Prólogo

El despertar

Poblado a las afueras de Kyoto, Japón.

12:35 Pm del 27 de Agosto de 2016

Es un día soleado

Un joven pelinegro camina de manera distraída por las calles de Kyoto, observando el contenido de sus tiendas con interés y curiosidad. Lleva una sonrisa cálida en el rostro, disfrutando de la vista y el clima.

Cuando va a cruzar la calle, se asegura de mirar ambos lados antes de cruzar, más un llamado masculino lo distrae.

-¡Eugene-san!

El muchacho voltea y responde el saludo de otro hombre a quien no se le aprecia el rostro, pero el joven lleva una sonrisa muy grande en su rostro. Cuando el conocido da señales de irse, Eugene se voltea con la intención de cruzar la calle, sin revisar una segunda vez.

En media calle, el sonido de las llantas de un auto derrapar rompe la tranquilidad del ambiente.

Eugene voltea y para su sorpresa y horror, un auto viene a alta velocidad hacia su persona. Siente el impacto del metal, todo se le pone negro y lo último que escucha es el grito horrorizado de una mujer y de su conocido llamarlo.

(...)

-...ugene...

Todo se encuentra oscuro, más una débil voz se escucha en las penumbras. De repente una luz blanca comienza a salir de lo más profundo de la oscuridad. Lo siguiente que se ve es a Eugene, abrir los ojos de golpe, como quien despierta de una pesadilla, dejando ver el azul grisáceo de sus ojos en todo su esplendor.

A su lado, una joven vestida de enfermera lo mira con sorpresa. Deja caer la bandeja con utensilios al suelo y sale corriendo por la puerta, gritando por el doctor.

Eugene, aun adormilado, abre los ojos encontrándose a sí mismo en la habitación de un hospital. El muchacho se sienta con dificultad sobre la cama, tratando de procesar todo lo que le ha pasado. Desde el choque, hasta las conexiones en sueños con la asistente de su hermano. Tan concentrado se encuentra pensando en ello, que no se ha dado cuenta de los cambios en su propio cuerpo; como el que su cabello este más largo y este muy delgado.

El sonido de la puerta abrirse lo hace sobresaltarse, viendo a su amigo, el mismo del incidente, entrar a la habitación en compañía de otras dos enfermeras.

-¿Yuuto-san? – lo llama Eugene, sorprendiéndose internamente de escuchar su voz tan ronca.

Yuuto solo sonríe y corre a abrazar al pelinegro.

-Gracias al cielo, amigo. – susurra en la oreja del muchacho. Eugene, por la sorpresa no corresponde el abrazo. – pensé que nunca despertarías...

Como si de un botón se tratara, esas palabras hacen que Eugene comprenda completamente su situación. La cabeza se le nubla con cantidad de preguntas, pero solo una sale de sus labios.

-¿Cuánto tiempo? – pregunta bajo, lo más claro que su voz le permite. - ¿Cuánto tiempo, Yuuto-san?

El hombre de cabellos verdes suspira, y suelta al joven, para separarse y mirarlo a los ojos .

-Un año, Eugene-san...- responde el médico – Hoy es lunes, 4 de septiembre del 2017. Tienes un año y una semana de haber entrado en coma, Eugene-san...

(...)

Eugene Davis suspira viéndose en el espejo de la que hasta el momento, era su habitación. Lleva puesto unos jeans negros, una camisa blanca de botones y manga corta, y unos zapatos negros. A pesar de que las prendas son de su talla, Eugene no se siente cómodo con ellas. Más no tiene opción, son suyas ahora.

El chico camina hasta la entrada de la casa, donde se encuentra un taxi esperándolo. Al lado del auto, se encuentra Yuuto, vistiendo ropa casual: Unos jeans grises, una camiseta roja y unos zapatos deportivos, es su día libre.

El hombre peliverde sonríe al ver a Eugene salir de la casa con una carpeta en la mano. Cuando el chico pelinegro se le acerca, procede a darle sus indicaciones de médico.

-Recuerda, Eugene, que no puedes sobre esforzarte. Solos tienes mes y medio de haber despertado del coma, tu cuerpo no está en su máxima capacidad.

