Notas iniciales: Esto pretenderá ser un conjunto de oneshots, cuya única conexión entre sí será el romance. Es decir que no habrá ningún tipo de relación entre las historias que serán contadas, más allá de que en todas intentaré relatar escenas en las que los personajes demuestren su amors (L) siempre basándome en las consignas propuestas por el foro.
I
Desde el día del accidente
Se quitó el apretado traje y estiró un poco las piernas antes de ponerse el kimono. El cuerpo le dolía como nunca antes y se arrepentía de no haberse preocupado por estar en forma o tener una buena condición física antes. Ocupada como había estado, ayudando en los labores domésticos de la aldea, ni siquiera había tenido el tiempo para considerar la posibilidad de entrenar. Sin embargo, en el último tiempo parecía que tener un cuerpo fuerte y ágil era una necesidad urgente en su vida, debía ser capaz de defenderse a sí misma de los posibles peligros a los que todos los humanos de aquella época estaban expuestos. Se palmeó los muslos y un suspiro escapó de sus labios.
Todavía recordaba con absoluta nitidez el episodio: aquel espantoso youkai se había abalanzado sobre ella mientras recogía plantas en el bosque. Creyó, durante un momento que parecía eterno, atemporal, que ese sería su fin. No temía a la muerte así que simplemente cerró los ojos, esperando el inminente ataque. Fue un siseo cortando el aire seguido del sonido de carne desgarrándose lo que la alarmó, el susurro de la guadaña en acción era demasiado conocido para ella. Abrió los ojos para encontrarse con que su atacante, cuyo brazo era ahora una herida sangrante, había decidido cambiar su objetivo. Su mirada castaña continuó más allá del ser maligno hasta visualizar a su salvador. Todo el temor que no había sentido hasta entonces se condensó en su pecho, formando un nudo que no le permitía respirar. Los ojos del joven que estaba tras el agresor, Kohaku, estaban llenos de espanto y le gritaban que escape, distrayendo por un momento su atención de su adversario. Incluso antes de que el youkai ataque, Rin supo que ya era demasiado tarde para que el exterminador salga ileso. Esas milésimas de segundo que se había demorado mirándola le habían dado la ventaja al demonio, que dirigió el brazo que le quedaba directo al frágil pecho del humano. Rin ahogó un grito cuando lo vio saltar hacia atrás con una destreza admirable, pero totalmente humana, que no logró evitar que las garras atravesasen su cuerpo. Con el último vestigio de fuerza que le quedaba, Kohaku lanzó su pesada arma hacia su oponente, con una técnica que remitía a sus años de entrenamiento infantil.
Mientras tanto, el cerebro de Rin no parecía poder coordinar ideas, su cuerpo había actuado por inercia y corría en dirección al muchacho con los ojos llenos de lágrimas. Por favor, Kohaku... Tenía tan poca consciencia de lo que ocurría que ni siquiera advirtió que la guadaña le había dado de lleno al enemigo, atravesándole la cabeza. Sintió, sí, el caliente y pegajoso líquido caer sobre ella, salpicándole la cara, el cabello, la ropa con una sustancia que no llegaba a reconocer. Solo cuando estuvo arrodillada junto a Kohaku, que yacía en el suelo desmayado, su mente empezó a despejarse y reparó en que estaba bañada en la sangre del monstruo. No tuvo la entereza ni para sentir asco: lo único que importaba ahora era Kohaku, saber cómo estaba y qué tan graves eran sus heridas. Su pecho horriblemente herido subía y bajaba con lentitud y Rin no recordó haber sentido mayor alivio su vida que el que sintió al verlo respirando.
