba allí) y pidió algo fuerte.

Se dijo que lo que lo había violentado tanto había sido el hecho de haber errado su hipótesis. Nada más... nada más...


EL CALDERO

Hacía mucho tiempo que ningún alumno había mostrado curiosidad más allá de la clase. Todos se limitaban a sus pociones recetadas por los libros escolares. Quizás el último que quiso saber más fue él mismo cuando era alumno, pero ningún profesor en ese entonces estuvo decidido a ir más allá, todos estaban ocupados, o él simplemente se sentía superior a ellos y no aceptaba lecciones extra. Él mismo podía corregir los insulsos y poco prácticos libros de pociones.

Granger mostró interés en cierto modo por su materia, no ensayaba un encantamiento nuevo o un estudio histórico sobre la quema de brujas... quería hacer una poción. Él debía alentar aquella curiosidad.

O al menos asistirla.

Recordaba la noche en la que Granger le pidió su ayuda indirectamente, fue fuera del castillo una velada de fiesta en la que ambos celaron los alrededores. La compañía de Granger podía no ser molesta cuando no estaba interrumpiendo la clase con sus acotaciones (para colmo, siempre acertadas).

-Profesor... -Snape carraspeó y le pidió que entrase. Era de noche, luego de la cena. La poción de desamor de Granger parecía plausible, la habían estado preparando durante unas tres semanas.

Ella entró, le obsequió una sonrisa tímida y se dirigió con la cabeza a gachas (pero la sonrisa tensa) a su propio caldero. Slughorn tenía razón en cierto punto, era un placer (o no era tan tedioso) enseñarle a Granger, se concentraba en seguir sus instrucciones y no cuestionaba ni a las Sagradas Escrituras que yacían en los libros ni a la sabiduría indiscutible del profesor. Aunque había un cierto conflicto cuando el mismo Snape cuestionaba las recetas, la señorita Granger en esos momentos titubeaba hasta terminar por decidirse a seguirlo a él.

Lo hacía sentirse admirado más que temido.

Granger no le temía.

-¿Así está bien? -Snape soltó su cuchara y caminó con el paso firme hasta donde se encontraba Granger, se detuvo detrás de ella y espió sobre su hombro el aspecto del caldero.

-Revuelva un poco más... -le indicó sin moverse de su posición, ella obedeció con el aspecto rígido de quien está muy cerca de una amenaza. Snape dio un paso atrás para dejarle más espacio. Granger se relajó.- Mejor, agregue el resto del polvo...

La tensión era evidenciable pero nunca se sabía qué la originaba. En algún momento pensó que Granger lo detestaba por su actuación como doble espía o algo por el estilo, pero luego simplemente se dio cuenta de que no era eso lo que la hacía tratarlo con tanta parquedad, una parquedad absolutamente distinta a su anterior actitud con él.

A ella tampoco parecía molestarle que él no la tratara con la complacencia de los otros profesores, era consabido que Granger se había ganado el beneplácito de todos ellos en su trayecto por Hogwarts. El suyo también... es decir, era conciente de la marcada superioridad de Granger respecto a los demás, pero eso no hacía que la considerase especialmente.

O que lo demostrara.

-¿No cree que sean demasiadas escamas de reptil? -Snape no respondió, simplemente negó con la cabeza mientras seguía en sus experimentaciones. ¿Por qué lo había escogido a él como tutor? Slughorn era mucho más condescendiente, no ahorraba halagos con sus alumnos y siempre buscaba a los mejores para llevarlos bajo su halo... ya se había sacado su foto con Granger y la había acomodado en la repisa de su oficina.

Una sonrisa sarcástica curvó los labios de Severus de tan sólo pensar la envidia que debió sentir Slughorn cuando supo que él era el tutor de Granger.

Que Granger lo había solicitado a él.

No a otro, a él.

-¿Pasa algo? -al levantar la vista vio una sonrisa corta de la muchacha mientras lo escudriñaba con la mirada, el profesor carraspeó reasumiendo su postura y gestualidad fría e inerte de siempre. La observó elevando una ceja y ella volvió a mirar su propio caldero con nerviosismo.

-Continúe en lo suyo, Granger.

No iba a pasar mucho tiempo en silencio, él lo sabía. Si no era una pregunta era un comentario, pero Granger siempre tenía algo que decir para cortar el silencio. ¿Acaso no podía apreciar el sonido del burbujeo y el crujir de las brasas?

-Señor... ¿puedo hacerle una pregunta?

Bingo.

-Espero que sea sobre su poción, Granger.

-No, de hecho... -ella sumergió nuevamente la mirada en su pócima y continuó revolviendo con un gesto de incomodidad indiscutible.

-Continúe...

-Nada, está bien... Olvídelo. Perdón.

Snape la vigiló por el rabillo del ojo pero ella no volvió a levantar la mirada. Quizás había sido demasiado brusco.

-De hecho... Quisiera preguntarle qué prefiere más.- el profesor arrugó el ceño buscando entender y los ojos castaños de la muchacha se enfrentaron nuevamente a los suyos- ¿Defensa contra las artes oscuras o Pociones?

