UNO.

LA. California.

Las clases habían terminado, al igual que su ciclo lectivo en la secundaria y antes de comenzar la vida universitaria Candy y sus amigos se preparaban para realizar un viaje de fin de curso.

¿Estas segura?—cuestionaba mientras miraba su reflejo en el espejo.

Si, lo escuché hablar con Stear.

No puedo creer que por fin se me dará.—dijo muy entusiasmada la joven rubia a su amiga.

Todo en San Pablo sabe que Jeisson esta muerto por ti, amiga. Si no te lo dijo antes es porque siempre tenías a alguien encima, si no era tu hermano era el pesado de tu amigo.dijo la morena del otro lado de la línea.

Ay Flammy, exageras.—dejó el espejo y tomó asiento frente a su escritorio.

¿Que exagero? Por Dios Can, tu hermano y Terry siempre te ahuyentaron a cada chico que se te acercaba.

Pero si nunca se me acercó ni siquiera una mosca.—comenzó a hacer garabatos en su cuaderno.

Claro amiga. Si tenían prohibido hasta de mirarte.

Alucinas. Este año ellos no estuvieron y ya viste. Jeisson jamas mostró interés por mi. Me parece que escuchaste mal.

Escuche muy bien cuando Jeisson le dijo: "aprovechare la oportunidad para hablar con Candy y decirle lo que siento". dijo imitando la voz del muchacho.

Escucha.—dijo poniendo el audífono en su pecho.—es mi corazón latiendo a mil por horas.

Boba. Estas loca de remate amiga.

Ya quiero que estemos en Ibiza.

Ya sólo faltan dos dias. Bueno será mejor que vaya a terminar con mi equipaje que aún me falta un montón . Por cierto, no olvides las bikinis que compramos.—dijo con voz maliciosa.

Jamas. Es lo primero que empaqué.

Nos vemos mañana.

Colgó la llamada, y se extendió en su enorme cama. Al instante sonó su celular.

Si, también llevo las tangas de encaje—dijo en burla creyendo que era su amiga.

Ya quiero verte en una.—dijo una voz conocida del otro lado.

¡Ups! Pensé que era Flammy —sus mejillas tenían un rojo intenso.

Guardarlas para otra ocasión, amiga. Ahora te necesito urgente.

¿Qué pasa?—pregunto alarmada.

Estoy en un gran problema. Ahora no puedo hablar bien.

Me estas asustando.—dijo incorporándose sobre su cama.

Necesito que vengas a Miami hoy mismo.

¿Q-Qué? N-no... no puedo.—se puso de pie.

Candy te estoy suplicando. Si no fuera tan importante no te lo estaría pidiendo, por favor.

Es imposib...—la interrumpió.

Por favor, por favor. Te necesito—sabía que palabras usar, la conocía perfectamente y era imposible que ella se negara a un pedido de auxilio de él.

Uff... esta bien. Pero que le diré a mis padres. Ya los conoces como son. Dudó que me dejen.

Yo me ocupo de todo. Por favor. Te conseguí un vuelo, sale en una hora.

¿Cómo que en una hora? Ni siquiera se que voy a llevar.

...

..

.

Horas más tarde...

Después de hacer miles de maniobras e inventar miles de excusas a sus padres para poder escaparse, ademas de cancelar su presencia a la fiesta que harían esa noche por fin de curso y, tratar de conseguir cambiar su pasaje a uno de primera clase para poder viajar más comoda, Candy llegó hecha una fiera al lugar ya que su viaje fue un desastre debido a que tuvo que bancarse viajar en turista y aguantar a un nene que molesto todo el tiempo haciéndole pesadas bromas.

—¡Será mejor que tengas una buena excusa! Arruinaste mis planes de esta noche, ¡Terrence Grandchester! —soltó cuando fue a buscarla al aeropuerto de Miami.

— Te lo compensaré. Ahora ¡Dame un abrazo, nena! —demandó él, bloqueándole el paso hacia la cinta con las maletas.

—¿Qué...? —se vió cortada cuando él la abrazó.

—Rodéame el cuello con los brazos.

—Me gustaría ponerte una cuerda... ¡Grandchester!

Le costó describir la sensación de aturdimiento que la invadió al encontrarse envuelta en un abrazo de oso, con la cabeza apoyada contra su bien trabajado pecho.

El intento de liberarse se vio impedido por una fuerza masculina.

—Actúa como si me hubieras echado mucho de menos —instó él en un susurro—. Nos están mirando.

—¡En tu caso sin duda te vigilan los loqueros! —musitó, insistiendo en querer soltarse— ¡Terry, déjame! ¿Estás loco? Me estás ahogando.

—Maldita sea, Candy —siseó, rozándole el cuello—. Sígueme. Actúa como si me

hubieras echado de menos de verdad. ¡Pon algo de convicción, pecas!

—Lo único en lo que voy a poner convicción es mi rodilla, cuando te golpee en la entrepierna. Ahora... —la mano que tenía en la nuca le echó la cabeza hacia atrás, dejando que al menos pudiera verle la cara—. ¿Te importaría decirme...? —ni siquiera

tuvo tiempo de terminar antes de que la tapara la boca con la suya.

Así como no era nada halagador para el ego de Terry que una chica se quedara

petrificada en sus brazos, se consoló pensando que sólo se trataba de Candice, su mejor amiga y la hermana de su gran amigo y, que al menos había dejado de retorcerse.

Lo único que le quedaba era esperar que estuviera demasiado aturdida por su conducta como para empujarlo y abofetearlo en cuanto la soltara, porque eso arruinaría su historia y cualquier posibilidad de asegurarse la transacción con Legan.

Y pensaba soltarla... Si... en cualquier momento.

Solo prolongaba el instante porque sabía que Neal y Eliza Legan, en especial Eliza, los estarían observando. El futuro de la compañía de su padre dependía de un beso... era su responsabilidad hacer que pareciera convincente. Se comportaba así para exclusivo beneficio de la audiencia que su padre tenía con el padre de los hermanos Legan, no se trataba de nada personal, se recordó mientras sus labios saboreaban el gusto, asombrosamente placentero, del brillo labial de Candy.

Su altruista dedicación, a favor de los mejores intereses de la compañía, se vieron frenados por una insistente presión en sus hombros, por lo que alzó la cabeza despacio y abrió los ojos para contemplar unos verdes sorprendidos que lo miraban atónitos. En realidad, en ese momento eran más grises que verdes; jamás había visto que los ojos de Candy adquirieran esa profundidad de tono.

—Terry... —calló para respirar hondo.

Él hizo lo mismo, irritado al descubrir que el estrés de enfrentarse a los siguientes minutos le perturbaba la respiración; por lo general se crecía con la presión. Miró por encima del hombro y descubrió que Neal y su voluptuosa hermana se acercaban a ellos.

—Candy... —se apresuró a explicar, asiéndole la hermosa y desconcertada cara—. Necesito que sigas todo lo que diga. El futuro de la empresa de papá depende de ello —al percibir una negativa en el modo en que iba a enarcar las cejas, agarró la suave y delicada mano izquierda de ella en la suya más grande y se volvió con una radiante sonrisa a los hermanos Legan, acercó aún más a Candy a su lado—.Me gustaría presentarles a mi novia...

Continuará...

Está es una nueva historia que se me ocurrió mientras escuchaba una canción. Espero que se de su agrado y sea tan recibida como las demás.

¡GRACIAS POR TU TIEMPO!