Se inclinó sobre él y lo besó en la frente, el sabor metálico de la sangre se fundía con el de las lágrimas saladas en sus labios. Tras su beso, la frente de Kohaku tenía una pequeña mancha roja y, al notarla, Rin la miró con odio, como si los restos del youkai muerto fuesen un insulto en la cara del chico. La frotó con una parte limpia de la manga de su kimono para removerla. Luego, se puso de pie, intentando cargar al muchacho con ella. Pero ella era pequeña y el cuerpo inconsciente de Kohaku era demasiado pesado para sus bracitos. Bufó desesperada al notar que no podía. Después de un par de intentos, solo consiguió caminar un par de metros, con el joven a cuestas apoyado en su pequeña espalda. Kohaku no había muerto, pero lo haría si ella no lo sacaba de ahí y curaba sus heridas, que supuraban sangre sobre su ya enrojecido y mojado kimono. Y ni siquiera Sesshomaru podría ayudarlo entonces.
Luego de ese accidente, había estado reprendiéndose a sí misma por ser tan descuidada, tan inconsciente durante semanas y la única solución que le encontraba ahora era dar lo mejor de sí misma en el entrenamiento. Al final, había sido Kirara, siempre fiel a sus humanos, quien había salvado a Kohaku. Había aparecido de la nada, mientras ella no hacía más que intentar caminar con su novio en la espalda en vano y llorar por su incapacidad. Los ojos de Rin se iluminaron al visualizar a la gata, que los llevó de vuelta a la aldea con una velocidad vertiginosa. Rin no podía más que sentirse agradecida, pero la culpa y la impotencia eran irreprimibles: ella no era capaz de salvarlo. Ni siquiera había ella quien curó sus heridas cuando llegaron: Kagome se encargó de eso, alegando que ella todavía alterada por el accidente, que lo mejor que podía hacer era cambiarse la ropa y relajarse un poco. También le había pedido a Sango que la acompañe. Lo más probable era que Kagome no quisiese a sus amigas sumidas en la preocupación mientras trabajaba, eso sólo la pondría más nerviosa a ella. Ambas hicieron lo que la sacerdotisa había dispuesto sin chistar y abandonaron la casa enseguida, Sango con pasos firmes y Rin, arrastrando los pies y con la mirada gacha tras ella. ¿Cómo iba a mirarla a la cara después de haber puesto en peligro la vida de su hermano? Sin embargo, Sango no la culpó en ningún momento por lo ocurrido y hasta la ayudó a lavarse la sangre del cabello y de la ropa. No intercambiaron muchas palabras, ambas aún conmocionadas por lo que había ocurrido. Pero Rin no podía quitarle los ojos de encima a la exterminadora. Ella sí podía cuidar de aquellos a quienes amaba. Podía defender a sus hijos y Hasta a su compañero, el monje, de cualquier peligro que los amenazase. Y fue en ese momento, con la compañía de la admirable luchadora, que Rin decidió que ella también quería tener esa capacidad de defenderse a sí misma y a sus seres queridos.
Y mientras se acomodaba el kimono tras otra mañana de arduo entrenamiento, pensaba en que no se arrepentía de esa decisión, aunque sintiera los músculos entumecidos y un cansancio que hasta hacía poco no conocía. No se arrepentía, a pesar de tener que despertarse antes del alba, único horario disponible para entrenar. No se arrepentía, aunque eso significase que su relación con Kohaku dejase de ser secreta. Porque aquel día, el día del accidente, mientras Sango le masajeaba el cabello en el río, ella le había pedido que la entrenase. Le había confesado que quería aprender a luchar para no volver a poner en riesgo a la persona que amaba.
Holiiiis. Acá estoy con mi segundo fic para el foro ¡SIÉNTATE! La temática que elegí fue: Aprender algo nuevo solo para él/ella.
Nuevamente con Rin porque la amo XD pero esta vez, una escena con Kohaku (L) ¿Ustedes qué opinan de este ship? Sé que la mayoría prefiere shippearla con el amo bonito, pero a mí mucho no me convencen mucho como pareja.
Espero que les guste, sean adeptxs al ship o no.
Xoxoxo, nos leemos
Tat
EDIT: Este capítulo fue editado para, espero, mejor. Gracias, Fireeflower, por tus consejos :D