-Eso no le incumbe ¿o sí? -la pregunta de Snape no dudaba, la Gryffindor gesticuló una disculpa con los labios y volvió a encogerse sobre el caldero.- Para aliviar su curiosidad, le diré que ambas asignaturas me... parecen interesantes...

Ella asintió mientras acomodaba un mechón de cabello tras la oreja, no lo miraba.

-¿Y usted?

Snape arrugó el ceño al sentir como su pregunta salía de los labios. Quizás había sido sólo una pregunta por cortesía, una conversación común... pero fue extraño. Su alumna pareció también coincidir con su extrañeza porque titubeó antes de dar una respuesta.

-¿Yo? -Snape no dijo nada y ella debió continuar bastante vacilante- Bueno, yo... no tengo una asignatura preferida, pero sí hay algunas que preferiría evitar...

-¿Puede saberse... cuáles?- otra vez. Tonto de él, ¿acaso no podía cortar la conversación? El burbujeo de los calderos y el chisporroteo de las llamas ahora eran consumidos por su propia voz.

-¡Oh, Adivinación, por supuesto! -ahora Granger no había titubeado ni un segundo, se cubrió la boca con el antebrazo para evitar hacerlo con sus manos manchadas de distintos ingredientes, blanqueó los ojos y lo miró, él sonreía escuetamente.- No... es decir...

-No le diré a Madame Trelawney si es lo que teme.- cortó de inmediato, Hermione (es decir, Granger) sonrió divertida y calma, volvió a su caldero. Snape no pudo evitar recordar la predicción de su colega en la sala de dirección de McGonagall, Trelawney era extraña y poco fiable con sus adivinaciones. A él tampoco le gustaba lo que no fuese algo práctico, palpable...

"Algo en común" pensó con inocencia, porque hasta el momento intuía que todo entre su alumna y él eran polos opuestos. Excepto quizás por su intelecto.

O no.

Odiaba admitirlo, pero quizá Granger era más lista de lo que él fue a su edad. Los años de ventaja sin embargo alargaban la brecha y lo hacían superior por experiencia.

¿Cuántos años se llevaban? Casi dos décadas.

-Será todo por hoy. -soltó él como una orden. No hacía falta que dijese más, ella ordenaba todo lo suyo, apagaba el fuego y dejaba el caldero reposando en otro sitio que no estorbase. Todo en silencio mientras él hacía lo propio con sus materiales. Era bueno entenderse sin tener que recurrir al habla, que ella fuese metódica y ordenada.

-Entonces... hasta mañana, señor.- él nunca respondía y Granger cerraba la puerta sin esperar que lo hiciera. Sabía que por la mañana la vería en la clase y ambos actuarían con la naturalidad habitual, nadie sabía que él le daba clases privadas a excepción de sus colegas. Los Slytherin pondrían muy mala cara si se enteraban.

No es que fuese un secreto, pero se mantenía en privado.

Snape terminó de ordenar y apagó las luces antes de entrar a su dormitorio. Alguna luz se colaba por las ventanas y permaneció parado sujetando el picaporte de la puerta, viendo el brillo que reflejaba la loza oscura del caldero de Granger, reflexionó unos minutos antes de cruzar el umbral. Hasta la semana siguiente, cada día, el caldero le recordaría que ella iba a volver para seguir con su poción.

Una vez le preguntó indirectamente a Granger para qué quería la poción, que no tenía importancia si ella era correspondida por Weasley... o eso dio a entender. Ella dio a entender que ya no salía con el amigo de Potter ni con nadie más.

¿Entonces?

Sentía curiosidad por el fin de la pócima además de sus efectos.

... Quizá prefiriese Pociones.


EL BOSQUE

Si hay algo que le causa curiosidad a todo alumno de Hogwarts, sea de la Casa que sea, eso es el Bosque Prohibido. Quizás el mote de prohibido ayudara un poco a incentivar esa curiosidad. Sin embargo, no eran muchos los que se decidían a violar las reglas para adentrarse en él. Granger era sumamente apegada al reglamento, pero había traspasado la primera barrera de pinos desde su primer año en Hogwarts... e incluso hasta ahora que estaba por graduarse.

Supuso que enmarcaría todo en un halo de permisibilidad si la acompañaba.

Y más si ella era la encargada de la cesta.

-¡Apresúrese, Granger! A ese paso tendremos los ingredientes para la próxima navidad.

-... en ese caso -la muchacha trastabilló con una raíz de sauco bastante fina que sobresalía de la tierra- tendré que pensar en qué regalarle... Una pócima para la Paciencia estaría bien, señor.

-¿Acaso no soy demasiado paciente con usted? -. Con el tiempo Granger se había atrevido a replicarle, mantenían la postura formal y el dejo de fina ironía permanecía flotando en todas las frases que cruzaban. Se había vuelto casi entretenido, pero no hablaban demasiado, al menos no largas charlas. Todo se basaba en discusiones que no profundizaban, debates a medias y reclamos traspapelados entre falsa cortesía.

Hacía mucho que Granger no temblaba de la impotencia por guardarse una respuesta. Hacía bastante que él presionaba para ocultar la sonrisa que se le dibujaba cuando ella devolvía las ironías con perfecta maestría.

