Obviedades

Disclaimer: El universo y sus personajes son obra de la maravillosa JK Rowling, yo solo los utilizó para pasar un buen rato sin ánimo de lucro, por supuesto.

N/A: AU, Draco y Harry viven juntos, Harry es auror y Draco tiene su propio negocio de pociones. Obviamente, se trata de un Drarry, es decir, SLASH si no te gusta, no lo leas. Muchas gracias, R&R.

La primera vez que supe que Draco me quería era un lluvioso día de septiembre. Llevábamos ya un año juntos, un año de polvos fenomenales y de poca expresión de sentimientos. El año más maravilloso y más difícil de mi existencia. Analizándolo fríamente quizás había sido una completa locura haberle pedido que se viniera a vivir conmigo tras una semana de dormir juntos, pero lo hecho hecho estaba.

Draco y yo teníamos dos caracteres muy fuertes y dos puntos de vista muy distintos de los aspectos más básicos de una vida en común. Eso conllevaba muchas veces peleas innecesarias. Pero ambos éramos testarudos, mucho. Si en verdad nos habíamos propuesto estar juntos, lo conseguiríamos aunque solo fuera por no dar nuestro brazo a torcer. Pero eso no evitaba que muchas veces tuviera miedo de que Draco no estuviese cuando volvía a casa después del trabajo.

Especialmente ese día. Me habían dejado una misión supersecreta y tuve que irme prácticamente con lo puesto. Solo le pude dejar una nota, una nota en la que decía que no sabía cuándo volvería o si lo haría. Ni siquiera había podido despedirme de él. La misión fue un éxito si, pero yo tardé un mes entero en volver. Debo admitir que estaba asustado de que se hubiera hartado de esperar por mí. Ese miedo se vio reforzado nada más poner un pie en el salón.

Todo estaba exactamente igual a como lo había dejado yo dos semanas antes. Todo estaba en su sitio exacto, ni un cuadro movido ni un trozo de pergamino más arrugado. O al menos eso me parecía a mí. Lo único que hacía pensar que había transcurrido un tiempo era el polvo que cubría todas las superficies de la casa. Las cortinas seguían abiertas dejando pasar la luz, exactamente como están cuando yo me quedo en casa. No pude evitar pensar por un instante que quizás Draco no me quería como yo a él, después de todo él nunca me había dicho que me amaba, solo se limitaba a besarme cuando yo se lo decía a él.

Intentando bloquear mis malos pensamientos, subí a la habitación. Todo estaba igual que como lo había dejado. Todo excepto dos cosas: una taza de café medio vacía encima de la cómoda y faltaba la nota. Salí de allí y me sorprendí al encontrar la puerta del despacho de Draco abierta. Entré y entonces le vi.

Estaba acurrucado en el sillón de la esquina, en mi sillón viejo e incómodo, según Draco. Estaba ahí, abrazándose a sí mismo y con su cabeza apoyada en sus manos. Con mi suéter azul puesto. El suéter horrible que me tejió la señora Weasley y que era tan espantoso que yo solo lo usaba para dormir.

-Draco-dije con infinita suavidad mientras me arrodillaba a su lado.

-Ya estoy soñando de nuevo, Harry. Cada vez eres más real.- y su mano acarició mi cara tan lentamente y su mirada reflejaba tanta dulzura que se me ocurrió que quizás lo que pasaba no era que Draco no me quisiese, quizás no se atrevía a expresarlo.

-Draco, soy yo.

EN ese momento me abrazó muy fuerte. Nunca jamás en toda mi vida me sentí tan protegido como en ese momento, en su s brazos. Y me juré a mi mismo que jamás volvería a hacerle pasar por esa angustia. Jamás. Porque Draco me quería, aunque nadie lo viera, aunque el mismo no se atreviera a decirlo. Me quería. Tanto como yo le quería a él. Y eso era suficiente para mí.

-Pensé que… El departamento de aurores no me dijo si… No vuelvas a irte, Harry. Por favor.

-No volveré a dejarte así, amor. Te lo prometo. Jamás.

¿Por qué quien puede necesitar oír tres palabritas de nada cuando lo que tenía enfrente eran los ojos más grises que pueden existir brillando solo para mí?