-Si Yuuto, lo tomaré en cuenta. – responde el chico, guardando la carpeta con la información que necesita para encontrar a su hermano. – Igual no creo que me dejen ir solo a la tienda una vez que regrese – comenta divertido, pero su sonrisa tambaleo. Señal de sus nervios

Yuuto sonríe y le extiende una mano al muchacho, en son de despido.

-Entonces creo que mi trabajo ha terminado. – comenta, mostrándose tranquilo aunque en el fondo se siente nostálgico – aunque me van a hace falta esas caminatas de recuperación, son muy buenas para la salud ¿sabes?

-Mejor que nadie –responde Eugene, estrechando su mano con la de Yuuto. Jadea cuando el hombre lo jala, encerrándolo en un abrazo. Eugene sonríe y corresponde, palmeándole la espalda al médico peliverde. - gracias por todo, Yuu. No sé qué habría pasado si no hubieras estado ese día.

-No hay de que, Gene – responde el médico- recuerda mantenerte en contacto. No porque encuentres a tu familia me vas a dejar botado. – dice melodramático, sacándole una risa divertida a su acompañante.

-Claro que no. – responde con obviedad, ya rompiendo el abrazo. – Nos vemos, Yuu. – se despide, mientras se monta en el auto.

-Nos vemos, Gene – una sonrisa ladeada aparece en el rostro del médico. – saluda al científico idiota de mi parte. – dice, alejándose del taxi.

- sino me mata primero, claro que lo haré.

Ambos hombres ríen, y se despiden una última vez antes de que el auto arranque.

En el transcurso del viaje, Gene dirige la vista hacia el paisaje, sintiendo nostalgia.

Dejará atrás la tranquila ciudad de Kyoto, para entrar al mundo ajetreado de Tokyo.

(...)

Tokyo, Japón. 6:43pm

16 de octubre, 2017

Shibuya Kazuya se encuentra sentado en su oficina como es de costumbre. El joven pelinegro se encuentra revisando los archivos de una investigación que acaban de terminar. Sus pupilas de azul índigo se pasean con rapidez sobre las letras impresas, mientras su mano derecha guía su taza de té recién hecho hasta sus labios. Va por la mitad del documento cuando abren la puerta de su oficina de forma estridente.

Naru, como se le es mejor conocido a Shibuya, da un pequeño brinco en su silla ante el susto. Levanta la vista hasta la puerta, esperando ver a alguno de los miembros hiperactivos de su equipo, pero se saca de onda al ver a un alterado Koujo Lin. Levanta una ceja en una muda pregunta, pero todo lo que obtiene por respuesta en un débil jadeo del hombre.

-Ti-tienes que ver esto, Oliver...

El muchacho frunce el ceño al escuchar su nombre real. Rápidamente toma la carpeta de su escritorio y camina hasta la puerta. Cuando pasa al lado del pelinegro, le deja una advertencia severa.

-más te vale que tengas un buen motivo para esto, Lin.

Tras eso, sale de la oficina con la vista en el documento, asegurándose que está en buenas condiciones. Tras eso, Naru levanta la vista hacia la sala de espera de la oficina y se detiene al visualizar quien está de pie en la sala.

Oliver no lo cree, no lo puede creer. Sus ojos deben estarlo engañando, pues imposible que él se encuentre allí, sentado en el sofá, muy tranquilo comiéndose una barra de cereal.

-¿Ge-gene?

Más su propia boca lo traiciona, mencionando el nombre del chico con estupefacción. Quien quiera que lo viera en estos momentos, no lo reconocería como ShibuyaKazuya, el narcisista líder de SPR. Ni como el profesor Oliver Davis, el reconocido investigador paranormal.

El invitado voltea, y sonríe ampliamente al joven idéntico al él.

-Hola Noll...

Continuara...

Corrección finalizada el 9/10/17

Esta historia girara entorno a los hermanos Davis, quienes compartirán junto a su equipo de JapanSpecialPsychicResearch el protagonismo con los hermanos Lawler, y su equipo de investigación de demología.

La pareja principal será Narai, es decir, Oliver Davis x Maitaniyam (personajes originales de la serie) y su gemelo, Eugene Davis x Occ