Y hacía demasiado que él se descubrió disfrutando de su presencia.

En algún punto se odió por ello, pero la señorita Granger llenaba la monotonía de un tono muy distinto al negro y gris de siempre. A veces, cuando estaba a solas, planificaba alguna conversación posible con ella para tener preparados los mejores remates que terminaran enmudeciendo su impertinencia.

Se sentía tonto al descubrirse practicando aquel ejercicio pero... le gustaba la sensación de tener al menos con quién pelear. Desde que Dumbledore había fallecido ya no oía sus bromas fastidiosas en la mesa del comedor. Sí, porque eso hacía con Granger a pesar de las ásperas apariencias, bromeaban.

Y aun sin hablarse, así... caminando en fila, sin mirarse... sólo sabiendo que la muchacha lo seguía detrás, oír sus pasos y conocer su cercana presencia, que lo tensionaba y lo mantenía a la defensiva en espera por algún combate verbal... Eso solo parecía un cambio completo en su vida.

A veces aquel cambio lo fastidiaba, y a veces, como en aquel momento, en el que se acercaba a Granger y depositaba los ingredientes en la canasta, luego de las batallas irónicas, en el más íntimo de los silencios, sin mirarse, sintiéndose cerca y ambos en la misma actividad... él presentía que ella pensaba en todo aquello también, porque su postura la delataba... estaba tan rígida y a la defensiva como él, como él también evitaba mirarlo pero lo veía... se notaba.

Era difícil de explicar.

En aquella tensa cercanía que cualquiera pudiese objetar de distante, fría, formal... ellos sabían que estaban más cerca de lo que jamás habían estado.

-Sigamos... -prorrumpió él dándose la vuelta mientras marcaba el paso, Granger obedeció con su paso torpe entre la abundante vegetación de primavera. Él sentía que lo miraba mientras avanzaba y el solo hecho hizo que cambiara el paso por uno más aplomado y premeditado, acartonado.

Qué curioso.

Tan observado e incómodo se sintió que debió darse la vuelta para verla. Ella no lo estaba mirando como él pensaba, se mantenía de pie bastante lejos restregándose la mirada.

-¿Granger? -se acercó a verla con algo de preocupación, nunca podía saberse qué clase de insecto o alimaña podrían cruzarse en el camino. Por algo el bosque estaba prohibido... él no debió pedirle que lo acompañara, era una idea estúpida ¿por qué lo hizo? Si ahora Granger debía ir a la enfermería él sería cuestionado por McGonagall... por supuesto que comprendería que se trataba de una excursión con una alumna avanzada a recoger materiales para experimentaciones... pero...

-Debe ser el polen, soy alérgica. -Snape abrió los ojos con incredulidad mientras continuaba clavándole la mirada, una parte de él suspiró aliviado pero la otra continuaba reclamándose por llevar a Granger hasta esas instancias.

¿Ella estaría de acuerdo o lo hacía por obligación?

Volvieron al camino, pasó por delante de él (impertinente) y Snape permaneció mirándola antes de seguirle el paso. Tuvo una revelación: no podría permitirle a ningún alumno nada de lo que le dejaba pasar a Granger.

No se imaginaba andando ese bosque con cualquier alumno, por más que fuese el más adelantado de su Casa… ni mucho menos se imaginaba reprimiendo una sonrisa ante los sarcasmos de ninguno de ellos.

Quizás era porque era el último año de la señorita Granger.

Y porque era amiga de Potter.

¿Qué clase de Sabelotodo alérgica al polen ingresaría al bosque en primavera?

-No es necesario que esté aquí, puede volver. –el tono se Snape sonó casado y bastante irritado, pero ella no le respondió, la Gryffindor continuaba su camino delante de él con bastante prisa.

Snape bufó y continuó hasta sobrepasarla en su andar. ¿Por qué Granger seguía allí? ¿Por qué no le respondía?

¿Por qué le había pedido ser su tutor?

¿Por qué no podía verlo de frente en clase?

¿Por qué sentía él tanta curiosidad al respecto?


N/A: Hola de nuevo. Esto que han visto aquí ha sido un ensayo sobre la perspectiva de Snape, un poco edulcorada quizá, sobre algunos episodios transcurridos en mi fic anterior "La Ignorancia". Otra vez creo que lo haré más extenso, no sé si en otro one-shot aparte o sobre éste para no sobrecargar con distintos títulos sobre lo mismo... Quise hacer algo corto pero nuevamente cuando voy a publicarlo siento deseos de más.

Incluso esto nació para dar pie a un lemon (?) pero por algún motivo quedó así... jajaja Son indomables las historias.

La idea era traer a colación distintos sucesos cuasi insignificantes y anecdóticos en los que pueda traslucirse el interés que de Snape surge hacia Granger... una vez que ya se ha encendido, es cierto, no describí sus orígenes porque creo que está narrado en el fic anterior. En fin... Veré si hago algo más digno que estas recopilaciones sosas xD Disculpen y sean bienvenidas las correcciones.

Saludos a todas! Gracias por leer, espero que lo hayan disfrutado a pesar de lo trillado.